Ambos discutieron en el sótano. Por ahí nunca pasaba nadie. Estaba todo desordenado y el espacio era estrecho. Daphne cerró la puerta con seguro para así hablar o más bien discutir con Jason sin tener que preocuparse.
-¿Por qué no me dijiste nada antes? -el muchacho se desesperó. Ella lo miró insegura a pesar de la poca luz que había en el lugar estrecho y desordenado.
-Jason, estoy muy molesta con este tema y si no te lo dije antes fue por... Porque, estaba esperando el momento adecuado para poder decidirtelo -argumentó la joven. Él inhaló aire preocupado.
-yo no me quiero ir Jason. -ella susurró con la garganta seca. Su voz de pronto quebró. -no te irás -él aseguró.
-haremos algo. Pero tú de aquí no te vas -dicho esto la tomó de las manos. Ella sonrió e lo abrazó sintiéndose segura por él. El silencio se tornó en un dulce deseo. Era de noche y era imposible que alguien pudiera ir al sótano.
Daphne y Jason se sentaron en el viejo e demacrado sofá, ella le dio la espalda, para poder sentir sus varoniles labios en su hombro mientras inhalaba su aroma. Jason deshizo su trenza lentamente, para así verla con su larga cabellera ondulada. Sus manos acariciaban lentamente sus delgados brazos. Daphne sonrió, su respiración le hacía cosquillas. La joven se giró para mirarlo, ambos sonrieron e se abrazaron. Pero sus cuerpos pedían más, algo más.
-Quédate... -susurró ella.
♥
Ambos perdían el control lentamente. Besos, caricias y entre otras cosas más dejaron el amargo mundo atrás. Daphne, arqueó su espalda lentamente, mientras mordía sus labios lentamente. Jason bajó la tira del sostén rosado así esparciendo besos por su suave piel, olor a cereza. Sintió a la chica moverse lentamente debajo suyo, mientras dejaba salir dulces sonidos. Succionó cierta parte, lentamente, entretanto Daphne con el cuerpo caliente y nerviosa tocó con vergüenza su masculino genital.
Después de explorarse un poco y mantener el fuego lento, se pusieron a hacer lo que tanto deseaban. La ropa y la lencería, estaba esparcida en el suelo. El pequeño lugar se tornó caliente.
Jason se profundizó en el magnífico océano sintiendo miles de emociones juntas que lo hizo delirar. Los movimientos eran lentos por el momento, Daphne besó su barbilla lentamente pudiéndose sentir en las nubes. Flotando en el algodón de azúcar sabor a fresa. Lo abrazó para así sentirlo aún más cerca, en este momento no lo quería soltar por nada del mundo.
Sus cuerpos estaban calientes, sus respiraciones notoriamente aceleradas. Jason quiso acelerar, agarró su cintura presionándola a su cuerpo, acelerando sus movimientos. Miró a Daphne, tenía algunos pequeños y finos mechones en su rostro, sus mejillas estaban de color escarlata, extremadamente rojas. Su pequeña boca acaramelada estaba entre abierta soltando suaves y dulces sonidos. Que para él era una maravillosa melodía. Ambos se besaron, saboreando sus labios y succionándo estos, mientras mantenían una dulce guerra.
Daphne escondió su rostro en el cuello varonil de Jason. Percibiendo su cuerpo acelerarse en cualquier sentido, ese maravilloso cosquilleo se hizo presente. Sus húmedos y ya sudados cuerpos aceleraron el ritmo. Estaban a punto de entrar al paraíso. Al séptimo cielo.
-Daphne, mírame y dime que me amas tanto como yo a ti. Dímelo -habló trabajosamente. Ella lo miró con los ojos llorosos por el placer. Y sin pensarlo dos veces, lo dijo. Expresó lo mucho que lo amaba -Te amo, te amo demasiado. Jason - ambos juntaron sus manos húmedas e entrelazaron sus dedos. Se miraron a los ojos durante ese proceso e gimieron desesperados al sentir el dulce, desgarrador y relajante orgasmo.
♥ cada día más... Cada día la amo más ♥
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El resto de la días pasó rápido. Era miércoles por la mañana,
Daphne caminaba sola con algunos libros en sus manos y su mochila blanca. Andaba tranquila, con la espalda erguida, el uniforme de primavera le daba un aspecto más elegante e fresco. Su coleta alta ondulada, le daba un toque más dulce.
Entró a lo que era el pasillo de los estudiantes de su grado. Todos se detuvieron al verla, un grupo de chicas estaban criticándola. Daphne frunció el ceño confundida e siguió caminando sin darle mucha importancia los comentarios de los estudiantes.
¿Por qué de deberían de criticarla?
Cada paso que la jovencilla daba, era peor. Todos la observaban mientras susurraban cosas con gran descaro y gran desdén.
Llegó a su aula #208. Con la esperanza de que todos estuvieran normal y no la criticaran. Desafortunadamente la situación era peor. Daphne caminó sin poder creerlo, su corazón cayó al ver su mesa sucia, habia salsa de tomate esparcida por la madera, al igual que su silla. ¿Qué estaba pasando? Miró a todos sus compañeros e pudo sentir sus ojos llorosos. Lucy era la que más sonreía, parecía victoriosa, como si de un premio tratara. En la pizarra habitaba un gran insulto que la hizo quedar en blanco. Todos rieron al ver su expresión.
-lo que pone en la pizarra, es lo que realmente eres... Una puta - Lucy rió e sus compañeros rieron con ella. Sin embargo Daphne no le iba a dar el gusto, secó una lágrima de su rostro e sonrió a todos.
Se dirigió a la pizarra e borró el insulto dirigido hacia a ella, después de dejar el borrador en la mesa del profesor, se dirigió hacia su mesa tranquila, sonriendo.
Todos quedaron impresionados, Daphne se mostraba fuerte, incluso la propia Lucy estaba con la boca abierta.
-¿La niña no llora? ¿Por qué no lloras? -preguntó incrédula. Daphne abrió su mochila e sacó toallitas humedas, para poder quitar la salsa de la mesa, limpió el pupitre actuando como si estuviera bien. Pero detrás de esa máscara, estaba la Daphne débil. Después de secar la madera, se dirigió hacia la basura tirando las toallitas sucias, sobretodo con su dulce sonrisa.
Los estudiantes susurraban, algunas cosas negativas, pero sobretodo impresionados al verla tan fuerte.
-Lucy, entiendo que tú y yo ya no somos amigas. Pero todo esto es demasiado infantil. Cuando tengas la suficiente madurez, ahí ya podemos discutir. - dicho esto, se sentó y empezó a sacar los libros de Física y Química e los materiales. Dejó a más de uno con la boca abierta, incluso la pelirubia no sabía cómo reaccionar.
-¡Chicas, cuidad de vuestros novios, esta zorra con cara de Ángel es capaz de hacer muchas cosas! -advirtió a las estudies, - Ahora Jason está loco por ella, uno de los más populares está capturado por esta puta - señaló a Daphne, nuestra protagonista, la miró tranquila e volvió a sonreír.
La pelirubia no soportaba tener que verla sonriendo tan segura, tan risueña. Le irritaba su carácter, e su personalidad. Ella era sensible ¿Por qué no se sentía un poco humillada?
Daphne sabía que todo esto era por celos, así que no iba a seguir jugando con ella. Decidió sacar su bolígrafo de punta fina negra, e adelantar deberes.
Todos e incluso la rubia, quedaron impresionados.
Algunas muchachas adolescentes abrazaban a sus novios con miedo, como si fueran de su propiedad. Como si Daphne fuera un peligro.