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Chapter 24 - Ino Yamamoto 8

♫ Otōsan, okāsan, doko ni iru no? ♫

♫ Naze karera wa watashi ga karera o hitsuyō to shite iru koto ni kidzukanai nodesu ka? ♫

♫ Watashi wa kono-ka no yō ni karappo ni kanjimasu ♫

♫ Noizu wa watashi ga sore o subete kabā suru no ni yakudachimasu ♫

♫ Ki o chirasanakereba naranai shikashi ♫

♫ Darenimo iwanaide kudasai ♫

Una horrible canción de anime proviene de la casa que está frente a mí.

No hay duda: ahí vive Izumi.

Así que toco el timbre.

¡DING-DONG!

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¡DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG!

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¡DIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING-DONG!

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¡DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG!

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Maldita sea.

¡DIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDIDI—

—Oye, oye, ya no le piques tanto —alguien se me acerca y me toma del hombro, y de repente cae al suelo y se lleva las manos al estómago.

Mi brazo está extendido en su dirección, mi puño está cerrado con tanta fuerza que me duele.

¡Wow, no sabía que tenía tan buenos reflejos!

Ah, sí, mi atacante es Sotoka-san.

—Ay, ¿qué te pasa? Me asustaste —le digo.

—Buenos días, Ino —apenas alcanza a decir.

Le doy la mano y la ayudo a levantarse.

Ella aún tiene una mano en el estómago.

—¿Se te perdió la escuela o qué? —le pregunto para distraerla un poco y mejorar su ánimo y porque trae su uniforme puesto con todo y mochila.

Ella logra sonreír confidentemente.

—Mira quién habla —me responde.

Y sí, yo también traigo mi uniforme puesto, y es que si salgo todos los días a la misma hora a la que voy a la escuela con mi uniforme, mis papás no van a sospechar que me suspendieron.

Y seguramente Sotoka-san pensó lo mismo.

¡DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING—

—Ya no le piques —Sotoka-san vuelve a tomarme del hombro, pero esta vez mis reflejos superiores no se activan.

Suertuda.

—De seguro se le olvidó todo y se fue a la escuela —dice.

—No creo —le digo, y con mucha razón.

—¿Por qué? ¿Por la música? De seguro se le olvidó apagarla cuando se fue.

—Nah —le digo—, ella sabía que tú ibas a venir, y a ella nunca se le olvidaría eso porque te AMA.

—Ay, claro que no, lo que pasa es que—

♫ Watashi no nakaniha sukima ga ari, tsuneni arimasu ♫

♫ Jibun jishin o rikai shite inai baai, dōsureba rikai sa reru to kitai dekimasu ka? ♫

♫ Watashi wa sakebigoe o agemasuga, dare mo watashi o kikimasen ♫

♫ Naze daremoga watashi no sonzai o hitei suru nodesu ka ♫

♫ Sonzai suru tame ni watashi wa nani o shinakereba narimasen ka? ♫

♫ Watashi o tsureteitte, dakishimete, watashi ga ikite iru koto o watashi ni nattoku sa sete ♫ kudasai

—… y solo es eso.

—¿Qué?

Sotoka-san me sonríe confidentemente.

—Nada.

—Sí, como sea. Ella te ama; tú eres la única a la que Izumi abraza a cada rato y le dice "¡SoToKa-ChAn!"

—Pues no, pero es que ella es muy efusiva y, no sé, como que yo soy la única que no la trata como basura.

—Y ¿de qué otra forma la vamos a tratar? Es que harta. De verdad. No sé cómo le haces tú para aguantarla.

—Ay, no por eso la debes tratar así —me dice Sotoka-san—. Y ella no es tan molesta. Créeme.

—Eso dices tú, doña Paciencia.

—Pues es cierto. Y aparte no exageres: ya descubrimos que a ti te cae bien Izumi-san. O si te cayera tan mal como dices ya no estarías aquí, y mucho menos le hablarías cada vez que puedes.

—¿Cada vez que puedo? Si apenas y le hablo —no es como si tuviéramos algo en común.

Ahora es ella quien me mira y sonríe confidentemente.

—Sí, como sea, a ti te cae bien; tú eres la única que se pelea con Izumi a cada rato. Cada vez que están juntas terminan peleándose, y las que se pelean al menos se caen bien, ¿sabes?

