La puerta sonó, alguien estaba llamando. Imi caminó hasta llegar a la manilla y abrió la puerta, para su sorpresa Ikki había regresado y atrás de él, una turba de ciudadanos conmocionados lo seguía, no pensó que regresaría tan rápido, la velocidad en que aprendía le sorprendió la realidad es que era aterradora, cuando miró lo que traía en el suelo su corazón se aceleró al ver el cadáver de un Kashnab siendo arrastrado como si nada.
—¡Oh grandes ciudadanos de Juten! —Ikki dio media vuelta, con su voz en un tono más grave, habló al grupo de personas—. He cruzado mar y tierra para llegar aquí, me asombra su cultura y me gustaría aprender de ella, mi nombre es Ikki. —Con su mano derecha tocó su pecho, con la mano izquierda la alzó a lo alto, al terminar entró a la casa junto al escorpión muerto.
Ya habían pasado dos horas desde que Ikki llegó, Imi lo puso a leer unos manuscritos mientras preparaba la carne de Kashnab.
—Tu prueba. —Habló Imi desde la cocina—. Experimentaste una experiencia cercana a la muerte, la sangre y la carne del escorpión contienen sus toxinas, no se puede comer sin un proceso de desintoxicación adecuado.
—Lo único que le hice fue calentarla.
—Eso no basta para purificarla, pero, también era parte de la prueba, así como carcome el cuerpo, la mente y el espíritu, si tu voluntad es lo suficientemente fuerte potencia todos tus sentidos.
—Ya veo… es por eso que tenía que comérmelo.
—Para serte sincero, tenía mis dudas de que regresaras, no pensé que lo lograrías y menos en tan poco tiempo.
—No importa maestro, apenas nos conocemos, es normal.
—Vamos a comer, no hay que desperdiciar esta deliciosa carne.
—La última vez que comí uno de esos terminé casi muriendo.
—Esta vez probarás el sabor de la cocina Juten.
Imi colocó diferentes platos en la mesa, en un plato alargado colocó carne de la zona sensible del escorpión, alrededor lo decoró con las costillas de este. Si no tuviera carne parecería una corona de huesos. En otro plato que era circular, colocó trozos de carne provenientes de la cola, en esa parte la carne tiene forma cilíndrica, lo que hizo Imi fue cortarlos en distancias iguales, los bañó en una salsa de color pistache con aroma agridulce.
La cabeza la abrió por la mitad dejando expuesto su cerebro, la puso en una olla donde se había cocido previamente un caldo con parte de la sangre y diferentes especias, el estofado lo dejó en la olla y la puso en la mesa sobre una base de madera. De bebida para tomar preparó un té mediterráneo, la comida ya estaba servida, Ikki e Imi se sentaron y dieron unas palabras en agradecimiento.
Imi fue el primero en comer, sus ojos se tornaron ovalados, una expresión de felicidad y placer cubrió su rostro, Ikki tenía sus dudas, pero al ver a Imi las hizo a un lado, probó primero un trozo circular de la carne de cola, la salsa le escurría por los extremos, el aroma agridulce embelesaba el olfato, dio la mordida y en ese momento su mente partió en un viaje astral, explosiones de sabores inundaban su paladar. Al cabo de un rato regresó al presente, su rostro se suavizó como si hubiera fumado un poco de cannabis, una vez que dio el segundo bocado ya no pudo detenerse, toda la comida fue devorada en menos de una hora.
—Vez, te dije que ibas a experimentar el placer de la cocina Juten.
—Debo admitir que no me lo esperaba, que diferencia cuando se le aplica el procedimiento correcto.
—Por lo general a los animales venenosos se les tiene que retirar el veneno.
—Ya me di cuenta por qué, pero, ¿por qué no perecí por el veneno?
—El veneno que tiene es una neurotoxina, su velocidad de reacción es muy alta, en cuestión de minutos terminas en un estado vegetativo, los efectos del veneno aumentan su potencia dependiendo de la cantidad que tengas en tu cuerpo. Se ha creído erróneamente que el veneno mata a sus presas, aunque pareciera que la vida deja el cuerpo, la verdad es que el Kashnab arrastra sus víctimas paralizadas dentro de la arena y las devora en su nido.
