Túneles subterráneos, y a través de calles llenas de gente, hasta llegar al punto de encuentro. La dirección que le había escrito en la nota que le había dado la última vez que se vieron lo llevaba hasta ahí, pero como siempre Emily había sido muy clara cuando decía que no lo podían ver yendo hasta allí. Podría habérselo puesto más difícil diciéndole que llevara un litro de mercurio o algún químico para hacer bombas ya que estaban porque la dirección que le había dado no era precisamente del típico escondite oculto de la vista de todos, alguna casa de mafioso o una pandilla, por supuesto que no podía ser así de fácil, ¡por supuesto que debía ser una maldita casa de la zona residencial por donde transita hasta los drogadictos de la ciudad! Zarif tenía experiencia de sobra con las pandillas y los mafiosos, ¿por qué no podía ser un lugar así en vez de una casa común y corriente?
Volvió a leer la nota para asegurarse no haberse equivocado en el número de la casa: 3292, Av. Principal. Emily nunca ha sido de las personas más directas en los mensajes que dan, cosa que en un comienzo Zar había creído que hacía para hacerse la misteriosa, pero con el tiempo comprendió que en realidad a Emily no le podía importa menos el nombre de una calle que el rostro de alguien que había sido asesinado por ella o por alguno de sus amigos. Lo que en un comienzo había creído era frialdad era en realidad indiferencia hacia la vida de la persona que había muerto.
Guardó la nota en el bolsillo de su chaqueta y tocó el timbre de la casa con número 3292. Conocía a los amigos de Emily sólo de palabra y en base a lo que recordaba de lo que Emily le había comentado que eran capaces no sabía qué esperarse de todo eso, excepto de David, a él lo pudo conocer cuando tenían quince años. "Han pasado diez años, quizás no me reconozca" pensó tratando de distraerse y así evitar imaginarse las posibles bienvenidas que le podían preparar en menos de cinco minutos. Se rio al recordarse a sí mismo aterrado de la idea de conocer a uno de los amigos de su... ¿amiga? ¿Novia? Otro de los grandes misterios de su miserable vida.
Recordó la vez que Emily le había contado que Mike había disparado una de sus plumas en pleno aire después de haberse soltado del agarre de sus garras y que Eric tuvo que agarrarlo como pudo para que no cayera al vacío. La idea de imaginarlo llevando al cabo algo tan complicado y digno de una medalla hacía un perfecto y cómico contraste con el mismo Mike, la carnada de honor del equipo por lo mal que se le daba pasar desapercibido, además de la cantidad sorprendente de estupideces que podían llegar a salir de su boca.
Oyó tras la puerta zapatos resonar por toda la casa, contó aproximadamente cuatro pares de zapatos que correspondían a los amigos de Emily, pero cuando la puerta se abrió había una chica con genes de ave, una enfermera para ser más exactos, las pestañas exageradamente grandes, el color gris y las plumas color ámbar sobre los ojos eran inconfundibles.
Saludó y preguntó por alguien llamado David. No se atrevía a decir el nombre de los demás o de Emily por la idea de que lo estuviesen oyendo. Era muy bien sabido que todos ellos eran sobreprotectores con Emily y entre ellos también, y no les importaba ensuciarse un poco más las manos y plumas con el tal de mantenerse a salvo, en especial ahora que estaban siendo buscados por intento de asesinato por medio de una bomba casera. La enfermera le preguntó si gustaba pasar en lo que llamaba a David y por no querer desconfiar en ella Zarif accedió. Ya podría Emily burlarse de él como cuando eran adolescentes porque incluso después de tantos años seguía cayendo en ese tipo de cosas tan fácil como lo es engañar a un bebé.
Cuando conoció a Emily lo había intentado asfixiar con una de sus patas luego de haberlo envestido en pleno vuelo.
Cuando conoció a David su carta de presentación fue una amenaza contra su integridad como hombre si llegaba a atreverse a hacerle daño a Emily.
¿Por qué había pensado que con los demás sería distinto? ¿Era tanto pedir un "hola"? Por supuesto que lo era. Lo que él merecía era un cuervo intentando asfixiarlo con una cuerda, un búho sujetándolo por detrás en cuanto logró zafarse de la cuerda y como cereza del pastel un maldito pingüino con pésimo sentido del humor apuntándole con una de sus plumas muy bien afiladas simulando una flecha. Y por si eso no hubiese sido suficiente la chica que le había abierto le había dado el golpe de su vida que lo acabó noqueando. ¡La cena está servida, ¿quién tiene hambre?! ¡PORQUE ZARIF YA ESTABA SATISFECHO DE TODO LO QUE LE HABÍAN DADO A PROBAR!
