Carol llevo a Marta a una joyería en el nororiente de la ciudad, cerca de su casa, como Marta había empezado a arrastrar una nube de frialdad sobre ella, Carol tuvo que invitarle un exquisito almuerzo para aplacar esa frialdad, lo que le resultó divinamente debido a la debilidad de Marta por la comida. Con animos renovados Marta accedió a seguir con la seción de compras, aunque no le gustaba pasar mucho tiempo en el gentío, adoraba estar con su hermanita y le cumpliría cualquier petición razonable y sobria. Carol estacionó frente a "Jewerly red moon" y guió a Marta dentro de la joyería, era bastante grande, sólo tenía una ventana ubicada como vitrina en frente de la tienda, tenía amplios estantes dentro con una iluminación fuerte; anillos, gargantillas, zarcillos, brazaletes, diademas, muchas piezas de joyería de oro, plata, acero, con incrustaciones de diamantes, zafiros, rubíes, esmeraldas, perlas y muchas otras piedras preciosas estaban exhibidos en los amplios estantes, cualquiera que no estuviera acostumbrado al lujo quedaría cegado con el brillo de tantas joyas juntas. Un hombre rubio, de mediana altura y complexión delgada saludo a las mujeres, Carol visitaba seguidamente la joyería para ver las nuevas creaciones de la industria, por otro lado, desconocía a la otra mujer pero desprendía un aura de elegancia y frialdad:
- Señorita Díaz, ¿desea ver las nuevas creaciones del Señor Lima?
- ¿Tan predecible soy, Señor Carmichael?
- Jajaja, no mucho, pero imaginé que le gustaría ver la nueva colección en diamantes.
- ¿Puros?
- Puros, rosados, negros y algunas otras hibridaciones.
- Muy bien, llamaste mi atención, enséñame lo que tienes.
- Carol, ¿tenemos tiempo para esto? - preguntó Marta halando el brazo de su hermana.
- Ten calma, no tardaremos mucho - respondió Carol caminando hacia la nueva vitrina.
Era cierto, toda la colección llevaba diamantes incrustados, ya fueran blancos o negros, las piezas eran exquisitas y muy detalladas. Carol miraba las piezas que el Señor Carmichael le mostraba mientras que la mirada de Marta divagaba en cada pieza de la vitrina, su mirada se paralizó en una gargantilla de plata, la cadena era fina pero se veía resistente, el dige que colgaba de la cadena muy elaborada tenía forma de mariposa, ambas alas tenian diamantes puros y brillantes, mientras que el cuerpo y las antenas de la mariposa estaban hechas de pequeños diamantes negros. Marta recordó algo: un restaurante, un vestido azul, un ambiente tranquilo y un hombre besándola... La cara de Marta se puso rojo escarlata al recordar ese sueño tan tórrido, pero rápidamente se recompuso e intento ocultar su rostro.
Mientras Carol miraba un par de zarcillos de una mezcla entre esmeraldas y diamantes, es decir, diamantes verdes, notó que su hermana había agachado la cabeza, supuso que intentaba ocultar algo y se acercó a ella:
- ¿Te sucede algo?
- ¿Eh? Ah, no, estoy bien - la voz de Carol la había sacado de sus recuerdos y la había sobresaltado.
Carol no estaba convencida de la respuesta de su hermana, pero no insistió, su aura era extremadamente nebulosa lo que significaba que no quería hablar, Carol solo esperaba que algún día su hermana volviera a ser la de antes, una chica despreocupada y divertida, esperaba que el dolor fuera superado.
Marta intento desviar las preguntas de su hermana señalando:
- Mira está gargantilla, es hermosa.
Carol miró en la dirección que señalaba Marta, ella tenía razón, esa gargantilla era hermosa y, curiosamente, combinaba con lo que habían comprado para Marta. Carol miró a Marta, luego a la gargantilla y otra vez su mirada estaba puesta en Marta, su hermana era como una mariposa esquiva que pocos podían conocer y sólo uno o dos podían atrapar.
- Quedará muy bien con tu conjunto, ¿quieres llevarlo?
- Claro que sí, joyas tan detalladas como ésta nos las encontrarás en cualquier lugar, está gargantilla es única.
- Tiene usted un ojo agudo señorita - el Señor Carmichael se unió a la conversación y hablo sobre el collar en cuestión, dando una descripción detallada del producto.
Marta y Carol compraron los accesorios que necesitaban, volvieron a la casa de Marta y Carol se puso al teléfono para reservar en Fashion Salón para la tarde del día siguiente, Marta se puso a guardar rápidamente la ropa que Carol había tirado por todas partes, una vez terminada esa tarea acomodó lo que ella y su hermana habian comprado, colgó cuidadosamente el vestido y puso la caja de zapatos cerca de el, la joyería la puso en su tocador, organizandola cuidadosamente, cuando miro una vez más la gargantilla de mariposa sintió una extraña sensación de deja vú... acaso, ¿su sueño se haria realidad? Marta no sabía si estaba ansiosa o preocupada...