—¡ES QUE A QUIÉN SE LE OCURRE! ¡¿QUÉ LES PASA?! ¡YA ESTOY HARTA DE USTEDES! —nos grita la presidenta Fujimoto-san –y tiene razón al hacerlo, considerando lo que sucedió.
—Pero ellas empezaron —replica Izumi Natsumura—. Y todo fue culpa de Hanna-san —y quizá tenga razón.
Todo comenzó exactamente a las:
2:30
El timbre sonó, y terminaron las clases.
Yo, como siempre, guardé mis lápices, plumas, borradores, correctores, etcétera, en mi estuche, y guardé este en su respectivo lugar de mi mochila; después cerré los libros y cuadernos que tenía en el escritorio, los tomé uno a uno y los guardé en su respectivo lugar de mi mochila; y por último revisé que no se me olvidara nada en mi pupitre.
No, ya lo había guardado todo.
Entonces cerré la mochila, me la llevé al hombro y me dispuse a ir a la biblioteca cuando Izumi Natsumura entró al salón. Todos mis compañeros de clase la miraron extrañados y comenzaron a murmurar al respecto. Izumi Natsumura se abrió paso entre los escritorios. Se veía agitada.
—Hola, Izumi Natsumura —le dije cuando pasó a mi lado e hice la reverencia correspondiente. Pero ella siguió con su camino sin ni siquiera mirarme –eso nunca me había pasado antes, por lo que algo muy extraño debía estar pasando–, se detuvo frente a una chica llamada Yuri Okabe –una chica bastante popular, según todo el mundo.
—Yuri Okabe, ¿podemos hablar? —le preguntó Izumi Natsumura.
—Uhm… claro —Yuri Okabe respondió más por cortesía que por deseo.
—Izumi Natsumura, ¿todo bien? —puse una mano sobre el hombro de Izumi Natsumura, y ella me miró bastante extrañada—. ¿Qué quieres, Hanna-san?… ¡¿Hanna-san?! ¿Qué haces aquí? ¿Me seguiste? Vete, vete, vete a la biblioteca; luego nos vemos —Izumi Natsumura comenzó a empujarme hacia la entrada del salón –y, considerando que soy muy delgada, no le fue nada difícil.
—Uhm… este es mi salón.
—¿En serio? —Izumi Natsumura parecía sorprendida –aunque ya se lo había dicho hace unas cuantas horas—. Bueno, como sea, vete, vete, vete —ella seguía empujándome hacia la salida. Ya estábamos a medio camino—; yo tengo que hablar con Yuri Okabe.
—¿La quieres reclutar?
Izumi Natsumura inmediatamente dejó de empujarme y puso la palma de su mano en mi boca.
—Cállate, cállate, cállate —me susurró y se volvió hacia Yuri Okabe—. Ahorita voy contigo. No me tardo —y se volvió hacia mí y me dio un empujón que me hizo retroceder varios pasos—. Ya vete, Hanna-san.
—¿Segura? —le pregunté.
—Sí, sí, segura. Ya vete.
Todos nos estaban mirando. Incluso había alumnos de otros salones mirándonos a través de las ventanas.
—Uhm… ok —dije y me dirigí hacia la biblioteca.
Todos dejaron de mirarme.
"Izumi Natsumura," pensé mientras caminaba, "definitivamente estaba actuando muy extraño. ��Por qué no quiso que la ayudara a reclutar a Yuri Okabe? Sería más fácil convencerla entre las dos. Aunque quizá no quería que yo lo arruinara, considerando que rechazó y destruyó dos de mis tres propuestas. Pero ¿por qué no usó la tercera? Quizá porque Yuri Okabe no es como yo –digo, ella es popular–. Pero lo importante aquí es que Yuri Okabe puede ser el último miembro, e Izumi Natsumura quizá necesite ayuda para reclutarla."
Y entonces corrí hacia la biblioteca para contarles todo a Ino Yamamoto y a Hamano-san.
2:42
Ellas estaban en una sala de estudio junto a otra chica. Era pequeña y callada y leía un libro más grande que su cabeza.
Normalmente me hubiera presentado, pero no tenía tiempo para eso.
—Oigan —les dije—, Izumi Natsumura está reclutando a Yuri Okabe.
Hamano-san se levantó de su asiento.
—¡¿ESTÁ HACIENDO QUÉ?! —Hamano-san gritó –aunque nos encontrábamos en una biblioteca–, salió de la sala y siguió caminando a paso firme—. ¡NO, NO, NO, NO, NO, ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO, IZUMI-SAN?!
Ino Yamamoto y yo intercambiamos una mirada confundida y seguimos a Hamano-san.
