—No estés diciendo esas cosas así— desvió la mirada y volví a recostar la cabeza sobre su pecho—. Perdóname por haberte arrastrado a esto, pero no me ayudaste. Hiciste todas esas cosas tan de repente que no pude aguantar.
—No te estés disculpando por eso, Mónica. Si no hubiera querido llegar hasta aquí contigo, las cosas no se hubieran dado. Además, no me arrepiento de haber dado este paso contigo. Al final de cuentas, serás mi esposa y tarde o temprano iba a ocurrir esto entre los dos. Mientras tengas claro que te quiero y que mis intenciones son genuinas, esto no tiene que afectar en nada. No te disculpes más por esto, más que nada deseaba hacer el amor contigo.
—Creo que debes descansar un poco y darte otro baño. No olvides que debes ir a trabajar.
—No iré a trabajar hoy.
—No quiero que faltes por mi culpa. Has estado faltando mucho al trabajo y no quiero que te veas afectado.
—No dejaré a mi novia sola luego de lo que ocurrió entre los dos. Siempre he sido responsable con el trabajo, mas nunca falto si no tengo una razón justificable. Ahora mismo eres mi prioridad, y no pienso dejarte aquí sola.
—¿No será una excusa para hacerlo una vez más?
—¿Qué?— la miré y sonrió.
—Si te quedas conmigo corres el riesgo de que terminemos haciéndolo de nuevo.
—¿Es eso posible?— pregunté curioso.
—Hace un momento te veías muy agotado, ahora extrañamente te ves bien despierto— acarició mis labios con su dedo índice—. ¿Ahora que has conocido el placer, deseas experimentarlo más seguido? Puedo complacerte, pero luego no quiero lamentos. Has acumulado muchas ganas dentro de mí desde el primer día que te vi, así que deberás hacerte cargo de ellas.
—Estoy dispuesto.
No sabía a lo que me enfrentaba luego de haber aceptado. Solo sé que la quería, la deseaba y la necesitaba. Todos esos sentimientos y emociones acumuladas, me llevaron a dejarme guiar por sus pedidos; sus gemidos, sus ruegos y sus impulsos. Desde esa noche no hay un solo día en que no desee tenerla en mis brazos de nuevo. Tampoco me he atrevido a pedirle que tengamos algo, porque no quiero que piense que la quiero solamente para eso.
El fin de semana llegó y trajo consigo la ansiedad y los nervios, ya que hoy conoceré al papá de Mónica. Además de que preparé una sorpresa para ella, pero para dársela debo tener primero la aprobación de su padre. Quiero mostrarle la seriedad y aliviar la preocupación que puedan tener. Debo pensar en que la posición de sus padres a de ser compleja también, ya que es la única hija que tienen.
Busqué a Mónica a la casa y la llevé a dónde estaríamos reuniéndonos con sus padres para ir a acampar. Mónica se había dado cuenta de mis nervios, y creo que por eso me sujetó la mano por todo el camino. Solo sentir su mano sobre la mía, traía esos recuerdos de esa noche; no sé si a ella le ocurra lo mismo.
—¿Te sientes bien? — preguntó al momento de estacionarme—. Te he notado nervioso e inquieto toda la mañana. No estés asustado, mi papá es una buena persona y estoy segura que aceptará nuestra relación.
—Espero así sea.
—Oye, no me has dado un beso en todo el camino. ¿No me darás ninguno?
—Perdóname, yo… estaba muy distraído— realmente ni a eso me atrevía.
—Entonces ¿Qué esperas? — se mantuvo mirándome fijamente y en espera a que lo hiciera.
—De acuerdo— me giré hacia ella y no sé por qué me puse muy nervioso.
No es la primera vez que la beso. ¿Por qué estoy tan nervioso? Entrelacé mi mano en su cabello y me acerqué, pero la vi sonreír.
—Debes ser más espontáneo y no dudar mucho a la hora de besar a tu novia— fue ella quien terminó besándome, pero no fue un simple beso como pensé que sería. Su lengua jugó con la mía por unos segundos, y cerré los ojos dejándome llevar por esa sensación de calor que me invadió—. Te has dejado corromper muy fácil— bajó la mirada a mi pantalón y desvié la mirada—. ¿Acaso quieres algo más? Te has vuelto todo un pervertido, mi amor— lamió mis labios y soltó una suave risita burlona.
—Este no es el lugar, Mónica— musité.
—Según tu, ¿Cuál es el lugar adecuado? ¿No sería fascinante hacerlo en distintos lugares? Le daría una chispa muy ardiente a nuestra intimidad. ¿Crees que no me he dado cuenta de la forma en que tu piel se eriza al tenerme cerca? Cuéntame una cosa, ¿Has pensado en esa noche, mi amor?
—¿Cómo no podría pensar en eso? — respondí automáticamente, y ella sonrió—. ¿Tu lo has hecho?
—Esos días sin verte me han demostrado cuán importante eres para mí y cuánto te necesito. No te imaginas la falta que me has hecho— oír esas palabras de ella hicieron que mi corazón latiera apresuradamente.
—Entonces ven a vivir conmigo, Mónica— le propuse.