El sol se había ocultado hace rato, la bella luna era visible en el cielo nocturno, mostrando su luminosidad. Un ligero viento se apoderaba del ambiente.
Bajo el cielo brillante, dos jóvenes hacían el amor, danzando sus cuerpos y sintiendo profundas emociones.
Era Viernes por la noche, casi Sábado, ya que las agujas del reloj marcaba las doce menos cuarto. No había nadie en casa, así que nuestros protagonistas aprovecharon para estar juntos.
Daphne estaba a su mereced, la jovencilla lo abrazaba fuertemente mientras su pequeña y dulce boca reprimía suaves gemidos. Jason acariciaba su espalda e presionaba su caderas, meciéndola a su gusto. Metiendo todo su amor dentro de ella. Saboreando su cuello sabor a cereza, inhalando su aroma a rosas mientras su fina piel se erizaba a cada segundo. Sus mejillas estaban tan malditamente calientes e exageradamente rojas. Jason percibia la forma en que Daphne temblaba. Esa damita lo estaba volviendo loco.
Querían más mucho más, los movimientos ligeros ahora fueron veloces, Daphne daba pequeños saltitos, notando todo su varonil cuerpo unido al de ella, como anillo al dedo. Sus cuerpos sudaban cada vez más, percibiendo como las gotitas de sudor estaban presentes en sus húmedos cuerpos. Daphne juntó su frente a la de él, ambos se miraron a los ojos, se unieron en un dulce beso con las respiraciones notoriamente aceleradas. Ella pudo sentir llorar de tanto placer que éste le estaba provocando.
-J-Jas... Jason - ella habló sintiendo su voz fina como un hilo. Además de temblar, no podía hablar correctamente.
-Ni el frío logra ponerme la piel de gallina como lo haces tú, cuándo me tocas...
Jason sonrió, e también dijo:
-ni el alcohol, logra emborracharme tanto como lo haces tú, cuando me besas...
Y después de mantener una conversación, ambos gimieron desesperados subiendo la escalera del placer, haciendo una melodía con sus gemidos. Daphne era la que más sonaba en ese momento, le arrañó como una felina gata, dejando una fina huella en su varonil espalda. Dejando al aire todo lo que sentía. Jason le mordió el labio dulce a caramelo, disfrutando su dulce presencia, acarició su roja mejilla, y acarició los pétalos de esa dulce Rosa.
El climax los hizo acabar agotados, se tumbaron en la cama sintiendo sus cuerpos como plumas.
Jason la abrazó, la observó, ella todavía estaba inconsciente. Cerró sus ojos. La cama se les hizo acogedora, estaban en las nubes mientras los pétalos caían en dirección a sus cuerpos.
-niña, como te quiero... - Jason susurró en su oído. Daphne sonrió e lo acarició.
-yo también.
♥
La noche, era relajante y silenciosa, las calles en New York eran ruidosas, pero por las casas aisladas, el ambiente era más relajado e menos ruidoso.
Jason antes de salir por la ventana la miró descansar, lucía tan cansada que decidió besarla en la frente e irse.
Jason: Nunca me había pasado algo así, ninguna mujer me ha hecho sentir tan bien, como lo hace Daphne, quizás... Aunque lo niegue, la amo sin aún darme cuenta. Tal vez sea un exagerado, pero cuando la beso, no puedo evitar viajar hacia un maravillosos mundo.
♥♥♥
El Sábado, fue relajante sobre todo por la mañana. Daphne paseaba con la abuela después de tomar una taza de té. Aprovecharon que el jardín era bastante amplio, para pisar la hierba fresca y disfrutar un poco del viento fresco. Hacía mucha calor, era sofocante para ser primavera. Si es insoportable en primavera ¿Cómo sería en Verano?. La abuela le contaba cosas sobre el romance y de la vida. de algunas tradiciones griegas que debían practicar, como la danza.
-vamos a hacer la típica danza inspirada en la música de Triandafilakis. - la abuela de pronto soltó a Daphne del brazo e se le formó una gran sonrisa en el rostro. Daphne la miró sonriente. -¡Vamos niña, muévete! -exclamó con alegría. -¿Cómo se baila abuela? ¡Enséñame!- La abuela la agarró de las manos e empezaron a mover las piernas lentamente, la mayor le indicaba los pasos a Daphne entre risas.
El resto del día fue realmente caluroso hasta que llegó la noche.
Jason perdía los estribos mientras conversaba con su padre, era pesado en ocasiones y no podía tolerar que lo insultase.
-¡Ni loco! Yo no me voy a ninguna parte. - chilló el joven de nuevo. Su padre después de fumar tranquilo el puro decidió contestar con serenidad.
-nuestra familia, pasa vergüenza por tu culpa. - habló. - y eso es algo que no me gusta... Lo único que quiero, es que te vayas, no es tan difícil. Incluso te pagaré el departamento y tus gastos. Canadá es una ciudad con futuro.
Jason se desesperó, perdiendo la poca paciencia que tenía. Se acercó a su padre e lo agarró de la camisa violentamente. El mayor sólo sonrió, su hijo se mostraba fuerte.
-mira hijo de... - Su padre lo interrumpió.
-no digas algo de lo que te puedas arrepentir, a pesar de todo soy tu padre. - rió burlesco e después exhaló el humo de puro.
-contrataré a la mejor puta o si quieres sigue follando a la hija del Griego - Jason ya no pudo más, sintió su sangre hervir y en segundos estampó el puño en la cara de su padre, sacándole sangre. Con Daphne no. Esa niña no se podía mencionar.
-¿Te pones de esa manera por una zorrilla? ¡Oh, vamos Jason! La hija del griego no es tan tranquila como aparenta ser. Y él piensa que puede venderla. Maldito griego de mierda. - su padre habló con asco.
-¿Cómo que venderla? -cuestionó Jason confundido. - ¿De qué coño estás hablando? - exigió una respuesta.
El mayor rió.
-Alexander, quiere vender la supuesta virginidad de Daphne o más bien dicho casarla en París. -argumentó. -pero claro, la niña ya ni es virgen. -añadió.
-¿Cómo sabes tal información?
-yo sé todo de mis enemigos.
Jason trató de tranquilizarse, pero de nada servía. Daba vueltas por la habitación. El hombre solamente rió al ver a su hijo dando vueltas angustiado.
-Ahora sin duda Daphne estará en serios problemas... - pensó Jason.
¿ella lo sabe? ¿Debía de protegerla?