"Entonces… ¿Soy la Elegida?" Pensó Airys de camino a la cámara de entrenamiento. La atmosfera estaba tensa entre los presentes, tanto que le impedían disfrutar del paseo por tan glorioso lugar. Los dos que iban al frente, Seng y Arkgas, eran la fuente de ese ánimo lúgubre, aunque aparentaron no estar intranquilos, no les dio resultado con esa aura de rencor emergente.
—Aquí será.
—¿Uh?
Airys se paró en seco en lo que ella creyó era medio recorrido apenas. Zhugan´ko se detuvo en la clara entrada principal del templo, así que era capaz de ver el sendero rocoso, sus bifurcaciones a las montañas y la arquitectura que simplista al ser solo rocas de distintos colores colocadas en el suelo sin un motivo en particular.
—¿Aquí? ¿En la entrada? —preguntó Zamur. Por dentro se quejó con la fuerza de un león, desde hace una década que obtuvo su puesto de Orquestador y todavía no ha explorado por completo el templo. —¿No tienen un área de entrenamiento mejor?
—Kao´em tiene prisa —Zhugan´ko extendió su mano en dirección al vejete que asintió lento. —El lugar no importa, pero tendrán que contenerse más de lo que necesitan, —Hizo una pausa para visualizar a los dos contendientes. —Nada de destrozar el suelo ni golpes hacía abajo, vayan a las posiciones que deseen.
Seng fue el primero en avanzar recién escuchó esa orden. Attheos sonrió y soltó un suspiró alegre y decidió imitar a su compañero de práctica. Arkgas, Kao´em y Zhuga´ko se separaron alrededor en menos de lo que Airys abrió los ojos luego de pestañear, con lo cual ella se paralizó nerviosa por haberse perdido alguna señal o algo y estar demasiado próxima a la batalla. Se agitó y estuvo por ir con Kao´em pero una mano en su hombro le sorprendió y se le escapó un chillido agudo como el de un perrito de tres semanas.
—Tranquila, relájate y disfruta de la pelea —dijo Zamur —, tienes la suerte de ver un combate entre el supuesto descendiente de Dragones más fuerte del continente y el único e innegable Anillo del Mar.
—¿Anillo del Mar?
Zamur la miró decepcionado y suspiró por dos segundos.
—En pocas palabras unas de las treinta y un personas más fuertes del continente —aclaró.
—¡¿Eh?! —chilló —¡¿Y Seng puede ganarle?!
—Claro que no.
Seng se colocó a dos metros de Attheos, este se agitó como si hubiera despertado de dormir despierto, se revisó la ropa y los alrededores antes de dirigir su atención a Seng.
—Disculpa, ¿qué estamos haciendo aquí parados? —preguntó inocente.
—Es un encuentro de práctica en presencia de los Archimagos —dijo molesto —, será mejor que muestres modales.
—Ah, sí… Es un honor pelear contigo… —Attheos se inclinó en un reverente saludo improvisado, le veía tan solo los pies a Seng debido al ángulo hasta que su mente se largó de este mundo y su vista se desenfocó. —"¿Qué hago viendo al suelo?" —pensó y se enderezó, lo cual tardó demasiado.
Airys parpadeó dos veces con sorpresa, el joven llamado Seng en menos de un segundo había corrido alrededor de Attheos hasta llegar a su espalda y patearle la cabeza de un salto. Attheos —quien estaba desprevenido— se exaltó y dejó mover por el impacto, se tambaleó y eso le regaló a Sen miles de aperturas.
—"¿Qué pasó? ¿Quién me golpeó? ¿Estoy bajo ataque?" —pensó Attheos en un microsegundo mientras la patada de Seng le conectaba con su mejilla derecha. —"¡El Señor Zamur está en riesgo!" —Fue la conclusión que tuvo al ver a Zamur parado a la distancia.
Attheos frunció el ceño y casi recuperó su equilibrio pero Seng tras la patada le tomó el hombro izquierdo y le clavó la rodilla en la columna. Attheos abrió la boca como si fuese a gritar, cosa que no sucedió y en cambio escupió baba. Seng estaba sobre él, siguió con su paliza instantánea y le atinó un golpe en la mandíbula que le cerró la boca y; a la vez, se reposicionó a su frente, puso su pie izquierdo en medio de los pies de Attheos y se alistó para arremeter en un frenesí de golpes. A la lela de Airys que apenas era capaz de llevarle el ritmo a aquel espectáculo no notó el veloz proceso, sin embargo, se fascinó del resultado. Desde el pie de Seng una niebla clara se dispersó por el drástico bajón de temperatura y el hielo cubrió a Attheos hasta los tobillos. Attheos concentró su ojos en Seng y trató de mover sus brazos para abatirlo de un porrazo, no obstante la sombra de Seng de repente se levantó del suelo en formas de un líquido extraño —que también se asemejaba a varias cuerdas negras— que atrapó las manos y brazos de Attheos para impedir que interferirá con lo que Seng quería lograr.
