Thriandul se encontraba vigilando la escalera para evitar que los lobos de hielo se acercaran, a lo lejos en dirección del bosque de espinas una multitud de aullidos se alzaron como una ola en la costa, el corazón de Thriandul comenzó a latir de manera brusca mientras esperaba el asedio, tomó el arco y comenzó a disparar flechas hacia la jauría de lobos que salieron del bosque, disparó una flecha tras otra matando a un lobo con cada tiro, sus pensamientos eran un caos pues lo que miraba era un sinfín de lobos de hielo dispuestos a morder hasta el último hueso en su cuerpo.
En la cima de la torre el cuerpo de Fenrir se desvaneció poco a poco mientras entraba en el cuerpo de Ikki, al final solo quedó la silueta de un hombre que lamentaba sus acciones, los copos de nieve mojaron su rostro cuando miró el cielo lleno de nubes grises.
—¿Cómo rompo la maldición Fenrir? —la voz de Fenrir sonó desde la mente de Ikki—. Hay una escalera al fondo del Partenón, cuando bajes la escalera encontrarás el artefacto que me selló, destrúyelo con tu fuego.
Ikki atravesó el Partenón, las altas columnas blancas daban la sensación que seguía en la nieve, el techo derruido y el piso resquebrajado por la reciente batalla eclipsaron la antigua belleza que emanaba el lugar, llegó a un cuarto al bajar por las escaleras que estaban un poco escondidas. En el fondo de la habitación se encontraba un altar con un artefacto sobre él que era de color plateado con extrañas gemas incrustadas en su costado, tenía la forma de una caja en donde los nobles guardan sus joyas, Ikki se acercó al extraño artefacto hasta que estaba a su alcance, estiró su mano y convocó una llama oscura con destellos carmesí que redujeron lentamente todo a cenizas.
Cuando esa pequeña caja se convirtió en cenizas de su interior salió disparado un rayo hacia el cielo que destruyó todo a su paso, Ikki se retiró del cuarto pues la zona comenzó a temblar, corrió hacia la entrada del Partenón donde observó como el rayo se agrupaba en forma de esfera que flotaba en el cielo, sus ojos miraron como la gran esfera liberó un estallido que barrió con todas las nubes grises, la potencia fue tan grande que generó un eco en las montañas y deslumbró por unos momentos la vista de Ikki, al recuperar su visión miró como el cielo se encontraba despejado y lleno de hermosos puntos blancos que destellaban en la oscuridad.
—Gracias Ikki, por liberarnos a todos. —Ikki levantó su brazo hacia el cielo—. Cuando estuve aquí sufrí hambruna por largo tiempo, mi razón y juicio se volvió más salvaje, ahora que soy un espíritu me alimento de tu energía.
—Como un fantasma. —Ikki rio levemente—. Aun así se siente amarga la victoria.
—Ahora soy parte de ti Ikki así que no es tan malo, debes saber que con tu energía puedes invocarme.
—¿Puedes regresar a la vida?
—No como tal, yo ya estoy muerto pero mi espíritu vive en ti, si usas tu energía vital puedo manifestar mi espíritu en un cuerpo físico.
—Vamos a intentarlo. —dijo Ikki mientras Fenrir le explicaba cómo hacerlo.
Thriandul continuaba disparando flechas sin descanso, de las doscientas flechas que llevaba ya solo le quedaban veinte y la horda de lobos no parecía tener fin, cuando se quedó sin flechas los lobos escalaron velozmente hasta quedar cara a cara con Thriandul, uno de ellos abrió su mandíbula enseñando sus colmillos y cuando estaba a punto de cercenar la cabeza de Thriandul un estallido en la cima generó eco en la montaña y sus alrededores. La onda expansiva barrió con las nubes grises que teñían el cielo y así cuando la onda expansiva tocó el cuerpo de los lobos, estos se convirtieron en cristales de hielo que adornaron el suelo de un hermoso color azul brillante.
Thriandul que veía su vida fluir en su mente ahora se encontraba perplejo por lo que acababa de pasar, miró el cielo lleno de hermosas estrellas destellantes mientras relajaba se cuerpo y comenzaba a reír de felicidad.
—Lo has logrado Ikki. —Thriandul cayó de espaldas hasta quedar completamente recostado en el congelado piso, los copos de nieve desaparecieron del ambiente y solo quedó una helada ventisca.
Ikki bajó por las escaleras acompañado de un lobo con su mismo tamaño, Thriandul que tenía sus ojos descansando oyó los pasos de alguien que bajaba de la cima, al voltear miró a Ikki, pero también miró al enorme lobo detrás de él y Thriandul entró en pánico.
