—Eso no puede ser. Tiene que haber un error, doctor. ¿Cómo puede decirme eso?
—Quisiera que fuera un error, pero no lo es. El bebé no se está moviendo y no se escuchan sus latidos. ¿La paciente se ha desarreglado?
—Han pasado muchas cosas, pero ella ha estado bien. ¿Qué pudo haberle causado esto, doctor?
—Entiendo como se debe sentir. Existen muchísimas causas, Shiro.
—Esto no puede ser.
—Shiro, tenemos que extraer… — Shiro lo interrumpió.
—¡No hables de extraer!— se llevó ambas manos a la cabeza y una lágrima bajó por su mejilla.
—La paciente no se puede quedar así. Tiene que llevarla a la clínica para que se haga el procedimiento correspondiente.
—¡No! Debe haber un error, doctor. Mi princesa no puede estar muerta. ¿Cómo pudo pasar esto?
¿Cómo se supone que se lo diga a mi mujer?
—Debe calmarse. La señorita lo puede escuchar.
—Este es mi castigo por haberla metido en esto. Si la hubiera mantenido lejos del negocio, nada de esto estaría pasando.
—No es momento de culparte, es momento de actuar lo más pronto posible. Necesito hacerle unas preguntas a la paciente, ¿Me lo permite?
—Si.
Shiro entró con el doctor y se sentó en la esquina de la cama.
—¿Me van a decir que esta pasando? Te escuché alterado, ¿Qué sucede con mi bebé?
—¿Ha tenido algún sangrado durante estos días?— me preguntó el doctor.
—¿Sangrado? No.
—¿Dolor abdominal?
—Si, una pequeña molestia, pero era porque no había logrado comer bien.
—¿Tuvo algún desarreglo durante estos días? ¿Alguna caída, golpe, expuesta a drogas, alcohol?
—Golpes, pero no fue en la barriga precisamente.
—¿Ha sentido a su bebé durante estos días?
—Ahora que lo dice no. No he sentido ningún movimiento. — Shiro se tapó la cara y me di cuenta de que algo malo estaba pasando. —¿Qué te sucede, Shiro?
—¿Nos puede dejar a solas un momento, doctor?
—Si, Shiro. Permiso. — el doctor salió del cuarto dejándome a solas con Shiro.
—¿Qué te pasa, cielo? Te ves extraño. ¿Estabas llorando?
—Rui…
—¿Qué?
—Es nuestra bebé… — su voz se escuchaba entrecortada, como si tuviera un nudo en la garganta. — Parece que está… — hizo una pausa y me estaba poniendo más nerviosa.— está muerta.
—¿¡Qué?! — quería creer que era una mala broma, o algo parecido, pero al ver su seriedad y percibir su tristeza me di cuenta que es posible que no sea una broma. Sentí una fuerte presión en el pecho. — Eso no puede ser cierto. Si yo he estado bien. A pesar de todo lo que pasó, yo traté de cuidarme lo más que pude. ¿Cómo es eso posible?— pronunciar esas palabras me provocó ese nudo en la garganta que me impedía poder decir una palabra más.
—Todo es mi culpa. Si yo te hubiera alejado del negocio, hubiéramos tenido este bebé bien. Perdóname por ser un idiota.— Shiro se veía destruído. Jamás lo había visto así. De hecho, nunca lo había visto llorar como ahora. Eso me partió más el corazón.
Solo podía recordar las palabras de la Sra. Fumiko. Ella tenía razón. Sentía un vacío en mi pecho, algo que nunca había sentido antes. Estoy destinada a perderlo todo.
"Desde que escogí esta vida sabía que no iba a ser fácil."
Ella tuvo que escoger también y tomó una mala decisión en su momento y su castigo fue ese. Tuvo que pagarlo con creces viendo a sus hijos morir uno por uno. El mío también es un castigo por haberme escogido esto. Sentía esa punzada cada vez más fuerte y esas ganas inmensas de llorar, pero estaba tratando de hacerme la fuerte. El dolor que sentía en el pecho era inmenso. Toqué mi barriga y bajé la cabeza.
—Podemos tener otro bebé, princesa.
—No, Shiro. Escogimos esta vida los dos y ahora no hay marcha atrás. Lo mejor será olvidar ese sueño de tener una familia. Este es nuestro castigo por todos los errores que hemos cometido.
—¿Vas a decirme que te resignaste tan rápido, Rui?