En qué momento se le había ocurrido enamorarse de Emily, ¡en qué maldito momento, si él ya sabía cómo era! ¡Zarif sabía cómo reaccionaban sus amigos frente a desconocidos! Ninguno confiaba en desconocidos, todos eran peligrosos, todos habían asesinado alguna vez en sus vidas, todos estaban dispuestos a todo con el tal de protegerse entre ellos. ¡En qué momento se le había ocurrido que lo dejarían entrar así como así en primer lugar!
Ya podía oír la risa de Emily cuando lo viera como estaba y se lo merecía. Vaya imbécil.
El que lo hubiese amarrado a la silla había hecho un gran trabajo, dejó sus manos en una posición tan dolorosamente incómoda que le impedía moverlas lo suficiente como para rozar la cuerda con las pequeñas garras que había logrado desarrollar de su genética deficiente. Resoplaba molesto. Lo habían dejado solo en la sala de estar con la chica vigilándolo. Lucía aterrada incluso viéndolo incapaz de hacer algo acerca de su situación. "Emi dijo algo sobre uno de sus amigos casándose" pensó en medio de su aburrimiento, siempre había creído que ese amigo era Mike y que solo era una broma más de las suyas. Oía murmullos desde una habitación cercana, supuso que era la cocina porque entre los murmullos sonaban objetos metálicos cayendo y siendo recogidos constantemente. Era impresionante cómo ninguno se había pegado un tiro ya de solo tener que soportar a Mike.
Lo hicieron esperar más de diez minutos y cuando el trio de aves superdotadas entró por fin a la habitación no pudo reprimir una sonrisa. Siempre había intentado imaginarse cómo lucía el primer pretendiente de Emily, pero nunca en su vida habría esperado a alguien con una mueca eterna de molestia y odio y claramente más pequeño que todos los que estaban en la habitación. "Lamentable" pensó regodeándose ante la imagen de Erik. Estaba cerca del sillón donde estaba sentada la enfermera, se cruzó de brazos y parecía refunfuñar algo entre dientes, al parecer no había concordado con él con lo que se le hubiese ocurrido hacer al intruso. Frente a Zarif se había plantado el cuervo, Thomas, y a su lado se plantó la maravilla andante de Mike, el pingüino volador. Ambos se cruzaron también de brazos y comenzaron a inspeccionarlo. Zarif supuso que Mike no hacía nada ni nada menos que imitar a Thomas, por lo que esperó pacientemente a que comenzara a desencadenar todas las bromas que se le fuesen a ocurrir en el momento.
Lo miraron durante un buen rato hasta que Mike se aburrió de esperar.
-¿Cuándo le vas a preguntar de dónde conoce a David? –le preguntó a Thomas acercándose a su oído. Tom lo golpeó para que se callara y Mike continuó-: ¡Auch! ¡Llevas mirándolo como si se tratara de Ivonne! Ya veo que te le abalanzas y...
Tom lo agarró de la chaqueta y comenzó a susurrarle quién sabe qué clase de amenazas de todo tipo. Mike simplemente se reía y seguía molestándolo con la forma en que siempre miraba a su linda esposa y se permitió indagar en las cosas que quizás pensaba en esos momentos, ninguna de ellas apropiadas para sensibles. Por lo menos Zarif ahora sabía el nombre de la enfermera y por cómo había reaccionado Tom estaba más seguro que nunca de que era su esposa. Thomas y Mike seguían discutiendo, más el cuervo que el pingüino, y parecían estar a punto de desatar una guerra. Zarif suspiró molesto, no por el espectáculo que estaban dando sino por la mirada del búho chico que parecía querer matarlo.
"Espero que Emily no se arrepienta de haber dicho que este sujeto es felicidad pura y dura y que yo soy el que se la pasa molesto por la vida".
Las manos comenzaban a dolerle por la extraña posición en las que estaban atadas, las muñecas le ardían por el leve roce de la cuerda y la piel y ya se estaba comenzando a aburrir de todo eso, lo único que deseaba era que David o Emily llegaran ya y acabaran con su condena antes de que lo hiciera alguno del trio maravilla.
-¡No me culpes por tus problemas de calentura, Tom! -escuchó de pronto entre los gritos de la discusión-. Yo en ningún momento fui y te puse un ají en el pantalón para que te calentaras como horno.
Si volvía a oír otra broma absurda por parte de ese maldito pingüino emperador él mismo haría que su especie se extinguiera, fuese Mike el último de su especie o no, quién sabe cómo serían los de su estirpe. Echó la cabeza hacia atrás para apoyarla con el borde de la silla, el dolor en el cuello por estar tanto tiempo sin moverse lo tenía harto al igual que absolutamente todo lo que llevaba soportando desde que había tocado a la puerta. ¿Por qué no esperó a que Emily llegara para tocar? Porque era un idiota que no pensaba mucho en la posibilidad de que lo amarraran a una silla mayor motivo que de haber preguntado por alguien.