—No deberían haberse dado cuenta de esa situación.
—Todo aquel que ve un Kashnab corre, si atrapa a uno de sus amigos lo dan por muerto y corren. Todos por aquí son temerosos cuando se trata de esas criaturas, ya que lo trajiste arrastrando desde el desierto, seguramente estarás en boca de todos los habitantes.
—Ya veo, por eso se considera una prueba de resistencia y coraje.
—La primera prueba te ayudó a purificar tu cuerpo, ahora debes de sentir una gran diferencia en tus capacidades.
—Ciertamente mi poder ha aumentado, mis habilidades han crecido y mi resistencia es mayor.
—Muy bien. —Imi se levantó de la mesa y caminó hacia su cuarto, al regresar en su mano traía un pergamino—. En ese pergamino se encuentran los detalles de la segunda fase, la fuerza que obtuviste la necesitaras para completar la tarea. —Imi le entregó el pergamino
—Partiré de una vez maestro. —Ikki guardó el pergamino en una bolsa.
—Para leer el pergamino necesitaras luz de luna, hay un oasis en el desierto del noroeste, te puedes abastecer ahí.
—¡Gracias!, prepararé mis cosas de inmediato.
Ikki se colgó una bolsa, en ella llevaba el pergamino, un odre para el agua y un mapa. En el cinturón se colgó una espada y una aljaba llena de flechas, en su espalda se llevó un arco, su vestimenta era un caftán, no llevaba nada en la cabeza ni en sus pies, al llegar a la puerta volteó a ver a Imi.
—Nos vemos Imi.
—Cuídate Ikki.
El sol ya había pasado de medio día, entre los ruidos de la ciudad Ikki contemplaba las caras de los habitantes, no podía evitar pensar en sus vidas simples, una vida que había rechazado, mientras transitaba por la calle Jun observó que un edificio tenía escrito en su cartel "Gremio de exploradores", esa leyenda le llamó la atención, cuando regresara iría a darle una visita.
Al salir de la ciudad tomó la senda que se dirigía hacia el noroeste, a la ciudad de Kalum, caminó a través del camino buscando la desviación para el desierto del norte, en su camino se encontró a varios comerciantes en ambos sentidos, ciudadanos que viajaban, carruajes de gente importante, la noche abrió su telón, no hacía frío ni viento, transcurrieron varias horas hasta que encontró una salida, en el letrero marcaba la dirección del desierto.
Mientras caminaba en dirección al oasis, Ikki no paraba de pensar en el pergamino, en una roca grande tomó un descanso, se sentó y de su bolsa sacó el pergamino, le desató el nudo que lo mantenía en su forma cilíndrica, al extenderlo se dio cuenta que no tenía escrito nada, ni siquiera una imagen.
La luz de la luna, pensó Ikki, hasta la sombra de la roca me impide verlo.
Ikki se apartó de la sombra, llevó el manuscrito a que se cubriera en los rayos plateados de la noche, poco a poco cobre la superficie del papel aparecieron palabras, un dibujo de una entrada surgió en medio, a los lados palabras en lenguaje antiguo completaron la imagen.
—Este lenguaje se parece mucho al de Juten, parece ser su predecesor. —De el pergamino descifró el significado y lo leyó en voz baja—. Aquel que ha sucumbido ante el desierto se ahogará, Aquel que ha añorado el mar en sal morirá, del mar provino el desierto y el desierto en mar terminará.
—Mar en desierto y desierto en mar, esto no tiene lógica.
Ikki guardó el pergamino de nuevo y continuó su marcha al oasis, la noche estaba a punto de terminar cuando Ikki vio en frente un gran círculo de agua en medio del desierto, alrededor del lago una gran cantidad de palmeras convivían juntas, en un lugar cerca de la orilla una gran cantidad de mercaderes exhibían sus productos. Gente proveniente de Kalum arribaba por otro camino, también de la senda por donde llegó Ikki empezaba a llenarse de gente.
