Faltaba una hora para el alba, el cielo estrellado podía apreciarse perfectamente, soltaron las amarras para que la pequeña carabela se pusiera en marcha, los ojos de Ikki daban el ultimo vistazo a donde fue su hogar, ahí en esa isla, en esa ciudad, en esa casa vivió durante diecisiete años. Aprendió a convivir, a fabricar, a inventar, a pelear, ahora no era más que un recuerdo en su memoria, el barco zarpó y poco a poco la ciudad se encogía hasta que desapareció en el horizonte, su mirada dejo un rastro mientras ponía rumbo a su diminuto camarote.
El barco se mecía de lado a lado, el golpeteo de las olas originaba un movimiento suave, en el cuarto día en alta mar Ikki ya se había acostumbrado al mareo, como si estuviera en tierra firme ya no le afectaba el movimiento del barco, no había mucho que hacer, solo había diez pasajeros, dos de ellos eran de setenta años y lo único que hacían era tomar el té, cuatro eran adultos que se la pasaban en sus propios asuntos, los dos restantes eran igual de jóvenes que Ikki, uno de ellos se encontraba en la cubierta de estribor.
Su cabello verde ondulaba en el aire. Su ropa nada extravagante lo retrataba como un turista, su extraño atuendo parecido a un Caftán exhibía sus raíces de oriente, en el continente del norte llamado Nien, la mitad derecha inferior era gobernada por países árabes, en el otro extremo por los nórdicos, debajo de ese continente se encontraban las islas Neruda.
—¿Hace un buen clima no crees? —Ikki se acercó y le habló con una sonrisa—. No eres de las islas cierto.
—Es un agradable día. —La mirada dejó de enfocar en el eterno azul y pasó a concentrarla en aquel joven—. ¡No!, vine de visita a buscar algunas cosas, provengo de Midgar en el norte.
—¿Midgar?, no había escuchado de ese lugar.
—No suele venir gente por estos lugares, el país de Midgar gobierna al oriente, en el extremo norte de Nien.
—El continente del norte, entonces debe de estar en el extremo opuesto de Gredania.
—Así es, es un lugar algo frio.
—Nos dirigimos hacia Juten, ¿de ahí te iras a tu país?
—No, sigo buscando algunos objetos que necesito, iré hacia Hitita en la península de Nien, dicen que ahí llegan los comerciantes de Tenoch.
—Se oye que es un buen viaje.
—Sería placentero si no tuviera preocupaciones. —Soltó una risa triste—. Tu que harás en Juten, o se me olvidó lo más cordial. Mi nombre es Selfos, un placer. —Estiro su mano para saludarlo.
—Cierto, lo siento —Llevó su mano izquierda a la nuca y con la derecha respondió el saludo—. Me llamo Ikki, soy un viajero en busca de poder, necesito mejorar mis habilidades de combate, me dirijo a Juten para conocer el estilo de lucha Tahtib.
—Es raro conocer gente que diga esas palabras a todo pulmón.
—Es una meta que he propuesto, es necesario.
—Estoy seguro que así es, por cierto, te gustaría jugar un juego.
—¿Qué clase de juego?
—En el norte lo conocen como Guerra de Reyes, mira. —Selfos caminó hacia su camerino y trajo una pequeña bolsa—. Mira el mapa, en él tiene reflejados las ciudades y los países de Nien, colocas un castillo en cualquiera de los cuatro continentes, con tus soldados intentas conquistar las ciudades utilizando cartas, existen cartas de movimiento, bonificación de ataque y defensa, asedio, refuerzos, tropas, generales, espías, monstruos, calamidades, fortalezas y muchas más.
—Suena interesante, apenas empiezo no seas muy brusco. —Lanzó una sonrisa fugaz y sus ojos se concentraron en el tablero.
Así pasaron los días abordo platicando y jugando, criaturas como delfines y ballenas salían del mar y brincaban sobre este, en días posteriores el otro chico también se les unió a jugar, el sol brillaba a medio día y de noche las estrellas iluminaban su curso, el barco se encontraba cerca de la isla de Maní al quinto día cuando el mar se empezó a agitar, los vientos soplaban fuertemente y las nubes cubrían el sol lentamente.
—¡Regresen a sus camarotes!, se acerca una fuerte tormenta. —Gritó el capitán
En ese momento todos fueron a resguardarse, gotas de lluvia chocaban contra sus caras, Ikki y Selfos guardaron rápidamente el tablero en una bolsa, Selfos se la colgó en la cintura y partieron hacia su camarote, antes de llegar el barco recibió un gran golpe por babor, tirando a todos los que se encontraban de pie, desde el mar una enorme cola de serpiente salió y azotó en el mar levantando una gran ola hacia el barco.
Tres marineros fueron arrastrados hacia el mar, Ikki y Selfos lograron sostenerse de una de las cuerdas que sujetaba el mástil, el capitán como el control de vuelta y dio un giro a la nave intentando apartarse del monstruo, la lluvia empezó a ponerse más recia, rayos iluminaban el cielo, el mar se volvió más salvaje, con olas grandes que trataban de volcar el barco, en medio de tanto caos el barco crujía y se movía violentamente.
