Eran más de las 7 de la noche cuando César y Marcos llegaron a la casa del alcalde a bordo de un taxi. Desde ahí solicitaron el servicio de grúa para que les trajera el auto que habían dejando en el centro de la ciudad.
Luego de que cenaron, se dirigieron a la habitación que los sirvientes del alcalde prepararon para ellos. Cuando llegaron, comenzaron a revisarla para ver si no había alguna cámara o micrófono. Al no encontrar nada, pudieron relajarse un poco y bañarse, ya que llevaban varias horas fuera y no habían tenido oportunidad de asearse o cambiarse la ropa.
Antes de que pudieran descansar, Marcos decidió marcarle a Clarissa para saber el estado de salud del hijo del alcalde.
—¿Bueno? ¿Clarissa?
—Hola Marcos, ¿todo bien?
—Sí, te voy a poner en altavoz para que Cesar también te escuche —propuso Marcos mientras señalaba la opción de altavoz —¿Nos escuchas?
—Si, fuerte y claro —contestó Clarissa con voz ronca.
—Excelente, ¿cómo está el hijo del alcalde?
—Acaba de salir de la cirugía —dijo, mientras hizo una breve pausa, lo que llamó la atención de César y Marcos, pero a pesar de ello esperaron a que Clarissa continuara—. Está bajo observación en terapia intensiva, pero es posible que no pase de esta noche.
La noticia hizo que ambos jóvenes se miraran entre sí y César intervino esta vez.
—¿Cuál fue el parte médico?
Clarissa aclaró un poco la voz. Se escuchaba bastante afectada, pero trataba de mantenerse lo más ecuánime posible.
—Cuando llegamos, el médico nos dijo que Mario había recibido varios disparos y uno de ellos atravesó un pulmón. Como les dije, el hijo del alcalde pasó a terapia intensiva y don Andrés pidió verlo. Ahora está con tu hijo, yo lo estoy esperando. Realmente me da mucha pena ver al alcalde totalmente destrozado y rezo para que Mario se salve.
César y Marcos escucharon atentamente a Clarissa, pero en sus mentes trataban de encontrar la razón del ataque contra el hijo del alcalde.
—Es probable que Mario ya supiera que Lisa había sido raptada y que incluso conocía su paradero, por eso el asesino mandó esos sujetos para emboscarlo —expuso César.
—Opino lo mismo, es posible que el hijo del alcalde supiera la identidad del asesino y antes de que revelara algo, éste lo mandó a callar —agregó Marcos.
Clarissa no dijo nada, estaba tan afectada por los recientes hechos, que incluso olvidó preguntar el porqué tuvo que pedir una ambulancia. Por su parte, César comenzó a caminar por la habitación, mientras trataba de atar los cabos sueltos que comenzaron a aparecer desde que llegaron a Montecristo. Marcos, sólo tomó asiento y su entrecejo se arrugó mientras pensaba.
—Clarissa —habló por fin César— quédate con el alcalde y mantén la calma, nosotros vamos a continuar con la investigación. De antemano te comento que mañana se dará a conocer que Lisa apareció con vida.
La noticia tomó por sorpresa a Clarissa, que solo pudo decir:
—¿Está viva?
—Así es, pero no digas nada y quédate junto con el alcalde. Si sabes algo nuevo, avísanos pronto. Esa es tu misión por ahora —ordenó César.
—Está bien, mañana hablamos—respondió Clarissa para después cortar la llamada.
Luego de que ella colgara, Marcos miró atentamente a César como si tratara de encontrar las respuestas.
—¿Opinas lo mismo que yo? ¿Crees que Mario conozca la identidad del asesino? —preguntó Marcos.
César no contestó y sólo miró hacia la ventana sumido en sus pensamientos. Entonces un rayo cayó cerca del lugar y la habitación se iluminó con el resplandor del relámpago. Entonces, una fría tormenta comenzó.