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Chapter 17 - Heriadum

La doctora Amendra caminó hacia su escritorio que se encontraba al fondo a la derecha del cuarto mirando la puerta, sobre la mesa de madera se encontraba una jarra de cristal llena de agua y a los costados un par de vasos de barro nada ostentosos, la doctora tomó la jarra con su mano derecha y con su mano izquierda sostuvo el vaso de tal manera que el agua llenó tres cuartas partes de este y al finalizar dejó la jarra sobre la mesa ocasionando un leve sonido del choque entre el vidrio y la madera.

Amendra caminó hacia Ikki que se encontraba sentado sobre el margen de la camilla tocando cada parte de su cuerpo desnudo que fue herida durante la batalla, la doctora se acercó lentamente en diagonal hacia Ikki y cuando llegó donde estaba él, le extendió su mano con el vaso en manera de proposición.

—Toma un poco de agua, tu cuerpo perdió mucha sangre y necesitas beber agua y comer carne.

—Gracias. —respondió Ikki mientras tomaba el vaso con sus dos manos, una sosteniendo la base y la otra tomándole de los costados.

Ikki dio un sorbo insonoro.

—Me gustaría saber el nombre de mi salvadora. —dijo Ikki mirando fijamente los ojos purpuras de Amendra.

—He. —Amendra soltó una bocanada de aire—. Mi nombre es Amendra, es un placer Ikki.

Amendra le extendió la mano e Ikki le respondió el saludo.

—¡Ven!, siéntate en la silla frente a mi escritorio, te daré una breve explicación de lo que te hice. —dijo Amendra mientras se dirigía al asiento detrás de su escritorio.

Ambos se sentaron mirándose el uno al otro mientras el escritorio se interponía entre ellos.

—Para empezar, tu cuerpo recibió daño en su mayoría en la parte de tus extremidades, tu clavícula quedó rota por un impacto directo lo cual hizo que rompiera la carne y se dislocara, durante la cirugía conseguí reparar las fibras del hueso y reemplace las células dañadas para que por sí solas pudieran restituir los vasos sanguíneos, tendones, nervios, etc. Tu cuerpo es diferente del de la mayoría pues puede regenerarse por sí solo siempre y cuando no recibas heridas mortales, pero es un proceso muy lento, también puede realizar una respuesta ante una situación crítica permitiendo extender tu tiempo de vida, no sé cuánto, pero mínimo debe ser más de una hora.

—No veo marcas nuevas en mi cuerpo y las que tenía son casi imperceptibles, ¿eso también es obra tuya? —preguntó Ikki.

—Así es, tiene que ver en parte con el reemplazo de las células y las que dejan marca son las células cutáneas.

—Sin duda tu conocimiento es extenso, he de admitir que me tienes impresionado.

Ikki se levantó del asiento.

—Te agradezco de corazón. —dijo Ikki mientras se inclinaba en forma de respeto.

—No fue nada, sin embargo, aún queda un detalle que discutir. —dijo Amendra mientras se levantaba del asiento.

—Soy todo oídos. —contestó Ikki.

—Ten. —Amendra sacó una nota de un cajón de su escritorio.

Ikki tomó el papel y lo empezó a leer, cuando terminó de leerlo la expresión en su rostro era de sorpresa, como si su alma lo hubiera abandonado.

—Es el pago de mis servicios.

—treinta y tres Kuang, ¿pero qué rayos es un Kuang?

—¡O!¡así que eres nuevo por aquí. —Amendra se echó a reír—. Vale, vale te explicaré, un Dang equivale a cien Kuang, un Kuang equivale a cien Mag y un Mag equivale a cien Suan, esa es la moneda que se maneja en el continente de Nien y la establecieron los tres grandes imperios de Nien, Midgar, Babilonia y Escitia.

—¡Espera!, si mis cálculos no me fallan te tengo que pagar trecientos treinta mil Suan.

—Es correcto, para ser un joven eres bueno en los cálculos.