—Si, me resigné. No hay nada que podamos hacer, Shiro. Aunque nos duela, este es nuestro castigo por todo lo malo que hemos hecho.
—¡Yo no me resigno! — Shiro se levantó de la cama visiblemente molesto.— Tal parece que a ti no te duele la perdida de nuestro bebé.
—Si me duele, más de lo que puedas creer, pero ¿Qué se supone que haga? ¿Hay algo que pueda hacer? Nada la va a traer de vuelta por más que queramos.
—¿Qué demonios pasa por tu cabeza? ¿Cómo puedes estar tan tranquila. Era nuestro primer bebé. ¡No puedo con esta mierda, Rui!
—¿Qué sucede, Shiro? Ahora que no hay nada que nos vincule, o que nos una. ¿Ahora me darás la espalda? Quizás después de todo, la pregunta que te hice hace mucho la estás respondiendo ahora. Estabas conmigo porque estaba cargando a tu bebé, no porque realmente me quieras. — me miró molesto y rechino los dientes.
—¿Y si fuera así qué? — me dolió aún más el pecho al escuchar eso.
—Ya veo. — quité el anillo y lo puse en el borde de la cama para levantarme.
—¿A dónde mierdas crees que vas?
Me quedé en silencio y salí del cuarto. No quería estar más ahí. Sentía que en cualquier momento iba a derrumbarme y solo quería aguantar ese dolor que estaba sintiendo para no hacerlo sentir peor, pero quien resultó herida fui yo.
—¿Qué debo hacer, doctor?
—¿Habló con el Sr. Shiro?
—Sí, pero está ocupado ahora. ¿Qué debo hacer, doctor? ¿A dónde debo ir?
—La llevaré a mi clínica y me encargaré del resto. Hablaré con Shiro y la llevaré conmigo.
—De acuerdo.
Apreté mi pecho con la esperanza de que el dolor se aliviará, pero no. No debo llorar ahora. Debo resignarme, merezco todas las cosas que me están pasando. Si no hubiera sido débil, hubiera podido cuidar de mi bebé. Acaricié mi barriga y el dolor en el pecho incrementó.
—Perdóname, princesa. Quizás después de todo, no merecía tener una hermosa bebé como tú. — la culpa me estaba quemando por dentro y las palabras de Shiro no ayudaban tampoco.
Shiro y el doctor salieron del cuarto y no me dirigió palabra alguna, ni siquiera me miró.
—Nos podemos ir, señorita.
—Ire a cambiarme de ropa y regreso.
Fui al cuarto a cambiarme de ropa. Traje una cartera y metí lo necesario, ya que no encontraba las maletas. Al terminar vine con el doctor a la clínica. Shiro no vino con nosotros, de hecho, luego de salir del cuarto no lo ví más. Me llevaron a un cuarto y me acostaron en una camilla.
—No se preocupe, no será un proceso tan largo. Puede relajarse mientras me preparo. En unos instantes vendrá una enfermera para el suero.
—De acuerdo.
Todo el proceso fue corto, o así se sintió. No estuve despierta en ningún momento, ya cuando vine a despertar fue cuando estaba en un cuarto diferente. Estaba cubierta en una sábana blanca, acostada en una camilla y el dolor que sentía en el cuerpo, no era nada comparado al de mi pecho. Estaba completamente sola. Shiro no estaba por ninguna parte, tampoco creo que vaya a venir. Debe estar molesto. Ha sido un milagro que no a venido al menos para acabar conmigo. Si ya no tenemos nada que nos una, no creo que vaya a contenerse ahora. Mi cuerpo se siente débil, adolorido y cansado. Aún no puedo creer todo lo que ha pasado en tan sólo unas horas.
Pasó un tiempo, no se con exactitud cuanto, pero la puerta de la habitación se abrió. Creí que sería Shiro, pero para mi sorpresa era Shu.
—¿Qué haces tú aquí?
—¿Cómo te sientes, Rui?
Desvíe la mirada y respiré hondo.
—Shiro me envió a buscarte. Mató a tu hermano.
—¿¡Qué?! Eso no puede ser.
—Si, lo hizo. Está descontrolado. Lo torturó como quiso y terminó matándolo a golpes. Luego me dijo lo que había pasado y me ordenó que viniera a buscarte. Siento mucho lo que te ocurrió, Rui.
—Maldito infeliz. Yo quería hacerlo. ¿Cómo pudo? Tengo que salir de aquí.
—Debes descansar un poco. No puedes enfrentar a ese demonio así. Esta que se lleva a cualquiera por delante.
