Desperté con un dolor de cabeza y sentí que alguien estaba encima de mí, al abrir mis ojos me di cuenta de que era Noah, estaba amarrado a la cama por ambos brazos.
—Despertaste en un buen momento, Caden.
—¿Qué haces, Noah? — mi voz estaba ronca.
—Nada que no vaya a gustarte al final— besó mi cuello y lamió mi pecho, eso provocó un escalofrío en todo el cuerpo.
—¿Qué crees que haces, Noah?
—Por todos estos años te he observando desde lejos. Siempre he pensado que eras el chico más lindo que pueda existir. No me atrevía a acercarme a ti y traté de guardar un perfil bajo para que no pudieras notarme. Veía como todos a tu alrededor abusaban de ti diariamente y me irritaba; a tal punto de que ese día que escuché a Valerie decirte algo tan cruel, me hizo molestar, al límite de interferir. Quise fingir que no era tan grave, pero dentro de mí sentía esas ganas de aplastarla. No podía soportar que todos a tu alrededor te trataran como una basura y que tú simplemente bajaras la cabeza ante ellos. Veía como a la hora de recreo comías con prisa para que nadie te quitara la comida, o cuando entrabas al baño a desahogarte por la presión que sentías; incluso cuando te ibas a una esquina de la azotea para que nadie viniera a molestarte. Todas las mañanas te veía sentado en la esquina del asiento más lejano de la guagua, buscando la forma de no llamar la atención y pasar desapercibido, pero siempre te miraba. Te buscaba donde quiera que estuvieras en la escuela, solo para poder mirarte. Siempre me has parecido apetecible e irresistible. Cuando comenzaste a faltar supe que algo malo estaba ocurriendo en tu casa, así que quise dar una visita, pero con lo que me encontré no me gustó para nada. Tu madre es una perra sinvergüenza, abusadora, poca cosa; es una sucia despreciable que debía ser tratada de la misma forma que te trataba a ti. Ya que eres un cobarde que no se atreve a culparla o defenderse, tuve que hacerlo yo. No sabes cómo disfruté de sus gritos de desesperación. Por otra parte, tus hermanos son otros seres hipócritas, despreciables y repugnantes; es por eso que los piqué en pedazos pequeños para dárselo a comer a tu mamita. Pudo saborear a sus preferidos e inmundos hijos— su risa siniestra me produjo escalofríos.
—Estás enferma, Noah— mis lágrimas estaban bajando por mis mejillas.
—Enferma está ella. Te encerró peor que a un perro, te golpeó, te ha tratado mal y casi te mata en ese lugar, y tú aún no tienes la valentía de hacerle vivir lo mismo. Aunque trato, no puedo entenderte, eres muy cobarde o te has vuelto un masoquista. Porque me gustas mucho, es por eso que no te he hecho lo mismo, pero me irrita tu forma de pensar. Tendrás tiempo de organizar tus pensamientos y decidir qué harás con ella.
—¿Qué haré con ella?
—Aún está viva, solo está en el mismo cautiverio que tú estuviste; aunque está más allá que acá, así que deberás decidir pronto— me hizo un guiño—. ¿Por qué no hacemos algo divertido? Esa expresión que haces cuando me tienes cerca es tan excitante, que no puedo dejar de mirarte. Eres tan lindo, Caden — acarició mi mejilla—. Ahora esos lindos ojos azules sólo podrán mirarme a mí—lamió mis labios y me besó, no esperaba su repentino beso. Sus labios eran muy suaves y dulces, aún sabiendo el monstruo que es, no puedo dejar de sentir ganas por ella. Me sentí caliente y desvié la mirada. Reconozco que esto está mal.
—Alguien se ha despertado para atenderme, ¿Eh? — sonrió y bajó su mano a mi calzoncillo, tocando así mi erección por encima y solté un quejido al sentir su suave agarre.
—Noah, no lo hagas— musité con mi voz entrecortada.
—¿Por qué? ¿No se siente bien? — se arrodilló entre mis piernas y sacó mi pene, teniendo un contacto directo con el.
—Noah— gemí. Sus manos eran muy suaves y pequeñas.
—Quisiera hacerte sentir bien primero, pero no aguanto las ganas— removió su ropa interior a un lado y se colocó encima de mí, rozando así mi erección en su vagina. Se detuvo y creí que no haría nada más, pero forzó mi entrada en ella. Ambos soltamos un quejido a la vez. Se sentía muy ajustado, era como si quisiera comerme. Se veía como si le hubiera dolido, pero aún así sonrió—. Acabo de entregarte mi primera vez, ahora somos uno, Caden— se movió lentamente encima de mí y creí que iba a correrme, un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo, me encontraba temblando y su cuerpo igual.
—¡Detente, por favor!— le rogué.
—No, eres mío ahora y puedo hacer lo que yo quiera— soltó acompañado de una risita traviesa y se acercó para besarme. Jugaba con mi lengua mientras se movía más rápido. Estaba muy húmeda y podía sentir sus fluidos recorriendo por mi entrepierna. Sus gemidos eran muy dulces, nada comparado a la Noah que hizo toda esa crueldad. Se sentía muy bien, pero estaba a mi límite y no podía quitarla de encima de mí. Ella me besaba bruscamente, impidiendo que pudiera hablar, trataba de pensar en otra cosa, pero lo que estaba sintiendo no me ayudaba. Me corrí profundamente dentro de ella y mordí su labio inferior al sentirme tan excitado. Estaba agitado y entre jadeos. Ella continuó moviéndose y mi cuerpo seguía teniendo esos temblores constantes. Quería que se dejara de mover, pero ella retomó su postura y esbozó una sonrisa malévola. Era escalofriante verla de esa forma, parecía otra persona—. Quiero un hijo tuyo, Caden.
—¿Has perdido la cabeza, Noah?
—Es tu culpa. Quiero que continúes y te corras mucho más dentro de mí — su sonrisa y mirada en ese momento era espantosa. Ese Ángel que conocí no existe.