—¡¿QUÉ?! Eso es lo más idiota que he oído en mi vida. Yo solo me peleo con ella porque no la aguanto. Ya mejor cállate, Sotoka-san, deja de decir estupideces; se supone que la estúpida es Izumi, no tú. Te lo juro. No sé por qué pero a veces tú me haces enojar más que ella. Ah, maldita Izumi, ya ábrenos, maldita sea.

¡DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING-DONG, DING—

—Ino Yamamoto, ya cálmate. Probablemente Izumi no—alguien me toma del hombro, y mis increíbles reflejos hacen lo suyo.

—¡¿Qué te pasa, Ino-san?! ¡Ya deja de golpear a la gente! —me regaña Sotoka-san

—Pues ya dejen de asustarme —le digo con toda la razón del mundo.

Ella, en vez de responderme, va a ayudar a mi atacante.

—¿Estás bien, Khanna-san?

Espera. ¿Khanna-san? ¿Cuándo llegó y cuánto tiempo lleva aquí? ¿Escuchó lo que dijimos de Izumi? Aunque no es como si importara o algo.

En fin, ella no trae su uniforme, pero sí los zapatos de la escuela, unos pantalones de mezclilla holgados y duros –como los que usaría tu papá– y una camisa totalmente blanca.

Wow, Khanna-san, si querías vestirte con un conjunto de ropa aún más feo que el uniforme, lo lograste.

Sotoka-san ayuda a Khanna-san a levantarse.

Y Khanna-san me mira.

—Perdón por asustarte, Ino Yamamoto —Khanna-san hace una reverencia incluso cuando tiene ambas manos en el estómago—. Es que te repetí varias veces que seguramente Izumi no estaba en casa, y no me escuchaste, y actué sin pensar –porque la posibilidad de que me golpearas porque te asusté siempre estuvo ahí– y, oigan, ¿por qué traen su uniforme? ¿Se les olvidó que nos suspendieron o teníamos que venir así, porque puedo regresarme a mi casa—

—No, no, no —dice Sotoka mientras mueve las manos en señal de "no, por favor, no vayas a hacer una estupidez, Khanna-san"—. No te preocupes por eso. Pero qué bueno que acabas de llegar.

—De hecho llevo media hora aquí.

Espera, ¿qué?

—O sea que ¿te perdiste o…? —pregunta Sotoka-san.

—No, no me perdí –aunque siempre hubo esa posibilidad, y esa fue otra de las razones por las que vine aquí tan temprano–, lo que pasa es que—

♫ Naze watashi wa totemo kodokuna nodesu ka? Min'na doko ni iru no? ♫

♫ Hitobito no seikatsu wa watashi no yō ni karappodesu ka? ♫

♫ Hitobito wa watashi to onaji kurai karappodesu ka? ♫

♫ Watashitachi wa koko de nani o shi, nan'notameni sore o shimasu ka? ♫

♫ Tsudzuketakunaikedo owara setakunai ♫

♫ Watashi o tasukete, watashi ga ikite iru no o tasukete ♫

—… y por eso decidí llegar un poco antes y esperar a que ustedes llegaran.

—Ok… Pero nosotras llegamos hace rato —le digo—. ¿Por qué te apareciste hasta ahorita? Y ¿por qué estabas escondida?

—Ah, es que me distraje pensando en otras, siempre me pasa.

Sí. Te creo.

—Y ¿qué hacemos aquí afuera? ¿Ya sabe Izumi que están aquí? ¿O estamos esperando a que regrese?

—Creemos que está adentro —dice Sotoka-san.

—Entonces toquen el timbre —propone Hanna-san.

—Ya lo hice, pero no me abre —digo yo.

—Entonces márquenle a su celular —propone Hanna-san, y normalmente esa hubiera sido una excelente propuesta. Pero es de Izumi de quien estamos hablando.

—No tiene —respondo—; lo vendió.

Khanna-san me mira confundida por un instante, y yo lo único que puedo hacer en esta situación es encogerme de hombros.

—Izumi —lo digo como si eso lo explicara todo porque debería.

Pero no lo hace.

