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Chapter 26 - 26

Desperté al escuchar la voz de Shiro hablando por teléfono. Aproveché y fui al baño para bañarme. Luego de lo que sucedió anoche, no sé cómo darle la cara. Estoy segura que empezará a burlarse tan pronto me vea, lo típico de él. Estoy perdiendo la cabeza. ¿Qué mierda he hecho? ¿Cómo es que termino en la cama con un cabrón como ese? Ahora viene la culpa, maldita sea la culpa. Ni siquiera bañándome puedo estar tranquila. Aún mi cuerpo se siente sensible. Es la primera vez que conozco esa otra faceta de Shiro. Su actitud fue diferente a otras veces, estoy segura que lo hace para confundirme y burlarse de mí, pero no me debo dejar afectar por esto, es una tontería. Lo de anoche fue un error, que por nada del mundo puede volverse a repetir. Luego de un rato en el baño entre pensamientos irracionales y estúpidos, pude salir. Fui al armario, no sabía que había traído varias mudas de ropa.

—Ponte el azul marino.

—¿Por qué tendría que ponerme ese?

—Porque te lo estoy ordenando— se acercó tanto a mí, que no podía mantener contacto visual con él.

—Estás muy cerca. ¿Puedes darme mi espacio? — puse mi mano en su pecho para que no se acercara más.

—¿Realmente quieres espacio? ¿Por qué tiemblas? ¿Estás pensando en lo de anoche?

—No estoy pensando en nada, lo de anoche no significó nada para mi.

—Parece que tu orgullo volvió a aparecer — acarició mi seno por encima de la toalla que llevaba puesta.

—Ya déjame en paz — me giré al armario para coger el traje.

¿Por qué se tiene que sentir tan diferente cuando es alguien más el que me toca? He perdido por completo la razón. No puedo permitir que logre confundirme como quiere. No puedo olvidar todo lo que me hizo pasar.

—Esta noche regresamos a Tokio.

—¿No habías dicho que sería en unos días?

—Sí, pero me surgieron unos asuntos, incluyendo el de tu amiguita y tengo que ir a resolverlos. Tengo que regresar más adelante y me vas acompañar — tocaron la puerta y Shiro fue atender.

Me fui al baño a vestirme y cuando regresé había encargado el desayuno. Al terminar de comer salimos. No sabía cuál era nuestro destino, ya que no me dijo nada. Supongo que iremos para otro de sus negocios. Shiro es alguien que siempre está ocupado, no sé cómo puede soportar tener que asistir a tantas reuniones.

Miré por la ventana y vi el letrero del parque de atracciones. Nunca había estado en uno, si que era enorme.

—¿Y esto qué es? ¿Tienes una reunión allá dentro?

—No. Quiero divertirme por hoy. ¿Cuál es el problema? ¿No me digas que le tienes miedo a las alturas?

—Claro que no— a pesar de decirle que no, la realidad es que si le tengo mucho miedo a las alturas.

Nos bajamos y caminamos hacia la entrada, mis piernas estaban flaqueando.

—Si venías para acá al menos me debiste escoger un traje adecuado. Este es muy corto.

—¿Y qué hay con eso? Es más interesante así.

—Para ti, para mí no.

—Si que haces demasiado escándalo por todo.

Caminamos a una pequeña tienda donde vendían ropa, trajes de baño, de todo y me compró un abrigo. Me hizo ponérmelo alrededor de mi cintura para cubrirme.

—¿Ya no harás tanto drama?— quería responderle, pero preferí quedarme callada.

Entre más me adentraba al parque, más nerviosa me ponía. El bullicio que había, las personas caminando cerca, la música y los gritos de las personas que estaban en la machinas me ponía peor.

—No sabía que tenías este gusto por las atracciones — comenté para distraer la mente.

—No solo por ellas.

Nos subimos a la primera y estaba intentando hacerme la fuerte. Shiro se sentó al lado mío y me estaba observando con una sonrisa de burla. En toda la travesía mantuve los ojos cerrados. Estaba muy nerviosa y ansiosa. Por suerte, todo pasó muy rápido. No fue tan malo como esperaba, pero no me gusta esa sensación de sentir que estoy cayendo. Según nos bajamos, Shiro estaba entre risas. No quería preguntarle el por qué, ya que sabía la razón.

—¿Creíste que ibas a morir? — seguía riendo descaradamente.