—Pero si yo… no tengo dinero ni para comer. —Ikki se quedó en blanco y no pudo decir nada.

—No te espantes, siendo tú estoy segura que en un año terminaras de pagarme, ¡ha ha ha! —Se rio Amendra.

—pfff, estoy acabado. —dijo Ikki mientras ponía cara triste—. Bueno aun así le agradezco, haré todo lo posible por tener listo su pago cuanto antes.

—Claro, no te presiones tanto y no te metas en situaciones tan peligrosas que podrías hacer que aumente tu deuda, ¡ha! —dijo Amendra mientras soltaba una leve risilla.

Ikki se dio media vuelta y caminó directo a la salida del cuarto, al llegar a la salida la voz e la doctora Amendra se oyó por su espalda.

—Tus amigos se encuentran en el bar de los "Tres Lechones" por si quieres ir a verlos.

—Gracias. —dijo Ikki sin voltearse mientras alzaba su mano derecha en señal de despedida.

Al salir del doctor Ikki se sintió completamente desorientado pues era una ciudad que él nunca había visto ni que hubiera alguna vez imaginado, una ciudad más mecanizada en la cual se mezclaba de una manera perfecta el ingenio de los enanos, la tecnología de los humanos y la magia de los elfos, sobre la calle Ikki observó una gran variedad de razas que conviven entre sí libre de prejuicios, enanos de las montañas con enanos de las profundidades, humanos del norte con humanos del sur, altos elfos con elfos oscuros, miaulers de nieve con miaulers de la selva, lobus de nieve con lobus del desierto, Ishgard de los mares profundos con Ishgard de los lagos profundos, etc.

Una gran diversidad de criaturas y todas con diferentes facciones físicas, a los costados las tiendas eran iluminadas con faroles curvos que contenían energía lumínica en el interior del cristal, había tiendas de ropa exótica de la región del norte para cubrirse del frio, tiendas de minerales y gemas para utilizarlos en la forja de armas o incrustarlos en armas o vestimentas, tiendas de armas y armaduras junto a casas de barro laminadas con hierro muy delgado y pintadas de diferentes colores opacos.

Ikki caminó por la calle admirando la belleza de aquella ciudad subterránea mientras buscaba un guardia para preguntarle la dirección, a la distancia se encontraba un guardia custodiando la entrada de una gran casa, Ikki se acercó amigablemente al guardia barbudo.

—¡Hola! —dijo Ikki—. Disculpe que lo moleste, pero me encuentro perdido, ando buscando el bar de los Tres Lechones, podría indicarme la dirección por favor.

El guardia desvió la mirada a Ikki y lo revisó de pies a cabeza.

—Mira, regresa por dónde vienes y cuando pases cuatro cuadras das vuelta a la derecha así como vas y continuas durante tres cuadras más, das vuelta a la izquierda y en el primer callejón a tu izquierda entras todo derecho y ahí está la entrada al bar de los Tres Lechones.

—Me ha salvado, gracias.

Ikki siguió la ruta que le había explicado el guardia barbudo, durante el trayecto miraba hacía el techo de la gigantesca caverna y arriba había casas sujetas del techo rocoso, otras colgaban por cables y tenían puentes de metal que se comunicaban entre sí, también había teleféricos que conectaban el suelo con el techo. Luces iluminaban desde el techo que figuraban un firmamento nocturno y desde el suelo las luces se elevaban dando una iluminación sutil perpetua en la ciudad.

Sobre la cabeza de Ikki se encontraba un cartel de madera tallada que contenía las palabras "Tres Lechones", Ikki miró a la entrada que era una puerta de madera y la abrió con total seguridad sin saber que esperar de ese lugar, en ambos lados del pasillo se encontraba varias mesas de madera circulares y una gran cantidad de personas que brindaban y bebían con tragos de cerveza, ron, whiskey servidos hasta el tope en sus tarros de un litro, el lugar tenía un bar tender al fondo del pasillo antes de llegar a las escaleras que conducían al siguiente piso.