Ella caminaba lo suficientemente rápido para que tuviéramos que correr un poco para alcanzarla.
—No corras, Sotoka-san —dice Ino Yamamoto ligeramente agitada.
Hamano-san no se detenía, pero la distancia entre ella y nosotras ya no era tanta, por lo que solo teníamos que seguirle el paso.
—Ya, ¿por qué la prisa? —preguntó Ino Yamamoto—. Yuri Okabe nunca se va a meter a nuestro club.
—Eso espero —dicjo Hamano-san.
Ino Yamamoto y yo intercambiamos una mirada confundida.
—Entonces, ¿por qué la prisa? —insistió Ino Yamamoto.
—Porque si ella entra yo me salgo —declaró tajantemente Hamano-san.
—¡¿QUÉ?! —gritó Ino Yamamoto—. Odias a Yuri Okabe o ¿qué?
—No, pero si se mete ella, todo el mundo se va a querer meter.
—Ay, sí es cierto. Todos siguen a su reina, ¿no? —dice Ino Yamamoto con cierto desagrado.
—Uhmmm… y eso ¿qué tiene de malo? —me atrevo a preguntar.
Hamano-san se detuvo –definitivamente no debí haber preguntado.
—Porque no quiero que me molesten con sus "Hamano-san, ¿me puedo sentar a tu lado?", "Hamano-san, ¿podemos ir a casa juntos?", "Hamano-san, ¿qué vas a hacer después del club?", "Hamano-san, ¿quieres que estudiemos juntos?", "Hamano-san, ¿quieres ir a un café o algo?", "Hamano-san, unos amigos y yo nos vamos a juntar en mi casa. ¿Quieres venir?". Ya estoy harta; por eso me salí de los otros clubes —Hamano-san retomó el pasó y caminó aún más rápido—. Maldita Izumi. ¿Por qué me haces esto?
Ino Yamamoto y yo nos limitamos a seguirla de lejos.
—Ino Yamamoto —le dije.
—Anju Khana —me respondió.
—Con Khanna-san está bien —le dije.
—Con Ino Yamamoto está bien —me respondió.
—Uhm… ok. ¿Qué está pasando? —le pregunta.
—¿Qué está pasando de qué? —me pregunta.
—De esto.
—Nada.
—¿Cómo que nada? Entonces, ¿por qué corremos?
—Ah, de eso —respondió –aunque, ¿de qué otra cosa podría ser? Ino Yamamoto es muy rara en ocasiones—. ¿Crees que yo sé?
—Sí, por eso estoy preguntando.
Ino Yamamoto me miró con lo que parecía ser incredulidad y extrañeza –pero, dado que no conozco a Ino Yamamoto lo suficiente, quizá me equivoque.
—Pues no sé, pero no va a salir nada bueno de esto.
—¿Por qué lo dices? —pregunto.
—Porque nada bueno sale de Izumi. Créeme —respondió.
Eso es estadísticamente imposible, pero este día ha sido tan extraño que prefiero creerte por ahora.
2:45
Llegamos al salón 1-3. Pero no había nadie.
Hamano-san inmediatamente dio media vuelta y se fue sin decirnos una palabra. Ino Yamamoto y yo la seguimos.
—A ¿dónde vamos? —le pregunté a Ino Yamamoto –Hamano-san ya se encontraba bastante molesta, así que no quise molestarla más.
—De seguro a los campos de futbol.
—¿Por qué?
—Yuri Okabe está en el club de fútbol.
—¿Ya está en un club? Entonces, ¿por qué quiere reclutarla Izumi Natsumura? Y ¿cómo la va a reclutar si ya está en un club?
Ino Yamamoto se encogió de hombros.
—Y yo ¿qué sé? Nada de lo que hace Izumi tiene sentido.
—No, debe tenerla; todo tiene una razón, siempre hay una razón para todo.
Ino Yamamoto sonrió.
—Se nota que no conoces a Izumi.
—Pues no, la conocí hoy, y apenas hablamos, pero ¿por qué lo dices?
Ino Yamamoto me sonrió sin decirme nada.
—¿Ahora por qué no me dices nada? Respóndeme. No entiendo nada. ¿Así es el club todos los días?
—Más o menos —Ino Yamamoto me respondió—. Pero no te apures; yo tampoco entiendo nada. Lo único que sé es que, como y ate había dicho, las ideas de Izumi nunca traen nada bueno.
Y eso fue todo. Dadas las circunstancias solo me quedó guardar silencio y esperar a que Ino Yamamoto se equivocara.
Aunque no lo hizo.
Vaya que no lo hizo.
2:53
Como dijo Ino Yamamoto, nos dirigimos a los campos de futbol. Ahí había mucha gente, pero nadie entrenada. Todos parecían estar reunidos en pequeños grupos, hablando de algo aparentemente muy serio.
