En la tarde nos dirigimos al hospital donde tienen a mi amiga. Nos quedamos en el auto vigilando desde afuera. Había varios policías custodiando el lugar.
—Se prepararon esta vez. Cualquiera diría que alguien les avisó.
—¿Quién podría haber hecho eso?
—Lo mas probable lo hayan hecho por tu haber escapado. Recuerda que conocen tu rostro, deberás ocultarte bien. No te vas a separar de mi en ningún momento. No podemos entrar por aquí.
—¿Y por dónde vamos a entrar?
—Por el sótano. La entrada queda justo detrás. No creo que hayan pensado en esa entrada. Es la única opción que tenemos. Tenemos 20 minutos para hacer todo, buscar a tu amiga y salir. Si pasa el tiempo que les dije ustedes estarán entrando — le dijo a sus hombres.
—¿20 minutos no es muy poco?— pregunté.
—Entre más rápido salgamos mejor. Si nos descubren traerán refuerzos y eso sería un problema. Te daré las órdenes en el camino. Ponte el abrigo y la mascarilla— me extendió un arma luego de haberlo hecho—. Otra cosa, por nada del mundo se te ocurra hacer una imprudencia. Sabes muy bien a lo que me refiero.
—No haré nada. ¿Tú no vas a ponerte un abrigo?
—¿Te estás preocupado por mi otra vez?
—¿Ya empezarás con tus necedades? Eres insoportable.
Caminamos hasta la entrada que nos lleva al sótano.
Shiro entró primero y me abrió la puerta. Había personal caminando por el pasillo del hospital.
—Vamos por las escaleras — solo seguí sus ordenes.
Al llegar a la puerta de las escaleras, dos guardias salieron. Me puse nerviosa por lo que me acerqué a Shiro y me agarré de su brazo.
—Me siento muy mal— comencé a toser como si estuviera enferma, fue lo único que se me ocurrió en el momento. Los dos guardias siguieron caminando y me sentí aliviada.
—Tenemos que subir al cuarto piso — subimos a las escaleras y llegamos a la puerta del cuarto piso. Al abrirla vimos mucho movimiento de guardias, está más que claro que la tienen aquí —. Agárrate de mi brazo y no digas una sola palabra.
Caminamos los dos y nos detuvieron.
—¿Tiene un familiar en este piso?— no dije una sola palabra, dejé que Shiro se encargara.
—Sí, señor oficial.
—¿Cuál es el nombre de la paciente?
—Kano, está en la habitación 210 B —respondió rápido.
El guardia miró en la libreta que tenía y nos dejó pasar.
—Deja de temblar. No va a pasar nada.
—Lo siento — puedo hacerle frente a quien sea, pero ver a un guardia me pone muy nerviosa. Me hace recordar lo que pasé cuando estuve en la cárcel.
Entramos a la habitación 210B. Había una chica acostada en la camilla dormida.
—No tenemos mucho tiempo. Quédate aquí, ya regreso.
—¿Qué vas hacer?
—Iré a buscar a tu amiga, está en la habitación del lado. Quédate aquí mientras la saco de la habitación. Hay dos guardias en la puerta y quizá dentro de la habitación haya alguien más. Si te llevo me vas a retrasar. No hagas una imprudencia y no salgas hasta que te diga.
—No me gusta la idea, Shiro. Íbamos a hacer esto juntos.
—No es el momento de desobedecer. No te atrevas a salir de aquí — sacó su arma y un silenciador que tenía en la ropa, se lo puso y se asomó en la puerta.
Este tipo está loco. Hay demasiados guardias ahí como para el ir solo. Al cabo de unos instantes, escuché un sonido en la puerta y me asomé rápidamente. Vi a Shiro apuntándole con el arma en la cabeza a mi amiga. ¿Se a vuelto loco? Saqué el arma y salí al pasillo.
—¿Te has vuelto loco?
—Cállate, y acércate.
Ella se veía nerviosa. Parece que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que la vi. Estaba mucho más delgada y se veía bastante golpeada. Se notaba lo sorprendida al verme, pero no era el momento de saludar.
Shiro caminó a una esquina y miró la hora.
—Solo nos quedan once minutos. Tenemos que llegar a las escaleras ya. Primero tenemos que llamar la atención de esos guardias. Te lo encargo, Rui.