Ikki subió a la cima de una colina, desde ahí pudo observar lo extenso que era el oasis, su extensión era de cuatro kilómetros en diámetro, al apreciar aquella magnífica escena, recordó lo que había leído. El mar se convierte en desierto y el desierto en mar.
—¿Podrá ser?, acaso se refería al ciclo que toma y el equilibrio entre los dos, si así es debería de estar la puerta en esta zona.
Bajó por la colina tratando de mezclarse entre la gente, caminó a través de la orilla del lago hasta llegar al pequeño bazar, ahí se ofertaban las mismas cosas de la ciudad, pero a diferentes precios, también tenían objetos raros y únicos. No solo había comerciantes en sus puestos fijos, también los había montados en su camello mientras cargaban una carreta con diferentes productos, a un lado del bazar se encontraba el mercado de animales, vendían camellos, caballos, elefantes, rinocerontes, Aves Maushales, etc. Ikki no pudo evitar sorprenderse de aquel pequeño mundo, en esa zona cada vendedor tenía sus propios guardaespaldas, otros tenían esclavos guerreros que los protegían, en esa zona no había ladronzuelos porque no había por donde escapar u ocultarse.
Después de atravesar el mercado de animales Ikki llegó a la zona de descanso, aquí varias personas que se quedan a dormir tienen sus tiendas de campaña y fogatas, en un extremo una gran fogata fue construida, a su alrededor se sentaron personas para escuchar la alegre melodía que un bardo andaba tocando, su cabello plateado contrastaba con su vestimenta de azulados tonos. Sus caderas danzaban mientras raspaba con sus delicados dedos el laúd, solo su boca era visible pues llevaba una máscara de Venecia, una ciudad en el continente de Britania.
Ikki se acercó al concierto, la gente bebía en tarros grandes, otros bailaban al son de la canción, había unas pocas parejas que solo querían amarse más. Ikki se sentó frente a frente de la mujer, su angelical voz encantaba los corazones de los hombres, Ikki no fue la excepción.
—Ten mi amigo, ¡bebe con nosotros! —Un señor de no más de treinta años le invitó un tarro a Ikki.
—Me temo que tengo que rechazar su oferta amble señor, no soy adepto a la cerveza. —Al escuchar las palabras el señor comenzó a reír.
—Venga muchacho, es una noche de paz y alegría. Bebe una con nosotros, por cierto, no es cerveza es Arak. —Todos los que apreciaban el concierto gritaron de aceptación y felicidad.
—Siendo ese el caso me honra compartir con vosotros esta bebida, ¡a su salud! —Ikki tomó un gran sorbo mientras los demás festejaban a su nuevo compañero.
La noche transcurrió sin problemas, Ikki junto a los demás festejaron toda la noche hasta el alba., la leña en la fogata mantenía un color al rojo vivo mezclado con negro quemado. Algunos terminaron tan ebrios que cayeron desmayados, otros se retiraron a dormir a sus casas de campaña. Ikki amaneció tirado en la orilla del lago.
—¿Qué pasó? —Ikki despertó mientras se agarraba su cabeza—. Me duele la cabeza.
—Se llama migraña. —Una voz femenina sonó desde una palmera a su derecha.
—¿Migraña? —Miro en dirección del sonido—. Tu eres el bardo.
—Me llamo Elisa.
—Es un gusto Elisa, me llamo Ikki.
—Es un nombre inusual, dime Ikki, ¿qué te trae por estos rumbos?
—¿Cómo sabes que no soy de aquí?
—He viajado por muchos lugares, reconozco a la gente que es de su país y a la que no lo es. —Ikki comenzó a reír mientras se rascaba su cabeza.
—Ciertamente eres una mujer esplendida, vengo de Harald en las islas Neruda, vine para escuchar tu linda voz.
—Impresionante, vienes desde el otro lado del mar solo por mí. Que tierno eres. —Ella giro sus ojos en señal de ironía.
—La verdadera razón es que estoy entrenando.