—¡AHÍ ESTÁN! —gritó alguien, y todos ellos se volvieron hacia nosotras y comenzaron a correr en nuestra dirección. Nosotras, obviamente, dimos media vuelta y nos alejamos de ahí lo más rápidamente posible –aunque eso no nos ayudaría de mucho ya que 1) ellas son atletas en excelente condición física, y 2) nosotras (yo, al menos) tenemos una condición física y agilidad bastante mediocres.
Ellas nos alcanzaron inmediatamente y nos rodearon.
—¡Y ustedes, ¿qué hacen aquí?! ¡¿A quién más se quieren robar?! —gritó una de ellas.
—¡ESPERA, ¿QUÉ?! —preguntó/gritó Hamano-san—. ¡¿IZUMI-SAN ESTUVO AQUÍ?! ¡¿YURI OKABE…?!
—¿Dejó el equipo por su culpa? Sí, sí lo hizo. Muchas gracias.
Espera. ¿Izumi Natsumura logró que Yuri Okabe dejara su club para unirse a nosotras? Vaya, al parecer Izumi Natsumura es increíblemente buena en esto de reclutar gente –aunque, de ser así, ¿por qué no había reclutado a nadie antes? O quizá sí lo hizo, pero los rechazó en el transcurso de la semana pasada, y sí es así puede rechazarme a mí también, por lo que debo hacer todo lo posible para que eso no suceda, debo estar 100% involucrada en las actividades del club y debo apoyar cualquiera de sus decisiones, aunque no creo que esto sea difícil; digo, solo estamos reclutando al último miembro, ¿verdad, Hamano-san, Ino Yama—
Ya estaban peleando.
—¡CÁLLATE, CÁLLATE, CÁLLATE! —Hamano-san le gritaba a una chica mientras la arañaba y la jalaba del pelo.
—¡PINCHE PUTA, YA DÉJALA! —otra chica tomó a Hamano-san de la trenza y la jaló con todas sus fuerzas.
Hamano-san se volvió hacia ella y se le abalanzó.
—¡DÉJALA, PUTA! —le gritaron otras chicas quienes comenzaron a patearla.
—¡PINCHES MONTONERAS HIJAS DE LA CHINGADA, YA DÉJENLA! —Ino Yamamoto se le colgó en la espalda a una de ellas y comenzó a tirarle del cabello y a ahorcarla.
También era mi pelea –aunque, en primer lugar, no entendía por qué razón peleábamos; en segundo lugar, no había forma de que pudiera ganarles; en tercer lugar, hay mejores maneras de resolver un conflicto, y, en cuarto lugar, involucrarme solo resultaría en dolor–. Si no lo hacía, Izumi Natsumura quizá me sacaría del club, y las probabilidades de encontrar un club como este son casi nulas. Y quizá todo esto fue mi culpa; quizá si no hubiera hablado con Izumi Natsumura cuando fue a mi salón, no me hubiera enterado que quería reclutar a Yuri Okabe, y les hubiera dicho nada a Hamano-san e Ino Yamamoto, y Hamano-san no se hubiera molestado y etcétera, etcétera, etcétera.
Quizá deba enmendarme un poco; el ANIME LIFE ha sido muy amable conmigo –me aceptaron sin siquiera conocerme–. Aunque yo no tenía nada que ver con esa pelea; ni siquiera sabía por qué se empezaron a pelear. Quizá lo mejor que podía hacer era avisarle a un profesor o—
Y, de la nada, alguien me tiró al suelo. Entonces varias personas me rodearon y comenzaron a patearme y pisotearme.
—¡OIGAN, ALÉJENSE DE MI SOTOKA-CHAN! —gritó alguien que no reconocí al principio, hasta que unos segundos después la tiraron al suelo y la comenzaron a patear. Era Izumi Natsumura.
—¡TE DIJE QUE TE FUERAS A LA BIBLIOTECA! —me gritó apenas me vio.
También gritó en varias ocasiones: "Kami-sama-chan, tasukete kudasai." Pero no sé qué es lo que eso significa.
—¡YA DÉJENLAS EN PAZ; ELLAS NO TIENEN LA CULPA! —gritó otra persona, aunque no sé quién.
—¡NO LAS PROTEJAS, YURI-CHAN! —gritó una persona distinta.
—¡QUE LAS DEJEN EN PAZ!
—¡OIGAN, OIGAN, OIGAN! —gritó alguien más. Juzgando por el timbre de su voz y la rapidez con la que las chicas dejaron de patearme, puedo suponer que se trataba del profesor de educación física, Kobayashi-sensei.