Salí en puntillas del baño en toalla y vi a Shiro sentado en la silla, estaba ido en pensamientos. Es extraño verlo así. No quise decirle nada, solo caminé de la misma forma hasta la cama.
—Haces demasiado ruido, hasta en eso eres mala. Ahí tienes el traje que te vas a poner.
Cogí al traje dispuesta a cambiarme en el baño, pero Shiro me detuvo.
—Cámbiate ahí.
—Me tienes cansada con esto, Shiro. ¿Vas a seguir con lo mismo? Dijiste que te daba asco, que no tenías interés de verme desnuda y ahora me quieres obligar a desnudarme frente a ti.
—¿No sabes seguir una puta orden sin protestar? No cuestiones y haz lo que te digo.
Me giré de espaldas a él y me cambié. No quería ver su asquerosa mirada encima de mí.
—¿Estás satisfecho ahora?
—No, no lo estoy, pero ya luego hablamos sobre eso — se metió al baño y no dijo nada más.
La puerta estaba sin seguro, si quisiera podría irme, pero estoy segura de que esta poniéndome a prueba. En todo lo que hace siempre hay un motivo detrás. No voy a cometer el mismo error una vez más. No puedo huir ahora. ¿A dónde podría ir de igual manera? Según salió, terminó de vestirse y nos fuimos.
—¿Tienes hambre?
—Algo.
—¿Qué apeteces?— ¿Y a este qué mosca le picó? Él no es de preguntar esas cosas.
—Lo que sea. Por cierto, ¿Te sientes bien?
—¿Por qué? — respondió rápidamente.
—Por nada.
Nos detuvimos en un lugar a comer, pero a mitad de la comida me estaba sintiendo con náuseas.
—Vengo enseguida— me levanté de la mesa, tapé mi boca y caminé rápido al baño.
Hace tiempo no comía de esta manera y cada vez que como algo, me siento así. Llegué al baño y me metí en el primero que encontré, no me dio tiempo a cerrar la puerta, sentía las náuseas tan fuerte que tuve que acercarme. Sentí unas manos que me sujetaron el cabello a mi espalda, y miré de reojo, cuando vi a Shiro.
—¿Qué haces aquí, imbécil? Este lugar solo pueden entrar mujeres. ¿Te consideras una?
—Cállate, y solo termina.
—No puedo contigo ahí. ¿No puedo tener privacidad ni para esto?
—Sería un problema si te ensucias la ropa; además no me confío, quizás es una excusa para escaparte.
—Si hubiera querido escapar lo hubiera hecho ya.
No podía vomitar viéndolo ahí y mucho menos sintiendo sus manos sujetando mi cabello. Las náuseas se fueron aliviando. Sería una vergüenza tener que vomitar frente a él.
—¿Mejor?— preguntó.
Entraron unas chicas al baño y se nos quedaron mirando. Shiro las miró mal y siguieron en lo suyo. Deben estar pensando algo extraño.
—Sí, estoy mejor. ¿Nos vamos? — me limpié con una servilleta y lavé mis manos.
Shiro no se fue en ningún momento y era desesperante tenerlo como un rabo detrás. Nos fuimos del restaurante y llegamos a la reunión que tendría Shiro.
—Debes estar alerta de todo y no cabe mencionar que debes actuar como mi prometida. Es parte de tu entrenamiento, al igual que socializar con los invitados.
—Esta bien.
—Si te sientes mal avísame y nos vamos al Hotel.
—¿Por qué tanta preocupación?
—Porque si vomitas frente a todo el mundo, sería una maldita vergüenza y mi reputación caería por el suelo.
—No te preocupes, no dejaré que tu reputación se venga abajo por algo así — desvíe la mirada, intenté que no se diera cuenta de lo molesta que me sentía. Todo lo que dice me irrita, pero no puedo demostrarle eso.
Caminamos de la mano como si fuéramos "la pareja perfecta". Varias personas insignificantes se acercaron a Shiro y me presentó. ¿Por qué les llamo insignificantes? Porque para Shiro las únicas personas importantes son las que le brindan algún tipo de apoyo. Sin darme cuenta, ya estoy pensando como él. Es muy reconocido en todas partes, me he preguntado si todos saben la clase de hombre que es. Nos acercamos a una mesa y Shiro me ayudó a sentar.
—En cualquier momento llegaran nuestros invitados. Llegamos un poco antes, así que puedes quedarte tranquila por unos momentos.
—¿Y quién te dijo que estoy intranquila?
