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Chapter 24 - 24

Al salir del baño, Shiro no estaba en el cuarto. Que buena suerte tengo. La cama será para mí sola. Tuve que caminar con cuidado, ya que habían vidrios en el suelo de la copa que tiró. No sé si lo hizo por rabia, o por desquite, pero es un peligro que los deje ahí. Me acosté en la cama, pero no podía dejar de pensar en Shu. Confíe en él e hizo todas esas cosas. Mi cuerpo se sentía extraño, será mejor que no piense en eso ahora.

Al día siguiente desperté sola en la habitación, no había rastro de Shiro por ninguna parte. El día comenzó de maravilla, no haber tenido que ver su cara al despertar fue muy relajante. En cualquier momento vendrá, será mejor que me bañe para cuando eso suceda.

Me metí al baño, no llevaba ni dos minutos cuando escuché la puerta de la habitación. La brusquedad con la que la abrieron fue bastante. ¿Qué mierda le sucede a ese imbécil? Terminé de bañarme y salí, vi a Shiro sentado en la cama.

—¿No te enseñaron a abrir la puerta de una forma decente?

—Vístete —puso encima de la cama el traje que él había escogido para ponerme.

—Debiste recoger los vidrios anoche, ¿Nos ves que es un peligro, idiota?—cogí el traje y me fui al baño para cambiarme.

¿Si es entrenamiento por qué mierda me da un traje? No cuestioné nada, solo terminé y salimos de la habitación.

—Desayuna, te espero afuera — se fue sin decir más. Eso es inusual.

Me senté en la mesa y desayuné, ya todo estaba preparado. Al terminar caminé hacia donde siempre han sido los entrenamientos, fue cuando vi a Shiro y Shu fumando mientras hablaban. ¿De qué se trata esto?

—¿Cómo estás, Rui? —preguntó Shu.

—No me hables, Shu—aún estoy algo molesta por su engaño, no tenía ganas de hablar con él.

—Lo siento —bajó la cabeza.

—Vamos al auto —ordenó Shiro.

—¿No íbamos a entrenar?—pregunté.

—¿Y quién te dijo que iba a ser aquí? Muévete —caminé detrás de Shiro y abrió la puerta para que entráramos. Que Shu venga con nosotros es extraño. ¿Qué estará planeando Shiro?

Llegamos a la pista del aeropuerto y había un Jet bastante grande esperando, todo el camino fue en silencio. No quise preguntar la razón por la que estábamos aquí, Shiro tampoco se veía con ganas de responder. Nos bajamos del auto y caminé al lado de Shiro en todo momento. Shu estaba detrás nuestro, siguiéndonos a paso lento.

—Suban —ordenó Shiro.

—¿No vienes?—le pregunté.

—¿Tienes interés de que vaya?

—No, no me interesa, pero si no subes es por algo. ¿Qué estás planeando, idiota?

—¿Qué te cuesta subirte sin protestar?

—No subiré si no vienes—no me gusta para nada la idea.

—Pídelo de una buena forma, y quizá lo considere, salvaje.

—Sube con nosotros, Shiro — le pedí, claramente para salir del paso.

—Sonó muy falso, pero de igual forma ya planeaba ir con ustedes. Que obediente te has vuelto, salvaje— sonrió y subió. ¿Me estaba tomando el pelo? ¡Es un completo imbécil!

—Lo que te dije fue en serio. No quiero que entres en esto con Shiro, ni menos en el negocio— agregó Shu.

—¿Tienes una opción que me convenga, o me saque de aquí?

—Ahora mismo no.

—Entonces no me des consejos cuando sabes que no tengo opciones. Ahora estar al lado de Shiro es la única opción que me queda, no es algo que me agrade, pero no tengo de otra.

—¿Te gusta Shiro?

—¿Otra vez esa maldita pregunta? Jamás podría gustarme alguien como él. Tu maldita pregunta es irritante, ya me voy — di la espalda para subir al Jet, pero Shu me agarró el brazo.

—Solo digo lo que se ve. Me dolería si fuera cierto. No vas a verme por un tiempo, pero regresaré por ti.

—¿Eso qué significa?

—Quiero disculparme por lo de anoche, te juro que no quería dejar que Shiro se saliera con la suya, pero no pude evitarlo.

—Ya no quiero hablar de eso — subí al Jet y busqué a Shiro, quien estaba sentado mirando por la ventana, supongo que nos vio hablando—. ¿Me dirás ahora qué estás tramando? — le pregunté, pero sacó un cigarrillo y un encendedor.

—¿De cuándo acá tengo que darte explicaciones de las cosas que hago?

—No sabía que aparte de idiota, también eras fumador.

—No puedo ser más perfecto.

—Ya veo lo mucho que valoras tu vida, mejor para mí. Deberías fumar más seguido, a ver si te mueres pronto.

—Jamás nadie se había preocupado tanto por mi. ¿No estás mostrando demasiado interés? Parece que estás de buen humor hoy. ¿Por qué te acercas a mi y no te sientas con Shu, no se supone que ahora sean más cercanos?