Ikki no encontró a Alvíss en ese piso así que siguió caminando por el pasillo hasta subir por las escaleras y llegar al siguiente piso, en una de las mesas se encontraban los cinco enanos con sus tarros respectivamente sobre la mesa, cada uno tenía cara larga ni andaban brindando hasta que uno de los enanos llamado Jorun alzó la mirada y vio la figura de Ikki recorrer el pasillo.

—¡Ikki! —gritó Jorun.

Todos los enanos reaccionar bruscamente al nombre y se levantaron para mirar en la dirección que señalo Jorun, al ver a Ikki sus caras tristes se llenaron de brillo y alegría.

—¡Chicos! —gritó Ikki alegremente.

Alvíss se acercó a Ikki para darle un fuerte abrazo.

—Qué bueno que estás bien.

Ikki le dio unas palmadas en la espalda.

—¡Ha! ¡ha! ¡ha! —rio Ikki—. Que te puedo decir, soy un hueso duro de roer.

Alvíss se separó de Ikki.

—¡Ven!, vamos a brindar por tu exitosa recuperación. —dijo Alvíss.

—Yo, ando corto de efectivo.

—¡Bah!, no te preocupes. —dijo Jorun—. Nosotros te invitamos, es nuestra muestra de agradecimiento por habernos librado en Magnus.

—Si lo ponen así, cómo podría negarlo, ¡ha! ¡ha!! ha! —respondió Ikki mientras tomaba asiento a un lado de Alvíss.

—Venga Ikki deja presentarle a los muchachos, ya conoces a Jorun este enano de barbas negras le encanta el ron, juraría que en su vida pasada fue un pirata aterrador, ¡ha! ¡ha!! ha!

—¡Salud! —gritó Jorun y todos los que estaban junto a ellos brindaron con él.

Los enanos bebieron de su bebida que ya tenían en sus tarros de barro, Ikki no tenía que beber así que se limitó a sonreír y lanzar carcajadas, un mesero se acercó a la mesa con una bandeja redonda en la cual traía siete tarros.

—Señor. —preguntó el bar tender hacia Ikki—. Que va a tomar, tenemos whiskey, ron, agua miel, cerveza de maíz, licor y tequila.

—¡oh!, vaya variedad que tienen, déjame pensar un momento.

—Claro, ¿y para ustedes caballeros?

—¡Yo quiero cerveza!, a mí dame otro tarro de ron, yo también quiero cerveza, déjame un tarro de licor y otro de whiskey. —las voces de los demás sonaban entre mezcladas cuando ordenaron pues no se turnaron para pedir.

Al terminar de repartir las bebidas el mesero siguió preguntando de mesa en mesa si algo se les ofrecía de lo que traía de tomar.

—Continuemos. —dijo Alvíss—. Este otro se llama Mugen, nunca se quita su casco no importa el lugar, nunca lo hace y siempre lo verás con anillos sujetando su barba marrón.

—Salud mis hermanos. —gritó Mugen mientras alzaba su tarro más allá de su cabeza provocando que cayeran unas gotas de cerveza en su barba.

—¡Salud! —respondieron los demás.

—¡Yo soy el en más fiero de todos! —dijo el enano a lado de Mugen—. Me dicen "oso negro" aunque me llamo Fruen, ¡ha, ha, ha!

—Sí, el gran oso negro es un guerrero formidable. —dijo Mugen—. Una vez lo vi entrar a pelar él solo contra tres Kashnab.

—Es cierto, fue esa vez que rajo arrastrando los tres cuerpos inertes de esas alimañas. —dijo Jorun.

—Cuando llegó al cuartel tiró los cadáveres de los escorpiones y azotó en el piso por el cansancio ¡ha, ha, ha! —dijo Alvíss mientras levantaba su tarro—. ¡Salud!

