Todo se descontroló en el momento que vi sus senos fuera del agua. No la había visto así antes, y la verdad es que se veían muy apetecibles. No pude esperar, tampoco tuve oportunidad de preguntarle si podía tocarlos y probarlos, solo fue por impulso del momento. Mi mano se aferró a su seno y ella soltó un suave quejido. Su reacción, fue el causante de que fuera directamente a lamerlo.
—Ste-ven— gimió, mientras colocaba su mano por detrás de mí cuello.
Su pezón se endureció por mi lengua y eso me atrajo a observar su linda expresión en ese momento. Debe sentirse bien, como para que reaccionara así, ¿Verdad?
Apreté el otro entre mi mano, pero son demasiado grandes para cubrirlos completamente con ella. Tiene unos senos muy lindos y grandes.
Traté de succionar su pezón y la escuché gemir más fuerte. Esa sensación que recorría mi lengua al tener contacto con su areola, era sumamente increíble. Sentí su cuerpo temblando debajo del agua y sus piernas aferrarse alrededor de mi cuerpo. ¿Yo estoy ocasionando esto?
Tragué saliva al ver la expresión que tenía, sus ojos estaban entrecerrados y mordía sus labios lentamente. Esta faceta de ella también es muy sensual y erótica.
Mi mano instintivamente se colocó en su entrepierna y ella me miró sorprendida.
—¿Sabes lo que estás haciendo?
—Quiero tocarte y oírte como el otro día, Mónica.
—Bueno, entonces tócame.
—Pero quiero verte completamente desnuda.
—¿Estás seguro?
—Sí.
—Esa mirada me gusta— acarició mi mejilla, y sonrió—. Hay unas piedras más allá, así que vayamos a ese lugar— asentí con la cabeza, y ella me hizo nadar con ella.
Nos adentramos más y efectivamente habían unas piedras, no tan altas. Ella se subió a una donde sus piernas caían dentro del agua y se quitó la ropa interior, dejándome ver el paraíso oculto que solo una vez había tocado, pero no había contemplado. Ese rosado me atrajo para mirarla más de cerca. Yo estaba dentro del agua, pero podría fácilmente estar entre sus piernas, ya que su cuerpo estaba en el borde.
Acerqué mis dedos a sus labios y los abrí con delicadeza. Mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho. ¿Mis dedos entraron aquí ese día? Ahora entiendo la razón por la cual se sentía tan ajustado. Es un agujero muy pequeño. Me pregunto ¿Cómo se sentirá al estar aquí dentro?
—Si la sigues mirando así se avergonzará— su risita traviesa me hizo sonreír.
—Es muy bonita.
—No digas esas cosas.
—¿Por qué? — con mis dedos hice lo mismo que ese día, el abrir y cerrar sus labios para poder apreciar cómo se veía de cerca.
—Steven— musitó con su voz entrecortada.
—Te ves húmeda. ¿Es por el agua o porque te estoy mirando?
—Ambas cosas, travieso.
—¿Qué se siente cuando te toco aquí? — rocé mi dedo entremedio de sus labios, y la oí jadear.
—No deberías torturarme así… Sé que he sido muy mala, pero esto es demasiado cruel de tu parte.
Mis dedos frotaron suavemente lo que debía ser su clítoris. Solo había visto uno cuando estudié en la escuela. Se endureció al sentir mi dedo, y ella cerró los ojos. Pude notar que solo con eso, mis dos dedos se humedecieron. Ese brillo de su humedad estaba adueñándose de su parte baja. A decir verdad, se veía exquisita la vista. Algo dentro de mí tenía curiosidad de probar de ella.
—¿Me harás esperar más?— su pregunta me despertó del trance en que me encontraba.
—Quiero probar de ti, Mónica.
—¿Qué has dicho? — preguntó sorprendida.
—Quiero probar— acerqué mi lengua y la rocé entremedio de sus labios, y sus piernas temblaron.
No me equivoqué, su sabor si era dulce y muy delicioso. Mi descubrimiento la hizo tratar de cerrar las piernas.
—Te prometí que te detendría si algún día pierdes el control, pero si sigues de esta manera, no sé si pueda hacerlo— su respiración estaba entrecortada, y se escuchaba muy tierna así.
—¿Cómo podría arrepentirme de algo que sabe tan bien?— abrí sus piernas, y me adentré a continuar mi recorrido con la lengua.
Nunca había probado algo tan exquisito y adictivo en mi vida. Era como si lengua estuviera experimentando un cosquilleo en la punta de ella. Escuchaba sus dulces gemidos y como su mano se entrelazó en mi pelo. Entre más probaba, podía percibir más de sus dulces fluidos. Iba percibiendo el calor que brotaba de su interior, y deseaba con todas mis fuerzas poder experimentar más con ella. Mi lengua se iba guiando por el sabor, la suavidad y calor de su vagina. Estaba hechizado, loco, perdido, no quería despegarme. No, hasta que pudiera saciar esta sed y ganas de hacerla sentir bien. Sus gemidos eran constantes y fuertes, estaba sintiéndome extremadamente satisfecho con oír esa voz que me derrite.
No sabía con exactitud cuánto tiempo había pasado entre sus piernas, solo sé que percibí unas palpitaciones muy intensas en mi lengua y un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo. Quise mirarla, mientras continuaba mi recorrido, y ella estaba mordiendo fuertemente sus labios. Pude percibir una presión en mi lengua, acompañada de más humedad. Sus piernas no dejaban de temblar y sus gemidos se habían vuelto más intensos. Su respiración agitada me llevó a pensar que había llegado a las estrellas. No podía creer que realmente yo había logrado eso. Solo me dejé llevar por las ganas del momento. Mentiría si digo que no me sentía satisfecho, orgulloso y afortunado. Para mí fue una experiencia que jamás olvidaré y que cada vez que pueda repetirla, sin duda la repetiré.