—Comenzaba a creer que no eras sincero conmigo. —Soltó una agradable risita.
—¿A ti qué te trae por estos rumbos?
—Busco nuevas aventuras que me den la inspiración para componer nuevas baladas.
—¡Oh!, eso es muy interesante. ¿Te gustaría tener una aventura conmigo?
—Me sorprende que seas tan directo, acaso te has enamorado de mí.
—¿Yo?, jamás. —Ikki le lanzó una mirada traviesa, Elisa respondió con un gesto sexy.
—Me has convencido, espero contar contigo Ikki.
—Será peligroso, ¿crees poder aguantarme el ritmo?
—Cómo crees que pueda lograr algo así, no ves que soy una dama.
—Si fueras solo una dama, no tendrías esos cuchillos en tus mangas. —En un movimiento adorable Elisa mandó sus manos hacia atrás.
—No sé de qué hablas, te veo con fiebre, ¿estás bien?
—Eres extraña, pero adorable. —Ikki se levantó en dirección a ella, con un rápido movimiento tomó sus manos mientras deslizaba sus dedos entre la abertura de las mangas.
—Tranquilo tigre. —Elisa dio un paso atrás escapando de su agarre—. Tú ganas, puedo seguirte el paso.
—Lo sé, me di cuenta desde que te vi.
—Me percaté de ello.
—Ya que establecimos las condiciones, te veo cuando el sol caiga en el horizonte. Hasta entonces prepara todo lo que necesites.
—Hasta entonces, te esperaré en la roca de la sirena, sigue la orilla por el norte.
—Me parece perfecto.
Ambos afirmaron con la cabeza. Al separarse de Elisa, Ikki fue a sentarse en la arena cerca de la zona de acampar. Revisó que sus armas estuvieran en condiciones, después de lo que pasó en la noche tenía que confirmar que estuviera todo en orden.
Tenemos que encontrar la entrada, pensó Ikki, la única señal es la imagen que apareció, una entrada sin puerta, lo único que tenía era una esfera del lado izquierdo. Tal vez esa sea la pista.
Ikki dio vueltas por el lugar buscando esa esfera de color verde. Después de revisar toda la zona no encontró nada.
—¿Podría ser que esté bajo el agua? —Miró fijamente el lago mientras hablaba consigo mismo.
Ya era medio día, Ikki paseo por los puestos con mercancía, su mirada pasaba de puesto en puesta hasta que se detuvo en uno, un comerciante que tenía su tienda en una carreta traía consigo un objeto peculiar. Un hermoso collar, hecho con unas perlas resplandecientes y completamente blancas.
—Buenas tardes señor, ¿qué precio tiene ese collar?
—Que buen ojo tienes joven, este famoso collar de perlas le perteneció a la duquesa Blanca Torres, esposa de Alfonso Esparza, esta pieza de arte incalculable quedó en el olvido cuando falleció la duquesa, después fue subastado, lo compré y ahora lo vendo. La verdad el precio que pido es demasiado, sin embargo, estoy dispuesto a hacer un trato.
—¿Qué tipo de acuerdo?
—Verás existe en el fondo del lago un tipo de planta que ayuda para ciertas enfermedades. Necesito que me traigas diez de esas plantas, se les conoce como Acua misha.
—Si le traigo las plantas está dispuesto a darme el collar.
—Se efectuará el cambio, sin embargo, debo advertirte que en el fondo habitan unas peligrosas serpientes de agua.
—Muy bien, iré por ellas.
Ikki se retiró del bazar, salió del lugar y caminó hacia el Este rodeando el lago, al encontrar un lugar tranquilo dejó su espada y su bolsa en una palmera, se quitó su caftán dejándose puesto solo su pantalón bombacho y se llevó su espada para cualquier inconveniente, tomó posición y se aventó un clavado.
La distancia entre la superficie la arena se volvía mayor mientras más se adentraba en el lago. Alguna algas y caracolas decoraban el fondo, pequeños bancos de peces nadaban por el agua. Ikki se encontraba a veinte metros de la orilla, nadaba sobre la superficie, pero cuando tomó la distancia necesaria se metió dentro del lago, empezó a bucear mientras buscaba plantas de Acua misha. La profundidad era de treinta metros, a esa distancia todavía entran los rayos de luz.
