Entramos a una habitación pequeña en la que solo hay una pantalla enorme; una mesa en el centro con maracas, panderetas, un par de micrófonos, varios menús y lo que parece ser una tablet, y dos sillones en lados opuestos.
Izumi-san corre, se lanza sobre uno de los sillones y cae estruendosamente.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Ella no se mueve.
—¿Izumi-san, Estás bien? —pregunta Hamano-san, e Izumi-san se gira y queda boca arriba en el sillón.
Se vuelve hacia Hamano-san y:
—¡Ven, Sotoka-chan, está bien a gusto!
Hamano-san camina hacia el sillón, se acerca a Izumi-san y le da dos palmaditas en el hombro. Izumi-san se levanta y se sienta.
Hamano-san se sienta a un lado de ella.
—Vénganse —nos dice Hamano-san.
Ino-san se dirige al otro sillón y se sienta ahí.
Y yo me siento junto a ella por 1) simple simetría; 2) porque, en dado caso de que me sentara junto a Hamano-san e Izumi-san, estaríamos muy apretadas las tres en el mismo sillón; 3) probablemente heriría los sentimientos de Ino-san si la dejaba sola; 4) Hamano-san e Izumi-san quizá sean pareja, por lo que lo mejor en estos casos sería no interrumpirlas ni interponerse, y 5) creo que Ino-san me cae bien –es una persona inteligente, racional y conoce muchas bandas.
—Muy bien —Hamano-san toma una pandereta y se la da a Izumi-san—. Si quieren agarrar las maracas o algo.
—Paso —dice Ino-san.
Hamano-san suspira.
—Amargada como siempre. Y ¿tú, Khanna-san? —me pregunta Hamano-san.
—No, gracias; no sé cómo se tocan. Y tampoco sé cantar.
—Son solo unas maracas —dice Ino-san—. Las agitas y ya.
—Y ¿por qué no las agarras tú? —pregunta Hamano-san con una sonrisa afectada.
—Porque no quiero —responde Ino-san.
—Tsk. Amargada como siempre —repite Hamano-san—. Pero, bueno, no las agarres si no quieres, Khana-san. Y dejen les explico —nos dice a todas y toma la tablet—: aquí ponemos las canciones que vamos a cantar, y estas van a aparecer en la pantalla. Allá —señala el intercomunicador que está a un lado de la puerta— pedimos refrescos, botanas y lo que queramos.
—Uh, uh, ¿podemos pedir unos nachos? —pregunta Izumi-san.
—¿Ahorita? —dice Ino-san.
—Sí, es muy temprano —dice Hamano-san—Si quieres primero pedimos los refrescos —Hamano-san se levanta de su lugar y se dirige al intercomunicador.
—¿Qué van a querer? —pregunta.
—Para mí una Coca-Cola, Sotoka-chan —dice Izumi-san.
—Té verde —dice Ino-san.
—Y un agua para mí, por favor —digo yo.
—De verdad te gusta el agua, Khanna-san.
—No me gusta —respondo—; bueno, no me gusta ni me disgusta ya que el agua es prácticamente insípida, pero la elegí porque, debido a que vamos a estar cantando constantemente, debo tener mis cuerdas bucales bien hidratadas para que no se dañen de ninguna forma, aunque no es como que las use demasiado, a decir verdad, pero dañarlas no es nada recomendable en ninguna situación. Además es la bebida que brinda la mayor hidratación al menor precio, por lo que no hay mejor opción.
Izumi-san entonces se levanta de su lugar, me toma de la mano y la comienza a agitar violentamente.
—¡ERES UNA GENIO, HANNA-SAN! ¡¿ESTÁS SEGURA DE QUE NO ERES MI SENPAI?!
—Sí; voy en el mismo año que tú.
—¡HANNA-SENPAI, HANNA-SENPAI! ¡DE AHORA EN ADELANTE SERÁS HANNA-SENPAI!
—Um… ok, pero ¿por qué senpai?
—Y tú, Sotoka-chan —Izumi-san me ignora completamente—, mejor pide agua para que no te lastimes tu garganta.
—Así estoy bien —dice Hamano-san—, pero gracias.
—¡NO, NO ESTÁ BIEN, SOTOKA-CHAN; SI TE LASTIMAS VAS A PERDER TU HERMOSA VOZ, Y YO NO VOY A DEJAR QUE ESO PASE!
—Así estoy bien. En serio. No te apures —Hamano-san presiona el botón del intercomunicador y lo mantiene presionado al hablar—. Buenos días, te encargo una Coca-Cola, un té verde, un agua natural y un refresco de fresa para mí, por favor.