—Cada quien toma las cosas de una forma diferente. Shiro está actuando así porque siente culpa. En realidad la culpa la tengo yo.
—¿Qué demonios dices?
—Shiro estaba muy ilusionado con la idea de ser papá. Ahora que no hay nada que nos una, estoy segura que tratará de matarme. Me hizo darme cuenta que todo lo que ha estado haciendo por mi, era por nuestra bebé; no porque me quisiera. ¿Como pude pensar algún día que realmente alguien como él, amaría a alguien como yo? Soy una tonta. Lo peor es que me siento frustrada, no solo por la pérdida de lo que más quería, si no por ser una tonta y creer en sus palabras. Tiré todo a un lado, el odio, todo lo que pase, la venganza, por qué quería creer en que quizás podría valer la pena darle una oportunidad al amor. Quise quedarme a su lado para tener la familia que nunca tuve.
—No quisiera decir esto, pero yo te lo dije. Shiro no quiere ni ama a nadie. Él solo piensa en sí mismo. Yo estaré contigo. No te daré la espalda como el.
—Lo sé. Es por eso que quiero pedirte una cosa.
—¿Qué cosa?
—Quiero que me ayudes a salir de este maldito lugar. Yo no puedo morir todavía y sé que él tratará de hacerlo.
—Sabes lo que significa eso, ¿Verdad?
—Si, lo sé.
—No creo que te deje ir.
—Ya no tengo nada. No tengo a mi bebé, no tengo familia, no tengo nada. Lo único que puedo hacer es arriesgarme y tratar de salir de aquí. Yo no quiero arriesgarte, o a que vaya a pasarle algo a tu familia. A diferencia de mi, tu si tienes familia.
—Mi familia ya no está en manos de Shiro. Yo te quiero ayudar, Rui. Escapemos juntos.
—Quiero ver a Shiro, aunque sea una vez más.
—Si llegas a la casa ahora que está así, puede ser capaz de hacerte algo. Si nos iremos, debe ser ahora.
—Quiero estar completamente clara, Shu. Llévame a la casa, por favor.
Shu suspiró molestó y accedió a llevarme. Pedí el alta y firmé los documentos que tenía que llenar y me fui con Shu para la casa. Estaba hecha un desastre. Vidrios por todo el piso, había una silla rota y hasta una lámpara. Debe estar realmente molesto.
—¿Y tú qué mierda haces aquí?— ví a Shiro con el arma en mano y un maletín. No puedo negar que me asusté mucho. Se veía muy molesto y pude percibir el olor alcohol. Debió estar tomando mucho.
—¿Qué pregunta es esa?
—¿Por qué no te fuiste con tu amante?
—Sabía que era una prueba que me estabas poniendo.
—No se para que volviste.
—Quería verte y que habláramos.
—Ah, ¿sí?, ¿O es que porque me necesitabas? No tienes ni en qué caerte muerta, ¿A dónde podrías ir?
—Que grosero te has puesto. Cómo se nota que querías salir de mi.
—Quiero salir de ti ahora. Algo que debí haber hecho mucho tiempo atrás. Soy un imbécil. ¿Cómo llegué a pensar que una perra como tú le importaría tener un hijo conmigo? Siempre me has odiado, pero que hayas sido capaz de quedarte tan tranquila luego de lo que pasó, me demuestra que no te importaba esa bebé. Esa mierda de tener una familia conmigo era mentira.
—¿Qué demonios estás diciendo, Shiro? Es cierto que tuve la culpa de haberla perdido, pero tú me mostraste que nunca sentiste nada por mí, que solo estabas conmigo por el bebé. ¿Crees que no me duele?
—Aceptaste tener a ese bebé porque sabías que no iba a ser capaz de matarte por tenerlo ahí dentro. Me viste la cara de imbécil por todo este tiempo.
—Eso no es cierto.
—Cállate y lárgate de aquí. No quiero volverte a ver en lo que me queda de vida y agradece que no te mato cómo quisiera.
—Esto es injusto. Esto que estás haciendo es una estupidez. Tu maldito orgullo y tu forma de pensar está acabando con todo. Yo si quería tener esta familia contigo, Shiro.
—¡Mentira! Todo lo hiciste por tu propio bien para que no acabará contigo. Me usaste todo este tiempo.
—Ya veo que no vas a escuchar razones.
—No necesito escuchar más mentiras. Me tienes harto. Lárgate de aquí antes de que me arrepienta de dejarte respirando.