Pasó un buen rato antes de que tuviese un motivo por el cual alegrarse. El tintineo de unas llaves al otro lado de la puerta principal. Rogó porque fuesen David o Emily, o los dos, no le importaba quién fuese, tan sólo quería que acabaran con su sufrimiento de una buena vez por todas, ya estaba harto de tener que verle la cara de amargado a Erik, a Thomas a punto de explotar y a Mike tranquilo de la vida echándole bencina al volcán que él mismo había creado. Si pasaba un minuto más escuchándolos sería el mismo Zarif el que propusiese una solución a todo eso, la más civilizada que se le había ocurrido durante esa media hora de no poder hacer otra cosa que no fuese mirar hacia adelante: una pelea de espadas, el que sobreviviera lo desamarraba y él terminaba el trabajo del muerto. El mejor plan de su vida.
Sintió el seguro de la entrada principal abrirse y a los segundos aparecer David conversando tranquilamente con Emily. A ver cuánto más le duraría la calma.
-Tampoco te pases –le dijo Emi a Dave-. Sé que son unos tarados impacientes, pero no creo que hayan ido y hecho algo así. Digo, algo debieron haber aprendido durante todos estos años, ¿no?
"Son tus amigos. ¡Tú deberías ser la primera en pensar que serían capaces de hacer esto!".
-Créeme, los chicos no han cambiado en nada -Dave suspiró-, y yo soy el que debe aguantarlos junto a Ivonne.
Y vaya que tendría que seguir soportándolos.
-Esos animales serían capaces de colgar a alguien de la pierna durante días simplemente por decir tu nombre, y lo dejarían colgado aunque no se tratara de ti -Hizo una pausa antes de seguir-. Te extrañaron mucho estos años, Emi, no los culpes por... ¡Santo amor al arte, qué diablos hicieron! ¡Animales sin corazón, qué le hicieron a Zarif!
David soltó su maletín y los lienzos con los que trabaja y los dejó caer al suelo y se apresuró a desamarrar a Zarif, mientras lo hacía no perdió el tiempo y comenzó a gritarles varias cosas a Thomas y a Mike quienes habían dejado de pelear en cuanto oyeron la puerta abrirse. Erik seguía mirando a Zarif como si de alguna forma lo fuese a matar así. Que lo intentara a ver qué tan bien le resultaba. Cuando David liberó sus manos se tomó su tiempo para estirarlas, frotarse las muñecas doloridas y sobarse el cuello; todo le crujía y dolía como los mil demonios. De fondo Emily se limitaba simplemente a ver con una expresión resignada en su rostro.
No, si ellos no serían capaces de nada malo. No, si no se atreverían a atacar a alguien que busca a David. ¡No, si ya no hacen nada estúpido!
-¿Quién fue el genio al que se le ocurrió esto? –le preguntó David al trio de aves maravilla. De haber tenido sus hermosas plumas de pavo real ya las habría erizado en demostración de ira.
Mike no dudó en apuntar a Thomas, Thomas a Erik y Erik a Mike. David se paró en frente de los tres y comenzó a graznarles al mismo tiempo, de a ratos se dirigía a Ivonne antes de volver a los tres. De a ratos parecía hablar más en ave que en español y a Emily le parecía cómico, hacía bastante que no tenía el placer de vivir una escena como esa.
-¡Pero piénsalo de esta forma! –le respondió Thomas a David en modo de graznido -. Es un completo desconocido que decía conocerte y tú nunca nos hablaste de alguien con más genes de humano que de animal. ¿Qué se supone debimos haber hecho?
-¡Qué te parece llamarme y preguntarme! –le graznó devuelta David.
-Tiene un punto -comentó Erik.
-Pero no hubiese sido divertido –dijo Mike.
Zarif no entendía qué tenía de divertido apuntarle a alguien con una flecha desde el fondo de un pasillo, ni intentar asfixiarlo, golpearlo o noquearlo. ¿Había mencionado ya la silla y la cuerda?
-No todo lo que hacemos debe ser divertido, Mike.
Emily se acercó un poco a Zarif para poder ver mejor a sus amigos graznándose entre ellos.
-¿Cómo diablos llevas soportándolos desde que tienes seis? –le preguntó molesto.
-No los soporto, simplemente los quiero y ya.
-Parece que el enano me quiere matar.
-¿Erik?
-No, el ratón que se esconde debajo del sillón –Emily lo miró molesta.
-No eres distinto a ellos.
-No recuerdo haber atacado a alguien sin motivo alguno simplemente porque dijera el nombre de un amigo mío. -Emily lo miró y Zarif refunfuñó-. Cállate.
La idea parecerse a algunode ellos era aterradora, en especial después de ver a Thomas a punto de clavarleuna garra a Mike cuando éste comenzó a hacer referencia a su vida íntima conIvonne. Zarif ya le hubiera enterrado la garra y todo lo que tuviera filo amano.