—¡Cuidado Ikki! —Ikki soltó una carcajada al ver la expresión de Thriandul.
—Tranquilízate amigo, el lobo viene conmigo.
—Pero cómo es posible, acaso estaba preso ese lobo en las garras de Fenrir.
—Vaya imaginación que tiene el elfo. —Fenrir habló con un tono de adulto joven, Thriandul se asustó al oír al lobo hablar.
—Mejor déjenme las presentaciones a mí —dijo Ikki—. Mi amigo el elfo se llama Thriandul y es un general del reino, el lobo es Fenrir.
—¿Fenrir?, el gran lobo que trajo la maldición a nuestra tierra.
—En realidad no fue Fenrir, el verdadero culpable es aquel que los engaño desde un inicio.
—En un inicio. —Thriandul miró directo a los ojos de Ikki—. Lo…ki.
—Así es, por lo mientras regresemos a la ciudad ahí Fenrir explicará más a detalle lo que pasó.
—Confío en ti Ikki, regresemos a casa.
—Fenrir puedes llevarnos a los dos, ambos estamos muy heridos.
—Claro mi señor, solo que aquí no puedo liberar mi forma verdadera, tenemos que bajar la montaña.
—Vamos, ¡ah! y Fenrir, solo dime Ikki.
—Está bien… Ikki.
Ambos bajaron con cuidado mientras se poyaban en el lomo de Fenrir, tardaron un buen rato hasta llegar al fondo, al estar en un amplio espacio Fenrir comenzó a crecer hasta tener la misma complexión que tenía en el Partenón, los ojos de Thriandul casi salen de sus cavidades al ver el exagerado tamaño que tenía Fenrir.
—¿Asustado Thriandul? —Thriandul recuperó el sentido y actuó como si no hubiera pasado nada.
—¡No!, yo asustado, puf, solo estoy algo impresionado.
—¡Seguro! —Ikki soltó una leve risa mientras montaba el lomo de Fenrir—. ¿No vas a subir Thriandul? —Thriandul tragó saliva antes de montar al gran lobo.
—Agárrense bien de mi pelaje, el camino va a estar muy movido.
Fenrir flexionó sus rodillas y dio un gran salto que cubrió la distancia de un kilómetro, al caer en el suelo comenzó a correr a una velocidad insuperable por cualquier bestia terrestre, Ikki y Thriandul observaron cómo había cambiado el paisaje después del estallido, el gran bosque de espinas se derritió y lo que apareció en ese lugar fue un gran lago. Al llegar a las montañas donde estaba el bosque de cristal y las grandes cascadas se dieron cuenta que el hielo comenzaba a derretirse, Fenrir maniobró sobre los estrechos acantilados de las montañas para atravesarlas, bajó por la montaña hasta llegar al rio congelado, su superficie congelada se agrietó formando grandes bloques de hielo que se movieron en dirección de la corriente, Fenrir de un salto cruzó el ancho rio y continuo su camino al bosque, al llegar a los prados solo encontraron un clima despejado sin nubes y con el sol asomándose por el horizonte, los grandes tornados y las poderosas tormentas que azotaban la superficie había desaparecido.
—Todo está regresando a su antigua belleza Ikki.
—La paz y la esperanza regresarán a tu pueblo Thriandul, por fin podrán salir de su confinamiento.
—Gracias Ikki, por todo, me alegra haberte conocido. —Thriandul expresó sus sentimientos de gratitud y alegría mientras observaban el amanecer.
La flora murió en ese lugar cuando estaba bajo influencia de la maldición, ahora que el mundo renacía de nuevo un pequeño tallo con sus dos hojas salió de entre la tierra, ese milagro era el suspiro de una tierra agobiada que por fin descansaba en armonía con la energía, es el espíritu de la diosa Gea que vive en la naturaleza y vela por las almas que caminan sus tierras.
Fenrir cruzó la antigua barrera de Gea y prosiguió hasta estar a un kilómetro de distancia del bosque en ese punto Ikki y Thriandul bajaron de su lomo, las heridas que tenían ya se habían hecho una costra y podían caminar sin tanto problema, Fenrir decidió regresar a su tamaño de dos metros para no levantar terror en los corazones de los elfos.
Los tres caminaron al bosque hasta sumergirse en sus grandes árboles, unos guardias vigilaban la entrada desde las ramas de los árboles, cuando vieron al general depusieron sus arcos y bajaron para encontrarse con él.