—Que divertido es ser el motivo de tu odiosa risa — añadí sarcásticamente.

Por todo el camino a la siguiente fue entre risas, solo él se estaba divirtiendo de esto. Subimos a varias atracciones y en todas solo fue risa de su parte. No pensé que lo vería riendo tanto por algo tan estúpido. No quería caminar más, mi salud física está de lo peor. Shiro me dijo que lo esperara mientras iba a hacer algo. Se está confiando demasiado en que no me iré, o es que está más cerca de lo que creo.

—Toma— trajo consigo dos crêpes de fresa y chocolate —. Esto es lo más que me atrae de este lugar.

—¿Es tu favorito entonces? ¿Ya habías venido varias veces aquí? — es extraño que me diga algo de él, así sea una tontería.

—Sí, así es.

—¿Qué te hizo convertirte en esto que eres ahora, Shiro? — tuve que sacarme esa pregunta de mi cabeza.

—Que pregunta tan necia. ¿Estabas pensando en mi?

—No seas idiota, solo tenía curiosidad.

Supongo que antes podía venir a menudo a lugares como este. No sé por qué tenía curiosidad de saber si siempre fue así, o si se volvió así con el pasar del tiempo. No es que me importe su vida, pero solo solté la pregunta al pensarla.

—Has estado haciendo preguntas innecesarias últimamente. Pareces que estás interesada en saber de mi.

—Olvídalo, no respondas. Tienes razón, no es mi problema. Tampoco es que me importe.

—Solo deseaba tener poder, dinero, mujeres; en fin, quería tenerlo todo. Para eso hay que hacer grandes sacrificios, ¿No? ¿Qué pensabas? No todos son malos porque quieren, pero yo escogí ser así —esa confesión me fue algo escalofriante.

—Entiendo — terminé de comer, y me levanté para caminar.

—¿No estás feliz con la respuesta?

—No es algo que me tenga que importar, ¿O si?

Caminamos los dos juntos y Shiro se detuvo en un área de juegos, yo solo lo seguí.

—Inténtalo — me dio una bola amarilla, al parecer tengo que encestarla en el canasto. Nunca he tenido puntería para eso, aún así lo intenté.

De cinco intentos solo dos logré encestar. Shiro hizo lo mismo, parece que no es tan perfecto en todo como lo pinta. Me reí al ver lo concentrado que estaba tratando de encestar la bola.

—No es lo mío. Vamos a probar nuestra puntería — nos acercamos a otro tipo de juego —. Tienes que dispararle a los animales. Veamos cuánto has aprendido, salvaje — me pasó la pistola de juguete y traté de concentrarme.

No estaban tan lejos. Solo tenía 5 intentos, y de ellos, solo logré cuatro.

—Has mejorado algo, pero todavía te falta— para Shiro no es un problema la puntería, ya está acostumbrado a eso. No falló ninguno. Quiso tratar unas veces más y falló una.

—No eres tan perfecto como pensaba. Ya era hora de que fallaras— reí burlona. No creo que esté contento que digamos. Era el momento de hacer lo mismo que él me hizo.

—¿Disfrutas burlándote? Al fin veo una sonrisa sincera en tu rostro, salvaje.

—¿Eso qué fue? — la risa se me quitó instantáneamente. Sonrió al ver que dejé de reír. ¿Así que lo hizo intencional?

—Escoge el más que te guste — se refería a los premios.

—Fuiste tú quien lo ganó, escógelo tu.

—No los dejaré ahí luego de ganarlos.

Escogí el primer peluche que había, luego seguimos caminando. Entramos al acuario y al pequeño museo. Creo que soy la única que le prestó demasiada atención a ese comentario. Shiro se veía normal como siempre, debo dejar de pensar en eso.

—¿Nos vamos? — sugirió.

Nos fuimos al auto, pero él se veía pensativo.

—¿Te divertiste?—me preguntó.

—Sí— no quise añadir más.

—Te ves extraña, pareciera que me estás evitando. ¿Estás molesta todavía?

—No me pasa nada— me encaró tan de repente que me paralicé.

—Al menos mírame cuando lo dices — posó su mano en mi mentón y me obligó a mirarlo.

Me puse nerviosa al tenerlo tan cerca. No podía mantener contacto visual con él, sentía mi corazón latiendo apresuradamente y eso me estaba haciendo sentir muy incómoda. No me gusta para nada esto que estoy sintiendo. Antes él podía hacer esas cosas y solo sentía ganas de golpearlo. ¿En qué momento cambiaron las cosas?

