Mi mamá no me dirigió la palabra por todo el camino. Al llegar a la casa se bajó, tirando la puerta de mala gana. No encontraba cómo bajarme del auto.
—Bájate— me ordenó dedicándome una mirada molesta y no tuve de otra que hacerlo.
—Mamá, te pido que me dejes explicarte lo que pasó.
—No me importa escuchar lo que pasó. ¡Entra al granero ahora!
—Te lo ruego, déjame explicarte.
—No me ruegues. ¡Muévete!—me agarró el brazo de mala forma y me hizo caminar a su paso. Al llegar al granero me tiró dentro bruscamente y cerró la puerta.
—¡Mamá, por favor! — vi por la ranura de la puerta que se fue dentro de la casa y a los minutos regresó con un bate. Al verla me asusté demasiado y caminé a la esquina donde siempre me acuesto. Abrió el granero y se encerró conmigo.
—Te daré de baja de esa mediocre escuela, de igual forma no creo que nadie te eche de menos. ¡Eres una maldita molestia! ¡Debí dejarte morir cuando pude y me estaría ahorrando este maldito problema!
—Mamá, ¿Qué piensas hacer con eso?
—¿Qué crees?
—Por favor, mamá, por primera vez escúchame.
—No quiero escucharte — me tiró un batazo y traté de cubrirlo con el antebrazo.
—¡Detente, por favor!— le rogué. Se veía lo furiosa que estaba, jamás la había visto así—. ¿Por qué me tratas así? Siempre me haces esto y a mis hermanos nunca les haces nada. ¿Por qué solo a mí? — lágrimas bajaron por mis mejillas, no podía controlarlas más —. ¿Qué tienen ellos de especiales que no tenga yo? Hago todo lo que me dices, estudio, saco buenas notas, corto el césped, saco la basura, trato de que te sientas orgullosa de mi, ¿Y lo único que gano es esto? ¿Por qué?
—¡Cállate! ¡Sólo eres un parásito que no debí haber tenido! Te odio de la misma forma que odiaba a tu padre. ¡Por eso lo maté! Eres igual de inútil, estúpido y repugnante que él. Yo no quería tener otro hijo y él me obligó a hacerlo. ¿Qué tienes de diferente a tus hermanos? ¡A ellos los deseaba, a ti no! Tú padre era un violador y por eso lo maté. No me sirves para nada, solo para darme problemas; es por eso que arrancaré de raíz mi problema— me tiró otro batazo y lo traté de sujetar en el aire, pero ella me dio un rodillazo en la barriga. Me logró dar un batazo en el lado de la cabeza; no tan fuerte, pero me sentí muy aturdido al instante. Caí al suelo y me puse en posición fetal, tratando de evitar que me volviera a dar en la cabeza. Mis lágrimas no dejaban de salir, mi cuerpo estaba temblando y el dolor que tenía en la cabeza era insoportable. Por más que presionaba mi cabeza, no podía dejar de sentir ese dolor.
Continuó golpeándome con el bate en el suelo; en mis brazos, piernas, en mis costillas. Mi cuerpo estaba adolorido, por más que le rogué que se detuviera no lo hizo. Me golpeaba como si quisiera matarme. Quité mi mano de la cabeza y extendí mi mano hacia ella, pero ella me dio otro golpe en la mano.
—Mamá, yo solo quería que me notaras, que me dieras la misma atención que les das a ellos — murmuré con un hilo de voz. Sentía que me faltaba el aire, pero trataba de esforzarme para poder hablar. Mi cuerpo dolía, pero el dolor que sentía en el cuerpo era nada, comparado al que sentía en mi pecho.
—No me importas, ¿No te das cuenta? Eres muy estúpido para creer que algún día he sentido algo por ti. Sólo eres un pobre mugroso que no me sirve de nada y que desprecio con todo mi ser.
—¿Yo qué te hice?
—Destruirme la vida. He perdido mis mejores años criando a un bueno para nada como tú. ¡Te odio! — me gritó. Estaba viendo borroso, mi cuerpo se sentía adormecido.
¿Qué hice yo para merecer esto? Era lo único que repetía en mi cabeza. ¿Por qué soy una molestia para todos? ¿Por qué? Sentí cuando me agarró por las piernas y me arrastró, lo último que vi fue la puerta de ese hueco oscuro cerrarse. Mi cuerpo se sentía tan liviano y adormecido, que cuando me tiró dentro de ese lugar, no sentí ni el golpe. Solo escuché la puerta cerrarse y mi visión borrosa, ajeno a eso, no recuerdo nada más.
Al despertar, no sé cuánto tiempo había transcurrido; el dolor que sentía era insoportable. Mi cuerpo ardía y un calambre sentía en mis piernas. Mis tripas sonaban y el ardor en la boca del estómago, era inaguantable; mi boca estaba seca, las moscas estaban encima de mi, el olor a pudrición estaba en el aire. Sentía mi vejiga muy llena y tuve que sentarme a orinar para otra parte. Hasta forzar la orina dolía. ¿Cómo es que estoy vivo? ¿Para qué quiero estar vivo? Yo no quiero pasar mis últimos días en este lugar. Necesitaba respirar. Entre más tiempo pasaba despierto, sentía esa sensación de asfixia. No quería estar un segundo más ahí. A pesar de sentir esa presión en el pecho y esas ganas de llorar, mis lágrimas no salían. Mi voz estaba ronca y por más que trataba de gritar, era muy poca la voz que tenía. Golpeaba con mis manos la puerta de madera, pero no tenía fuerzas para hacer mucho.
—¡Alguien que me ayude! ¡Sáquenme de aquí, por favor! — murmuraba con las últimas fuerzas que me quedaban.
¿Por qué tengo que morir así? Me quedé en un leve letargo, cuando escuché el sonido de la puerta del granero. Mi cuerpo no podía moverlo por más que lo intentaba.
—¿Mamá?— musitaba tan bajito, que era imposible que alguien me escuchara. Escuché a alguien tarareando una canción y de pronto vi a Noah en la puerta.
—¡Te encontré!— soltó una risita traviesa y acercó su rostro a la puerta de madera. Tenía un cuchillo ensangrentado en la mano y todo su rostro estaba cubierto de sangre.
—¿Noah?