—Mira, lo que pasa es que—

♫ Watashi wa kono y�� ni tsudzukeru koto wa dekimasen ♫

♫ Watashi ga nani o shite mo watashi wa mada onajiyōni mijimedesu ♫

♫ Futsū ni naritai ♫

♫ Watashi wa shinde iru ka ikite iru ka ♫

♫ don'na chigai ga ar—

—¡Que se quiten, chingadamadre! —de repente alguien nos empuja a un lado y avanza hacia la puerta de Izumi.

Era una mujer de mediana edad con un perro.

¡TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC!

—¡Ya callen esa puta música! —grita.

Sotoka-san se acerca al perro y comienza a acariciarlo. Es un labrado enorme que saca la lengua y mueve la cola cada vez más rápido.

—Qué bonito, qué bonito —le dice Sotoka-san al perro—. Y ¿cómo se llama? —le pregunta a la señora, pero ella no le responde porque está demasiado ocupada con su:

¡TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC!

—¡Le voy a hablar a la policía, culeros! ¡Me oyen!

Bueno, Sotoka-san sigue acariciando a ese perro. Después, se da cuenta del collar y lo mira.

—Te llamas… ¿Zotrina, la bruja adolescente?

—¿Qué? —inmediatamente me inclino frente al perro, y sí, su collar dice:

Zotrina, la bruja adolescente

—Oh, Zotrina, la bruja adolescente —yo también comienzo a acariciarla –no puedo resistirlo—. Qué nombre tan tonto. Tan tonto.

Y Zotrina, la bruja adolescente, me mira con unos ojos tan nobles y tiernos que no puedo dejar de acariciarla porque es una perrita muy linda, aunque casi todos los perros son lindos, no como los gatos; son egoístas, destruyen cosas sin motivo, te atacan aunque los trates bien.

Son iguales a los humanos.

Una completa basura.

Deberíamos ser más como los perros.

Aunque los perros no son tan perfectos, para ser honesta: sueltan mucho pelo, babean, se ensucian, se comen su vómito, cuando los acaricias acabas apestando a perro y quién sabe qué más.

Pero me puedo bañar después.

¡TOCTOCTOCTOCTOCTOCTOCTOCTOCTOCTOCTOCTOCTOCTOCTOC!

—¡YA CALLEN ESA PINCHE MÚSICA! —grita la señora—. ¡O SI NO VOY A TIRAR ESTA PUTA PUERTA Y…

—Señora… —Khanna-san es lo suficientemente tonta para acercarse a la señora loca y hablarle, pero:

—… LES VOY A PARTIR TODA SU PUTA MADRE, PORQUE ESTAMOS EN UNA PINCHE ZONA RESIDENCIAL…

—Señora, disculpe —al parecer Khanna-san es, aparte de tonta, terca.

—AQUÍ VIVE PURA GENTE DE ALCURNIA, ¿ME OYES?, Y NO PAGAMOS TANTO PARA QUE UNOS PINCHES VAGOS…

—Señora, no tiene por qué gritar…

—CON SUS FIESTAS Y DROGAS Y MÚSICA DEL DIABLO Y…

Si no fuera por Zotrina, la bruja adolescente, ya le estaría gritando a doña Loca. Aunque ya me está desesperando, y también Khanna-san.

Ojalá Sotoka-san hiciera algo para que esto terminara.

Sí es cierto: Sotoka-san está aquí.

Y puede hacer algo para que esto termine.

—Grítale, Sotoka-san —le digo.

—¿Qué? —me pregunta Sotoka-san.

—Grítale a Izumi que ya llegaste.

Sotoka-san sonríe aliviada.

—Oh, pensé que querías que le gritara a la señora —ella ríe.

—Eso estaría bien. Sí, grítale a ella mejor.

A Sotoka-san no le causa nada de gracia mi comentario.

Amargada.

—Cállate —me dice—. Y ¿cómo me va a oír Izumi-san?

—Tú solo grítale y ya. Pero grítale fuerte.

—Pues bueno —Sotoka-chan se pone de pie.

Se acerca a la puerta y:

—¡IZUMI-CHAN, YA LLEGUÉ!

Inmediatamente después se escucha que alguien baja rápidamente por unas escaleras, corre hacia la puerta y la abre.

—¡SOTOKA-CHAN! —grita Izumi emocionadamente.