En algunas rocas se encontraban plantas brotando desde sus grietas y aberturas, un manojo de plantas se podía observar en una roca a cinco metros más abajo. Ikki nadó hacia la superficie para tomar más aire, al salir inhaló una gran bocanada de oxígeno y volvió a sumergirse. Nadó lo más rápido para alcanzar el manojo de Acua misha, estando a solo dos metros desde el fondo salieron un par de serpientes, tenían un metro de largo y su achura equivalía a una pierna, sus fauces tenían muchos colmillos afilados y delgados, mostraban una gran similitud a las pirañas.
Ikki no se encontraba en su elemento, tomó la espada y realizó un corte de extremo a extremo, las serpientes lo esquivaron fácilmente mientras nadaban entre los huecos del ataque, cada una mordió un brazo de Ikki. En el agua hebras rojas salían desde los brazos de Ikki, el dolor fue tan fuerte que expulsó gran parte del oxígeno que tenía, en un rápido movimiento cortó la cabeza de las dos serpientes, parece que una vez que muerden algo no se sueltan hasta que ahogan a su presa.
Rápidamente nadó hasta el manojo, de un jalón lo separó de la roca y trató de salir a la superficie. Detrás de él otras tres serpientes salieron en búsqueda de carne, lo seguían a toda prisa mientras nadaban más rápido que Ikki. El oxígeno ya se le había acabado, le quedaban todavía cinco metros más, empezó a sufrir los efectos de la falta de oxígeno, su nado se volvía más rápido mientras su cuerpo buscaba desesperadamente aire, detrás de él una de las serpientes alcanzó a morderle una pierna.
No se preocupó por el dolor y continuo hacia la salida, a punto de entrar en las últimas etapas de la asfixia alcanzó el exterior, su pecho estaba por explotar, su cabeza se mareo levemente y sangraba por las heridas, ene se momento otra serpiente mordió su otra pierna, Ikki recordó que lo perseguían tres serpientes, sin pensarlo dos veces nadó deprisa a la orilla. Salió arrastrando sus pies mientras dejaban un rastro carmesí en la arena, las dos serpientes seguían firmemente pegadas a su cuerpo con la espada les cortó la cabeza, tenía cuatro cabezas que mordían su cuerpo, las retiró delicadamente mientras cubrían sus heridas con una venda que trajo en su bolsa.
Su cuerpo azotó mientras miraba la punta de la palmera, el sol ya se andaba ocultando así que pronto sería el encuentro con Elisa.
—Tengo que terminar esto antes de verla. —susurró para sí mismo.
Caminó con esfuerzo hacia el bazar, al llegar se dirigió con el mercader e intercambió las plantas por el collar de perlas, lo guardó en su bolsa y se dirigió a descansar en el área de casa de campaña, busco una palmera para tirarse en el suelo y dormir un rato. La noche tocó puerta e Ikki se levantó de su sueño, miró el cielo y la luna ya estaba en posición, siguió la orilla del lago por el norte hasta llegar a una gran roca, tenía el cuerpo de una mujer humana en la parte superior y una cola de pez con púas que se originaba desde la cintura, la viva imagen de una sirena de agua fría.
—¡Llegaste!, es hora de que comience nuestra aventura Ikki. —Elisa le gritó desde lo alto de la roca.
—¿Cómo llegaste ahí?, bueno no importa, empecemos con esto Elisa. —Ikki tomó el pergamino y lo desenrollo.
Elisa bajo la roca como si fuera un gato, se detuvo a un lado de Ikki mientras miraba con emoción el pergamino, la luz de la luna se reflejaba en las palabras del manuscrito, los ojos de Elisa destellaban como si hubiera encontrado un tesoro oculto.
—Tenemos que descifrar la pista si queremos encontrar la entrada.
—Juntos podremos lograrlo Ikki.
—Sí Elisa, tienes razón.