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Chapter 12 - INFIERNO CANTO X

Siguió entonces por una oculta senda entre aquella muralla y los martiriosmi Maestro, y yo fui tras de sus pasos. 3

«Oh virtud suma, que en los infernales circulos me conduces a tu gusto, háblame y satisface mis deseos:

6 a la gente que yace en los supulcros¿la podré ver?, pues ya están levantadas todas las losas, y nadie vigila.»

9 Y él repuso: «Cerrados serán todos

cuando aquí vuelvan desde Josafatcon los cuerpos que allá arriba dejaron.

12 Su cementerio en esta parte tienen con Epicuro todos sus secuaces

14 que el alma, dicen, con el cuerpo muere. 15 Pero aquella pregunta que me hiciste pronto será aquí mismo satisfecha,y también el deseo que me callas.»

18 Y yo: «Buen guía, no te oculta nada mi corazón, si no es por hablar poco; y tú me tienes a ello predispuesto.»

21 «Oh toscano que en la ciudad del fuego caminas vivo, hablando tan humilde,te plazca detenerte en este sitio, 22

24 porque tu acento demuestra que eres natural de la noble patria aquellaa la que fui, tal vez, harto dañoso.»

27 Este son escapó súbitamentedesde una de las arcas; y temiendo, me arrimé un poco más a mi maestro.

30 Pero él me dijo: « Vuélvete, ¿qué haces?mira allí a Farinatta que se ha alzado;le verás de cintura para arriba.»

33 Fijado en él había ya mi vista;y aquél se erguía con el pecho y frente cual si al infierno mismo despreciase.

36 Y las valientes manos de mi guíame empujaron a él entre las tumbas, diciendo: «Sé medido en tus palabras.»

39 Como al pie de su tumba yo estuviese, me miró un poco, y como con desdén,me preguntó: «¿Quién fueron tus mayores?»

42 Yo, que de obedecer estaba ansioso, no lo oculté, sino que se lo dije,y él levantó las cejas levemente.

45 «Con fiereza me fueron adversarios a mí y a mi partido y mis mayores,

y así dos veces tuve que expulsarles.»

« Si les echaste -dije- regresaron 48 de todas partes, una y otra vez;mas los vuestros tal arte no aprendieron.» 51 Surgió entonces al borde de su foso otra sombra, a su lado, hasta la barba:

53 creo que estaba puesta de rodillas. 54 Miró a mi alrededor, cual si propósito tuviese de encontrar conmigo a otro,y cuando fue apagada su sospecha,

57 llorando dijo: «Si por esta ciega cárcel vas tú por nobleza de ingenio,¿y mi hijo?, ¿por qué no está contigo?»

60 Y yo dije: «No vengo por mí mismo, el que allá aguarda por aquí me llevaa quien Guido, tal vez, fue indiferente.»

63 Sus palabras y el modo de su pena su nombre ya me habian revelado; por eso fue tan clara mi respuesta.

66 Súbitamente alzado gritó: «¿Cómohas dicho?, ¿Fue?, ¿Es que entonces ya no vive?¿La dulce luz no hiere ya sus ojos?»

69 Y al advertir que una cierta demora antes de responderle yo mostraba, cayó de espaldas sin volver a alzarse.

72 Mas el otro gran hombre, a cuyo ruego yo me detuve, no alteró su rostro,ni movió el cuello, ni inclinó su cuerpo.

75 Y así, continuando lo de antes,«Que aquel arte -me dijo- mal supieran, eso, más que este lecho, me tortura.

78 Pero antes que cincuenta veces arda la faz de la señora que aquí reina,tú has de saber lo que tal arte pesa. 79

81 Y así regreses a ese dulce mundo,dime, ¿por qué ese pueblo es tan impío contra los míos en todas sus leyes?»

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Y yo dije: «El estrago y la matanza que teñirse de rojo al Arbia hizo,

86 obliga a tal decreto en nuestros templos.» 87 Me respondió moviendo la cabeza:«No estuve solo álli, ni ciertamente sin razón me movi con esos otros:

90 mas estuve yo solo, cuando todos en destruir Florencia consentían, defendiéndola a rostro descubierto.»

93 «Ah, que repose vuestra descendencia-yo le rogué-, este nudo desatadmeque ha enmarañado aquí mi pensamiento.

96 Parece que sabéis, por lo que escucho, lo que nos trae el tiempo de antemano, mas usáis de otro modo en lo de ahora.» 97

99 «Vemos, como quien tiene mala luz,las cosas -dijo- que se encuentran lejos, gracias a lo que esplende el Sumo Guía.

102 Cuando están cerca, o son, vano es del todo nuestro intelecto; y si otros no nos cuentan, nada sabemos del estado humano.

105 Y comprender podrás que muerto quede nuestro conocimiento en aquel puntoque se cierre la puerta del futuro.»

108 Arrepentido entonces de mi falta, dije: «Diréis ahora a aquel yacenteque su hijo aún se encuentra con los vivos;

111 y si antes mudo estuve en la respuesta, hazle saber que fue porque pensabaya en esa duda que me habéis resuelto.»

114 Y ya me reclamaba mi maestro; y yo rogué al espíritu que rápido me refiriese quién con él estaba.

117 Díjome: «Aquí con más de mil me encuentro;dentro se halla el segundo Federico,

119 y el Cardenal, y de los otros callo.» 120

Entonces se ocultó; y yo hacia el antiguo poeta volví el paso, repensandoesas palabras que creí enemigas.

123 Él echó a andar y luego, caminando, me dijo: «¿Por qué estás tan abatido?» Y yo le satisfice la pregunta.

126 « Conserva en la memoria lo que oíste contrario a ti -me aconsejó aquel sabio- y atiende ahora -y levantó su dedo-:

129 cuando delante estés del dulce rayo de aquella cuyos ojos lo ven todo

131 de ella sabrás de tu vida el viaje. 132 Luego volvió los pies a mano izquierda: dejando el muro, fuimos hacia el centro por un sendero que conduce a un valle,

135 cuyo hedor hasta allí desagradaba.