—¡Y OTRA AGUA PARA SOTOKA-CHAN! —grita Izumi-san.
—¡Que no quiero agua! —Hamano-san le grita a Izumi-san.
—¡NECESITAS AGUA! ¡DÉJAME PROTEGER TU SONRISA; TÚ ERES MI WAIFU!
—¡No sé qué es eso, y estoy bien, en serio!
—¡PERO, SOTOKA-CHAN, KIITEKUDASAI!
—¡Que no te entiendo, y si me vuelves a decir algo del agua me voy a enojar contigo y te voy a dejar de hablar por hoy!
Izumi-san mira a Sotoka-chan como si quisiera gritar y hacer un berrinche.
Pero al final no dice nada.
—Perdón —Hamano-san le dice al intercomunicador—. No traiga esto último. Gracias —Hamano-san deja de presionar el botón del intercomunicador y regresa a su lugar.
Izumi-san toma la tablet y comienza a revisar las canciones disponibles.
—¿Tú vas a empezar, Izumi-chan? —pregunta Hamano-san—. Y ¿cuál nos vas a cantar?
Pero Izumi-san no dice nada.
—Ay, ¿a poco te enojaste por eso? —le pregunta Hamano-san –aunque la respuesta es más que obvia.
Izumi-san no dice nada.
—Pues no quiero tomar agua, y no me va a pasar nada. Y tú ya no le des ideas, Khanna-san.
—Yo nunca dije que no tomar agua podía dañar tu voz. Aunque la posibilidad existe.
—Mejor ya no le digas nada de eso, Khanna-san. Y ya perdón, Izumi-chan, y ya dime: ¿qué canción nos vas a cantar?
Izumi-san se vuelve hacia Hamano-san con una sonrisa en el rostro.
—Va a ser un dueto entre nosotros dos, Sotoka-chan. Y la canción es sorpresa.
—De seguro vas a poner tus canciones de anime todas feas—dice Ino-san—, y ¿cómo va a cantar eso Sotoka-san? Ella ni se sabe la letra.
—Pues por eso va a salir en la pantalla. ¡Duh! —dice Izumi-san, y honestamente tiene razón.
—Y ¿no podemos escoger mejor una canción que nos guste a las dos, Izumi-chan?
—Sí —dice Izumi-san—. Después de esta.
—Um… ¿por qué? ¿Qué tiene esa canción de especial?
—Que es nuestra canción, Sotoka-chan.
¡Lo sabía: Izumi-san y Hamano-san definitivamente son pareja! No sé mucho sobre las relaciones, pero de lo que sí estoy casi segura es que solo las parejas tienen su propia canción, y no todas las parejas, sino las que ya llevan cierto tiempo juntas o algo así.
Aunque, claro, siempre existe la posibilidad de que todo esto sea un malentendido y/o que ellas solo sean amigos y tengan su propia canción, pero, no lo sé; si consideramos los abrazos, el ir de la mano hacia prácticamente todas partes y esto, me parece bastante obvio que ellas dos están en una relación.
Pero, repito, puedo equivocarme.
Y, a final de cuentas, esto no me afecta en lo más mínimo, así que no debería importarme.
—¡¿QUÉ?! —gritan Hamano-san e Ino-san al mismo tiempo, aunque el rostro de Hamano-san muestra confusión y/o incomodidad y/o desagrado, mientras que el de Ino-san muestra sorpresa y/o alegría y/o malicia.
—¡Eso es tan raro! —dice Ino-san emocionada.
—Y ¿se puede saber por qué tenemos una canción, Izumi-san? —pregunta Hamano-san ligeramente molesta.
—¡CHAN! ¡CHAN! ¡DIME IZUMI-CHAN! ¡Y ES NUESTRA CANCIÓN, Y LA VAMOS A CANTAR Y SEREMOS FELICES POR SIEMPRE Y TEN! —Izumi-san le da la tablet a Hamano-san.
—Bueno, pues —dice Hamano-san—, pero espero que sea una que me sepa —ella revisa las canciones disponibles—. Oigan, y ¿si cada una escoge una canción que le quiera recomendar a Khanna-san?
—Y eso ¿para qué? —pregunta Hamano-san—. Ya le hice una lista.
—Sí, pero aquí puede oír las canciones.
—Eso sí —dice Ino-san.
—Ok, entonces ahorita escoges una canción que le recomiendes —Hamano-san le da la tablet a Ino-san—, y tú… —se vuelve hacia Izumi-san— bueno, tú escógele una después, Izumi-chan.
