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Chapter 6 - 06: Catedra Infernal, primer día

"De vez en cuando, en las noches recuerdo aquellas primeras semanas, los días que pasé en mi primer infierno"

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—¡¿Y bien?! ¡¿Qué le sucedió a esa confianza que tenías hace un minuto?! ¡¿Ya te rindes?! —Se carcajeó Seng, la rídicula mocosa se veía más tonta que de costumbre frente a sus ojos. "¿Será que así me veían a mí mis maestros de niño? Jajajajaja, claro que no" bromeó para sí mismo sin ocultar sus risas.

—¡¿Te quieres callar?! —chilló Airys. "¡¿Qué rayos?! ¡¿Por qué cuesta tanto?!"

Luego de la humillante pelea de Airys y sus mascotas defectuosas, Seng le había propuesto un trato repleto de malicia:

"—¡¿Cómo te atreves desgraciada Mocosa inútil?! ¿Crees que yo toleraré esta clase de conducta? —le dijo a Airys mientras la obligaba a pegar la cabeza del suelo usando su sombra como una cuerdas que por poco no le desgarraban la delicada piel de flor a la niña.

—L-lo sieeentoooo —dijo casi llorando.

—Ah no te preocupes —sonrió. —Que me atacaras a mí fue un error grave pero me hiciste pensar en algo. Dime, ¿qué tanta confianza tienes en invocarlas?"

Un rato después Airys estaba sudando sentada en el piso con un pie en un árbol y otro en una hoja caída. Tenía cara de estar pujando con fuerza y una expresión de vergüenza enorme que empeoraba con cada risa indisimulada de su irreverente espectador.

—¡Vamos Mocosa, ¿o acaso no quieres comer?

—¡No es justo! ¡¿Por qué no puedo usar mis manos?!

El trato era simple. Sí Airys lograba invocar a sus dos criaturas sin usar sus manos Seng olvidaría lo ocurrido y le dejaría comer, de lo contrario él se esforzaría al máximo para impedirlo.

Airys trató de traer a esta realidad a Terry y Hojita, pero sin importar si fueran pies, piernas, trasero, espalda u pechos nada funcionaba.

—¡Por favor! —chilló lo más alto que pudo frotando su frente de la tosca madera.

Obvio el resultado fue una linda raspadura.

—Ya me cansé de verte Mocosa. No tenemos tiempo que perder, vamos a seguir.

—P-pero, ¿si me dejarás comer verdad? —preguntó al frío aire.

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Llevaban alrededor de siete largas horas de caminata por la montaña y sus vegetación, para Seng fue sencillo escoger los peores senderos posibles y los más feos: Un acantilado donde Airys se deslizó sin control, un puente improvisado del troco de un árbol espinoso, un sorpresivo pozo de lodo que según la pequeña lógica de Airys no debería estar allí y por último un camino lleno de rocas filosas que por poquito no atravesaban sus zapatos de cuero. Rutas que para Seng fueron un paseo por el parque gracias a su útil control sobre su sombra.

—¡A-a-a-ashu! —estornudo ella desmoronada. Su nariz estaba enrojecida, le dolía la espalda, los pies y su cabeza estaba golpeada por el sol.

—No te habías enfermado mucho en tu vida, ¿verdad Mocosa?

—¿Eh? —meditó un segundo. —creo que no… ufgh.

—Lo suponía. ¡Felicidades Mocosa! Ahora estás lista para la primera y más importante lección de tu vida hasta ahora.

—Dilo ya —gruñó.

—La mejor forma de entrenar el uso de tu Resonancia es estar lo más enfermo posible.

—¿Qué?

—¿Cómo que qué? No es muy complicado, aprendes a usar tu energía interna mejor o sigues sufriendo.

—¿Te, ugfh, te refieres a aprender magia? ¿tengo que enfermarme para eso?

—¡Por supuesto! —sonrió burlón —y desde ahora en lugar de llamarlo así le dirás Resonancia del Alma, ¿entendido?

En esa fría tarde nublada, parada en medio de piedras filosas y con la ropa sucia y húmeda Airys recibió la primera clase de su vida con respecto a lo que siempre quiso aprender, y no podía importarle menos.

Cerca de tres mil años atrás una mujer llamada Delyia se dedic�� a entender por qué había personas que desde nacimiento eran incapaces de moverse. Esos estudios dieron como fruto un par de avances en el área de enfermedades, no obstante, lo que perpetúo su nombre como una de las personas más importantes de la historia fue lo que ella llamó falta de resonancia entre alma y cuerpo. Esa teoría fue utilizada siglos después y desarrollada para el entendimiento de lo que las personas sencillas llaman Magia.

Resulta que los seres vivos se dividen en dos existencias, el cuerpo y el espíritu.

El cuerpo actúa como medio entre el espíritu y el mundo físico, consumiendo recursos para actuar en la búsqueda de obtener más recursos y mantener al espíritu. Y el espíritu influye sobre el cuerpo para que el individuo pueda lograr ese objetivo.

Ese argumento mayor se expandió y combinó con teorías al respecto de porque los seres vivos eran capaces de controlar, crear y extinguir entidades ajenas a su cuerpo sin usarlo perse.

El alma puede resonar con un grado variado al cuerpo y a otros elementos.

Fue la conclusión final.

Sí una persona sana es incapaz de mover su cuerpo significa que su Alma no Resuena con su cuerpo. Si es capaz de traer a esta realidad otros espíritus significa quiere decir que sus almas resuenan. Ya que Seng puede manipular su sombra eso quiere decir que su Alma resuena con su sombra con una intensidad similar a la resonancia entre su cuerpo y alma.

—Por eso mismo yo soy capaz de hacer esto. —En las manos de Seng había un pequeño vaso rustico hecho de hielo y el cual colocó sobre lo que se asimilaba a un banquito formado por su sombra. —Mi Alma resuena con el hielo, mi sombra, el sonido y mi cuerpo. En tu caso Mocosa, sé que la tuya resuena con tu cuerpo y con los débiles espíritus esos.

Airys frunció el ceño todavía más.

—¿Y por qué no solo puedo traer a Terry y Hojita con mis manos? —Vio sus suaves y lastimadas manos con tristeza.

—Por lo misma razón que no puedes caminar usando tus manos, solo que en vez de no saber usar bien tu cuerpo no sabes usar bien tu Alma.

—¿Cómo/

—¿Cómo aprendes a usar tu alma? ¡Borrando la frontera entre que hay entre tu alma y el mundo físico! —gritó Seng en un tono exagerado que le dolió en los oídos a Airys y aparte llamó la atención de unos lobos grises de ásperas patas adaptadas a la caza en la parte rocosa de la montaña.

—¡Iiiih! —chilló asustada Airys viendo a los animales acercarse con obvias intenciones de comerle. —¡Seng esos lobos se acercan! ¿Seng?

Para ella Seng había desaparecido del lugar. Él en realidad solo había corrido directo a la copa árbol más cercano para que los lobos tuvieran vía libre y no huyeran por instinto.

"Creo que no va a ser tan frustrante esto de enseñarle a la Mocosa" pensó al darle un mordisco a uno de los frutos del árbol para disfrutar del espectáculo.

Se recostó del tronco para relajarse; no duró mucho, porque se vio obligado a bajar de mala gana a salvar a la Mocosa, si es que no quería ser él quien tendría serios problemas mañana.

Así acabó el primer día, de los nueve meses infernales de Airys bajo la tutela de Seng, el peor maestro que ella podría tener.