—¿Qué se supone que haga?
—Improvisar. Demuéstrame lo que tienes — no tenía ninguna idea. Solo me arriesgué a hacer algo a la ligera. Teníamos poco tiempo para bajar.
—Camina hacia allá con ella— le pedí, y guardé el arma en el abrigo.
Di la vuelta por el lado contrario y corrí en dirección a las escaleras donde estaban los guardias.
—¡Tienen que hacer algo, hay alguien con un arma! — grité con todas mis fuerzas, señalando para el lado contrario del pasillo que venía Shiro.
—Necesito que se calme, señorita. ¿Qué fue lo que vio?
—Había un hombre con un arma en la mano — volví a señalar para el mismo lugar.
—Investiguen qué es lo que sucede. Vayan para allá — envío a dos de los que estaban en esa área, pero él se quedó conmigo.
Esperé a que se alejaran, le di una patada en sus genitales y cayó al suelo retorciéndose de dolor. Saqué el arma y le apunté. Las enfermeras gritaron y alertaron a los guardias, ellos se giraron y corrieron hacia mi dirección. Shiro corrió con mi amiga y la empujó a la puerta de las escaleras, mientras que yo apunté hacia los guardias y disparé sin pensarlo. Sentí los brazos de Shiro cuando me agarró por la cintura y me hizo entrar por la puerta de las escaleras.
—¿Pensabas quedarte ahí, estúpida? Tienes una puta suerte de que no se atreven a disparar porque estamos en un hospital, o si no estarías muerta ahora mismo. Solo a ti se te ocurre.
—No es el puto momento de discutir — le agarré el brazo para que se moviera.
Escuchamos la alarma de incendio, por alguna razón la activaron. Bajamos al primer piso y al abrir la puerta todo se veía desolado. Esto es extraño, deben estar esperándonos en alguna parte. Miramos alrededor, pero no vimos ni un alma.
—¿A dónde planeaban llevársela?— escuchamos una voz a nuestras espaldas, y al girarnos, había un hombre vestido de negro sujetando el cuello de mi amiga y apuntando un arma a nuestra dirección. No tiene pinta de ser policía.
—¿Quién eres?— preguntó Shiro.
—Eso no importa. Será mejor que se vayan antes de que lleguen más. Ella se queda aquí.
—No sé quién seas, pero ella viene con nosotros— respondí.
—No va a ninguna parte. Váyanse antes de que me arrepienta de dejarlos salir con vida.
—¿Para quién trabajas?— Shiro se fue delante de mí—. No soporto que interfieran en mis planes.
—No me importan tus planes, pero esta chica se queda conmigo. Hicieron el trabajo difícil por mi, supongo que les debo una.
Mi amiga le mordió el brazo y se soltó. En el momento que trató de agarrarla de vuelta, Shiro le disparó entre ceja y ceja. Corrí hacia ella y la saqué del lado de ese hombre.
—¡Tenemos que irnos, Shiro!— él se quedó observando al hombre en el suelo, y apuntó el arma nuevamente a su cuerpo—. ¡Ya está muerto! ¡Vámonos! — le grité buscando la forma de que reaccionara.
Dejé a mi amiga a un lado y le halé el brazo a él. Corrimos hacia la sala de emergencia y estaban esperándonos los hombres de Shiro. Tenían a la mayoría de las personas en una esquina en el suelo.
—Hicimos todo lo que nos ordenó, señor.
—Ya vámonos. La policía no tardará en bajar. Ya tuvieron que haber llamado refuerzos.
Corrimos fuera del hospital y subimos al auto. Nos fuimos del lugar, por suerte no había llegado aún la policía. Los otros hombres de Shiro nos siguieron en otro auto. Quería concentrarme en mi amiga, pero el más que me estaba preocupando era Shiro. Se veía extraño y pensativo, no sé si sea buena idea preguntarle qué le sucede.
—¿Te sientes bien? — le pregunté a mi amiga, su respuesta fue asentir con la cabeza.
Ni siquiera sé su nombre, tan pronto llegue a la casa, trataré de conseguir un lápiz y un papel. Quiero saber más sobre ella y ahora más que estará conmigo.