Y hablando es escoger una canción ¿cuál puedo escoger yo? No conozco ninguna de las bandas que ellas escuchan, y es probable a ellas no les gusten las bandas que yo conozco; son muy viejas y, por alguna razón, mis compañeros de clase suelen despreciar todo lo viejo, como si la música que escucharas únicamente adquiera valor de acuerdo a qué tan reciente es y, considerando que mi música es la que oía mi padre a mi edad –lo cual, quizá, no sea recomendable decir porque, por alguna razón, no hay nada que mis compañeros de clase odien más que a sus padres, o al menos es de quienes más se quejan (y de verdad no entiendo por qué; nuestros padres son sabios, nos dan casa y sustento y quieren lo mejor para nosotros, pero hay una probabilidad muy alta de que no todos los padres sean así)– debo ser una de las alumnas con peores gustos musicales que hay en la escuela.
—Khanna-san…
Aunque quizá el mayor problema de todos es la letra de la canción; esta va a aparecer en la pantalla, y ellas podrán leerla, y ¿qué pasaría si elijo una canción cuya letra no les gusta porque es inapropiada o muy simple o muy abstrusa…
—Khanna-san, ¿estás bien?
… o porque propone una ideología política y/o religiosa y/o social que ellas no comparten? Claro, esto podría resolverse fácilmente si supiera la letra de las canciones, pero estas nunca me han interesado, por lo que solo recuerdo uno que otro verso, y esto no es suficiente para saber si la letra de dicha canción es buena o no lo es.
—Khanna-san, hola, Khanna-san… no, pues ya se descompuso el robot, y ¿ahora qué hacemos?
—Ay, ya déjala en paz, Ino-san. Ella solo está pensando en qué canción escoger.
Aunque, juzgando por los nombres de las bandas que me recomendaron, ellas tienen gustos musicales muy diferentes, así que es probable que solo haya muy pocas bandas –o ninguna, quizá– que ellas tres conozcan y disfruten por igual. Y ¿por qué debería importarme? No es como si me fueran a sacar del club por cantar una canción que no les guste. Pero ¿por qué arriesgarse? Quizá debería—
—¡Hanna-senpai, Hanna-senpai, Hanna-senpai! —alguien me toma del hombre y me agita violentamente.
Y ese alguien es Izumi-san.
—Uh, ¿qué? —pregunto.
—¿Y escogiste una canción? —me pregunta Hamano-san—. Como nosotras te vamos a recomendar una canción, tú nos puedes recomendar una a nosotras.
—Umm… —respondo— es que yo no conozco muchas canciones, y no estoy muy familiarizada con sus gustos, por lo que no podría darles la mejor recomendación posible
—No importa —dice Hamano-san—. Solo escoge una canción que te guste mucho.
Puedo elegir una, pero lo más probable es que a ellas no les guste, así que lo mejor será escuchar sus canciones y después elegir una similar –si es que conozco una así.
—Si quieren ustedes canten y yo las veo. Es que yo no sé cantar.
Hamano-san me sonríe amablemente.
—Yo tampoco, pero eso no importa. Vinimos aquí a divertirnos.
—¿Qué no vinimos aquí para investigar lo que les gusta a nuestros compañeros de clase? —pregunto.
—Pues sí, pero ya sabemos que a ellos les gusta juntarse aquí –aunque lo que menos hacen es cantar, pero, bueno–. Y si quieres, Khanna-san, puedes ver como cantamos ahorita y ya después te nos unes.
—Ok, eso es casi lo mismo que estaba pensando —digo.
De repente se escucha una canción muy rápida y ruidosa. En la pantalla aparecen unas caricaturas de anime bailando.
Izumi-san se levanta y toma un micrófono.
—¡Ya nos toca, Sotoka-chan! —Izumi-san se acerca a Hamano-san, la toma del brazo y comienza a jalarla—. ¡Ven, ven, ven, ven, ven! ¡Ya va a empezar!
—Ok, ok, ok, ok, ahí voy —Hamano-san se ponen de pie, toma un micrófono y se coloca frente a la pantalla, a un lado de Izumi-san—. Pero no me sé la letra, Izumi-chan.
—No te apures —dice Izumi-san—; sale en la pantalla.
Y, como dijo Izumi-san, aparecen las siguientes palabras en la pantalla –aunque era obvio que esto iba a suceder.