—Tus manos han estado temblando desde que entramos. ¿No te habías dado cuenta? — Claro, de la rabia. Eso pensé, pero no podría decirle eso o se burlaría más de mí.
—No voy a estropear tu reunión, si es lo que tanto te preocupa — desvíe mi mirada y sentí la mano de Shiro en mi pierna. Lo miré de vuelta y arqueó una ceja.
—Ya tengo la forma de que me mires cuando buscas ignorarme — sonreí inocentemente por su comentario.
—Ya tengo la forma de hacerte sentir mal cuando buscas molestarme, creo que lo haré más seguido.
—Luego atente a las consecuencias, salvaje — sonrió maliciosamente.
Hice de cuenta como si no hubiera dicho nada interesante. Volví a desviar la mirada e ignore por completo su existencia. Luego de un tiempo esperando, se acercaron a la mesa cuatro hombres, dos de ellos saludaron a Shiro y se sentaron con nosotros, los otros dos se quedaron cerca de la mesa, parecían ser los guardaespaldas.
—Esta noche vengo en compañía de alguien especial. Les presento a Rui, mi prometida. Él es Hajime y Haku, son hermanos y socios de confianza — aún diciendo eso, en su expresión no se ve realmente que sean de confianza. Él mismo dijo que no confía en nadie. Vaya forma de hacerles creer eso. Saludé a ambos y sonreí.
—Lo tenías bien guardado, Shiro.
—Es algo de no gritar a los cuatro vientos, la envidia tiene un sueño liviano — veo que los comentarios no solo los hace conmigo.
—Somos socios de mucho tiempo, podrías habernos dicho. Sabemos que eres reservado, pero para nosotros es importante saber lo que te pasa, hombre.
—No creo que sea algo que deba hablar con ustedes.
Al Shiro no responder las preguntas, ambos se fijaron en mí y me comenzaron a preguntar cosas.
—¿Y dónde se conocieron? — no sabía qué responder, me puse algo nerviosa ya que no había pensado que me harían preguntas.
—¿Por qué tanto interés? ¿Te gusta mi mujer, o qué?— respondió Shiro molesto.
—No tienes que ser tan gruñón, Shiro. No te la vamos a quitar. Solo estamos tratando de conocerla.
—Hablemos de negocios que para eso vine.
Con la actitud que asumió pueden pensar que algo está ocurriendo entre los dos.
—Bueno. Empecemos con la mercancía. Nos sugirieron un buen negocio. Desde ahora estamos enviándola toda a Hong Kong— le informó a Shiro.
—¿Estás enviando todo a Hong Kong? ¿Desde cuándo cambiaste las rutas?
—Hace unos días enviamos una pequeña cantidad y no tuvimos problemas. Llegó todo en orden y la vigilancia es cada vez mas pobre.
—¿Por qué cambiaste de ruta y no me informaste?
—Es algo que nos beneficia a todos. No creí que fuera importante decirte cada detalle.
—Si hubieran interceptado esa mercancía, mi cabeza también estaría envuelta. ¿Aún así crees que no era importante decirme, cabrón? Tienes prohibido hacer nada a mis espaldas. No aceptes negocios de nadie, eres demasiado confiado y eso me puede ocasionar problemas. No te olvides que parte del dinero que se envía, quien pone demás soy yo. No te olvides para quien trabajas.
—No pensé que te molestaría, creí que con darte resultados hubiera sido suficiente.
—No creas mucho —el ambiente se volvió bastante hostil en un instante.
—No lo volveremos a hacer. De ahora en adelante estaremos consultando todo.
—¿Quién les ofreció ese negocio?
—No podemos darte el nombre de nuestros clientes, más que nadie lo sabes.
—¿Prefieres morirte entonces? Cualquiera que quiera ser parte de mi equipo, debe ser de confianza. No le voy a dar parte de lo mío a cualquiera. Tal parece que a pesar de los años que llevas trabajando para mí, no has aprendido una regla tan simple. ¿Qué debería hacer contigo?
—No tienes que ponerte así, Shiro. Más que nadie sabes que hasta ahora no te hemos fallado. No creo que debas ponerte así de molesto sabiendo que debemos tener discreción con nuestros clientes — vi que Shiro metió su mano por dentro de su gabán. Se veía muy molesto. Me quedé fría, estoy segura que tiene su arma en la mano, aunque no la haya sacado.
