—¡AND FUCK! ¡YOU! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAALL! —Ino-san grita con todas sus fuerzas, y la canción termina.
Ino-san deja el micrófono en la mesa y toma asiento en su respectivo lugar.
—Ok… —dice Hamano-san aún desconcertada por la actuación tan explosiva de Ino-san y se vuelve hacia mí—. ¿Te gustaron las canciones, Khanna-san?
—A mí sí —responde Izumi-san—. Excepto la de Ino; nomás daba puros gritotes.
—Y los tuyos ¿qué? —pregunta Ino-san con una voz muy ronca; inmediatamente comienza a carraspear. Después toma mi vaso de agua y se la termina de un trago.
—Um… ese era mi vaso —le digo.
—Ahorita pides otro —me dice con la voz aún ronca—, ya no llores.
—No estoy llorando —respondo—. Solo te digo que ese era mi vaso de agua.
—Ya te oí —responde ella—, pero ya cállate. Si tienes sed te regalo mi té.
—Pero yo quiero agua; si hubiera querido té, hubiera pedido té.
—¡Que te calles! —me grita Ino-san, pone una expresión de dolor y carraspea un poco—. Solo fue un vaso de agua. ¿No me puedes lo puedes regalar? Ah, sí, ya me acordé: no puedes, porque tú nunca ayudas en nada. Y ¿por qué lo harías, verdad? No es como que te importe que tenga la garganta irritada.
—Ay, ya, no exageres, Ino-san —Hamano-san intercede por mí—. Y si te lastimaste la garganta por andar dando tus gritotes es tu culpa.
—¿Qué pasó? ¿Se lastimó la garganta? —pregunta Izumi-san—. Jajaja, qué tonta Ino.
Ino-san les muestra el dedo medio a Izumi-san y a Hamano-san.
—Jajaja, tonta Ino —repite Izumi-san—. Pero para que no acabes igual, Sotoka-chan, deberías—
—¿Qué te dije que iba a pasar si me volvías a decir que pida un vaso de agua? —la interrumpe Hamano-san.
Izumi-san infla las mejillas y pone cara de puchero, pero no dice nada.
—Pero, bueno —dice Hamano-san—, ahorita te pido otro vaso de agua, Khanna-san. No te apures.
—Sí, está bien. No hay problema: ahorita ni tengo sed.
Ino-san se vuelve hacia mí y me mira con sorpresa y/o confusión y/o rabia.
—¡¿Es en serio?! —grita Ino-san y después carraspea dolorosamente—. ¿Es en serio? —pregunta con un volumen mucho más bajo—. No tienes sed pero bien que me andabas fregando con lo tu vaso.
—Yo solo dije que era mío —respondo.
—¡Y ¿crees que no sabía?! ¡Pero ni modo que me tomara mi té todo caliente!
—Pues entonces ¿por qué pediste algo caliente? —pregunta Hamano-san –y tiene toda la razón—. ¿A quién se le ocurre?
—¡Pues no pensé que iba a gritar tanto! —grita y carraspea dolorosamente.
—¿Por qué no? —pregunto—. Tú conocías la canción, y la canción lo demandaba.
—¡Sí, pero no sabía que iba a estar enojada contigo! —Ino-san grita aún más fuerte; después hace una mueca de dolor y carraspea.
—¿Estás enojada conmigo? ¿Por qué?
—¡Porque eres rara y desesperas, y ya no me hables! ¡Ah, que la chingada! —Ino-san hace una mueca de dolor, se lleva las manos al cuello y carraspea ruidosamente.
—Ten —Hamano-san le da su refresco de fresa a Ino-san. Ino-san le da un trago e inmediatamente lo escupe.
—Guácala, es de fresa —dice y le regresa el refresco a Hamano-san.
—¿Quieres un traguito de mi Coca? —Izumi-san le ofrece su Coca-Cola a Ino-san—. Pero no te la vayas a acabar porque es mía y de Sotoka-chan si quiere.
—¡Quiero una cubeta con hielos! ¡Y aros de cebolla!
—Unos aros de cebolla suenan muy bien —dice Hamano-san—. Pues ya hay que pedir la botana, ¿no?
—¡Sí! —exclama Izumi-san— ¿Qué se te antoja, Sotoka-chan? ¿Pedimos unos nachos?
—¿O unas alitas? —propone Hamano-san.
—O todo —propone Izumi-san.
—Sí, ¿por qué no? —Hamano-san se levanta de su asiento y se dirige al intercomunicador��Buenas, va a ser una orden de nachos, otra de alitas, otra de aros de cebolla, un vaso de agua y una cubeta con hielos. ¿Tú no quieres nada, Khanna-san? —me pregunta a mí.
—No, gracias —digo y hago mi reverencia correspondiente.
—Bueno. Solo sería eso. Gracias.
Hamano-san regresa con nosotras y toma asiento.
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—Pues bueno… —Hamano-san toma la tablet—. ¿Alguien más quiere cantar?
—¡Yo, yo! —Izumi-san le quita la tablet a Hamano-san y busca una canción.
—Khanna-san, ¿ahora sí vas a cantar? —pregunta Hamano-san.