—¡General! —gritaron al unísono dos guardias.
—Liam, Fiam, me alegra verlos de nuevo.
—Permítanos escoltarlos de regresó a la ciudad.
—Gracias. —respondió Thriandul.
—Por qué no se asustaron por el lobo Thriandul. —susurró Ikki al oído de Thriandul—. Eso es porque vienen conmigo. —le regresó el susurro Thriandul, Ikki no preguntó nada más.
Uno de los guardias se adelantó a la ciudad para avisar del regreso de los héroes, al llegar a la ciudad una multitud de ciudadanos los esperaban con ovaciones, los cuatro se dirigieron a la sala del consejo para dar las noticias, en la entrada los esperaba la sacerdotisa.
—En nombre de todos los ciudadanos les damos nuestra gratitud, gracias a su esfuerzo y valor nuestra sociedad puede tener un futuro al que aferrarse.
—No soy un héroe. —respondió Ikki—. Esta era mi misión y tenía que completarla.
—Mi lady, todo lo hice por el bien de nuestro pueblo, no necesita agradecérmelo.
—No importan sus razones, lo importante es que nos han salvado y estamos en gratitud, por favor asistan al festejo que realizaremos en la noche.
—Será un placer Aida.
—Con gusto mi lady.
Aida posó su mirada en Fenrir un momento y le sonrió, acto seguido se despidió de ambos y fue en dirección del gran árbol, el guardia que los escoltaba se quedó en la entrada de la sala mientras Ikki, Thriandul y Fenrir avanzaban al centro, alrededor de ellos los ancianos del consejo tomaron asiento y comenzaron el dialogo, Thriandul le explicó el recorrido que hicieron, las dificultades que enfrentaron y el paisaje que observaron, Ikki continuo explicando que es lo que había en el Partenón, la historia de Fenrir y reveló al verdadero culpable. Fenrir fue el último en tomar la palabra, los ancianos se sorprendieron al igual que Thriandul cunado lo oyeron hablar, Fenrir se disculpó por las acciones de su padre y les prometió encontrarlo para saldar cuentas con aquellos a quienes lastimó, los ancianos entendieron el origen del mal y dejaron a Fenrir libre de culpa.
Al terminar la sesión los tres salieron de la sala como héroes para el pueblo y libres de cualquier malentendido que se hubiera generado, Thriandul e Ikki fueron a curar sus heridas con la sacerdotisa pues podían empeorar si no se les daba un tratamiento adecuado, Fenrir regresó al alma de Ikki para reponer su energía.
Ikki se sentía calmado y con el cuerpo relajado, Aida estaba aplicando magia curativa para sanar sus heridas, sus manos estaban sobre el pecho de Ikki mientras lanzaba un cántico energético, Ikki descanso después de tantos días en un ambiente hostil, Thriandul estaba siendo atendido por otra sacerdotisa de menor rango, pero igual de diestra con su magia.
Al terminar la sesión, Ikki salió del edificio en el árbol para respirar oxígeno y despejar su mente, Thriandul salió media hora después.
—¿Cómo te sientes Ikki?
—Muy bien Thriandul, después de nuestro viaje esto se siente como el paraíso.
—Me alegro por ti. —Thriandul miró a Ikki—. Has pensado qué es lo que harás ahora que todo ha terminado.
—No lo había pensado Thriandul.
—Por qué no te quedas, te has ganado un lugar en nuestro pueblo, aparte parece que Aida se preocupa mucho por ti.
—¿Aida?, ella es algo tierna, pero hay alguien a quien tengo que ver. —Ikki lanzó una mirada diferente hacia el cielo.
—Reconozco esa mirada, estás enamorado. —Thriandul sonrió, por primera vez Ikki se dio cuenta de los ojos verdes en su mirada.
—Ella está en mi mundo, al término del festejo me iré Thriandul, no sé si nos volveremos a encontrar.
—Nuestros destinos se juntaron, pero estoy seguro que nos volveremos a ver mi amigo.
—Siempre has sido muy positivo. —Ikki solo sonrió sin continuar la charla.
Ambos se quedaron estáticos en el barandal disfrutando la compañía del otro, al frente de ellos se encontraban las casas en los arboles de los elfos, era una vista magnífica pues todos los caminos eran iluminados por luciérnagas azules y doradas, los puentes colgantes con su magnífica arquitectura inspiraban un poema de amor, aunque la ciudad era muy pequeña su belleza eclipsaba cualquier ciudad que Ikki haya visto.