—Es la primera y última advertencia, Hajime. Espero no vuelvas a poner en riesgo el negocio que llevo por años. Esa ruta queda descartada.
—Esta bien, Shiro. Como ordenes— Shiro sacó su mano y la puso sobre la mesa.
—No pensé que estaríamos hablando de esto frente a ella. Disculpa si te asustamos, querida — comentó Haku.
—Ella es de confianza, es mi mujer después de todo. Por algo la traje, ¿No crees?
Haku sirvió vino en las copas que había encima de la mesa y me ofreció la copa, pero Shiro se la arrebató de las manos.
—No aprendes, ¿Cierto? — la puso encima de la mesa. No entiendo su actitud. Se está desquitando conmigo por sus problemas.
La conversación en la mesa no fue para nada agradable luego de ese suceso. Ya me quería ir.
Al cabo del rato Shiro se levantó de la mesa y se despidió de ellos. Se dieron un apretón de manos y me despedí también. No se dirigieron ninguna palabra. Me agarró la mano y caminamos a la salida. Al subirme al auto me dedicó una mirada extraña.
—¿Qué hice mal ahora?
—Solamente a ti se te ocurre haber estado con malestar y tratar de tomar alcohol.
—No quería ser descortés.
—¿Y de cuándo acá te importa eso? No te quiero tomando, esos lugares no son seguros para aceptar copas de nadie.
—Esta bien, no lo volveré hacer. ¿Qué harás con ellos?
—Sacarlos del medio. Alguien que arriesga mi negocio sin sentir ni una gota de arrepentimiento, no está calificado para manejarlo.
—Creí que harías una tontería ahí.
—Si no hubieras estado ahí, lo habría hecho.
—¿Estás diciendo que fui yo la razón por la que no hiciste nada? ¿Qué tengo yo que ver?
—Que no habrían dudado en matarte. ¿Eso querías?
—Me hace sentir incómoda que te hayas contenido por mi. No sé por qué te preocupa que me vaya a pasar algo, si eres tú quien me ha arriesgado más.
—Si te pasa algo mis planes se vienen abajo. ¿No es suficiente razón? — me miró fijamente.
—¿Estás seguro que es por los planes?
—No estoy seguro.
—¿A qué te refieres?
—Nada. Ya vamos a llegar al Hotel, no hagas más preguntas innecesarias.
Me quedé mirando por la ventana. No entendía el por qué dijo eso.
—Dijiste que no hiciera otra pregunta, pero tengo una curiosidad.
—¿Sobre qué?
—Dime la verdad, ¿Qué es lo que quieres de mí? Siempre respondes lo mismo, pero no te creo. Tiene que haber algo importante detrás. Eres alguien de hacer todo por un propósito, mayormente para tu beneficio. Yo no puedo ofrecerte eso que buscas. ¿No crees que pierdes demasiado tiempo conmigo?
—¿Estás intentando persuadirme para que te deje libre?— rio.
—Estás evadiendo la pregunta, Shiro. ¿Qué te cuesta responder con la verdad? ¿Qué te traes conmigo? ¿Qué te puedo ofrecer yo, que tú no puedas conseguir de otra forma?
—Dolores de cabeza es lo más que ofreces. Me pregunto, ¿Por qué tanta curiosidad en eso ahora? ¿Qué esperas que te responda?
—Solo la verdad.
—Ya te he respondido muchas veces, pero no crees, ¿De qué vale que lo repita?
—Maldita sea tu orgullo, Shiro. No soporto que seas así.
—¿Qué quieres escuchar, Rui?
—Es la primera vez que me llamas por mi nombre y no por el sobrenombre que me tienes. ¿A qué debo el honor?
—Esta conversación se está saliendo del tema principal.
—Ya olvídalo. Es imposible lidiar contigo. Si no eres honesto conmigo, no creo poder servirte de mucho— me bajé del auto y caminé dentro del Hotel.
Me quedé frente al ascensor esperándolo, quería aunque fuera unos minutos estar sola. No puedo entender nada, si fuera más directo y me dijera qué es lo que quiere conmigo de una puta vez, podría sentirme tranquila. Ese cuento no se lo cree ni él mismo. Tantas malditas personas que puede utilizar, dinero, tiene todo y se empeña en joderme la vida a mi.
Subimos en el ascensor juntos, no le dirigí la palabra y él tampoco se veía con ganas de hacerlo. Según llegamos al cuarto cerró la puerta y me haló hacía él.
—¿Tienes siempre que hacer lo mismo? — gruñí molesta.