—Shiro…
—¿Qué estás esperando para irte? ¿Dinero? ¿Eso necesitas? Toma, llévatelo todo y lárgate a los brazos de tu amado Shu. — abrió el maletín y tiró todo el dinero que había al suelo. — Al final eso es lo que buscan las perras como tú.
Volvió a ser el Shiro de antes. Esa misma mirada fría e intimidante. Su forma tan cruel y horrible de tratarme me lastimó más de lo que pensé. Apreté mis puños y rechine los dientes de la rabia.
—Puedes meterte tu asqueroso dinero por el roto del culo, Shiro. Eres lo peor. Si antes te odiaba, ahora lo hago más. Me arrepiento de haberme enamorado de un ser tan despreciable y repugnante como tú. ¡Muérete!
Salí de la casa destruída. Sabía que no podía esperar nada bueno, pero que la persona que quieres te trate de esa forma duele.
—¿Qué pasó, Rui?
—Lo que tenía que pasar. ¿Nos podemos ir?
—Si.
Miré por la ventana y fue cuando pude descargar esa presión que sentía en el pecho. Me dolía el alma. Ese momento que quisieras decir tantas cosas y terminas diciendo nada. No quería que Shu se diera cuenta de mis lágrimas, por eso me perdí en la vista y traté de ocultarlo como pude. Sentía que si no descargaba lo que estaba sintiendo iba a explotar. Estaba a mi límite.
—Te dejo ir, ¿verdad?
—Si. — respondí. — No quiero traerte problemas. Será mejor que te quedes trabajando para Shiro. Yo buscaré la forma de irme lejos.
—Rui, yo no voy a dejarte sola. Tengo dinero y contactos que pueden ayudarnos. Sí Shiro no estará detrás de nosotros sería algo muy bueno, porque podríamos salir de Tokio.
—No quiero por mi te metas otra vez en problemas.
—No te preocupes. Todos los problemas tienen soluciones. Vamos a salir de esta juntos. Lo prometo.
—¿A dónde iremos?
—Iré a buscar el dinero y nos iremos a otro país.
—Shu…
—¿Si?
—Quiero seguir en esta vida.
—¿Qué dijiste?
—Si, ya estoy hasta el fondo en ella; de nada vale que me quite ahora.
—¿Has perdido la cabeza?
—Estoy siendo buscada por ser una criminal. Mi vida no será fácil ahora. En todos lados apareció mi rostro y mi nombre. No podríamos salir del país.
Shu suspiró.
—Olvidaba ese detalle.
—Tengo que buscar una forma de cambiar mi nombre y convertirme en otra persona, pero para eso necesito dinero.
—Yo no quiero que sigas en esto, Rui.
—Es algo que acabo de decidir. Ya no tengo vuelta atrás. Quiero también borrar todo recuerdo de Shiro y este tatuaje de mierda es uno de esas cosas. Quiero ser fuerte, ser alguien diferente, quiero dinero, lo quiero todo.
—¿Qué está ocurriendo contigo, Rui? Jamás pensé escucharte decir eso.
—Quiero demostrarme a mí misma que puedo contra todo.
—¿A ti, o a Shiro?
—A mi. Ya no tengo nada, Shu. No tengo nada que perder. Aún si me matan, no habrá nadie que le importe. Lo único que puedo hacer es esto. Demostrarme a mí misma que puedo llegar muy lejos si me lo propongo.
—Yo te amo, Rui. A mí sí me importaría si algo te pasa. — no sabía que responder.
—Shu…
—Sé que no he sido una buena persona. No he estado contigo cuando más me necesitaste, pero quisiera recuperar a esa Rui que conocí.
—Es imposible. Ya es muy tarde, Shu. Quiero empezar desde abajo y lograr llegar alto. No te voy a obligar a que me ayudes, pero sí me gustaría que fuera contigo a mi lado. Me has ayudado mucho y nunca me has abandonado. Quisiera contar con tu ayuda en esto.
Shu se quedó en silencio unos segundos.
—¿Te atreverías hacer todo tipo de trabajo solo por llegar alto?
—Si, todo tipo.
—Bien. Ya tengo el lugar donde podemos ir, pero para eso tendrás que practicar conmigo muchas cosas antes. En especial, tu puntería. ¿Estás de acuerdo a ser mi estudiante?— sonrió malicioso.
—Si, Shu. Totalmente de acuerdo.
—Sabes que no habrá marcha atrás, ¿Verdad?
—Lo sé.