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Chapter 30 - 30

Me bañé y me acosté, pero Shiro no había regresado a la habitación. No es que me importe ni mucho menos, pero me siento muy sola en este cuarto. Di varias vueltas en la cama, pero me sentía muy incómoda, es como si algo me faltara. La cama no sé siente igual y el sueño simplemente no llega. La puerta estaba sin llave, así que salí a buscar a Shiro por la casa y lo encontré fumando en la entrada.

—¿Qué haces aquí? — preguntó según me vio.

—Sólo a ti se te ocurre salir en toalla. Estás fumando cuando estuviste enfermo hace unas horas. ¿Quieres empeorar? No eres un niño, Shiro.

—Ni tu eres mi mamá. ¿Para qué me buscaste? ¿No quieres dormir sola y necesitas mi compañía?

—Saliste de repente del cuarto actuando extraño, así que quería saber qué estabas haciendo.

—No se supone que salgas de la habitación y aún así lo hiciste. Lo pasaré por alto porque fue para buscarme a mi, pero no te quiero afuera.

—No me voy a escapar. ¿Por qué quieres encerrarme en esa habitación sola? Hasta ahora he hecho todo lo que has pedido. Al menos permíteme poder salir de ahí. Te prometo que no intentaré nada.

—¿Y crees que puedo confiar en ti, luego de todo lo que has hecho?

—Te juro que no lo haré — se quedó en silencio mirándome.

—¿Sabes lo que pasará si lo haces?

—Sí, no tienes que amenazarme otra vez— miré su toalla, y di media vuelta—. V-vístete… — caminé de vuelta a la habitación.

Me siento muy confundida, hablar con Shiro nunca había sido tan normal. Me tomé el atrevimiento de decirle esas cosas, debe estar pensando que me importa lo que haga, pero no es así. No tiene que importarme, él ya está viejo y debe saber lo que está bien o mal, es solo que es demasiado necio. Estoy segura de que no se a tomado las medicinas como le dijo el doctor.

Shiro subió a la habitación luego de terminar de fumar, y se vistió. Aún estaba despierta sin poder dormir. Me sentía demasiado incómoda, de ninguna posición que me acostara me sentía bien.

—¿Por qué no estás dormida todavía?

—No puedo dormir.

—¿Por qué?

—No sé, he estado muy ansiosa.

—Voy a dormir y espero que también lo hagas, salvaje. Mañana tienes que acompañarme a las carreras.

—¿Ya tan pronto?

—Te dije que son una vez al mes.

—Pero no ha pasado un mes.

—¿El tiempo a sido tan entretenido conmigo, que has perdido la noción del tiempo? Es para que veas cómo pasa el tiempo. Ya pronto… — hizo una breve pausa, y me quedé en espera de que terminara.

—¿Ya pronto qué?

—Voy a dormir — se acostó en la cama al lado mío.

—¿Tomaste la medicina?— le pregunté.

—Ugh, que molesto — se levantó entre protesta y salió del cuarto.

No sé por qué me causó algo de gracia. Se veía realmente molesto, así que reí internamente. Cuando regresó al cuarto se acostó a mi lado y se acercó a mi espalda sin decir una sola palabra. Shiro colocó sus manos alrededor de mi cintura y me sentí algo distinta. Esto se a vuelto extrañamente cómodo. Nunca me había sentido tan relajada, el sueño de la nada me estaba venciendo hasta que quedé profundamente dormida.

A la mañana siguiente, nos levantamos temprano como de costumbre. Shiro me propuso que desayunemos con mi amiga, por tal razón nos fuimos a la mesa.

—Buenos días, Yuriko. ¿Puedo llamarte Yuri? —asintió con su cabeza, y sonrió.

—¿Dormiste bien? ¿Te sentiste cómoda?— preguntó Shiro, y ella volvió a asentir.

—Yo también dormí bien. Espero te sientas más a gusto.

Comenzamos a comer antes de que se enfriara, cuando la empleada se acercó con un helado de té verde.

—¿Le gusta el helado, mi señora?

—Sí — deseaba algo dulce en mi paladar, así que me di prisa para poder probarlo—. ¡Delicioso!

Recordé cuando iba con mi hermano y su mejor amigo a comer helado. Este era nuestro sabor favorito. Cuánto añoro esos tiempos, aunque sé que ya no se van a repetir. Shiro no dejó de mirarme mientras comía y traté de concentrarme en el helado.

—Lo siento, debo parecer una muerta de hambre —ambos rieron, pero realmente no le vi la gracia.

El helado lo acabé rápido, ya que me había dejado llevar por los recuerdos de mi hermano. Me estaba comenzando a sentir mal, pero no precisamente de la burla o los recuerdos. Estaba sintiendo náuseas. Estaba sintiéndome de lo más bien. ¿Por qué ahora? Antes no me estaba alimentando bien y no me sucedía esto.

—Permiso— me levanté de la silla y caminé ligero al baño del primer piso. No me iba a dar tiempo para subir a la habitación.

Vi a Shiro venir detrás de mí y le di un golpe al lavamanos.

—¿Por qué siempre que estoy aquí tienes que venir?— me arrodillé en el suelo frente al inodoro.

—Tienes que sujetar tu pelo o vas a ensuciarte.

—Aquí no voy a hacerte caer en vergüenza si me ensucio la ropa. ¿Por qué mierdas vienes? No puedo hacerlo contigo ahí.

—Esa ropa te queda bien y sería una lástima que la ensucies.

—Yo me la quito y la lavo de ser así, pero vete.

—No me voy a ir. Haz de cuenta que no estoy.

—Es imposible mientras me sigas sujetando el pelo y estés tan cerca.

—Deja el maldito orgullo y la vergüenza. ¿Quieres que llame al médico?

—No, ya estoy bien — siempre que viene se me van las náuseas. La vergüenza de que me vaya a ver vomitando es mucho más grande que el malestar.

—¿Segura?

—Sí — Shiro me agarró la mano y me ayudó a levantar.

—Estás pálida. ¿Estás segura que estás bien?

—Te dije que si.

—Eres tan necia y orgullosa, salvaje. Si te sientes mal puedes decírmelo, peor sería que te pase algo.

—Deja de hacerte el que te importa, Shiro. No entiendo tu cambio de actitud hacia mí. No voy a morirme por unas náuseas.

—Si no me importara no estaría aquí, pendeja. Deja ese maldito orgullo que no te va a llevar a ninguna parte conmigo.

—No voy a morirme sin cumplir con tus planes, ya deja de preocuparte por tonterías.

—¿Crees que solo hago esto por los planes? Los planes me importan una mierda ahora.

—¿Y por qué lo haces entonces?— se quedó en silencio por unos instantes.

—Porque… — hizo una breve pausa, y sacudió la cabeza—. No es el momento ni el lugar para hablar sobre eso. Esta noche hablamos. Vamos con tu amiga que nos está esperando y debe estar preocupada — quería decir algo, pero se detuvo. Siempre pasa lo mismo.

—Esta bien, Shiro— sabía que aunque le insistiera no iba a continuar el tema, así que preferí no insistir.