El jueves en la noche, Miguel fue a cenar a la casa de su madre, fue una sorpresa que su hermana hubiera regresado del extranjero, ella todavía estaba empeñada en estudiar y aunque ya tenía un trabajo de medio tiempo como asistente de un director de fotografía, estaba decidida a seguir estudiando. Su reencuentro fue caótico, ya que había pasado un año sin que se vieran, Miguel abrió la puerta y en el momento en que entró a la casa, una mujer de alrededor de 21 años se abalanzó sobre él diciendo:
- ¡Hermanito! ¡Hermano mayor! ¡Estoy tan feliz de verte!
Miguel estaba sorprendido, pero en cuestión de segundos, su habitual expresión distante fue reemplazada por una mirada cariñosa y una dulce sonrisa, él se separó y la analizó de pies a cabeza, antes de decir:
- A mi también me alegra verte, hermanita, ¿como has estado? Pensé que seguías estudiando.
Lorena se encogió de hombros y dijo:
- Lo sigo haciendo, pero...
- Fuiste promovida al siguiente semestre - Miguel completó la frase de su hermana con una sonrisa divertida. Lorena era bastante inteligente, de hecho su coeficiente intelectual era un poco elevado al promedio, así que a Miguel no le sorprendía que ella hubiera aprobado tan rápidamente un semestre, lo que le sorprendía era que ella hubiera regresado al país sin previo aviso.
- No es para tanto... hubiera podido continuar con el siguiente semestre pero los extraño demasiado a ti y a mamá, y decidí estar con ustedes unos días, ayudaré a mamá con el restaurante o buscaré un trabajo temporal en la ciudad.
- Pequeña flor no es necesario que te esfuerces tanto si estás de vacaciones - la dulce y ronca voz de Gabriela se unió a la conversación desde el pasillo, ella era demasiado consentidora con sus hijos aunque cuando se requería era firme con ellos.
- Mamá, sabes que no puedo quedarme sin hacer nada, me estresa la inactividad - Lorena miró a su madre, imponiendo suavemente su voluntad en su madre y su hermano.
- Haz lo que te guste, en tanto seas feliz - Miguel hablo mientras se dirigía al comedor para ayudar a su madre a servir, o esa era la intención, en realidad todo ya estaba dispuesto, Miguel sonrió ampliamente, su madre siempre había sido rápida y eficiente en esta cuestión, por esto era que ahora era la dueña de una reconocida cadena de restaurantes en todo el país, su nombre era conocido por su talento y eficacia aunque prefería tener un perfil bajo, en esto era muy parecida a sus hijos ya que los tres preferían mantenerse lejos de la farándula y los problemas públicos.
La pequeña familia ceno felizmente mientras hablaban y reían de vez en cuando, los pocos meses de la ausencia de Lorena desaparecieron, lo que importaba era que estaban juntos y eso jamás cambiaría.
La cena termino y, antes de que los hermanos pudieran hacer nada, Gabriela fue a la cocina a fregar los platos y ordenar el comedor, dejando a Lorena y Miguel sin opción y dirigiéndose a la sala para sentarse a conversar.
- ¿Cómo va el trabajo? ¿te acostumbras al mundo del espectaculo? - preguntó Lorena tomando el maletín de trabajo de su hermano para hojear su contenido.
- No es fácil mantenerse en esta industria, necesitas talento y decisión, o apoyo de un pez gordo.
La expresión de Lorena se desfiguró al pensar en el lado oscuro del mundo del espectáculo, dejo que el maletin se deladeara y dejara caer algunos papeles al suelo, entre esos papeles había un pequeño sobre color crema que llamó rapidamente la atención de Lorena, lo tomo con una mano y miró atentamente el sobre mientras leía el remitente, sus ojos se abrieron de sorpresa y se giró hacia su hermano para decirle:
- ¿Familia Narváez? ¿Que tienes que ver tú con esa familia?
- Es... es una larga historia - respondió Miguel cubriendo su cara con sus manos.
- ¡¿Te invitan a una cena con ellos?! - ella gritó cuando leyó el contenido de la carta - Confiesa, ¿en que te has metido?
- Creo que eso puedo explicártelo después... ¡Dame eso! - él le arrebató la tarjeta de las manos para leerla, había pensado sobre si ir o no ir y al final decidió ir, pero no había tenido tiempo de leer la tarjeta. Al leerla descubrió que podía llevar un acompañante, se giró para ver a su hermana y descubrió que ella lo miraba con ojos suplicantes, al verse acorralado no tuvo más opción que decir:
- Está bien, puedes venir conmigo.
- ¡¿En serio?!... - Lorena vio que su hermano asentía y no pudo evitar saltar de alegría - ¡Si, si! ¡Gracias, Hermano mayor! ¡Gracias!
Miguel vio la alegría de su hermana y sonrió ampliamente, no pudo evitar pensar que en cierta manera su hermana se parecía a Carol Díaz, ya que ambas eran un tornado de alegría...