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Chapter 4 - Capítulo 4

Camino mientras voy reparando el edificio.

Desde aquí veo como solo entran personas con ropas caras y sofisticadas, con sus cabellos largos rubios y bien cuidado.

No veo muy bien pero supongo que si están bien cuidados.

Mientras que yo voy con mi cabello recogido en una coleta y mi ropa elaborada por mis hermanas.

Es mas especial que te hagan la ropa tus hermanas a que un diseñador que te va a cobrar millones de dólares por una blusa de tirantes.

Cada vez me voy acercando más y los nervios comienzan más fuerte.

Tranquila, Kayla.

Me repito hasta que llego por completo a la gran empresa.

Me quedo parada enfrente de la empresa mientras miro hacia arriba hasta ver el final del edificio, es muy grande. Mientras yo me quedo viendo el edificio las personas vienen y van con apuro.

Claro, estamos en Nueva York, donde la vida pasa muy rápido.

Mis manos sudan y me limpio en mi falda bajando la falda y prepararme para poder entrar.

Entra y deja de estar lloriqueando.

Le hice caso a mi pensamiento y entre.

En cuanto entre me sentí la cosa mas pequeña e insignificante, chicas con sus hermosas piernas y cabelleras que como había pensado, muy bien cuidado.

Chicas y chicos con sus ropas formales pasaban de aquí y acá moviéndose con papeles en sus manos y hablando con algo que tenían en sus orejas.

¿Qué es eso?

Me acerque a lo que pensé que era la recepcionista, mientras miraba lo lujoso que era el lugar, tenia muchos cuadros y esculturas que estoy segura, valen mucho más que yo.

-Buenos días ¿En que puedo servirle? -me pregunta una chica rubia mientras que su mirada esta fija en el ordenador.

-Uhm ... tenia una cita a las 7.

La chica despega sus ojos del ordenador y me ve de arriba hacia abajo.

-Mi reina, hay muchas citas a las 7.-dice mientras vuelve su vista hacia el ordenador.-Tal vez si me dices el nombre de con quien tengas la cita y pueda ayudarte.

¿Nombre? Pero es que si tengo mierda en la cabeza, ni siquiera se su nombre.

Sacó la tarjeta que me dio.

-La verdad no lo se, pero me dio esta tarjeta.-le entrego la tarjeta y me muerdo las uñas de nervios.

La chica repara la tarjeta y me ve con una ceja alzada y con rareza.

-¿Para qué él quisiera a alguien como tu? -de nuevo me miro de arriba hacia abajo con una mueca de asco. -Piso 20.

Auch, la verdad si me dolió pero fingí como que no. ¿Alguien como yo? Perdóname por no tener el cabello rubio y largo y bien cuidado, es que tengo que matarme todo el día trabajando para darle de comida a mis hermanos.

Me encogí de hombros tratando de apaciguar mi enojo.

-Ni idea, probablemente para no tener mas gente como tú. -le dije inocentemente y me di la vuelta.

Por Dios, a mi me sobra barrio, rubia oxigenada.

Por andar peleando ni siquiera se donde están las escaleras o el elevador.

Escuché un sonido y gire a ver como el elevador abría sus puertas dejando a pasajeros.

Rápido avance hasta el elevador pero vi las escaleras hasta el fondo, sin pensármelo corrí hasta esas.

Nunca me había subido a ningún elevador y la verdad me daba un poco de miedo. Al parecer solo a mi me daba miedo el elevador porque las escaleras estaban totalmente solas.

Decidí quitarme los tacones y subí corriendo.

Lo único que estaba deseando era poder llegar a tiempo.

Media hora, llevo media hora subiendo las escaleras y no les veo el fin, tengo pequeñas gotas de sudor que me limpio con el antebrazo hasta que veo que voy en el piso 12.

¡Es hasta el 20!

Esto me pasa por miedosa.

Unos cuantos minutos más y llego a mi destino.

¡Por fin!

Llego con respiración entrecortada y un poco sudada así que me espero un poco para ir de nuevo a otra recepcionista.

Este piso es más elegante que el primero. Aquí también hay cuadros y esculturas que se ven demasiadas caras y las paredes son de vidrio.

Que ni se me ocurra mirar hacia abajo.

La gran diferencia es que este piso esta sumamente callado, hay bastante gente en sus propiedades cubículos pero todas calladas y concentradas en su trabajo.

Alrededor de la recepcionista y de los cubículos hay varias puertas.

Me acerco a la recepcionista bajándome la falda con mis manos sudorosas y pongo mi mejor sonrisa.

-Buenos días, tengo una cita a las 7. -sonrío un poco inquieta por mi nerviosismo.

La recepcionista levanta la vista de su ordenador ya diferencia de la otra chica, ella me da una sonrisa amable y asiente mientras agarra su teléfono y al parecer anuncia mi llegada.

Mis nervios no dan para más.

-Claro, el señor lo esta esperando.- dice con su sonrisa amable. -Sígueme te llevare.

Se para de su lugar y entramos en una de muchas puertas que hay en este lugar.

