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Chapter 3 - Néstor

El exterior del instituto no estaba decorado excesivamente: globos y una pancarta hecha por los alumnos más mayores. Algo contra pronóstico, ya que estos no solían pintar; pero los pequeños tenían todavía muchos años por delante.

Desde la ventanilla se veía grandioso.

Me estiré la corbata y me alisé los pantalones. Tenía ganas de conocer a mi pareja. Karen era más bien traviesa, a saber lo que me tenía preparado, aunque no podía saber que yo era el elegido de Nick, a menos que este hubiera roto su promesa.

Nick y yo éramos amigos desde preescolar, y no sólo nos unía el colegio: habíamos sido vecinos, hasta que él se mudó. Muchas tardes las habíamos pasado jugando al fútbol en su jardín: tenía dos porterías y siempre era más divertido jugar dos que uno sólo.

Me sorprendió que hablara conmigo para este "juego". Mucha gente dice que a medida que vas creciendo, las amistades cambian, y tu mejor amigo de primaria es un completo desconocido para ti en secundaria. Nick y yo no nos habíamos distanciado, al menos, no hasta esta Navidad. Últimamente ya no nos contábamos todo ni charlábamos tan a menudo. Cuando me lo pidió, acepté ilusionado porque hubiera algo que nos diera la oportunidad de unirnos otra vez de nuevo.

Desde hacía unos meses, Nick estaba saliendo con Karen, una chica de pelo oscuro y ojos claros que presidía el consejo de estudiantes. Era guapa, en mi opinión; pero sus intentos de llamar siempre la atención superaban mis expectativas de lo que para mí era una "relación". Quizá por eso no me sorprendió que mi mejor amigo saliera con ella: eran tal para cual.

Oliendo a asientos mugrientos y a cigarros, salí del taxi, preguntándome por enésima vez con quién tendría que bailar aquella noche, a qué amiga popular de Karen, como era ella, tendría que acompañar a casa.

-¿Está usted sordo...?¡Son diez dólares!¡Se lo he dicho tres veces!

-Perdón... -me disculpé. Estaba tan sumido en mis pensamientos que no le había oído ninguna de las ocasiones anteriores. Saqué el dinero de mi billetero y pagué-. Aquí tiene.

El conductor gruñó, como única respuesta.

Respiré hondo un par de veces. No entendía por qué estaba tan nervioso, acostumbrado como estaba a tratar con chicas. No era mi primer baile, ni de lejos; pero tenía una sensación de inomodidad continua que aceleraba mi ritmo cardiaco.

-Serán los pantalones, que son nuevos -pensé, tratando de buscarle una razón. Sabía que el razonamiento era estúpido, pero no tenía nada mejor a lo que culpar.

Subí las escaleras hasta el hall principal y saludé a un par de compañeros del equipo de fútbol.

-¿Con quién vas esta noche, Néstor? -me preguntaron.

Me encogí de hombros:

-Pues la verdad es que no lo sé...

Uno de ellos arqueó las cejas varias veces.

-¿Baile de máscaras, entonces?

-No exactamente. Nick y Karen van a ir juntos y...

-Obviamente -me interrumpió el segundo-. Son la pareja perfecta: el capitán del equipo de fútbol y la capitana de las animadoras.

-Cierto... -dijo su amigo.

Les miré incrédulos, sin terminar de creerme lo que estaba pasando. Eran tan cotillas como las animadoras. Dejé escapar una risita.

-Bueno -proseguí con un carraspeo, tratando de llamar su atención-, pues se inventaron un juego de tortolitos, que era que cada uno de ellos elegía a una persona para que fueran juntos al baile. El juego era que ni yo ni la elegida de Karen sabíamos quién iba a acompañarnos esta noche -añadí-. La verdad, no le encuentro la gracia; pero bueno, todo por NIck.

Mentira.

Claro que tenía gracia. Estaba más nervioso que en toda mi vida. Pero no iba a dejar que estos chicos lo supieran. Al fin y al cabo, los rumores corrían como la pólvora y yo era uno de los más populares del instituto. ¿Cómo quedaría que todo el mundo supiera que me inquietaba una tontería como esta?

-¡Suerte tío! -me deseó el primero. Realmente, ni me acordaba de sus nombres.