♫ Sōrumeito, sōrumeito ♫
—¡SŌRUMEITO, SŌRUMEITO! —Izumi-san grita en vez de cantar y agita su pandereta lo más fuerte que puede. Es probable que en cualquier momento llegué algún empleado del local a callarnos.
���Sōru… sōrumeito, sōrumeito —a Hamano-san le cuesta trabajo leer lo que dice la pantalla.
—¡No grites, Izumi! —grita Ino-san.
—¡Cállate, Ino! —grita Izumi-san.
En la pantalla aparecen las siguientes palabras:
♫ Eien ni sōrumeito ♫
—¡EIEN NI SŌRUMEITO!
—Eien ni sōrumeito…
♫ Watashitachiha itsumoissho ni irubekida to shitte imashita ♫
—¡WATASHITACHIHA ITSUMOISSHO NI IRUBEKIDA TO SHITTE IMASHITA!
—Wata… watashi… tachiha. No entiendo, Izumi-chan. ¿No podemos cantar otra?
Izumi-san se vuelve hacia Hamano-san con una expresión de miedo y/o abatimiento y/o desesperación.
Y se pone a llorar.
—¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHH! —grita con todas sus fuerzas frente al micrófono. El sonido es tan alto que me cubro los oídos con las manos. Definitivamente va a venir algún trabajador del local a callarnos—. ¡PERO ES NUESTRA CANCIÓN, SOTOKA-CHAN, EN ELLA ESTÁN MI CORAZÓN Y MI ALMA, Y TÚ LOS RECHAZASTE! ¡ME ODIAS! ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! —Izumi-san se lanza hacia el sillón y comienza a patalear con todas sus fuerzas—. ¡ME QUIERO MORIR, ME QUIERO MORIR, ME QUIERO MORIR, ME QUIERO MORIR…
Hamano-san se acerca a Izumi-san y le da unas palmaditas en la espalda.
—Ya, perdón, Izumi-chan, es que no conozco la canción…
—¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
—Ya, Izumi-chan, ya no llores.
—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!
—Si quieres luego me ayudas a aprenderme la canción.
—¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
—Porque es nuestra canción.
Izumi-san se lanza hacia Hamano-san y la derriba. Ya en el suelo la abraza con todas sus fuerzas.
—¡SOTOKA-CHAN, DAISUKI DAISUKI DAISUKI DAISUKI DAISUKI DAISUKI DAISUKI DAISUKI DAISUKI DAISUKI DAISUKI DAISUKI DAISUKI DESU!
Sí, son pareja, y las probabilidades de que me equivoca deben ser extremadamente minúsculas; digo, míralas, si no son pareja entonces ¿qué son?
—Ya, Izumi-san, déjame.
De repente la música cambia bruscamente. Ahora se escucha una balada lenta y triste.
—Esa es mi canción —dice Hamano-san—, quítate, Izumi-san.
—¡SOTOKA-CHAN, DAISUKI DAISUKI DAISUKI…
—Ino-san, Khanna-san, ayúdenme.
Yo me pongo de pie y me acerco a ellas dos. Tomo a Izumi-san de los hombros y trato de separarla de Hamano-san.
Pero Izumi-san se aferra a ella.
—Ino-san, ayúdame por favor —implora Hamano-san.
—Invítame algo y te ayudo —responde Ino-san maliciosamente.
—¡¿Qué?! Solo ven y ayúdame.
—¿Por qué lo haría? De verdad disfruto verlas así.
Hamano-san se enfurece, y su rostro se sonroja.
—¡¿Qué te pasa?! ¡Eres una pervertida! ¡No te me acerques!
—No soy una pervertida, pero ok, no me acerco, pues —dice Ino-san con una sonrisa maliciosa.
—¡SOTOKA-CHAN, DAISUKI DAISUKI DESU! —Izumi-san aprieta a Hamano-san aún más fuerte, y yo no puedo separarlas, sin importar cuánto lo intente.
—Está bien, está bien ���se rinde Hamano-san—. Te invito algo, lo que quieras, pero ayúdame.
—¿Era tan difícil? —Ino-san pregunta y después se levanta, camina lentamente hacia nosotras y toma a Izumi-san de la oreja—. Suéltala, Izumi, o ya sabes qué va a pasar —la jala rápida y fuertemente de la oreja.
—¡Au! —grita Izumi-san.