—¡Salud! —gritaron todos los enanos.

—Y, por último, pero no menos importante, te presento a nuestro tirador, tan diestro con la ballesta, así como con las hachas arrojadizas. —dijo Alvíss—. ¡Griamur el ojo de halcón!, ¡demos un brindis por él muchachos!

—¡Salud! —brindaron todos los presentes.

—Ya que conoces a los hombres en quien más confió vamos a disfrutar de lo que resta de la noche. —dijo Alvíss.

—¡Si! —dijeron varios enanos.

Alvíss se levantó de su asiento y atrajo las miradas de todos los presentes en la sala.

—Quiero brindar con ustedes mis hermanos. —Alvíss miró a la persona correspondiente mientras decía su nombre—. Mugen, Jorun, Griamur, Fruen e Ikki, aunque perdimos a muchos de nuestros conocidos en el túnel les agradezco de corazón que hayan peleado a mi lado para salvar a los sobrevivientes de nuestro antiguo reino.

Alvíss se detuvo por unos momentos y giró su cuerpo hacía Ikki para mirarlo fijamente a los ojos.

—En especial a ti Ikki, tu nos mostraste una gran prueba de heroísmo como ninguna otra persona habría podido enseñar, gracias a ti evitamos más derramamiento de sangre de nuestros camaradas, eres un verdadero héroe y es un honor para nosotros decirte hermano.

Todas las voces se silenciaron cunado Alvíss comenzó a hablar, los ojos de cada persona miraban la persona de Alvíss y después miraron hacia Ikki preguntándose por qué es que le estaban dedicando aquellas bellas palabras.

—Quiero dejar constancia aquí el valor que Ikki presentó en la batalla, el solo derrotó a más de diez plantas carnívoras abismales y retuvo su avance por más de diez minutos en el paso entre Magnus y Heriadum.

Ikki se sintió un poco apenado pues no era costumbre de él decir sus hazañas, pero todos en la sala al escuchar la proeza de Ikki comenzaron a aplaudir fuertemente y a lanzar gritos de respeto hacia él.

—Por eso yo, Alvíss heredero del antiguo reino de Magnus les pido brindar conmigo por el valor que mostró Ikki y todos mis hermanos ante la adversidad. —Alvíss miró a todos que se habían quedado pasmados al oír su nombre, alzó su tarro de aguamiel y gritó—. ¡Salud!

Algunos traían tarros en su mano, otros tenían copas con Vodka o Brandy, pero aun así alzaron su bebida y gritaron al unísono "Salud", las horas continuaron con risas e historias de las aventuras de cada uno experimento.

Después de ocho horas dentro del bar las seis personas salieron medio mareadas y caminaron por la avenida directo hacia la plaza de la gran fuente.

—¿Así que necesitas conseguir dinero para pagarle a la doctora Amendra? —preguntó Jorun.

—Así es, después de todo es un trabajo y nada es gratis. —contestó Ikki.

—Yo diría que tu mejor opción es convertirte en aventurero. —dijo Alvíss.

—¿Aventurero? —Ikki estaba confundido pues no sabía que era eso.

—¡Oh!, veo que no sabes que es un aventurero. —dijo Mugen—. Mira, un aventurero se encarga de realizar trabajos que la gente no puede realizar, como traer partes de monstruos, también…

—Fungir como protector de alguna persona. —dijo Jorun interrumpiendo a Mugen.

—Sí, gracias por terminar lo que decía ¡Jorun! —dijo Mugen con voz grave—. Como decía, puedes realizar diversas tareas como explorar ruinas inexploradas, traer materiales de zonas peligrosas, ayudar en labores dentro de la ciudad o alrededor, etc.

—Suena muy interesante. —respondió Ikki mientras se tocaba la barbilla—. ¿Alguien sabe dónde queda el gremio de aventureros?

—Queda a unas calles de la plaza a la que nos dirigimos. —dijo Alvíss.