—Vamos a prepararnos para el festejo. —dijo Thriandul.
—Qué tienes en mente.
—Vamos por ropa más formal.
Ikki siguió a Thriandul, ambos recorrieron la ciudad en busca de la tienda que vendía ropa formal, después de dar varias vueltas y subir por algunas escaleras llegaron a una de las tiendas más elegantes de la ciudad, al entrar el dueño los recibió con una cálida bienvenida ya que eran los héroes de la ciudad.
La fiesta se realizó en el gran árbol, los ciudadanos decoraron todos los arboles con ornamentos de flores, las luciérnagas danzaban con el sonido de un arpa, las chicas élficas danzaban con sus vividos atuendos alrededor de una estatua de Gea, las grandes mesas rebosaban de vino y comida, todos se encontraban festejando felizmente el triunfo y la salvación de su pueblo.
Cuando Ikki y Thriandul se presentaron en la fiesta fueron recibidos con exclamaciones por todos los presentes, en cada momento recibían felicitaciones por parte de los ciudadanos, bebieron vino junto a los ancianos del consejo, comieron hasta que el traje que tenían les apretaba por la cintura, Aida acompañó a los dos durante todo el festejo que duró hasta el otro día.
Al amanecer Ikki se dirigió cerca de la estatua de Gea, todo el mundo dejó de hablar y concentraron sus miradas en él, Thriandul no se quedó para oir o que Ikki tenía que decir así que se dio la vuelta y se fue, con su vigorosa voz Ikki expresó sus pensamientos hacia la gente del bosque.
—¡Me prestan su atención por favor! —dijo Ikki, una vez que todos se concentraron en él continuó hablando–. Sé que al principio tuvimos nuestros problemas, pero ahora que he estado con ustedes por un largo tiempo me doy cuenta que son un pueblo sincero, amable y honrado, sé que me consideran un héroe, aunque no soy uno, mis acciones los liberaron de un terrible destino y eso me llena de paz, mi misión aquí ha terminado y es hora de que prosiga mi camino. —las personas expresaron una mirada triste—. Quiero que sepan una cosa, a todos ustedes los guardaré en mi corazón, mi deseo es que vivan al máximo y nunca pierdan sus valores, con su permiso me retiró del festejo, ya es tiempo.
Ikki caminó entre la gente, recibió abrazos y apretones de mano en su despedida, caminó hasta salir de la ciudad en donde Aida corrió a encontrarlo.
—Así que te vas Ikki. —Aida lo dijo con un todo apresurado, exhalaba aire por haber corrido tanto.
—Mi viaje no ha terminado Aida, todavía tengo algo que hacer en mi ciudad natal y… —Ikki dio una pausa mientras recordaba un cabello plateado.
—¡No te vayas!, quédate con nosotros.
—No puedo Aida, lo siento. —Aida comenzó a lagrimear.
—Si te vas. —La voz de Aida se entrecortaba por sus sollozos—. No nos olvides.
—Jamás lo haré, te lo prometo. —Aida corrió a darle un abrazo a Ikki mientras hundía su rostro en el pecho de Ikki, después de unos minutos se separaron e Ikki dio la media vuelta para continuar su camino.
—¡Jamás Ikki! —gritó Aida desde lejos—. Ikki desvió su mirada y levantó su brazo con el puño hacia el cielo.
Caminó por el bosque hasta que un gran prado de hierba verde se extendió hasta el horizonte, a su derecha lo estaba esperando Thriandul con sus brazos cruzados y recargado en un árbol.
—¿Ya estás listo Ikki?
—Gracias por todo Thriandul, sin ti no hubiéramos logrado esto, tu tuviste la confianza en mí que nadie tuvo, nos volveremos a encontrar mi amigo. —Thriandul soltó una sonrisa sincera.
Los dos caminaron hacia el lugar donde llegó Ikki, en el camino Ikki le contó como era su mundo y lo que había vivido en él, fue una larga platica en donde compartieron risas y enojos, cuando llegaron al punto sobre el pasto se encontraba una runa de teletransportación, antes de entrar Ikki dio media y se despidió de Thriandul.
—Hasta la próxima mi amigo. —dijo Ikki.
—Nos vemos amigo. —respondió Thriandul.
Ikki pisó la runa con su pie derecho y esta se iluminó de color azul, giró su mirada para volver a ver a Thriandul y regalarle una última sonrisa, en menos de un segundo Ikki desapareció del lugar como si nunca hubiera estado ahí, Thriandul miró fijamente el lugar donde Ikki desapareció mientras sus ojos se entristecían.