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Chapter 21 - Anju Khanna 3

3:12

Izumi Natsumura, Ino Yamamoto, Hamano-san y yo terminamos en la enfermería –las otras chicas, como era de esperarse, no tenían ni un rasguño–. Nuestras heridas eran las siguientes:

Izumi Natsumura:

· Moretones en brazos y piernas;

· Un labio partido, y

· Un ojo morado.

Ino Yamamoto:

· Moretones en la espalda;

· Un chichón en la cabeza, y

· Varios arañazos en brazos y cuello.

Hamano-san:

· Moretones en brazos, piernas, espalda, rostro;

· Un ojo morado;

· Varios arañazos en brazos y rostro, y

· Un labio partido.

Yo:

· Moretones, y

· Un labio partido.

La enfermera nos curó las heridas a base de alcohol, vendas y un analgésico. Después nos ordenó recostarnos en las camillas y descansar –aunque no nos dijo por cuánto tiempo.

—Yo quiero compartir camilla con Sotoka-chan —dijo Izumi Natsumura—. ¿Cuál camilla quieres, Sotoka-chan?

Hamano-san se acercó a una de las camillas.

—Tú vete a otra, Izumi-san.

—¡IZUMI-CHAN! —gritó Izumi Natsumura.

—¡SHHHHHHHHHHH! —gritó la enfermera, que estaba en un rincón revisando su celular.

—Izumi-chan —susurró Izumi Natsumura—, dime Izu—

—No estoy de humor, Izumi-san —dijo secamente Hamano-san –y, honestamente, eso tiene bastante sentido, dadas nuestras circunstancias.

—¿Por qué, Sotoka-chan? —pregunta Izumi Natsumura por una razón que aún no alcanzo a comprender—. Ahorita necesitas muchos abrazos y besos y—

—¿Por qué metiste a Yuri Okabe al club? —preguntó Sotoka-chan bastante molesta.

Izumi Natsumura miró a Hamano-san con incredulidad.

—Pero yo no la metí al club.

Todas miramos a Izumi Natsumura con la misma incredulidad.

—¡¿Cómo que no?! —replicó Ino Yamamoto—. ¿Por qué crees que acabamos así?

Izumi Natsumura se encogió de hombros.

—Yo nunca la metí al club.

Hamano-san tomó a Izumi Natsumura de los hombros.

—¿En serio? ¿Nunca la metiste al club? ¿Solo somos nosotras cuatro?

—Ummm, ¿por qué la metería? Estaba en el club de futbol, y digo estaba porque se salió, pero yo la metí al club.

—¿Por qué no? —pregunté –esa era la oportunidad perfecta para conseguir al quinto miembro–. Pero todos me miraron como si hubiera dicho lo impensable –y quizá lo dije, dadas nuestras circunstancias—. Perdón.

—Entonces, ¿se salió del club de futbol? —preguntó innecesariamente Ino Yamamoto—. Pues ¿qué le dijiste o qué?

—No, nada, estábamos ahí, y sus amigas le decían que los entrenamientos y el campeonato y quién sabe qué y—

Hamano-san empezó a reír.

—Ummm… ¿todo bien? —preguntó Ino Yamamoto.

Hamano-san seguía riendo.

—Nos la partieron por nada —dijo –aunque eso no respondió la pregunta de Ino Yamamoto– y siguió riendo.

—Ya se volvió loca —dijo Ino Yamamoto—. Izumi, tú la rompiste, arréglala.

—No —replicó Izumi Natsumura mientras observaba perdidamente a Hamano-san—; es tan linda cuando se ríe. ¡SOTOKA-CHAN! —y la abraza –aunque eso definitivamente es una mala idea porque:

—¡Au, au, au! —se quejó Hamano-san, pero aun así Izumi Natsumura no la soltó.

—A mí también me duele, Sotoka-chan, pero los abrazos lo curan todo —dijo –aunque esto carece de todo sentido, y no existe ninguna base científica para confirmarlo– y abrazó a Hamano-san aún más fuerte.

—¡AU, AU, AU! —gritó Hamano-san, pero aun así Izumi Natsumura no la soltó.

—¡Ya estense quietas! —gritó la enfermera sin apartar la vista de su celular.

—¡Ya suéltala, Izumi! —Ino Yamamoto tomó uno de los brazos de Izumi Natsumura y comenzó a jalarlo hacia ella.