—Todavía tenemos algo que pendiente.
—¿De qué hablas, animal?
Estampó sus labios a los míos antes de que pudiera terminar de decirlo, y lo empujé con todas mis fuerzas.
—¿No te cansas de jugar conmigo, estúpido?
—Tranquila, hoy planeo terminar lo que empecé — sonrió maliciosamente antes de empujarme contra la pared y continuar besándome.
—Déjame. ¿No te cansas?
—¿Cómo podría cansarme? — bajó sus labios a mi cuello y besó cada parte de el. Intentaba empujarlo, pero no se detenía.
Metió sus manos por debajo del traje, y sentí cuando fue bajando mi ropa interior, por lo que sujeté sus manos para evitarlo.
—¡Ya fue suficiente, Shiro!
—¿Vas a continuar fingiendo que no te mueres por esto? No voy a escuchar más tus necedades, tampoco voy a detenerme, no importa lo que digas o hagas. ¿No querías que te dijera para qué me sirves? Entonces voy a demostrártelo — bajó de un tirón mi ropa interior.
—Eres un maldito egoísta y repugnante. Solo tú disfrutas de esto.
—No te preocupes, tú también vas a disfrutarlo. Quédate quieta y es una orden — se arrodilló delante de mí y levantó mi pierna recostándola sobre su hombro.
No sabía lo que iba hacer, hasta que acercó su boca a mi vagina. Dejé escapar un gemido involuntario y tapé mi boca de la vergüenza. Nunca había sentido esta sensación antes. ¿Por qué de todos los hombres, tiene que ser con este desgraciado que experimente esto?
Sus masajes circulares con la lengua me estaban haciendo sentir caliente. No podía hablar, si me quitaba la mano de la boca no iba a poder evitar los gemidos. Shiro se detuvo y pude calmarme un poco, no quería demostrarle cómo me estaba sintiendo.
—Hablemos de orgullo, salvaje. ¿Por qué no quitas la mano de tu boca? ¿No quieres que te escuche? Veamos cuánto dura esa mano ahí— me miró fijamente y se llevó un dedo a la boca para lamerlo. ¿Qué hay con esa cara de pervertido?
Sentí su dedo cuando entró en mí y acercó su boca para seguir lamiendo mi vagina. Por más que luché con mi voz, aún tapando mi boca era imposible contener mis jadeos. No puedo dejar que se salga con la suya, pero no podía evitar que mi cuerpo reaccionara a lo que estaba ocurriendo. No quería perderme por él, no debía hacerlo, pero entre más me lo repito a mí misma, mi cuerpo se convierte en mi peor enemigo.
Puso un segundo dedo en mi interior y el autocontrol lo acabé de perder. Quité mis manos para ponerla en su cabeza, tratando de evitar lo inevitable. Ya estaba a mi límite, la cordura ya estaba a punto de perderla. Sabía que en cualquier instante acabaría de llegar al clímax, y peor aún, con la persona que más detesto.
Shiro continuó moviéndo sus dedos y me miró fijamente. Cerré mis ojos de la vergüenza, su mirada en ese momento culminó con todo lo que estuve tratando de luchar. Un hormigueo y escalofrío recorrió por todo mi cuerpo. Un líquido emergió de mi parte baja, fue como si hubiera ido al baño, pero sé que no fue así. Nunca había descubierto esa parte de mi.
—¿Qué tenemos aquí? ¿A dónde se fue tu orgullo?
—¡Cállate! — bajé mi pierna al suelo y quise caminar al baño, pero Shiro me agarró el brazo.
—¿Para dónde vas? Aún no he terminado contigo, apenas estamos comenzando — me empujó a la cama y se subió sobre mí —. ¿No te dije que iba a terminar lo que empecé?
—¿Qué más quieres, Shiro?— mi pregunta lo llevó a acercarse a mi oreja.
—Que te corras mucho más — lamió la parte del tatuaje. Solamente con eso mi cuerpo estaba temblando—. Tomé una buena decisión en ponerlo ahí.
—Muérete, Shiro.
—Sería un desperdicio si me muero ahora, ¿No crees?— mordió mi oreja, y dejé escapar un pequeño gemido.
Escuché el cierre de su pantalón y lo miré sorprendida. ¿Así que sí planea continuar? Mi cuerpo se sentía muy sensible.
—¿No piensas usar protección? — le pregunté.
—Ya la tengo— sacó el arma de su pantalón y la puso sobre la cama.