—Excelente, entonces ya está decidido. —dijo Ikki mientras soltaba una sonrisa con sus ojos entre abiertos por que seguía mareado—. Me convertiré en aventurero temporalmente para saldar mi deuda.

—Te veo muy decidido Ikki. —dijo Alvíss mientras miraba a los demás enanos y ellos lo miraban a él—. En ese caso te acompañaremos a saldar tu deuda.

—¡No deberían! —respondió Ikki.

—No se hable más, nosotros también somos responsables a parte ya no tenemos hogar al cual regresar y los enanos que sobrevivieron serán acogidos en esta ciudad. —dijo Alvíss.

—Es verdad Ikki. —dijo Fruen—. Tu eres nuestro benefactor y necesitamos volvernos más fuertes para recuperar nuestro hogar de las garras de Folstag.

Ikki se detuvo e hizo que los enanos lo rodearan frente a él, mientras reflexionaba por unos momentos.

Fenrir, pensó Ikki en su mente, ¿qué opinas tú?

¡Ah!, porque me levantas, todavía sigo recuperándome de las heridas que sufrí, dijo Fenrir.

—Lo siento amigo, solo es una pregunta rápida, dijo Ikki.

—Tú ya tienes la respuesta, ¡cierto!, son personas dignas de luchar a tu lado así que no dudes, aunque tal vez puedan volverse aliados poderosos en la batalla contra Loki, pero cabe la posibilidad que mueran, dijo Fenrir.

—Cada quien es responsable de su seguridad, aun así, no me gustaría perder a alguien otra vez, dijo Ikki.

—He, bueno volveré a dormir por lo mientras, cuando esté completamente recuperado te avisaré, dijo Fenrir.

—Claro, nos vemos después amigo mío, respondió Ikki.

—Muy bien, en ese caso cuento con ustedes de ahora en adelante. —les dijo Ikki a los enanos.

Los cinco enanos alzaron su voz y dieron un gran grito de guerra en señal de felicidad.

—Sigamos adelante muchachos. —dijo Alvíss—. Hacia el gremio de aventureros.

Ikki los vio caminar alegremente mientras se mantenían positivos, Ikki desvió la mirada hacia arriba y soltó un suspiro mientras sacaba una pequeña sonrisa, al cabo de unos segundos caminó de prisa hasta alcanzar a los demás.

Los seis siguieron a Alvíss ya que él conocía muy bien las calles de la ciudad, después de veinte minutos llegaron a la gran fuente en donde aprovecharon para gastar lo último que tenían de dinero en comida, a Ikki se la invitaron también.

—Es deliciosa la comida de aquí Mugen. —dijo Fruen.

—Ciertamente Fruen. —dijo Mugen—. ¿A ustedes que les pareció?

—El estofado de res está muy bueno. —Dijo Griamur.

—Podría comer aquí todos los días. —dijo Alvíss.

—Sin duda tienen razón, el sabor es muy rico aunque siento que algunos platillos vienen de las islas Harald.

—¡Exacto! —dijo Griamur—. Esta ciudad está llena de gente de varias naciones que llegan a compartir la cultura de su país, por eso es que encuentras comida, artículos, moda de otras regiones.

—¡Oh!, eso explica muchas cosas, sin duda es una ciudad increíble. —Ikki no pudo evitar asombrarse.

—Bueno, ya comimos, ya bebimos y ya nos fuimos, ¡ha, ha ha! —dijo Alvíss—. Vamos al gremio, ya está cerca queda a dos cuadras de aquí.

—Sí, vamos. —dijo Ikki.

Los seis se levantaron de la mesa al aire libre que estaba en un restaurante alrededor de la plaza, rodearon la gran fuente mientras apreciaban su arquitectura oriental decorada con diferentes tipos de gemas y metales, siguieron por la calle a la derecha de la fuente y caminaron dos cuadras en línea recta hasta llegar a un edificio que se encontraba en la esquina al inicio de la tercera cuadra, en grandes letras sobre la puerta de madera ornamentada se veía "Gremio de Aventureros" que resplandecían con energía lumínica.

