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Chapter 30 - 28 -{Dulce fantasía }

Trató de asimilar, trató de analizar el porqué mierdas, ella no estaba ahí. Todo estaba oscuro, no había nada, ni una pequeña lámpara encendida, no estaba ella durmiendo en su habitación. Ella no estaba.

Daphne, ya descansaba en el sofá, su hermana Adrienne sonrió, al verla tan frágil, tan rota... Su hermana pequeña no estaba bien. La televisión aún seguía encendida y aún no había acabado la cena. Adrienne recogió el plato y apagó la televisión. No quería molestar a Daphne, se la veía muy cansada.

Desde que estaba en casa de su hermana, ella se sentía un poco mejor, al menos ya no vivía en ese infierno de casa.

Ya había pasado al rededor de dos semanas. Y ambos seguían sin hablarse.

Ya era Lunes de nuevo, hacia una calor insoportable en New York. El verano estaba cerca. Todos los alumnos fueron a buscar las calificaciones.

Jason sonrió satisfecho al ver sus buenas notas. Así podía ir a la universidad.

Daphne también había hecho un buen trabajo, todo era excelentes y notables.

Ya era el último día de clase así, que ya era hora de disfrutar.

¡Por fin era vacaciones de verano!

Jason miraba a lo lejos a Daphne, hablar por su móvil, no tenía muy buena cara, esa niña. No estaba bien. Sin embargo su rostro mostraba preocupación y alguna que otra lágrima bailaba sobre sus hermosas mejillas.

¿Qué le pasaba?

Tal vez, debía de acercarse a ella y hablar.

O no. Tal vez no.

Se conservó esas ganas de abrazarla.

Jason ya tenía el billete de avión, y el martes ya debía de irse.

La preparatoria había organizado una grandiosa fiesta, los alumnos se encargaron de llevar aperitivos y cosas para poder tener una divertida despedida, ahora todos debían saludar a la universidad. La pandilla de amigos de Jason disfrutaban de la música electrónica, mientras él intentaba mantener a Daphne bajo su radar, la vigilaba a lo lejos. Quería despedirse de ella, hoy Lunes sería su ultimo día en New York y al menos quería despedirse de ella con un simple abrazo.

Daphne se dirigió hacia el pasillo para dirigirse hacia su taquilla, quería recoger algunas cosas, debía dejarla vacía. Una lágrima bailó de nuevo en sus mejillas al ver el pasillo vacío. Recordó a Jason, cuando la besaba o la abrazaba. Debía superarlo, pero rápido, sea como sea debía olvidarlo.

Jason la persiguió hacia el pasillo, no había nadie y era a decir verdad un alivio. Y ahí estaba ella llorando como una palomita, mientras recogía cosas en su taquilla. Se acercó a su damita, para abrazarla.

Aunque fuera un error.

Cada paso sigiloso que daba era importante, cuando ya estaba suficientemente cerca de su niña, sonrió de lado. La abrazó por detrás, sintiendo su pequeño cuerpo frágil y pequeño.

Daphne lo único que pudo hacer fue, poner sus ojos como dos naranjas y ponerse roja como un pequeño tomate. Sintió unos brazos envolverla, una masculina presencia que la tranquilizaba. Era él, su Jason. Se giró para mirarlo a los ojos y esconderse en su pecho y desahogar toda su tristeza. Jason no pudo evitar, cerrar los ojos y sentirse en la misma nube. La olor de esa niña era dulce, era tan...

Dios, simplemente no podía dejarla de inhalar, como si fuera una puta droga.

-te amo - suspiró Jason, - te amo demasiado, mi dulce Daphne. - ella, lo único que pudo hacer fue abrazarlo un poco mas fuerte con todas sus fuerzas, por mas delgada que fuera.

-y yo también. Jason - dicho esto, se dio cuenta de que se había dejado llevar por una dulce fantasía. Se alejó de él y le dio un pequeño beso en la mejilla de su gran Jason. Ella corrió y se alejó de él.

Al llegar al hospital, sonrió, su padre estaba con una gran sonrisa y estaba con Adrienne. Ella estaba muy feliz. Su padre ya estaba por fin, despierto. Por fin, había recibido una buena noticia.

Nuestra dulce protagonista, abrió un poco más la puerta de la habitación. Adrienne la saludó apenada y su padre no se había girado para mirarla.

-¿Qué pasa? - preguntó el hombre. - ¿Por qué tanto silencio? - añadió.

Adrienne agarró las manos de Alexander y intentó hacer un gran esfuerzo para no llorar.

Daphne frunció los labios extrañada.

-papá, aquí está Daphne - ella le explicó al hombre. Él sonrió. Daphne también sonrió, su padre se veía estupendo cuando hacía ese gesto, no se veía como un ogro.

- ¿Quién es Daphne? - el hombre cuestionó. La muchacha abrió los ojos como platos, sentía como su corazón, caía al suelo. Sentía un gran vacío. Su rostro se tornó pálido.

¿Qué sucedía con Alexander?

Daphne tragó saliva e limpió con su dedo una lágrima.

-papá, Daphne es tu hija. Ella es la menor. Es la menor de todos nosotros. - Adrienne trató de explicar con paciencia.

Alexander, había perdido la memoria...

-papá, soy yo. Daphne, mírame. Soy yo papá, tu ingenua Daphne - la muchacha sollozó. El hombre seguía sonriendo.

Alexander, acarició el cabello de su hija e también sus labios.

-debes de ser muy hermosa - el hombre seguía sonriendo, como si no se cansara.

-papá, mírame

-no puedo mirarte, no veo nada.

¿Qué?

-Daphne, papá está ciego. - Adrienne volvió a llorar. La mayor se levantó e abrazó a su hermana pequeña, que estaba aún tratando de asimilar, la situación.

Daphne sintió caerse, ahora estaba más que derrumbada, todo su interior estaba en ruinas.

-no, esto... No puede ser.... - ella miró de nuevo a Adrienne, con la mirada más triste que nunca antes había tenido.

- papá, está ciego y a perdido la memoria. - la mayor empezó a llorar sin límites.

Ambas se abrazaron, las dos lloraron juntas de pie, mientras que el pobre hombre, lo único que hacía era sonreír.

Alexander, había vuelto a nacer...