—Buenas, traigo las bebidas que ordenaron —uno de los trabajadores del karaoke abre la puerta y observa la escena frente a él: Izumi-san y Hamano-san acostadas y abrazadas en el suelo, yo jalando de los hombros a Izumi-san, Ino-san jalándole a oreja a Izumi-san, la canción triste de fondo. No es sorpresa que él, sin decir una palabra, deje una charola con nuestras bebidas en la mesa, salga de la habitación y cierre la puerta. Aunque quizá debió regañarnos por nuestro comportamiento; ¿en qué lugar un comportamiento así es aceptable? Aunque, para ser honesta, nunca he estado en un karaoke, así que no estoy familiarizada con qué es aceptado y qué no en estos lugares.
Pero aun así me parece insólito que se haya ido sin decirnos nada. O quizá él solo se encarga de llevar las órdenes a las respectivas habitaciones, y no de controlar lo que pase dentro de estas instalaciones, así que no habría motivo para que le importara lo que hagamos nosotras o cualquier otro cliente.
—Ya suéltala, Izumi —Ino-san vuelve a jalar de la oreja a Izumi-san.
—¡Au! —grita Izumi-san y suelta a Hamano-san. Entonces levanta las manos y se levanta lentamente.
Y se abalanza sobre Ino-san.
Ambas caen estruendosamente en el sillón donde Ino-san y yo estábamos sentadas, y comienzan a forcejear. Ruedan violentamente y caen al suelo.
—¡Ya suéltame, maldita Izumi! —grita Ino-san.
—¡KIRAI! ¡DAIKIRAI! —grita Izumi-san.
—Ay —se lamenta Hamano-san—, mi canción ya casi se acaba, pero bueno…
—¿No deberíamos separarlas? —pregunto yo.
Hamano-san las mira de reojo.
—Nah —dice—, se lo merece Ino-san.
En la pantalla aparecen las siguientes palabras:
♫ So come to me, take me away ♫
—♫ So come to me, take me away ♫ —canta Hamano-san, y tiene una voz muy bella, como dijo Izumi-san, aunque es evidente que jamás ha tomado lecciones de canto, y quizá estas le puedan ayudar bastante –pero ¿quién soy yo para juzgar; digo, no hay manera de que yo pueda cantar así de aceptable, por lo que lo mejor será que me quede callada durante el resto del día.
Al oír la voz de Hamano-san, Izumi-san inmediatamente suelta a Ino-san, regresa a su lugar y se dedica plena y únicamente a observar el acto de Hamano-san.
Ino-san, por su parte, se pone de pie.
—Tsk —chasquea la lengua y se sienta en un respectivo lugar—. Ah, sí, gracias por nada, ¿eh? —creo que me está hablando a mí.
♫ Just don't leave me here for another day ♫
—♫ Just don't leave me here for another day ♫ —canta Hamano-san.
—Perdón —digo y hago mi reverencia correspondiente—, es que Hamano-san me dijo que no lo hiciera y tú nunca me pediste ayuda y—
—Yo no necesitaba ayuda —aclara Ino-san—, pero ¿qué te costaba ayudar a una amiga?
—Entonces ¿somos amigas? —pregunto –y ¿por qué nadie me dijo?
Ino-san me mira sorprendida y ligeramente sonrojada.
—Claro que no; no me ayudaste, y apenas te conozco.
♫ A million places where we'll gonna go ♫
—♫ A million places where we'll gonna go ♫ —canta Hamano-san.
—Entonces si no soy tu amiga, ¿por qué te enojas conmigo? —le pregunto a Ino-san.
Ino-san primero me mira sorprendida y/o desilusionada, y después, bastante molesta.
—Tienes razón: no debo enojarme contigo —dice, aunque claramente está enojada conmigo—. Tú no eres mi amiga, y qué tonta fui yo —Ino-san se levanta y se acerca a Hamano-san.
♫ As long as they're not here ♫
—♫ As long as they're not here ♫ —Hamano-san prácticamente susurra esta última línea.
Y la canción termina.
—Quítate; me toca a mí —Ino-san le dice a Hamano-san secamente.
—Um, ok —Hamano-san le da el micrófono a Ino-san y se regresa a su lugar.
Izumi-san entonces se pone de pie y comienza a aplaudir con todas sus fuerzas.
—¡SUBARASHĪ, SOTOKA-CHAN! ¡ESO FUE HERMOSO, CANTAS HERMOSO!
—Ay, claro que no —dice Hamano-san y se sienta en su respectivo lugar.
De repente la música cambia: se escuchan guitarras eléctricas a todo volumen y una batería bastante agresiva.
Ino-san toma el micrófono con ambas manos y lo coloca frente a su boca.
En la pantalla aparecen las siguientes palabras:
♫ FUCK YOU ALL ♫
E Ino-san comienza a gritarlas.