—Lo que hiciste anoche no te lo voy a perdonar nunca, Shiro.

—No te estoy pidiendo disculpas por eso, ¿O si?

—Solamente un enfermo como tú podría disfrutar de algo como eso. Eres un ser despreciable y asqueroso. La respuesta a tu estúpida pregunta será muy clara; en primer lugar, no te llenes la boca diciendo tonterías. Si me acerqué a ti es porque quería saber sobre lo que estás tramando, ya que estoy envuelta en ello, pero si no puedes responder una simple pregunta, pues no lo hagas. Vete a la mierda.

—Luego vamos a dejar claro eso, ahora será mejor que te mantengas tranquila y no me des dolores de cabeza— ignoré por completo lo que dijo.

Caminé lejos de los dos. Me senté en la silla cerca de la ventana. No sé cuánto tiempo transcurrió, pero puedo decir que fue bastante. No quise dormir, tenía que estar alerta a cualquier cosa. Al aterrizar el avión Shiro se acercó.

—No dormiste en todo el viaje. ¿Estabas preocupada por algo?— sonrió con malicia, mientras me agarraba el brazo ayudándome a levantar.

—No es tu problema —me solté de su agarre.

Vi el letrero al bajarnos de Beijing Capital (Aeropuerto Internacional de China). ¿Para qué quiso venir aquí? No hice ninguna pregunta, se supone que ya mismo nos enteremos. Había un auto esperándonos, así que nos subimos todos. Al llegar a nuestro destino me di cuenta de que nos detuvimos frente a una empresa. Shiro se bajó primero y lo seguí.

—Vengo a ver al Sr. Jang Park— le dijo Shiro a la recepcionista.

—Lo está esperando en su oficina. Venga por aquí, por favor — respondió amablemente.

Shiro me agarró por la cintura haciéndome caminar a su paso. Quería empujarlo, pero si lo hace de esta forma, lo más probable es que sea por algo. Llegamos a la puerta de la oficina donde la recepcionista nos llevó y escuché carraspear a Shu. Creo que saber la razón, pero no puedo hacer un drama en este lugar.

Entramos a la oficina, era sumamente elegante, jamás había visto un lugar igual. Había un señor sentado en una silla, que tan pronto vio a Shiro se levantó.

—Cuanto tiempo sin vernos, Shiro— su acento era extraño.

Shiro me soltó y caminó hacia él para saludarlo.

—Aquí me tienes. Hace tiempo no hacemos buenos negocios — se dieron un apretón de manos—. Aquí traje mi mano derecha, y a mi prometida —hasta náuseas sentí del asombro.

Vi a Shu haciendo reverencia e hice rápidamente lo mismo.

—Bienvenidos, es un gusto conocerlos. Espero se sientan cómodos. Pueden tomar asiento.

—Quiero que vayamos directo a lo que vinimos, tío — ¿Tío?

—¿Por qué tienes tanta prisa? Hace mucho no nos vemos.

—Tengo otros negocios que cerrar antes de irme a Tokio.

—¿Te vas a quedar unos días?

—Sí.

—Entiendo —el señor se me quedó mirando, y sonrió—. ¿Es de confianza tu empleado?— preguntó volviendo a mirar a Shiro.

—En este negocio no se puede confiar en nadie, tío. A trabajado varios años conmigo y no me ha fallado hasta ahora, pero de cualquier malla sale un ratón, ¿No crees?

—Mas que nadie sabes que no soporto las traiciones, Shiro. Si no fueras mi sobrino no aceptaría a un empleado más. Espero sea realmente lo que busco.

—Si hace algo indebido tienes el permiso de hacer lo que te dé la gana con él. Ya no estará bajo mi mando, ahora trabajará para ti. Es el indicado. Es uno de mis mejores pilotos, confiable y también te puede servir de guardaespaldas.

—Espero que así sea — el hombre sacó un maletín y lo puso sobre la mesa —. Puedes asegurarte de que este todo— abrió el maletín y había bastante dinero. Jamás había visto tanto dinero junto.

—No hace falta, no creo que seas idiota como para cometer un error de cálculo.

—Me conoces bien—ambos sonrieron, pero no sé por qué sentía el ambiente algo tenso.

Shiro cerró el maletín y lo sujetó.

—Espero hacer negocios contigo más adelante.

Shu caminó hacia el tío de Shiro y se paró al lado de él. No podía decir nada. ¿Así que a esto se refería con que no lo vería? Todo por el maldito de Shiro. No se ve que estuviera triste o preocupado.

—Espero verte más a menudo, Shiro.

—Trataré de venir más seguido — Shiro fijó su mirada en Shu —. Haz bien tu trabajo, no quiero quejas de ti. No me decepciones.

—Jamás lo haría, Sr. Shiro — respondió  Shu.

Shiro se despidió de su tío y yo hice lo mismo, pero de lejos. Le dediqué una última mirada a Shu, pero él solo bajó la cabeza. Solo espero que las cosas le salgan bien. Salí de la oficina con Shiro, no quise preguntarle nada de mis preocupaciones, pues sé que de igual manera no responderá.