—No me pasa nada — lo miré fijamente para evitar su acercamiento.

—Vamos a cenar antes de irnos. El viaje será largo — retomó su postura y miró por la ventana.

Llegamos a un restaurante y no cruzamos palabra alguna. Lo noté algo distante y su actitud estaba algo rara. No busqué acabar con el silencio que se había formado entre los dos, es mejor que mantenga su distancia y yo la mía. Terminamos de comer y nos fuimos al Hotel. Shiro buscó unos documentos que había dejado.

—¿Dónde guardo la ropa?— le pregunté.

—Déjala ahí.

—¿Esta bien que la deje?

—Luego te compro otros. No es la gran cosa.

Los dejé en el armario. Al ver que Shiro caminó a la puerta lo seguí.

—Voy a la recepción, quédate aquí—   realmente no lo comprendo.

Me quedé en el cuarto sentada en el borde de la cama, pero él tardó demasiado. Si iba solamente a eso, ¿Por qué no regresa? Me asomé por la puerta y no se veía por todo el pasillo. Sería una buena oportunidad para escapar, pero ¿Qué pasará con mi amiga? Bajé a la recepción para buscarlo, pero no se veía por ninguna parte.

—Buenas noches, quisiera saber si el huésped de la habitación 403 estuvo por aquí.

—Permítame confirmarle — buscó en la computadora—. Sí, ya efectuaron el pago de la habitación.

¿Donde mierda se pudo haber metido? Miré alrededor e incluso salí del Hotel, pero no lo vi por ninguna parte. Es imposible que se haya ido dejándome aquí, ¿Cierto? ¿Por qué haría algo como eso? Me invadió algo de preocupación. Ahora que puedo aprovechar para irme, simplemente… no puedo. Esto debe ser una prueba que está haciendo, estoy segura. Miré una vez más la calle y le di la espalda. Tan cerca de la libertad y tan lejos a la vez. Subí a la habitación de vuelta y al entrar, Shiro cerró la puerta detrás de mí.

—¿Pensabas escaparte, salvaje?

—Yo… — si le digo que lo estaba buscando quizá lo malinterprete—. Lo pensé, pero no lo hice. ¿Vas a formar un berrinche?

—¿Por qué no lo hiciste?— se acercó hasta acorralarme contra la pared.

—Porque vas ayudarme con mi amiga, ¿No es suficiente razón para quedarme?

—No suenas convincente— rozó su dedo en mis labios—. ¿Qué te sucede, salvaje? ¿No puedes estar sin mi?

—Lo menos que quiero es estar contigo. Si tuviera la oportunidad de largarme, lo haría.

—Pues lárgate ahora — caminó a la puerta y la abrió de par en par.

—¿A qué viene eso? ¿Te estás arrepintiendo de ayudarme? Hicimos un trato.

—Todo tiene un precio. Te estoy dando a escoger entre tu libertad y tú amiga. ¿Qué vas a elegir? Esta oportunidad no la tendrás en otra ocasión, Rui.

—No te creo una sola palabra. ¿Por que me dejarías ir luego de todo lo que has hecho? Si cruzo esa puerta, estoy segura que me matarás.

—Es algo que tendrás que arriesgarte a descubrir por tu cuenta— sonrió malicioso.

Más que nada quiero ser libre, pero… ¿Por qué siempre tiene que haber un maldito pero…? No puedo dejarme cegar por mis deseos de salir de aquí. Jamás había pensado en alguien más. Dejar la única oportunidad que tengo de ayudarla, me hará arrepentirme luego. Oportunidad de escapar podría tener más adelante, además no es garantía de que ahora esté hablando en serio. No le creo una sola palabra. Caminé a la puerta y la cerré de un tirón.

—¿Eso es todo lo que tienes, Shiro? No me voy a ir. Si lo que querías era deshacerte del trato que hicimos, lamento informarte que no vas a poder librarte de mí ahora.

—Haré de cuenta que te creo, por ahora. De igual forma no iba a permitirlo —dijo entre dientes, mientras abría la puerta.

—Eres malo mintiendo.

—Tu no te quedas atrás. ¿Nos vamos?

—Sí — asentí con mi cabeza, y lo seguí.