Sonrió al haber cumplido los requisitos, apretó ambos puños, se enrojeció y se le dibujó una grotesca silueta de rencor que explotó al ver el reflejo de Airys en los ojos de Attheos. De inmediato decenas de puñetazos cortaron el aire para ir directo a la nariz de Attheos, utilizando al máximo lo inmóvil que estaba para que el retroceso de fuera el mínimo y así continuar desatando su furia, estrés y sed de sangre reprimidos.
—"¡¿Qué pasa?! ¡¿Por qué me está golpeando la cara?! ¡¿Cuándo comenzó esta pelea?!" —La mente de Attheos se había ido y vuelto a medio segundo de haber iniciado la sucesión de golpes.
Los potentes ataques eran tal, que si no fuera porque Seng también se ató los pies al suelo con su sombra y reforzaba el hielo de manera constante lo más probable sería que fuera imposible mantener esa cercanía por la tercera ley de Newton.
—"¡¡Suficiente!!" —La vena de la frente de Attheos se tensó y cruzó los brazos destrozando como mero papel mojado la sombra de Seng.
—Maldito monstruo —murmuró Seng tras ver la cara intacta de Attheos y sentir la necesidad de interrumpir su gloriosa técnica y crear distancia entre ambos.
Attheos lo vio dar un gran salto hacia la derecha no dudó para nada en perseguirle ignorando el hielo que le cubría incluso las rodillas que rompió sin darse cuenta con la inconmensurable energía que uso para pisar el suelo —que quebró el suelo bajo de él— y se aproximó a Seng antes de que este terminara de tocar el suelo con los pies. Seng se asustó al vislumbrar el brazo derecho de Attheos retroceder para realizar un golpe curvo que claro que le dejaría fuera de combate. En un reflejo Seng usó sus brazos como guardia para intentar resistir semejante meteoro y antes de recibir de lleno esa catástrofe sus ojos le brillaron y su sombra le jalaron los pies logrando así que ese letal puño fallara.
Lo triste fue el resultado de haberse salvado la belleza de su cara.
El poder y velocidad del golpe fallido provocó una ráfaga de viento que se podía apreciar con los simples ojos de un niño. Y esta mandó por los cielos a Seng, directo al acantilado que estaba detrás.
—¡Attheos los golpes letales estaban prohíbidos! —rugió Zughan´ko y Attheos se encogió.
—P-perdón, se me olvid-
—Sí, ya sabemos que se te olvida, solo contente —dijo Arkgas. —¿Es suficiente para ti Zamur? Si no lo es, dale un minuto a Seng y podrán continuar la práctica.
—¡¡¡¿Un minuto?!!! ¡¡Acaba de caer de la montaña!! ¡Hay que ir a atenderlo! —chilló Airys con los ojos abiertos de par en par y a punto de llorar por el maestro que no le duró un día.
—No hace falta que sigan, jamás vencería a Attheos pero sería capaz de sobrevivir y huir de él —dijo Zamur, medio sordo por la máquina de gritos a su lado.
—¡¿Me están oyendo?! —chilló, para variar, Airys.
Attheos otra vez se fue a la nubes y apreció su alrededor para entender la situación; ya que, no encontró nada extraño además de la usual sensación de no saber quiénes son los otros aparte de Zamur y no tener ni idea de en qué parte del mundo estaba parado, caminó en dirección a Airys y Zamur que le esperaba con una sonrisa en la cara para ayudar a tranquilizarle asegurando que todo estaba bien.
—¿Eh? —dijo Attheos y se paró en seco para llevarse la mano a la cara. —¿Por qué estoy sangrando por la nariz?
—"¡Attheos está sangrando!" —pensó Zamur profundamente asombrado. —"Ese chico quizás no podrá vencer a Attheos… pero ¿qué hay si esa no es toda su fuerza? ¿Qué otras técnicas guardará?"
—"¡¡Después de todos esos golpes, ¿¿solo sangró un poco por la nariz??!!" —fue lo que Airys chilló en su mente.
—¡Zughan´ko! —dijo Seng luego de haber subido por donde cayó. —¡Él rompió las reglas así que yo gané el combate! —afirmó irritado con la ropa rasgada y sucio hasta la cabeza de ramas con espinas.
Entonces Zamur lo supo… Seng en definitiva era el mejor discípulo que esos cuatros viejos pudieron tener.
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—Ciertamente rompió la regla que impuse.
—¡Eso es!
—Pero te tardaste mucho en decirlo y te lanzó de la montaña, así que el que perdió eres tú.
Y con el ego pisoteado Seng asesinó con la mirada a Attheos que cruzó los ojos con él y lo único que pensó fue…
—"¿Quién es ese chico y por qué está tan sucio?"