Ikki fue el primero en abrir la puerta y los demás lo siguieron adentro, alrededor se encontraban varias mesas en donde estaban varios aventureros discutiendo con sus equipos respectivamente, Ikki caminó hasta llegar a la recepción en donde estaba una hermosa chica élfica de ojos verdes y cabello azul, a su lado estaba un enano con anteojos chiquitos que estaba ordenando carpetas.

—Muy buenos días caballeros mi nombre Adela y les doy la bienvenida al gremio de aventureros. —la señorita realizó un movimiento con la mano para darles la bienvenida—. ¿En qué podemos ayudarles?

—Muy buenos días. —Comenzó a hablar Ikki—. Hemos venido aquí con la esperanza de obtener informes sobre como poder unirnos al gremio.

—¡Oh!, muy bien, pasen por aquí mi compañera Lubia los guiará, aguarden un momento.

Adela hizo sonar una campanita que tenía a un lado y en seguida una chica lobus bajó por las escaleras que estaban a un costado de la recepción y se encontró con Adela.

—Lubia, por favor lleva a los caballeros con el director del gremio.

Lubia se giró hacia el grupo y les dirigió las siguientes palabras.

—Por aquí caballeros, síganme.

Todos siguieron a Lubia hacia el siguiente piso, al subir por las escaleras giraron hacia la izquierda y pasaron dos puertas, en la tercera puerta Lubia dios dos golpecitos a la puerta, se posicionó a un lado de esta y dijo.

—Adelante, adentro se encuentra el director del gremio.

Ikki abrió la puerta con su mano izquierda y con la derecha la empujó mientras se adentraba en el cuarto, la puerta soltó un silbido denotando un poco de antigüedad, el cuarto estaba adornado con cuadros y artefactos antiguos, en frente de la puerta había dos sillones de tres personas hechos de piel de oso pardo y enfrente de los sillones se encontraba una gran mesa de cristal con madera, el techo del cuarto lo adornaba un candelabro de plata.

En frente de la mesa se encontraba sentada una persona en un sillón para dos personas mucho más lujoso que los otros, él era un humano de cabellera azabache y su cabello recogido hacia atrás, en la oreja izquierda tenía un arete en forma de cruz y en la cara tenía una cicatriz que cruzaba por su ojo derecho, su barba recortada de color marrón le cubría poco la parte inferior de la cara, pero sin perder la forma de esta, su vestimenta era de una gabardina negra, botas negras con azul, su pantalón era de color marrón oscuro y su camisa de color negro, sobre la camisa presumían un collar con un colmillo hecho de ónix y grabado con runas que desataban un ligero brillo rojo.

La persona extendió sus brazos sobre el sillón y se colocó en una posición cómoda cruzando sus pies y poniéndolos en forma de cruz.

—Buenos días caballeros, pueden llamarme Sigfrido. —dijo él con una voz vigorosa y profunda—. Díganme, ¿en qué puedo ayudarles?

Los seis se sentaron en los sillones.

¿Sigfrido?, pensó Alvíss, ¿Dónde he escuchado ese nombre?

—Buenos días. —dijo Ikki—. Hemos venido para saber cómo podemos unirnos al gremio de aventureros.

—¡Oh!, vaya, vaya, así que quieren formar parte de nuestra sociedad. —Sigfrido soltó una sonrisa arrogante—. Existe dos formas de entrar, la primera es que una academia de combate te recomiende, si una academia te recomienda puedes escoger tu especialidad directamente, aunque no creo que ustedes puedan entrar por esa manera.

—Cómo podrías saberlo. —dijo Ikki.

—Sencillo, si te recomendara una academia, tú y yo no estaríamos teniendo esta conversación.

Esta persona, pensó Ikki, es muy perspicaz y se ve increíblemente fuerte.