—No te hagas el maldito gracioso ahora. Hablo en serio.
—¿No crees que es muy tarde para pensar en eso? — me penetró y fue como una corriente dentro de mi. No pude evitar gemir, y me aferré a su traje.
Ver a Shiro mirando cada expresión que hacía era vergonzoso. En cada movimiento que hacía, dentro de mí sentía esa sensación de hormigueo otra vez.
—No te muevas más — me aferré a sus hombros con la esperanza de que se detuviera, pero no lo hizo.
—Acéptalo de una vez. Aguantar no te servirá de nada — se movió más rápido y profundo, que no encontraba cómo evitarlo.
Llegué al clímax por segunda vez, y todo mi cuerpo estaba temblando y mis gemidos eran incontrolables. El hormigueo seguía ahí constantemente.
—Esas expresiones no las hiciste con Shu. No recuerdo que te hayas corrido con él, como lo has hecho conmigo. ¿Ahora entiendes la diferencia? — Shiro sonrió.
—¿Es eso lo que quieres demostrar?
—No es eso solamente, quiero que entiendas de una puta vez de quién mierdas eres. ¿Por qué no me lo dices?
—Jamás diría eso.
—Seguiré cogiéndote como quiera. Entre más tardes en decirlo, más veces te haré correr — me besó sin aviso, no se porqué solo con eso, sentí una corriente y presión dentro de mi.
Me besaba lentamente y sentir su lengua jugando con la mía hacía que el maldito hormigueo continuara. Sentí cuando bajó el cierre del traje hasta mi ombligo, y levantó mi sostén dejando mis senos al descubierto. Besó mi cuello bajando y lamiendo todo a su paso, hasta llegar a mis senos. No podía mirar lo que estaba haciendo, porque el hormigueo estaba ahí. Al sentir sus labios y su lengua en mis senos, no pude aguantar más. Traté lo más que pude, pero ya mi cuerpo estaba tan sensible, que no puede aguantar mucho.
—Continúa así y tendrás una buena recompensa, salvaje.
—Eres lo peor, Shiro.
—Y aún no me conoces bien — me besó apasionadamente—. Te falta mucho por descubrir todavía.
—¿Por qué me haces esto, Shiro? ¿Por qué? — puse mis brazos alrededor de su cuello.
—¿No te ha quedado claro?
—No entiendo nada de ti.
—¿Y para qué quieres entenderme?
—No sé, solo quiero hacerlo.
—¿Es eso una confesión, salvaje?
—¡Claro que no, idiota!
—Lo tomaré como una. Córrete una vez más.
—No puedo, Shiro.
—¿Estás subestimándome?
—Detente ya.
—Te di la orden de correrte, ¿No piensas hacerme caso?
—¡No!
—Bien, te voy a llenar de mi entonces — sonrió maliciosamente.
—Vete a la mierda, Shiro.
—¿Te he dicho cuánto me gusta cuando me hablas así?— si no se detiene no podré aguantar más—. Di mi nombre, acepta que este cuerpo solamente me desea a mi. De nada vale que lo niegues ahora, ya que ha sido más honesto que tú.
—Tu maldita arrogancia, me molesta.
—Y a mi tu orgullo. Por eso no haré caso a nada de lo que digas. Le daré a tu cuerpo lo que quiere, ya que tú no te atreves a pedirlo.
—Detente, idiota — ejerció presión en mis caderas a la cama obligándome a recibirlo —. ¡Shiro, detente!— no podía más, su brusquedad me encendió de tal manera, que no podía pensar en nada.
Me besó en ese preciso instante que mi vientre volvió a contraerse. Escuché un gemido de parte de Shiro, de alguna forma, por un mínimo segundo, lo considere tierno. ¿Qué mierda estoy diciendo? Sacudí mi cabeza ante ese pensamiento completamente irracional.
—No te muevas— pidió.
—Ahora qué quieres, ¿Todavía no has acabado?
—¿Ya quieres más?
—Quiero ir al baño.
—Te quedarás aquí — se recostó al lado mío y puso su mano alrededor de mi barriga acercándome a él. ¿Y a este qué mierda le pasa?
—¿Qué vas a hacer? — le pregunté.
—Ya duérmete, no protestes tanto.
—¿Por qué haces eso?
—Porque se me da la gana. Ya cállate, tonta — desvío la mirada y me hizo dar la espalda.
Sentí su mano en mi cintura. No sé si fue mi imaginación, pero por un momento me pareció que estaba avergonzado.