—Lo siento, Noah, es que escuché ruidos ahí abajo.
—Ven, vamos a la cocina— dio la espalda y se fue. Me quedé observando la puerta, ya que no escuchaba más los ruidos, luego caminé a la cocina para hablar con Noah—. ¿Por qué estabas ahí?—preguntó directamente.
—Escuché ruidos y no sabía de dónde provenían.
—Es mi perro.
—¿Perro?
—Tengo un Pitbull allá abajo y cuando hay visita se pone algo agresivo, es por eso que lo encerré, tenía temor de que te mordiera al verte. Bajo todo los días a darle comida, ya sabes, para qué no se vaya a morir—¿Por qué en ese lugar? ¿No hay suficiente espacio afuera en el patio?
—Siento mucho haber entrado sin tu consentimiento a ese lugar. ¿No ibas a estar en la escuela?
—¿Ya quieres que me vaya?
—No, ¿Cómo crees? Es que eso decía la nota.
—Olvidé algo y tuve que regresar— sonrió, y no sé porqué su sonrisa pareció fingida.
—Ya veo, gracias por el desayuno.
—Esta noche voy a cocinar algo delicioso, te va a encantar— sonrió y salió de la casa. Estaba nervioso por su extraña actitud. Se vio muy molesta y nerviosa al verme en ese lugar. Esos ruidos no parecían de un perro, pero será mejor no darle más vueltas al asunto.
Me preguntaba si podría ir a mi casa mientras Noah está en la escuela. No creo que le moleste, si ellos se fueron de viaje no se supone que tenga problemas. Quisiera saber si puedo recuperar algo de ropa. Dejé la puerta sin seguro y me fui caminando a mi casa. Quedaba a unos quince minutos caminando rápido. Al llegar vi el auto de mi madre estacionado por el lado de la casa. ¿Por qué su auto está aquí? ¿Será que regresó? Me quedé vigilando y esperando ver algún movimiento, pero no hubo ninguno y me pareció extraño. Caminé a la entrada y la puerta estaba sin seguro. Acerqué mi oído a la puerta antes de abrirla por completo, para escuchar cualquier tipo de ruido, pero no hubo ninguno tampoco. Entré y toda la casa estaba desorganizada, habían cristales rotos en el suelo, el televisor estaba tirado y las lámparas también, todo estaba hecho un desastre. ¿Qué demonios pasó aquí? ¿Será que trataron de robar? Caminé a la habitación de mi mamá y estaba igual de desordenada. Miré en el armario y toda su ropa estaba ahí. ¿Se fue sin su ropa? Me dirigí al cuarto de mis hermanos y también estaban todas sus cosas. Cogí la mochila de uno de mis hermanos y guardé varias camisas y pantalones. Fui a la cocina y me encontré con la cartera de mi mamá. Verifiqué dentro de ella y estaba su billetera, su identificación y dinero. ¿Cómo pudo haberse ido sin esto? Algo raro está pasando aquí. No podía sacarme de la cabeza el rostro de Noah ese día que me sacó de ahí. ¿Será que ella tuvo algo que ver? Eso no puede ser. ¿Qué mierda estoy pensando? Estoy perdiendo la cabeza. Ella no sería capaz de hacer algo así, quizá mintió por alguna razón. Cogí todo el dinero que había y lo guardé en la mochila. Tenía que regresar, no quería que Noah llegara en cualquier momento y no me encontrara. Salí a la entrada y miré hacia el granero, la puerta estaba abierta y solamente de verlo sentí un escalofrío en todo el cuerpo. Odio ese lugar. Me fui a la casa de Noah, llegué y guardé la mochila debajo de la cama. No sé porqué sentí que debía guardarla. Me quedé esperando a Noah en el cuarto, cuando escuché la puerta de entrada y caminé hacia ella para recibirla.
—Estás aquí— dijo al verme.
—Sí, ¿Dónde más estaría? — sonreí tratando de ocultar mis nervios —. ¿Cómo te fue en la escuela?
—La estúpida de Valerie estuvo buscándome conversación todo el día, no soporto las personas hipócritas, pero no hablemos de cosas indeseables ahora. Me iré a bañar para preparar la cena— se fue al cuarto y me quedé en la sala.
Encendí el televisor y esperé a que ella saliera de bañarse; luego entró a la cocina con una bolsa y sonrió
—¿Te gusta el fricasé?
—Nunca lo he probado.
—Lo haré para que lo pruebes, sé que te encantará.
—Estoy seguro de que será así. Gracias, Noah— sonrió dulcemente y se quedó en la cocina preparando la comida.
Me quedé en la sala mirando la televisión para no estorbar en la cocina. Había un olor muy delicioso en la casa. Jamás pensé que estaría viviendo con una chica, parecemos una pareja. Tener esa idea de alguna forma me hizo feliz. Si tuviera la confianza le preguntaría sobre mí madre y mis hermanos, pero no quiero incomodarla, no sé si mintió por una buena razón. La miré y ella sonrió. Rato después me llamó para la mesa.
—Te ayudaré con los platos— le dije. Se veía todo exquisito. Me gustaría aprender a cocinar como ella, así podría sorprenderla algún día.
Nos sentamos a comer y ella estaba igual de sonriente que siempre. Comía con mucho gusto y no dejaba de mirarme.
—Esta muy delicioso, Noah— me comí todo lo que había en el plato y ella igual.
—Me hacen tan feliz tus halagos — sonrió , y de repente me sentí algo mareado—. ¿Te encuentras bien?— preguntó.
—Me siento un poco mareado.
—¿No me digas que puede ser alergia?— preguntó sorprendida. Mi vista estaba demasiado borrosa, cada segundo que transcurría mi cuerpo se sentía algo liviano.
—¿Alergia? ¿De qué estás hablando?
—A tu mamá.
—¿De qué estás hablando, Noah? Creo que iré al baño —Noah se levantó de la silla y se paró al lado mío.
—Estoy hablando de tu mamá. Hace un momento estaba aquí con nosotros. ¿No lo habías notado?
—¿Qué? — pregunté confundido. Su voz se escuchaba lejos a pesar de estar al lado mío. Mi cabeza estaba a punto de estallar.
—Hice este plato especial para ti y te tocó la mejor parte, sus manos; esas manos que te castigaron por tanto tiempo. ¿Estaba delicioso, Caden? — sonrió malévola. Al caer en cuenta de lo que estaba diciendo, sentí unas náuseas y vomité en el suelo. Noah soltó una risita traviesa, mientras que yo no podía más con los síntomas—. La curiosidad mató al gato, Caden— susurró en mi oído, antes de perder por completo el conocimiento.