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Chapter 10 - 10: Cobarde

—Me has dado un tremendo susto. Te estaba llamando, pero no respondías.

—Había salido a la casa de la vecina, pero ya regresé. ¿Quieres ir de compras?

—Claro.

—Te daré una ropa, pero no sé si te sirva, era la ropa de mi papá.

—¿Era?

—Bueno, él se compra ropa por donde está, no le hace falta esta.

—Está bien, me la probaré—me dio varias camisetas y pantalones; por suerte dos camisetas me sirvieron y cuatro pantalones, aunque tendría que ponerme una correa o se me caerían. Su padre no es tan delgado como yo.

Luego de vestirme nos fuimos a la tienda los dos. Noah se veía muy sonriente, siempre tiene una hermosa sonrisa en su rostro.

—Es la primera vez que salgo con alguien más a hacer el mercado— comentó Noah.

—Es mi primera vez también.

—¿Cuál es tu comida favorita, Caden?

—No tengo una especial, ¿Y tú?

—No tengo una especial, pero me gusta todo lo que tenga que ver con carnes — sonrió relajada y seguimos caminando.

—Ya veo — se veía muy feliz. A pesar de decir eso, no compró carnes, supuse que tenía en la casa. Escogió todo lo que quiso y luego de que pagara, la ayudé con la compra.

—¿Qué haces, Noah?— nos encontramos a Valerie por el camino a la casa. Noah suspiró molesta al verla.

—¿Qué haces tú aquí? —su semblante cambió al ver a Valerie.

—Iba de camino a tu casa, pero veo que tienes compañía — me miró de reojo y Noah se paró enfrente de mi.

—¿Se te perdió algo para que lo andes mirando? ¿Qué te importa con quién esté?

—Por supuesto que me importa, eres mi amiga.

—¿Tu amiga? No recuerdo nunca haberte considerado como eso.

—Noah, será mejor que nos vayamos — quise interferir para calmar el ambiente incómodo que había.

—¿Me tratas así porque está este tipo aquí?

—Ese tipo que dices tiene nombre y es Caden. Deberías aprender a ser más educada, parece que en tu casa no te mostraron lo que eso significa.

—¿Cómo te atreves a hablarme así?

—¿Por qué no te vas, Valerie? Estás incomodando a Noah— le pedí de buena manera.

—Cállate, no estoy hablando contigo.

—La que se tiene que callar eres tú— Noah la empujó y Valerie la miró mal. Otra pelea no, por favor.

—¡Noah, detente!

—Ella fue quien empezó. ¿Por qué me pides solamente a mi que me detenga?

—Porque no quiero que te involucres en otra pelea.

—¿Es él quien te está llenando la cabeza de estupideces, Noah?

—Noah, vamos a la casa — insistí.

—Jamás me hablarías así, a no ser que este tipo te esté lavando el cerebro— Valerie trató de empujarme, pero Noah la empujó de vuelta haciéndola caer al suelo.

—¡Eres una estúpida! — gritó Valerie.

—Vuelves a tener la intención de tocar a Caden y te cortaré las manos.

—Ni que quisiera tocar a ese asqueroso.

—Pues lárgate de nuestra vista y por acá no vuelvas— Noah me agarró el brazo y me hizo caminar con ella. Valerie se me quedó viendo mal, que si las miradas mataran, ya estaría hecho polvo.

Regresamos a la casa y fuimos directo a la cocina. Noah abrió la ventana de la cocina y un olor repugnante se metió en la casa.

—Hay un olor horrible— tapé mi nariz y ella me miró.

—Es el pozo séptico que está detrás de la casa. A veces el olor se mete para acá, pero ya luego se va— sonrió y cerró la ventana. Aún así el olor seguía dentro de la casa; me atrevería a decir que es peor que el que había en ese hueco.

La observé mientras cocinaba, no sé cocinar para serle de utilidad como quiero. Luego de todo lo que ha hecho por mí, quisiera hacer algo por ella. Nos sentamos en la mesa a comer los dos y ella se veía muy feliz, no dejó de sonreír ni un instante. Su tierna sonrisa me impedía desviar la mirada de ella.

—Esta muy delicioso. ¿Dónde aprendiste a cocinar?— pregunté para cortar el silencio que había entre los dos.

