—Tus palabras siempre son tan bonitas y reconfortantes.
—¿Te sientes mejor?
—Sí— sonrió, y al notar que ya no se veía afligida, pude sentirme más tranquilo.
Al cabo del rato, su mamá nos llamó para la mesa. No puedo negar que me sentía nervioso todavía con su presencia, por lo que no encontraba qué decir.
—Tu papá y yo tenemos pensado acampar en el fin de semana. ¿Por qué no nos acompañan y así tú papá conoce a tu novio?
—Él tiene que trabajar, mamá.
—Es solo en el restaurante, así que puedo pedir libre el sábado.
—¿Trabajas en un restaurante?
—Sí, soy chef.
—Eso es muy bueno saberlo, al menos ya sé que mi hija y mis nietos no van a morir de hambre.
—Cocina muy delicioso, mamá. De hecho, es muy bueno con las manos y en todo lo que hace — casi me ahogo con lo que estaba tomando—. ¿Estás bien, cariño? — asentí con la cabeza, y ella sonrió.
—Veo que en muy poco tiempo ya se conocen bien. Se ve que tienen buena comunicación. Debo avisarte que esa niña que ves ahí, se distancia mucho de nosotros, así que espero que esta vez nos permita ser partícipes en esta gran noticia que me han dado hoy. Si lo del matrimonio está en lista y las cosas van en serio entre ustedes, me pongo a su disposición. Quiero ser parte de esa ese momento tan especial en la vida de mi hija, como también en la suya. No quiero morirme sin lograr ver a mi hija casada con un buen hombre, que la valore, la respete y la quiera aún con lo necia que es; ni mucho menos irme de este mundo sin tener un nieto, o tal vez una nieta.
—Mamá, deja de presionar con eso, por favor.
—¿Eso le haría feliz y la llenaría? — le pregunté a su madre.
—Por supuesto, después de todo ella es mi hija.
—Me gustaría planificar las cosas bien entonces. ¿Qué le parece si en el fin de semana hablamos mejor sobre el tema, mientras esté su esposo presente?
—Steven…
—Ya se lo había dicho a su hija, y como quiero hacer las cosas bien, más no quiero perder esta oportunidad que me ha dado la vida de conocerla, quiero que ella y yo nos casemos. Aunque claro, ella es quien decide cuándo lo haremos.
—Ella no parece que tenga alguna objeción, ¿O si, hija?
—No, no tengo ninguna.
—Bueno, no se diga más. Le daré la sorpresa a tu papá tan pronto llegue del trabajo. Estoy segura que se va a poner muy feliz.
—Sé que así será. Creo que nos iremos despidiendo, mi novio tiene trabajo hoy en la noche y quiero que descanse un poco.
—Les agradezco la visita. Espero que de ahora en adelante vengan más a menudo— ella se levantó de la mesa, y yo hice lo mismo—. Te enviaré la información del lugar donde nos encontraremos el sábado, linda.
—Fue un placer haberle conocido, Sra. Carmen. Por cierto, muchas gracias, estuvo muy buena la comida.
—Igualmente, joven. Espero para la próxima probar la tuya.
—Así será.
Les di el espacio de que se quedaran a solas unos momentos y se despidieran, no quería estar en medio de ellas. Sé que debían tener sus cosas de que hablar. Al rato, Mónica salió de la casa y se subió al auto.
—Creí que no saldría nunca. Perdóname por hacerte esperar.
—No importa.
—¿Tienes traje de baño?
—¿Traje de baño? No.
—Hay un lago cerca de aquí. ¿Te gustaría acompañarme?
—Pero no tengo ropa adecuada.
—No importa. Al lugar que te llevaré, casi nunca hay gente y podrás incluso entrar en ropas menores. No tienes sueño, ¿O si?
—No, me siento bien. Anoche dormí muy bien.
—Yo también.
Manejé hacia donde me dijo, y efectivamente estaba todo desolado. Caminamos mirando todo alrededor, y realmente se veía todo muy bonito. La vista, el aire fresco, el sonido de las aves, todo le daba un toque especial al lugar. En el lago había varias piedras, donde ella se subió a una y tuve miedo de que se cayera.
—Ten más cuidado, te puedes resbalar.
—Solía visitar este sitio cuando era mas niña con mis padres. Es nuestro lugar favorito. Aunque hace tiempo no veníamos. Sabes que cuando uno crece y madura, busca la forma de hacer su vida e independizarse. Antes solíamos salir mucho a pasear, visitar distintos lugares, y ese tipo de cosas que se hacen en familia. No puedo negar que extrañaba mucho visitar este lugar, tal vez por eso quise mostrartelo, porque también quiero que puedas disfrutar de la misma forma que yo lo hacía— la nostalgia se le podía notar a leguas—. Pero no hablemos de cosas tristes. Disfrutemos del día, ya en la tarde regresamos para que descanses— se quitó la camisa, y me le quedé viendo al ver que se había quedado en sostén.
—¿Qué estás haciendo? Tápate. Alguien te puede ver— dije nervioso.
—Aquí solo estamos tu y yo— se bajó el pantalón, y vi que tenía una ropa interior del mismo color que el sostén.
—Tenías pensado esto de antes, ¿Verdad?
—¿No te gusta lo que ves?
—Me encanta— negué con la cabeza, y sonrió—, pero ese no es el punto. Incluso estando así de expuesta puedes enfermarte.
—Tu estarás para cuidarme si eso ocurre, ¿No? Solo disfruta. Pasemos un buen día nosotros dos solos, ¿Si? — entró al agua, y me le quedé viendo desde fuera, cuando la vi tirar su sostén hacia mí dirección—. ¿Me dejarás solita aquí?
—Voy de inmediato— tiré los zapatos para otro lado, y me quité el pantalón, al igual que la camisa, quedándome solo en bóxer.
Solo metí la pierna, pero el agua estaba helada. No quise pensarlo mucho, o no me atrevería a entrar. Me tiré dentro del agua, y ella automáticamente se acercó. Miré por encima del agua a ver si se podía ver su cuerpo, pero la sombra de los árboles no permitía que eso sucediera.
—¿Te has desilusionado, cariño? — se acercó hasta que sus pechos tuvieron contacto directamente en mi pecho, y los frotó descaradamente, haciendo que hasta mi nombre se me olvidara —. ¿Ahora estás satisfecho, mi amor?