Entre la tormenta y grandes olas, la calma por fin llegaba, parece que al monstruo marino no le interesaba una insignificante carabela, la tormenta amaino, el mar recuperó su aroma y el cielo volvía a estar despejado, los tres marineros que cayeron ya no volvieron a ser vistos, el capitán estaba muy alterado, al parecer ese fue un evento que jamás debió haber pasado.
—En las leyendas de Nien se habla de un monstruo marino con proporciones descomunales, un antiguo hijo del dios Yam, el dios que gobierna el abismo del mar, en los relatos lo retratan como el terror de los mares, habitaba en el archipiélago de Grunwich entre el continente de Tenoch y Nien, jamás había salido de su guarida, el que lo haya hecho podría significar un mal presagio. —Selfos le relató la historia a Ikki del monstruo.
Cuando la tormenta se calmó todos salieron a cubierta, sus caras pávidas aún se notaban, uno de ellos se acercó al capitán preguntando que fue eso.
—Aquella monstruosa criatura era el Leviatán, nacido de la soledad del dios Yam y engendrado en los fuegos del averno, se le considera uno de los siete señores demonio. —Contestó el capitán mientras miraba en la dirección que se había ido.
—No se supone que ellos nunca salen de su hogar. —preguntó otro alarmado viajero.
—En efecto, es una situación que nunca se había presentado, me temo que esto es un mal augurio.
—Si es así debemos informarlo al rey de Juten, que lo haga saber en el concilio del norte. —Uno de los marineros lo dijo en tono preocupado.
—Así será, pero antes un minuto de silencio por nuestros compañeros caídos.
Todos guardaron silencio, solo el oleaje sonaba, al término del minuto todos tomaron su lugar y continuaron su camino hacia Juten, en el trayecto no sucedió nada más, fueron tres días más hasta llegar a la ciudad portuaria. Sus grandes mezquitas y sus torres en punta dibujaban un exótico paisaje, sus edificaciones hechas de adobe llamadas Midmakh, les proporcionaban una adecuada ventilación y frescura, en ese lugar el calor del sol era más potente.
Al desembarcar Ikki y Selfos caminaron juntos hasta la gran mezquita de Almaqah, dios del solsticio de verano, ahí sus caminos se separaban, Selfos tomó rumbo hacia el occidente mientras Ikki buscó la escuela de Tath, en donde se entrena Tahtib, entre las animadas calles y arena llegó a una edificación en forma de cuadrado, en la parte superior de la entrada se hallaban las palabras Tath.
—Por fin he llegado. —Sus ojos brillaban como dos pares de gemas, desde el interior provenían voces de combate, palabras de una sola sílaba en unísono—. Espero que no estén ocupados.
Dios unos pasos hacia dentro, caminó a través de un corredor hasta llegar al patio, ahí numerosas personas repetían el mismo movimiento en sincronía, un señor vestido con su túnica de entrenamiento miraba la reacción de los jóvenes, su complexión era fornida, de cara alargada y barba completa de tres días, su cabello en casquete largo le daba un aire de avezado, Ikki caminó rodeando el centro hasta llegar al maestro.
— Buenas tardes. —Dio una leve reverencia en forma de saludo—. He venido para aprender de usted maestro.
—Un niño como tú no soportaría mi entrenamiento, regresa de donde viniste y vuelve en diez años. —El maestro ni siquiera volteó la mirada.
Que no estoy listo, pensó Ikki, cómo puede decir eso, quien se cree que es hablando sin antes conocerme, debo demostrarle de lo que soy capaz.
—No acepto su opinión, déjeme probarme contra uno de sus estudiantes.
—Tienes una mirada decidida, muy bien. —El maestro lo miró de reojo—. ¡Atención!, todo despejen el centro hagan un rectángulo. Víctor ven aquí, tú serás su contrincante.
Un hombre de aproximadamente veintiocho años salió de entre sus filas, todos los estudiantes portaban Doboks como uniforme, su complexión no era tan alusiva, pero se le veía músculos.
El maestro tomó dos palos de madera y le lanzó uno a cada quien, los demás estudiantes se sentaron en posición para meditar, a ninguno le llamaba la atención esa batalla, acto seguido el entrenador comenzó a explicar las reglas.
—Muy bien, las reglas son sencillas, el primero que toque golpeé con su barra el pecho, la espalda o la cabeza del contrincante gana el encuentro, si apruebas te enseñare todo lo que se niño. ¡Comiencen!
La mirada se concentró en el contrincante, Ikki mantenía una guardia media con su bastón, el contrario optó por la posición Wakigamae, con un rápido movimiento lanzó su bastón en un corte horizontal, chocando contra el palo de Ikki, su defensa quedó desmantelada, después de realizar el corte volvió a repetir el movimiento en dirección contraria, Ikki por los pelos logró dar un paso hacia atrás mientras el palo del contrincante le rozaba el pecho.