Al posicionarse al lado de mi para guiarme, me siento como una caquita chiquita. Ella es alta con gran porte y claro, su mirada siempre hacia enfrente y caminando como si estuviera en una pasarela, mientras que yo soy baja aunque lleve tacones y con la mirada hacia abajo por los nervios.

Al entrar en una de la puerta había un espacio un poco mas chico que tenia un escritorio donde no había nadie y una oficina con paredes de vidrio pero tenían unas rayas para no ver lo de adentro.

De verdad que me sorprendo de todo el lujo que tiene este edificio.

-Señor, llego la señorita. -Anunció la recepcionista metiendo la mitad de su cuerpo en la puerta.

-Retírate.

De tan solo escuchar esa voz de nuevo mis nervios se volvieron mas locos de lo que ya estaban.

La chica me da una sonrisa y se va.

Mierda.

Veo como el chico que me había salvado en la cafetería abre la puerta completamente dejándome verlo de nuevo.

¿Ya había dicho que era el chico mas guapo que había visto?

Al tenerlo mas cerca me di cuenta que si con la chica me sintió una caquita, ahora me siento una caquita de hormiga.

Tenia su rostro serio mientras me miraba.

Me quede en mi lugar bajando la cabeza y jugando con mis manos.

-Siete minutos tarde. ¿Qué acaso no tienes donde ver la hora? -dijo con su voz dura caminando hacia la silla atrás del escritorio.

-No ... -murmuré.

El chico me miró de nuevo pero esta vez con el ceño fruncido.

-¿No tienes teléfono?

Sentí como todo mi rostro se puso caliente debido a mis sonrojeo.

-No.

Y era verdad, nunca había tenido un teléfono propio, y el de casa nos lo cortaron.

El chico se me quedo viendo.

-Siéntate. -me dijo ya que había permanecido parada en la puerta con la cabeza mirando hacia abajo.

Con mucho esfuerzo pude mover mis piernas y poder sentarme en una de las sillas que tenia enfrente de su escritorio.

De verdad su mirada era demasiado intimidante y no me había dejado de ver en ningún momento.

-¿Cuánto tiempo llevas trabajando en esa cafetería? -su pregunta de descoloco.

¿Eso que viene al tema? Iba a decirle que era algo que no le importaba pero, el me salvo y si quiere saber cuantos años llevo ahí pues que lo sepa.

Aunque no le encuentro lógica.

-6 años.

Levanté mi rostro para mirarlo y el me seguía viendo fijamente haciendo que rápido volviera a bajar la cabeza.

-¿Por qué nunca renunciaste? Hay mas trabajos.

-No tengo estudios, ni siquiera termine mi preparatoria, no es fácil conseguir cualquier otro empleo.

-Hay mas cafeterías. -dijo encogiéndose de hombros como si fuera lo más normal.

Y la verdad es que si, era lo mas normal. Pero el jefe de la cafetería también era dueño de tu casa y te tenia sobornada, él nunca me pago, siempre se quedaba con el dinero y con el sexo que le daba mi madre, lo único que ganaba era de las propinas.

¿Por qué no tener dos trabajos? Porque su horario era de tiempo completo

-Si, pero no podía.

-¿Por qué? -se remueve en su silla colocando los hombros en el escritorio haciéndolo ver mas intimidante y sexy de lo que ya era.

Al parecer le estaba interesando la platica pero a mi la verdad era que me estaba empezando a molestar.

-Señor, con todo el respeto que se merece no creo que le importe porque trabaje ahí o porque no me cambiaba de trabajo. -escupí entre dientes.

Ni siquiera se que cara puso porque al decir eso me dio más vergüenza y no levante mi rostro para verlo.

-Si, claro. Como diga.

Si su voz podía llegar a ser mas intimidante, lo fue al decir eso ultimo.

-Si eso era todo me retiro. -digo sintiendo toda mi cara roja y levantándome.

-Si usted se quiere ir. Adelante. -su voz se escuchaba sin ninguna preocupación. -Pero yo le iba a ofrecer un trabajo.

Me giro rápido a su dirección y veo como esta viendo su ordenador con aire despreocupado.

-¿Cuál trabajo? -murmuró tragando saliva.

-Si tanto le interesa, siéntese y dígame porque no se iba de esa cafetería.

¿Qué mierda le importaba?

Necesitas un trabajo, necesitas un trabajo.

Suspiré y ahora si levanté mi rostro para verle los ojos.

Error.

-Me quedé en ese lugar porque el jefe es quien nos renta la casa en la que vivimos y su condición fue que trabajar con él gratis para dejarnos vivir ahí.

Al decir esto su rostro paso de estar tranquilo a ser un témpano de hielo, apretó sus labios y me miro con más seriedad.

-Necesito una secretaria. La verdad soy muy exigente y este trabajo no es nada a ser una simple mesera. Ocupas aprender muchas cosas y hacer las cosas bien. -me miro con una ceja alzada. -¿Crees que puedas?

¿Qué si puedo? Claro que puedo.

-Claro que puedo.

Me estas subestimando, chico guapo.