—¡NO, NECESITA AMOR! —Izumi Natsumura abraza a Hamano-san con todas sus fuerzas.

—¡AU, AU, AU! —seguía gritando Hamano-san.

—¡Que ya se callen! —gritó la enfermera sin apartar la vista de su celular.

—¡Ya suéltala! ¡Khanna-san, ayúdame! —me ordenó Ino Yamamoto, y como aparentemente el uso de fuerza era la única manera viable de detener el abrazo dañino y sin sentido de Izumi Natsumura, la tomé del otro brazo y lo comencé a jalar con todas mis fuerzas.

Pero Izumi Natsumura era demasiado fuerte.

—¡¡¡NO!!! ¡¡¡KAMI-SAMA-CHAN. TASUKETE KUDASAI!!!

—¡¿Ya ni aquí se pueden callar?! —alguien entró a la enfermería.

3:56

Y era la presidenta Fujimoto-san. Estaba furiosa.

—¡ES QUE A QUIÉN SE LE OCURRE! —gritó, y la enfermera no la calló. Qué raro—. ¡¿QUÉ LES PASA?! ¡YA ESTOY HARTA DE USTEDES!

—Pero ellas empezaron —replicó Izumi Natsumura—. Y todo fue culpa de Hanna-san.

—¡NO ME IMPORTA DE QUIÉN FUE LA CULPA! ¡LO ÚNICO QUE SÉ ES QUE SIEMPRE QUE HAY UN PROBLEMA ES POR CULPA DE USTEDES! ¡APENAS LLEVAN UNA SEMANA CON LO DE SU CLUB Y VEAN TODO LO QUE HAN HECHO! ¡NO ES POSIBLE!

Y, a partir de aquí, lo único que hace es gritarnos y—

—Khanna-san… Khanna-san… —alguien me llama.

—¿Qué? —pregunto.

—Toma tus cosas y vamos a la dirección, que nos están esperando —es Hamano-san. Seguimos en la enfermería. Izuma Natsumura e Ino Yamamoto siguen aquí, y la presidenta Fujimoto-san ya no está.

—Ok —tomo mis cosas, y nosotras cuatro, aún adoloridas, y salimos lenta y torpemente hacia la dirección.

4:08

—Seré breve —dice el director desde su escritorio—. Las vamos a suspender por dos semanas.

Ante la noticia, cada una de nosotras reacciona de una manera diferente:

Hamano-san se lleva la mano a la frente y suspira pesadamente.

Ino Yamamoto parece un poco más molesta de la normal

A Izumi Natsumura no parece importarle.

Y a mí lo que más me sorprende es que nunca pensé que esto pasaría, a pesar de que estuvimos en una pelea, y es obvio que seríamos sancionadas por ello. ¿Qué van a decir mis padres? Jamás había estado antes en una pelea. Es probable que se molestan conmigo –o que se decepcionen de mí–, aunque estoy segura de que si hablo con ellos y les explico la situación, lo comprenderán, aunque ni yo misma entiendo lo que pasó, entonces ¿cómo podré explicárselos?

—Entonces, ¿nos van a suspender a todas? —pregunta Ino Yamamoto.

—No —aclara el director—, solo las vamos a suspender a ustedes cuatro.

—¡¿QUÉ?! ¡¿POR QUÉ?! —grita Ino Yamamoto –y con toda razón: todas participamos en la pelea, por lo que todas deberíamos recibir el castigo (aunque, para ser honesta, si ellas reciben un castigo o no, no me afecta en lo más mínimo, así que no me preocupa)— ¡NO ES JUSTO: MIRE CÓMO NOS DEJARON!

—A ver, a ver a ver —el director levanta las manos a la altura de sus hombros y, con las palmas expuestas, le indica que se calme—. En primera, no vuelvas a levantarme la voz; te oigo perfectamente, y en segunda —mira a Hamano-san—, ellas dijeron que tú empezaste la pelea.

—Ellas me dijeron puta —explica Hamano-san.

—¡¿TE DIJERON QUÉ?! —grita Izumi Natsumura.

—¿Qué dije sobre levantar la voz? —pregunta el director bastante molesto—. Y tú —señala a Hamano-san—, No vuelvas a ese lenguaje dentro de esta institución.

—Pero ellas me dijeron así, hágales algo.

—Ya hablé con ellas, y esto no se va a repetir.