¿Para qué arriesgarse?
Sonrío apenada y niego con la cabeza.
—Ok, no te apures —me dice.
En la pantalla aparecen unas caricaturas de anime y el primer verso de una canción en japonés.
E Izumi-san comienza a cantar.
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El mismo trabajador de la vez pasada abre la puerta.
Recorre la habitación con la mirada.
Y entra.
—Buenas. Les traigo lo que ordenaron —se acerca a la mesa y deja la charola con una orden de nachos, una de alitas, una de aros de cebolla, un vaso de agua, y una cubeta con hielos. Provecho —y se va.
Ino-san inmediatamente toma la cubeta con hielos y se lleva uno a la boca.
Izumi-san toma un nacho lleno de queso y se lo come.
—¡Mmmmmm! ¡Está muy bueno, Sotoka-chan! ¿Quieres probar? Di "ah".
—¿Qué? —pregunta Hamano-san mientras se vuelve hacia Izumi-san, pero Izumi-san le embarra un nacho lleno de queso en la boca—. No, espérate —Hamano-san toma una servilleta y se limpia los labios y la mejilla.
—¿Por qué? Te estoy dando de comer —dice Izumi-san con toda naturalidad –y, juzgando por su reacción, quizá esto sea mucho más común de lo que pensaba. Aunque ¿qué usos prácticos podría tener algo como esto? ¿Por qué alguien le daría de comer a otra persona cuando esta no sufre ningún impedimento?
O quizá sea algo que hagan las parejas, aunque no tendrían razón para hacerlo, pero la mayoría de sus actos no tienen mucha razón ni sentido, como ir tomados de la mano en lugares no concurridos y donde no corren el riesgo de separarse, o como abrazarse y acurrucarse constantemente aun cuando no necesiten calor corporal ni sea alguna celebración –cumpleaños, aniversario, etcétera– donde un abrazo sea parte de las formalidades, o como besarse y acariciarse a pesar de que estas actividades solo sirven para propagarse enfermedades, y por supuesto, como intentar reproducirse cuando no se tiene ninguna intención de reproducirse.
Y sí, lo sé, las parejas hacen estas últimas actividades porque les generan placer, pero honestamente no creo que valga la pena arriesgarse a enfermedades o embarazos no deseados por un toque de dopamina.
Pero, bueno, si algo caracteriza a las parejas es que no suelen actuar racionalmente.
Quizá por eso decidan juntarse, en primer lugar.
���Y ¿por qué lo haces? —pregunta Hamano-san contrariada—. Yo puedo agarrar nachos.
—Sí, y yo te puedo dar de comer —responde Izumi-san con la misma naturalidad.
—Y ¿por qué me quieres dar de comer?
—Porque eso te haría feliz, y yo te quiero hacer feliz.
—Um… —Izumi-san parece penser en ello—. No sé, pero eso siempre pasa en mis mangas y animes.
—Porque son raros —dice Ino-san en voz baja y ligeramente menos ronca –al parecer su terapia de hielos está funcionando bastante bien—. Como tú, niña Otaku.
—¡QUE NO SOY OTAKU, BAKA! —grita Izumi-san.
—Dice la que hace algo solo porque sale en sus animes feos.
—¡CÁLLATE, INO! ¡Y NO LO HICE PORQUE SALIERA EN MIS MANGAS Y ANIMES, SINO PORQUE A LO MEJOR HACÍA FELIZ A SOTOKA-CHAN!
—Eso solo haría feliz a los otakus porque son raros.
—¡QUE NO SOY OTAKU! —grita Izumi-san –aunque en esta ocasión Ino-san no la acusó de serlo—. ¡ERES UNA MOLESTIA, INO, Y NO SOY OTAKU! —Izumi-san toma la tablet y elige una canción, y esta comienza a escucharse a todo volumen.
En la pantalla aparecen otras caricaturas de anime bailando.
—Y ahí vas otra vez con tus cosas de otaku —dice Ino-san.
—¡YA CÁLLATE, INO! —grita Izumi-san.
Aparecen los primeros versos, e Izumi-san comienza a gritarlos lo más fuerte que puede.
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—Ya vámonos —repite Ino-san, y por la claridad y el volumen de su voz y por el hecho de que se ahora se está comiendo todos los aros de cebolla sin ningún problema, es muy probable que ya se le haya quitado el dolor de garganta.
—¿No quieres cantar? —le pregunta Hamano-san a Ino-san.
Ino-san le muestra el dedo medio.
—¿Qué? —pregunta Hamano-san con una sonrisa—. Puedes cantar una que no tenga gritotes.
Ino-san le muestra el otro dedo medio.
—Ok, qué amargada —dice Hamano-san y se vuelve hacia mí—. ¿No quieres cantar la última canción, Khanna-san?
—No, gracias —digo y hago mi reverencia correspondiente.
—Ándale —insiste ella—. Tú nunca habías venido.
—Es que a lo mejor no les gusta la canción —confieso.
—¿Y? —pregunta osadamente Hamano-san—. Es solo una canción. No nos vamos a enojar contigo con eso. Mira a Ino-san: ella cantó su canción horrible y nadie le dijo nada.