—¿Vas a echarlo de menos?

—¿Vas a empezar tú también con lo mismo? ¿Acaso estás celoso?

—¿Y eso con qué se come?

—Pues no preguntes estupideces, solo te hace ver como si lo estuvieras.

—¿Prefieres que lo esté?

—¿Anoche no demostraste que lo estabas? ¿Qué te sucede, ya no me ves como tú enemiga?

—¿Y qué pasaría si fuera así?

—¿Eh?

—No eres mi enemiga, solo eres una indefensa herramienta que tengo en mis manos, ¿Lo olvidas?— arqueó una ceja.

—Si solo soy una herramienta entonces, ¿Por qué te importa tanto lo que sienta por Shu? ¿No crees que deberías disimular un poco la actitud estúpida que asumes cada vez que preguntas por él? No creo que te deba importar que una simple herramienta como yo le guste alguien, ¿O si?

—Como herramienta me sirves solamente a mi, no tienes derecho de pensar en nada más que no sea yo. ¿No estoy siendo claro? Tú propósito en esta vida es cumplirme en todo lo que te ordene, nada más y nada menos, así que no confundas las cosas. ¿Te quedó claro, niña?

—Lo que digas — no quise comentar nada más. Su orgullo lo hace ver tan patético.

—Buena chica, nos estamos entendiendo.

—Aléjate de mí para que pueda creer todo eso que dices— vi que iba a decir algo, pero terminó en no decir nada.

Se alejó de mí y miró por la ventana.

—¿A dónde vamos?

—Al Hotel donde nos vamos a quedar. Estaremos aquí por unos días. Vas a ir conmigo esta noche a un encuentro que tengo.

—¿Puedo hacerte una pregunta personal?

—Ya decido yo si la respondo.

—No tienes una buena relación con tu tío, ¿cierto?

—Oh, muy observadora mi salvaje. Efectivamente, esa persona no es mi tío de sangre. No es alguien confiable, así que si lo vuelves a ver no te confíes demasiado. Es nuestro enemigo, lo tengo entre ceja y ceja.

—Naciste aquí, ¿Verdad?

—¿Por qué tanto interés, salvaje?

—Olvídalo, no debí preguntar algo tan estúpido e innecesario como eso.

—Sí, es donde nací — no añadió más, solo se vio en la obligación de responder.

Llegamos al Hotel donde nos estaremos quedando. Shiro se encargó de la reservación y yo me quedé cerca observando el lugar. Según término subimos a la habitación, era un lugar muy elegante y amplió. Escuché su teléfono y se sentó en la silla para responder, mientras que yo me acerqué a la terraza que había. Se podían ver muchos edificios y estaba anocheciendo, era una vista muy relajante. Si fuera por mi, me quedaría aquí observándola por más tiempo.

—Ven aquí— me llamó y me acerqué a él.

—¿Qué sucede?— me haló el brazo haciéndome quedar sentada en su falda —. ¿Qué crees que haces?

—Quédate quieta y escucha. Me acaban de llamar para darme la información de tu amiguita. ¿Aún quieres que la saque?

—¿Realmente vas hacerlo, o me estás tomando el pelo?

—Cumpliste con tu parte, me toca cumplir con la mía.

—¿Qué vas a hacer?

—Sus cargos son algo complicados, es imposible que la saquemos de ahí legalmente. ¿Entiendes a lo que me refiero?

—¿Qué cargos tiene?

—Mató a su madrastra y huyó de la escena.

—No se ve que fuera una persona así.

—Tú tampoco te ves así y has matado a varios. Las apariencias engañan, linda. Tengo un aliado dentro de ese lugar, la única forma será hacer lo mismo que hice contigo. Que la lleven a un hospital y de ahí sacarla, pero para eso tendremos que ir los dos.

—¿No tienes personas que lo hagan?

—Sí, pero quiero que te sirva de entrenamiento. Van a pasar peores cosas y te necesito fuerte para lo que se aproxima. ¿Quieres unir fuerzas conmigo?

—Quiero que la saquemos de ahí lo más pronto posible.

—Cuando regresemos a Tokio haremos la vuelta. ¿No vas a agradecerme?

—Hasta que no la saquemos, no haré nada de eso —me levanté de encima de él.

—Y luego hablas de orgullo, niña.

—Voy a bañarme.

—Hay un sauna en el primer piso y se permiten hombres y mujeres. ¿Te gustaría probarlo conmigo luego?

—Iré luego, pero no contigo.

—Lamento decirte que no puedo dejarte ir sola. No se te olvide que tengo que vigilarte— se levantó de la silla y caminó hacia mí.

—¿Por qué tanto interés en ir conmigo?

—Porque se me antoja verte desnuda. ¿Hay algún problema con eso?

Tocaron la puerta de la habitación y Shiro respondió. Aproveché para escapar e irme al baño. No sé qué pasa con él, pero cada vez está diciendo ese tipo de comentarios contradictorios. Un día alega no querer verme ni en pintura y otros días quiere hacerlo. ¿Quién mierdas puede entenderlo?