—Y ¿por qué no las suspende también? —sugiere Ino Yamamoto—. Ellas también andaban peleando.

—No vamos a suspender a todo el equipo de futbol; en unas semanas es el festival deportivo, y ya se acerca el torneo regional, y aparte tú empezaste —señala a Hamano-san de nuevo—. Lo acabas de confesar.

—Me dijeron puta.

—Señorita, no voy a seguir tolerando ese lenguaje.

—Pero sí tolera que las otras lo usen, ¿no? —lo acusa Ino Yamamoto—. Porque ellas se pelearon con nosotras y además la insultaron, pero ni quién les haga nada, ¿verdad?

—¡Sí, ¿qué le pasa?! —gritó Izumi Natsumura—. ¡Porque nadie insulta a mi Sotoka-chan y se queda así como así!

—¡Solo porque nosotras somos cuatro, y ellas como veinte, ¿verdad?! —Ino Yamamoto continuaba quejándose— ¡Solo por eso nos echan la culpa de todo!

—¡Es más, ¿quiénes fueron, Sotoka-chan?! ¡Dime!

—¡Me dan asco ustedes; puro despotismo! ¡Por eso la sociedad está como está!

—¡Nomás nos ganaron porque yo no sabía que te habían dicho eso, pero ahorita que ya sé voy a pelear en serio!

—¡Estamos rodeados de mierda, y nadie hace nada! ¡Todos somos el problema y a nadie nos importa!

—¡SILENCIO! —el director grita y golpea la mesa con ambos puños—. Con razón me llegaron tantos reportes sobre ustedes: corren y gritan por los pasillos constantemente, insultan a la presidenta Fujimoto, reparten volantes no autorizados y los pegan por toda la escuela, hacen mucho ruido en la biblioteca. Está claro que ustedes necesitan un castigo, solo espero que la suspensión sea suficiente.

"Pueden irse —agregó.

Nos dirigimos hacia la puerta y la abrimos, pero:

—Ah, sí, y cuando regresen de la suspensión deben traer una disculpa por escrito para sus compañeras del equipo de futbol.

—¡¿Disculpe?! —Ino Yamamoto se vuelve hacia él—. ¡¿Una disculpa?! ¡¿Debemos escribirles una disculpa?!

—Sí, sí, no se preocupe, nosotros escribimos la disculpa, perdón, perdón —Hamano-san coloca una mano sobre la boca de Ino Yamamoto y hace incluso más reverencias de las correspondientes –o sea, si se disculpa dos veces debe hacer dos reverencias, pero hace cuatro—. Ya nos vamos. Con permiso —y se lleva a Ino Yamamoto afuera.

Izumi Natsumura simplemente se va sin despedirse.

—Ah, hasta luego y gracias —digo y hago la reverencia correspondiente –aunque ¿sí debí decirle "gracias"?; digo, nos suspendió por dos semanas, y nadie más le agradeció, pero de seguro tiene muchas cosas qué hacer y se tomó el tiempo para resolver el problema, aunque ese es su trabajo, y no resolvió nada; solo nos suspendió y ya, pero aun así es costumbre agradecer por el servicio brindado, y disculparse. No me disculpé, aunque creo que ya es muy tarde para disculparme, y de hecho creo que ya estuve mucho tiempo aquí porque él me está mirando incómodo, y ya mejor me voy—. Perdón, gracias y adiós —le digo, hago dos reverencias, salgo de la oficina y cierro la puerta.

Izumi Natsumura, Ino Yamamoto y Hamano-san están afuera. Al parecer están esperándome.

—Listo —les digo—. Y ahora ¿qué hacemos?

—Pues yo no sé ustedes pero yo no quiero seguir aquí —dice Ino Yamamoto—. Vámonos al Coffee Bin.

Nadie objeta, y nos dirigimos al Coffee Bin que Ino Yamamoto mencionó –no sé qué sea, pero no veo por qué no debería ir.

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—Ahora, Izumi-san. Chan. Izumi-chan, como sea —dice Hamano-san. Estamos sentadas en una mesa en la terraza del Coffee Bin junto con lo que ordenamos. Para Izumi Natsumura fue un cortado; para Ino Yamamoto, un chocolate caliente; para Hamano-san, un americano chico, y para mí, una botella de agua –por el momento mi cuerpo no necesita ni cafeína ni azúcares—, dinos qué pasó.