—Aprendí por mi cuenta. Mis padres no tenían tiempo para cocinar en la casa, ya que nunca estaban, así que tuve que aprender a hacerlo sola para poder comer algo decente— todo lo que dice es en pasado.

—Entiendo, debe ser fuerte.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Sí.

—¿Por qué no denunciaste a tu mamá?— la pregunta me generó muchas dudas, pero no tuve de otra que responder.

—Tenía la esperanza de que cambiaría algún día, sé que tener un hijo como yo debe ser una vergüenza.

—Ese comentario es irritante— puso sus manos en la cabeza por unos instantes y luego llevó la otra al cuchillo —. Si tuvieras la oportunidad de hacerle pagar por lo que te hizo, ¿Lo harías?— me puse nervioso por su repentina y extraña pregunta.

—Es una pregunta extraña.

—Responde— insistió.

—No creo poder hacer eso, ella es mi mamá.

—La palabra correcta para describirte es: ¡COBARDE! — enterró el cuchillo en la carne y se levantó de la mesa.

—¿Noah?— escuché la puerta de su cuarto cerrarse. Se veía muy molesta y no sabía qué hacer; aún si me hago esa pregunta a mi mismo, es imposible poder responderla. No tengo porqué ser como ella, eso sería rebajarme a su nivel.

Limpié los platos para luego ir a su cuarto. Quería hablar con ella y hacer que se le pase el enojo; aunque no entiendo su molestia todavía, quiero que las cosas entre los dos vuelvan a la normalidad. Toqué la puerta y entré, estaba cubierta con la sábana y le hablé desde la puerta.

—No quiero molestarte, Noah. ¿Podemos hablar y arreglar las cosas? — no respondía —. ¿Prefieres que me vaya? No quiero ser una carga o una molestia para ti, ya bastante lo he sido— la sábana no se movía y estaba preocupado—. Al menos muévete para saber que estás bien —no hubo respuesta, ni mucho menos movimiento —. ¿Noah? — caminé a la sábana y la levanté.

—¡Bu!— casi muero de un infarto, Noah me asustó y rio—. Debiste ver tu cara — seguía riendo y su risa me contagió.

—No vuelvas a hacer eso, realmente me asusté, creí que te había ocurrido algo.

—Lo siento— estábamos a centímetros y no podía desviar la mirada de sus labios, jamás la había tenido tan de cerca; era realmente muy hermosa. Ella sonrió risueña y mi corazón se aceleró. Sin darme cuenta llevé mi mano a sus labios y los acaricié con mi pulgar. Ella se quedó en silencio y su mirada no la desvió de mi. Un ruido extraño arruinó el momento y cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, me detuve y me alejé.

—Lo siento, Noah, no sé qué me pasó.

—Ve a ducharte, iré a ver quién tocó la puerta —¿La puerta? Eso no sonó como una puerta.

—De acuerdo— ella salió del cuarto y yo busqué las cosas para bañarme.

Luego de salir del baño, Noah estaba acostada en la cama dormida. Estaba descubierta y se podía ver todas sus piernas e incluso su ropa interior. Al verla me acerqué y la cubrí con la sábana. Me acosté en la otra esquina de la cama y me quedé mirando el techo, hasta que me dormí. A la mañana siguiente al despertar, Noah no estaba en la cama, pero vi una nota en la mesa de noche:

Iré a la escuela. Dejé tu desayuno en la nevera.

PD: No salgas hasta que llegue. Un beso.

Parece que se levantó muy animada como siempre. Escuché el mismo sonido de anoche, pero fue en repetidas ocasiones, no parecía al de la puerta. Caminé a la puerta de entrada y me asomé por el pequeño hueco de ella, pero no había nadie, aún así el sonido persistía; lo más extraño es que no provenía de la puerta. Caminé buscando de dónde era el ruido y llegué al cuarto de lavar ropa, se escuchaba más claro, pero no sabía de dónde podría ser. Pegué mi oído al suelo y parecía venir de ahí. Moví la lavadora y vi una pequeña puerta en madera, estaba cerrada con varios candados; era extraño, el sonido venía de allá abajo.

—¿Qué haces en este lugar?— escuché la voz de Noah y se me erizó la piel. ¿No dijo que estaría en la escuela?