Se lo agradecí con una sonrisa, y me dirigí apresuradamente al salón del baile. Suspiré, aliviado, en cuanto les perdí de vista. Se me daba fatal fingir.

Crucé el umbral y vislumbré una figura de espaldas. Tenía un presentimiento, así que aceleré mis pasos.

Toda la gente a mi alrededor, que era poca pues aún era pronto, me miraba con reprobación.

Llegué hasta la chica dada la vuelta. Su larga melena negra le caía hasta la cintura, y llevaba un magnífico vestido rojo. ¿Sería mi acompoñante?

Le toqué el hombro, tratando de llamar su atención. Ella se giró y me miró perpleja.

-¿Karen?- conseguí balbucear, aún aturdido, y algo desilusionado.

-¡Néstor! -le bastó un segundo para entenderlo-. Te iba a preguntar qué hacías aquí, pero es obvio.

Por primera vez desde que pisaba la sala, me regalé unos segundos para examinar a los presentes. No eran gran cosa.

-No, tu acompañante no ha venido todavía -me dijo poniendo los ojos en blanco, leyéndome la mente-. Esta chica tarda bastante -añadió, molesta.

Al menos no era un chico. No me lo había planteado hasta ese momento, pero descarté la posibilidad casi al instante. Esbocé una sonrisa divertida ante la ocurrencia.

-¡Por fin! -exclamó Karen. Me giré, esperando ver a su elegida, y me topé con el rostro de Nick. Ella se echó a sus brazos, y le saludó con un breve beso-. Esperar se me ha hecho eterno...

-A mí también. Echo de menos cada segundo que paso lejos de ti -comentó, y Karen se sonrojó. Entonces reparó en que yo me econtraba allí.

-¡Hola Néstor! ¿Qué pasa, tío? -me ofreció su puño para realizar el saludo que habíamos acordado hace años, y que tantas veces habíamos repetido.

Choqué mis nudillos contra los suyos.

-Confieso que le empiezo a pillar el punto a este jueguecito -comenté.

Tenía el corazón al mil por hora. Karen soltó una carcajada.

-¡Esto es lo nunca visto! ¡Néstor Miles nervioso por una chica! -exclamó Nick, burlándose.

-Bueno, lo tuyo también es una excepción -y añadí, mirando a su novia-. Es la primera vez que lleva a alguien al baile. Nunca durabas tanto, amigo.

Karen le observó, sorprendida, como si no se lo terminara de creer.

-¿En serio, Nick? No me lo puedo creer.

Nick asintió, esbozando una sonrisa.

-Karen, ¿seguro que le dijiste dónde era? -preguntó, un poco más serio. Di un respingo por su repentino cambio de tema. Lo cierto era que desde que había entrado por la puerta había querido preguntárselo, pero me había callado para evitar que se rieran aún más de mí.

-Claro -respondió ella-. De hecho, conoce el sitio a la perfección -me guiñó un ojo-.

Tampoco se me había ocurrido que no fuera del instituto. Bailar con una desconocida no me importaba, pero prefería hacerlo con alguien a quien hubiera visto alguna vez.

Les miré, indignado. Parecía que ambos disfrutaban viéndome sufrir.

El móvil de Karen vibró, y emitió un sonido como el de una piedra cayéndose a un río. Era un mensaje. Ella encendió la pantalla e inmediatamente, giró el teléfono para que yo no pudiera verlo.

-Dice que está entrando.

Asentí. Puse toda mi atención en la puerta. Ellos me imitaron. Estuvimos así un rato. Mucha gente la cruzaba, ya que cada vez era más tarde. Sin embargo, nadie iba solo, todos tenían pareja.

Por fin, divisé a una figura femenina vestida con un precioso vestido negro ajustado. Llevaba el pelo arreglado con tirabuzones. Parecía desorientada, y caminaba con una sonrisa mirando a su alrededor sin descanso. Finalmente, coincidió en la mirada con Karen, y empezó a caminar hacia nosotros. Bajó la cabeza, como si estuviera avergonzada. Cuando estuvo cerca, la levantó y me vio.

La sonrisa desapareció de su rostro.

En el mío tampoco había muestras de alegría. Mi corazón se había parado, y por un momento pensé que estaba muerto. Aunque claro, eso no podía ser peor que lo que me esperaba esta noche.

Iba a bailar con Lillian Brown.