Acto seguido Víctor llevó su palo en posición horizontal sobre su hombro apuntando hacia Ikki mientras se preparaba para dar una estocada veloz, Ikki recuperó su estabilidad y en un rápido movimiento se agachó posicionando su espada para un corte vertical desde abajo, Víctor lanzó la estocada, pero Ikki ya se había agachado, con su ataque desde abajo, mandó a volar el bastón de Víctor, Ikki sonrió pues pensó que había ganado.
En ese momento el cuerpo de Víctor dio una leve inclinación, sus manos soltaron un golpe de palma a las manos de Ikki, el golpe fue poderoso que logró que Ikki soltara su palo, lo que siguió fue una brutal golpiza por parte de Víctor, Ikki apenas y podía defenderse, no tenía entrenamiento de combate sin armas, al terminar abrumado por la potencia, Víctor le alcanzó con un golpe fulminante en el estómago haciendo que Ikki saliera volando un metro hasta estrellarse en el suelo.
—Es suficiente. —El maestro caminó donde estaba Ikki, revisó sus heridas, pero a lo mucho solo tuvo un par de costillas rotas—. Ahora lo entiendes niño, no eres apto para ser mi discípulo. —Tomó el cuerpo de Ikki y lo llevó hasta la entrada, al salir lo aventó hacia la calle—. Regresa de donde llegaste.
El maestro dio media vuelta y regresó al Dojo, la cara de Ikki estaba enterrada en la arena, al parecer ya había oscurecido, sus labios escupían sangre, su nariz no se había dañado, su pecho dolía pues tenía un par de costillas rotas. El dolor era duro, la nariz le sangraba por el golpe que lo hizo chocar contra el suelo, su visión sucumbió ante su fatiga, cerró sus ojos y solo podía oír a su alrededor la arena volando, a la distancia solo podía distinguir unos pasos acercándose lentamente.
—Es horrible lo que hace Malik, no debería de hacer semejante abuso. —La voz de un señor ya viejo le hablaba a Ikki—. Te llevaré a mi casa, esas heridas se pondrán fatales si no recibes tratamiento.
Ikki solo escuchaba, pero no podía decir nada, apenas podía sentir su cuerpo ser levantado, su conciencia luchaba por mantenerse firme, consiente, fue un largo tramo hasta que se oyó el chirrido de una puerta, su cuerpo fue depositado levemente en una cómoda cama, al poco tiempo su cuerpo estaba siendo tratado con pomadas y esencias. Sus músculos dejaron de estar tensos, los moretones redujeron su intensidad, el cansancio se volvió más tenue hasta que cayó en un largo sueño.
En una mañana agradable, las Jolutinas que eran aves cantaban con su grueso pico, era la señal de que empezaba un nuevo día, Ikki regresó de su letargo, se levantó poco a poco mientras sentía algo de dolor en su cuerpo, las costillas todavía no sanaban, pero los vendajes que traía puestos se las alineaban, miró su cuerpo y se percató que los moretones ya no estaban hinchados, aunque si coloreados de morado, caminó a paso de anciano hacia afuera del cuarto.
La casa era sencilla, había un cuarto de cocina, otros dos con camas y el comedor junto a la sala, la posición era una T, Los dos cuartos a lado de la sala comedor, y la cocina debajo del comedor, la puerta principal baba a la calle desde la sala. Abrió la puerta y vio a un señor de edad muy avanzada meciéndose en su silla mecedora.
—¡Oh!, ya despertaste, bienvenido a Juten joven, me llamo Imi un placer.
—Un placer señor, mi nombre es Ikki. —Ikki se inclinó mientras juntaba su puño y su palma en forma de agradecimiento—. Le agradezco de todo corazón lo que ha hecho por mí, me regresó del limbo.
—No tiene importancia, solo es un poco de amabilidad así soy yo. —Imi se levantó mientras caminaba dentro—. Seguramente tienes hambre, porque no entras a comer.
—No podría, ya es mucho lo que ha hecho.
—No le tomes importancia ¡ven, vamos a comer!
En el comedor Imi trajo un plato con carne para cada quien, en un lado puso tortillas envueltas en una tela para que no se enfriaran, en unos platos del tamaño de una mano tenía una mezcla de chiles y especias, ambos se prepararon tacos con su aderezo enchilado y tenía un sabor exquisito, al término de la comida Ikki se sentía rebosante de energía a pesar de las heridas.
—¿Cómo es que me siento vigoroso?
—Es por la mezcla en el aderezo, utilicé hiervas con propiedades especiales.
—Para mí es un misterio la medicina curativa.
—Lo poco que sé, lo aprendí de un gurú en la montaña de la luna.
—Talvez mi camino me lleve por esos lugares.
—Así que eres un viajero, cuéntame en qué consiste tu viaje. —Imi sacó de un mueble unas tazas y en ellas puso hiervas para té, calentó el agua y cuando ya estaban listos se sentó a platicar. Ikki le relató su viaje desde que fue a su misión en el bosque de los lamentos hasta que llegó por mar a la ciudad.
—Así que lo que quieres es volverte más fuerte para erradicar el mal que acecha por tu hogar, muy bien, me haz convencido, te enseñaré un estilo de combate que yo desarrollé en mi juventud, se llama Krav magá.