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Chapter 36 - 36

Mónica se levanta, mientras trata de controlar la risa. 

—¡Ya vamos! — le avisa a sus padres desde acá—. ¿No te vas a poner también? —cuestiona, refiriéndose al bronceador. 

—Sí, ve dentro con tus padres, ya te alcanzo. 

—No estás entendiendo —me arrebata el bronceador de las manos—. Quiero hacerlo yo— levanta mi camisa por ambos bordes, hasta quitármela. 

—Tus padres están mirando para acá. 

—¿Y eso qué? Acabas de ayudarme, así que me toca a mí — frota el bronceador en sus manos y luego se concentra en esparcirlo por mi pecho—. Me gusta tu cuerpo — murmura, dibujando corazones con el bronceador en mi pecho.  

Luce muy linda cuando se concentra en algo. Sus manos están calientes y siguen igual de suaves. No se supone que esté poniéndome así de nuevo, no es el momento, pero ¿cómo se lo explico a estas ganas?

Desvío la mirada, buscando otra cosa en que enfocarme, pero siento su mano descender hacia mi ombligo y rápidamente la sujeto.

—¿Qué estás haciendo?

—¿Te has puesto así solo por tocarte o estás pensando en cosas indecentes? — es como si pudiera ver a través de mí o tal vez es que soy muy obvio. 

—Solo pienso en que hay que darnos prisa a ir con tus padres, ya que nos están esperando. 

—Sí, entremos ya — sonríe ladeado y deja caer el pote encima de la toalla. 

Nos adentramos al lago, acercándonos a sus padres, quienes se ven rojos y agitados.

—¿Se sienten bien? — les pregunto, bajo preocupación. 

—Sí, hace mucho calor aquí, muñeco — responde su madre, mientras él asiente con la cabeza, peinándose hacia atrás.

—¿No te lo dije? — la pregunta de Mónica a solo centímetros de mí, hace que entre en dudas, pero los nervios se hacen presente. Está muy cerca. 

—¿De qué hablas? 

—¿No sabes de lo que hablo? — siento su mano por debajo del agua, posarse en mi erección. 

—¿Qué crees que haces, Mónica? Tus padres… — me interrumpe. 

—Pensar en eso solo hará que se arruine el momento. No lo menciones más. 

¿Cómo pretende que no lo mencione, cuando están cerca nuestro? Aunque trato de sujetar su mano, ella logra adentrarla a mi playera y agarrar mi pene entre su mano. Una corriente se apodera de mi parte baja, algo que hace que hunda la mitad de la cara en el agua, queriendo impedir que fuera a hacer algún ruido extraño y ellos se dieran cuenta. El único problema es que no podía estar en todo momento así, o terminaría tragando agua. 

—¿Por qué haces estas cosas? — cuestiono en un tono bajo y con mi voz temblorosa, sintiendo claramente su mano deslizarse y ajustarse alrededor de mi pene. 

—Tus expresiones son tan lindas, que solo deseo verlas y no puedo evitar hacer esto — lo saca de la playera, solo para usar sus dos manos y apretarlo entre ellas. 

No puedo pensar en nada, sus manos se sienten tan bien, que me hace recordar cada detalle de nuestra primera vez, haciendo que me endurezca. No puedo negarlo, deseo con todas mis fuerzas poder sentirla de nuevo. Mi cuerpo está sensible y temblando. Tengo suerte de que estamos dentro del agua y sus padres no pueden ver lo que está ocurriendo ahí abajo. Sé que está mal hacer algo como esto delante de ellos, y lo peor es que me estoy sintiendo bien de esto. Debo estar perdiendo la cabeza.  

—¿Te sientes bien, muñeco? — la pregunta de su mamá, hace que trate de disimular, a pesar de tener la respiración agitada. 

—Sí, señora. Usted tenía toda la razón. En este lugar hace mucha calor — diciendo estas palabras, Mónica lo presiona fuertemente y mi primera reacción fue taparme la boca. 

—¿Tienes náuseas? — pregunta su papá.

—No, papá. Es que mi novio le tiene miedo a los peces y acabo de sentir que uno grande me ha tocado. ¿Es eso lo que te tiene nervioso, mi amor? — sé que su comentario fue en un doble sentido, no fue difícil notarlo.

Estoy en el momento más sensible de todo, donde incluso el viento era mi enemigo y me causa escalofrío. No puedo contestar, solo asentir con la cabeza a lo que decía Monica. No quisiera que fuera su mano, quisiera que fuera algo más. Muerdo mis labios, aún con la mano tapando mi boca, en el momento que estallo, teniendo esos tormentosos recuerdos que, solo agudizaron el hormigueo y el calor. Todo mi cuerpo tiembla sin parar, la respiración agitada no logro calmarla, por más que me esfuerzo. 

—Nosotros iremos a preparar la barbacoa, ya mismo regresamos — nos avisa su madre.

—Claro, aquí los esperamos. 

Ambos nadan hacia la orilla, dejándome a solas con Mónica. 

—Me encantas — besa mi mejilla y la miro embobado. 

Esa expresión traviesa es tan linda, que no puedo dejar de mirarla. 

—Quiero estar dentro de ti de nuevo, Mónica.