Ino-san le muestra el dedo medio a Hamano-san.
—Pero Izumi-san sí dijo que no le había gustado, y tú también, Hamano-san, hace como 10 segundos llamaste la canción "horrible".
—Bueno, sí —Hamano-san sonríe nerviosamente—, pero eso no va a pasar contigo porque tú no escuchas canciones así, ¿verdad?
—Yo solo conozco canciones viejitas —confieso.
—Ah, qué bueno. Esas son muy buenas.
—Aunque yo solo conozco las que oye mi papá.
—Sí, yo estaba igual hasta hace unos años —dice ella.
—¿En serio? —pregunto—. Estonces ¿has oído a The Steves?
—Sí, todo el mundo los conoce —dice Hamano-san extrañada por mi pregunta.
Oh, al parecer yo me preocupé por nada –esto pasa muy seguido–, aunque el hecho de que la gente los conozca no significa que les gusten.
Pero al menos ese no parece el caso con Hamano-san, ya que si no le gustara la banda me hubiera dicho algo.
Aunque no parecía muy emocionada con la idea.
Bueno, ya, como sea, entonces tomo la tablet y busco Maybe I'm in Love de The Steves.
Elijo la canción, y esta se reproduce inmediatamente.
Se escucha las clásicas guitarras de Nick Wilson y Brian Jonston.
Hamano-san sonríe, toma ambos micrófonos y me da uno.
—¡Me encanta esta canción! —dice emocionada y camina hacia la pantalla—. Vente.
Me pongo de pie y me coloco a su lado.
—¡QUIERO CANTAR CONTIGO, SOTOKA-CHAN! —grita Izumi-san.
—Ok —dice Hamano-san—. Compartimos micrófono —se vuelve hacia Ino-san—. ¿No quieres cantar tú también? Para que cantemos todas.
Ino-san la mira con desdén y se vuelve hacia otro lado.
—Amargada como siempre —le dice Hamano-san.
En la pantalla aparecen los siguientes versos, y nosotras procedemos a cantarlos. Hamano-san y yo seguimos el ritmo de la canción, e Izumi-san hace lo posible por imitarnos –es probable que ella no conozca la canción, pero si es así ¿por qué quiso cantarla de todas maneras? No tiene sentido.
♫ I don't know what to really think ♫
♫ I don't know what else to do ♫
♫ Every time I'm doing anything ♫
♫ I end up rememb'ring you ♫
♫ You're the only one who catch my eye ♫
♫ You are always on my mind ♫
♫ 'Cause maybe ♫
♫ Maybe ♫
♫ Maybe ♫
♫ 'Cause maybe I'm in love ♫
[Solo de guitarra]
Y Hamano-san, Izumi-san y yo nos ponemos a bailar: Hamano-san levanta los brazos y mueve la cadera de un lado a otro; Izumi-san da brinquitos constantemente y mueve los brazos hacia arriba y hacia abajo, y yo intento imitar a Hamano-san, pero es muy difícil mantener el ritmo.
De repente, Hamano-san me toca el hombro. Me vuelvo hacia ella, y ella me señala a Ino-san con la mirada.
Ino-san sigue sentada en su lugar; está distraída y mueve ligeramente los hombros al ritmo de la música.
—¡Ino, Ino, Ino, Ino, ea, ea, ea, ea! —grita Hamano-san y aplaude al ritmo de la música, e Ino-san inmediatamente nos mira y nos muestra el dedo medio. Hamano-san sonríe burlonamente—. Qué amargada, Ino-san.
Y cantamos el siguiente verso.
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—¡Hay que cantar una canción solo nosotras dos, Sotoka-chan! —propone Izumi-san.
De repente se escucha las clásicas guitarras de Nick Wilson y Brian Jonston tocando los primeros arreglos de Maybe I'm in Love.
Hamano-san, Izumi-san y yo nos volvemos hacia la Ino-san; ella está sentada en su asiento y tiene la tablet en las manos.
—¿Qué? —pregunta Ino-san—. La canción no es tan mala.
Hamano-san, Izumi-san y yo nos acercamos a ella. Hamano-san toma los micrófonos.
—Ten —Hamano-san le ofrece un micrófono a Ino-san.
—¿Quién dijo que iba a cantar? —pregunta Ino-san—. Yo solo la quería oír otra vez.
—Bueno, pero nosotras sí la vamos a cantar —dice Hamano-san.
—Hagan lo que quieran. A mí ¿qué? Nomás no se me acerquen.
Izumi-san y Hamano-san ignoran la petición de Ino-san y se acercan a ella.
Yo, sin embargo, mantengo mi distancia –Ino-san está lo suficientemente molesta conmigo (por una razón que aún no comprendo y que, por lo tanto, carece de todo sentido. Además de que hacerlo no me beneficiaría de ninguna manera).
En la pantalla aparece el primer verso:
♫ I don't know what to really think ♫
Y Hamano-san, Izumi-san y yo comenzamos a cantar.
Ino-san, por su parte, cierra los ojos y escucha la canción –y a veces creo que susurra pequeñas partes de la letra, pero no estoy lo suficientemente cerca de ella para comprobarlo.