La segunda forma de entrar es mediante un duelo. —Sigfrido miró a los ojos de Ikki—. Contra mí.

—¡Tú!, —alzó la voz Alvíss mientras se levantaba y lo señalaba—. Eres tú, ya decía yo por qué me sonaba tan familiar tu nombre y apenas logre recordarlo, el asesino de dragones, tu eres el inmortal Siegfried.

—¡Oh!, veo que me conoces, déjame preguntarte a ti quién eres, claro no debes ser una persona cualquiera pues portas el emblema real de una familia ya extinta.

—Mi nombre es Alvíss y somos los poco sobrevivientes de Magnus.

—Ah, así que eres el heredero al trono, el único hijo del rey Dvalin.

—sí es. —dijo Alvíss mientras regresaba a su asiento—. Un hombre de tu calibre por qué sugiere un duelo contra un joven, es injusto.

—La vida es injusta y más allá de estas murallas hay criaturas y enemigos muy peligrosos, refiero detener tus sueños aquí a mandarte hacia tu muerte, por eso lo hago y porque tú estás aquí es la otra razón.

—¿Por mí? —se cuestionó Alvíss.

—Sí, por ti, quería saber a quién traías para convertirse en aventurero, que clase de hombre era para que tú lo reconocieras.

—¡Oh!, Ikki es fuerte, pero aun así enfrentarse contra ti es demasiado.

—He, no vengas a lloriquear aquí Alvíss, pero está bien haré una excepción, si Ikki o alguno de ustedes puede asestarme un golpe los aceptaré dentro del gremio.

—¿Un solo golpe?, ¿todos?, estás diciendo que te enfrentaras solo contra nosotros seis.

Sigfrido se levantó de su cómodo asiente y caminó hacia la puerta, las miradas de incredulidad y molestia de los seis lo siguieron por todo el recorrido que dio y cuando estuvo a punto de salir se volteó y dijo.

—Espero que logren divertirme. —A continuación, Sigfrido caminó hacia la parte inferior del gremio—. Los espero en el pequeño coliseo que tenemos. —dijo con voz alta.

—Quién se cree que es, vamos a darle una lección muchachos. —dijo Fruen.

—¡Sí!, acabemos con ese sujeto arrogante. —respondió Griamur.

—Enseñémosle que los de Magnus somos guerreros de oro. —dijo Jorun.

—¡Vamos hermanos! —gritó Mugen.

Aquellos enanos salieron siguiendo el camino que recorrió Sigfrido, en la sala solo se quedaron Alvíss e Ikki.

—Qué sucede Alvíss, enserio es tan fuerte que hasta tú sientes escalofríos.

—Fuerte, sería poco, nadie lo conocía veinte años antes de que cayera Magnus, pero en menos de un año su fama se elevó exponencialmente, viajeros provenientes del reino de Midgar contaban historias de un hombre que llevó sobre su lomo la cabeza de un dragón dorado, la cabeza era tan grande como una casa de tres pisos de alto por cinco pisos de largo, él cargó la cabeza de dragón sobre sus hombros por toda la ciudad capital del reino de Midgar llamada Midgard, al final depositó la cabeza en frente del palacio real y se desapareció sin decir nada, en los años siguientes su fama creció y creció por realizar hazañas imposibles para gente normal como nosotros y un día fue reclutado en la academia divina Valhalla. —relató Alvíss.

—Academia divina… Valhalla, solo aquellos capaces de alcanzar el poder de un dios entran ahí. —susurró Ikki.

—El nivel de poder se mide por la cantidad de energía que puedes manipular aunque no existen escalas, pero los que asisten a las academias divinas tienen un control sobre la energía muy poderoso y sus habilidades de combate son monstruosas.

Ikki miró hacia la puerta.

—Así que nos enfrentamos a un monstruo, ¡eh! —dijo Ikki.

—¡No!, nos enfrentamos a un semidiós. —replicó Alvíss.