Esa noche nos sentíamos tan agotados que, literalmente perdimos el conocimiento. Debo decir que fue el fin de semana más divertido e intenso que alguna vez haya tenido. Sus padres son un amor de personas. No puedo esperar a que tengamos más momentos como esos en un futuro.
Han pasado cinco días, Mónica y yo decidimos que hoy iríamos a conocer a mi madre y luego se instalaría en mi casa. Nos habíamos visto poco, ya que he tenido que trabajar horas extras por los días que pedí libre. Fueron largas horas de viaje para llegar al estado donde mi mamá se está quedando, pero al fin pudimos llegar.
—Ahora soy yo la que está nerviosa. Me están temblando las piernas.
—No estés nerviosa. Estoy seguro que le caerás bien. Ella es muy amable y dulce, ya lo verás. Estará feliz de saber nuestra noticia.
—¿Crees que me veo bien?
—Tú siempre te ves hermosa, no importa lo que lleves puesto; incluso desnuda eres perfecta.
—No deberías estar hablando de eso. No vaya a ser que tengamos que detenernos en un Hotel cuando regresemos.
—No se oye mal.
—Aún no me acostumbro a tu cambio.
—¿Mi cambio? ¿En qué he cambiado?
—Dejemos el tema ahí, cielo — se baja del auto y la sigo.
Tocamos la puerta y mi madre me recibe con un abrazo, como normalmente lo hacía. Hace mucho tiempo no la veía y estoy sumamente emocionado de poder estar aquí.
—Bendición, mamá.
—Dios te bendiga, mi amor. Te ves mucho más guapo y alto — acaricia mi mejilla, hasta que se da cuenta de la presencia de Mónica—. Ah, hola. ¿Ella quién es?
—Ella es Mónica, mi prometida. Mi amor, ella es Mirilda, mi mamá, pero le dicen Miry.
—¿Prometida? ¿En qué momento pasó eso? — el rostro de mi padre cambia por completo y no puedo descifrar lo que por su mente está pasando.
—Es una larga historia, pero poco a poco hablaremos sobre ello.
—Bienvenida a mi humilde hogar. Es un placer conocerte. Entren, no se queden ahí parados — sale del medio, permitiendo que entremos y nos sentamos en el sofá.
La casa está más descuidada que antes. Posiblemente su salud y el cansancio le cohibe hacer las cosas. Quisiera ofrecerme a ayudarle, pero Mónica está conmigo y no quiero que se sienta incómoda o fuera de ambiente.
—Mi hijo no me había dicho nada — si le había dicho algo por encima, pero lo más probable no se acuerda —. ¿Cómo me dijiste que te llamas? ¿Rosa?
—No, mi nombre es Mónica, señora— Mónica sonríe visiblemente nerviosa.
—¿Cuántos años tienes?
—23.
—Eres muy joven todavía para casarte. Esta edad es para estudiar y ser alguien en la vida.
—¿Qué estás diciendo, mamá? — su comentario no me agrada del todo.
—La verdad, mi amor. Es lo mismo que hiciste tú — vuelve a mirar a Mónica—. ¿Estudias, jovencita?
—Terminé mis estudios y me gradué, señora — contesta.
—Supongo que trabajas, ¿no?
—Sí.
—¿Y en qué trabajas?
Mónica me mira y asiento con la cabeza.
—Soy bailarina en una agencia.
—¿Bailarina? — mi madre la mira sorprendida.
—Sí, de danza árabe.
—¿Danza árabe? ¿Hablas de esas danzas que muestran casi todo?
—No muestran mucho, mamá — añado.
—Ya veo. ¿Cuánto tiempo tienen de conocidos? — en su expresión noto disgusto.
—Solo unos cuantos meses — no le digo el tiempo exacto o ya viendo su actitud, podría decir algo fuera de lugar. No sé por qué está actuando de esta manera, ella no era así.
—¿Unos cuantos meses? ¿Ni siquiera llevan años de conocidos y ya se comprometieron? ¿Es esto una broma, hijo? Realmente espero que lo sea.
—Quédate aquí, mi amor. Disculpa a mi mamá, parece que no se siente bien — me levanto para agarrarle el brazo a mi mamá y traerla a la cocina conmigo —. Me puedes explicar, ¿qué es lo que te sucede y por qué estás actuando de esa manera? Estás haciendo sentir incómoda a mi prometida.
—No conoces la malicia que hay detrás de las mujeres — la molestia se nota en su tono de voz—. Ve a un hombre tan bueno, inocente y exitoso como tú y quiere buscar la forma de atraparte. ¿No te has dado cuenta? Dime que no has hecho nada con ella.
—Mamá, eso es algo privado de una pareja — respondo nervioso.
—¿Lo ves? Ahí está la prueba. Esa mujer lo más probable lo que quiere es embarazarse para atraparte.
—¿Qué estás diciendo, mamá? ¿Cómo puedes hablar de ella así, si ni siquiera la conoces?
—¿Y me dirás que tú sí? Llevas solo meses con esa mujer y ya crees conocerla. ¿Cómo pudiste caer en la tentación, Steven? Te creí más inteligente. Tú debías guardar tu pureza hasta que la mujer indicada llegara, no cuando una adolescente con las hormonas revueltas te hiciera pecar. Ahora mismo, ¿qué futuro les puede esperar si la embarazas? Tú tienes sueños y metas, ¿crees que con una mujer ahora, podrás alcanzar algo? Esa mujer no creo que ni pueda ser una buena esposa, que sepa cómo cumplirle a su marido o sepa hacer las cosas de la casa. Además, una mujer no es para exhibirse e incluso eso ella hace. ¿Cómo pudiste caer tan fácil en las manos de una mujer así? Se nota que lo que necesitaba era a un tonto como tú para sacarle hasta el último centavo. Quiero que recapacites ahora. Te prohíbo que te cases con esa mujer. Y, si lo haces, mejor vete olvidando de que tienes una madre.