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Chapter 51 - Escape

El Pueblo de Esperanza estaba en caos, la gente del pueblo se encontraba principalmente en las partes sur y oeste, mientras que en la parte del este y en especial la parte norte habían sufrido mucho a manos de los bandidos, quienes ya se estaban yendo hacia al norte por donde entraron al pueblo.

Junto a ellos se llevaban cargando con los cadáveres de sus compañeros caídos, mientras que otros llevaban a gente, dinero y otros artefactos valiosos, aun así, lo que más les importaba era en no dejar a ninguno de los suyos, pues de esa forma evitarían que se supieran sus verdaderas identidades.

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"Basta de charla anciano, es hora de que tú y ese mocoso mueran." – dijo el líder de los atacantes, que lanzó las cinco dagas hacía Don Armando que a duras penas logró bloquear tres de ellas, con una incrustándose en su muslo izquierdo y otra que rozó su mejilla derecha.

"Oh, lograste bloquear la mayoría de mis ataques, tienes habilidad en combate, eso lo admito." – dijo el tipo. – "Ustedes, recojan los cadáveres de los demás, yo me encargare de ellos dos."

"" Entendido."" – dijeron dos de los tres subordinados que eran los que no llevaban cadáveres con ellos, recogiendo los cadáveres de los tres muertos.

Don Armando miró a Luciel por un segundo, y le dijo: "Luciel, corre, huye de aquí."

Luciel no sabe que hacer, él no quiere dejar a Don Armando solo.

"Ja, ni te preocupes en correr chico, pues los dos moriréis aquí." – dijo el líder.

"Hay que escapar los dos, por favor, Don Armando." – dijo Luciel que no quería dejar a Don Armando solo con cuatro bandidos, en especial con uno que claramente tiene ventaja al atacar desde lejos.

"No, hazme caso Luciel, yo me encargare de entretener a estos malditos, sí intento escapar contigo, los dos moriremos, no te preocupes por mí y huye."

"Yo…"

"Don Armando…"

"Que lindo." – dijo el líder de los atacantes. – "Pero… ¡Basta de charla!" – y lanzó otras dos dagas a Don Armando que logró repeler con su espada carmesí.

"¡Largo!" – grito Don Armando. – "¡Escapa Ya!" – sin más opción que hacerle caso a Don Armando, además de que sabía que sería un estorbo y una carga para Don Armando si seguía aquí, Luciel comenzó a correr hacia la segunda salida que había en la parte detrás del restaurante.

"¡No lo permitiré!" – dijo el líder de los atacantes que lanzó dos dagas a Luciel, pero Don Armando intento bloquearlas, solo logrando desviar una, y la otra daga incrustándose en el brazo derecho de Luciel.

"¡Ah!" – Luciel cayó al piso con dolor.

"¡Tú!" – Don Armando gritó mientras se acercó al líder quien logró retroceder, no sin antes ser alcanzado casi por la espada carmesí, haciendo que su ropa en el pecho fuera rasgada, y revelando así ante los ojos de Luciel y Don Armando un tatuaje en el pecho del líder de los atacantes, un tatuaje de una calavera de color rojo.

"¡Muere!" – gritó el líder que se sorprendió por casi recibir una herida a manos de Don Armando.

"¡Corre Luciel! ¡Escapa!" – volvió a gritar Don Armando al joven terrícola para que huyera de allí.

"¡A por el chico!" – ordenó furioso el líder a sus subordinados que soltaron los cadáveres y fueron a por Luciel.

"¡Ni lo pienses!" – grito Don Armando, que rápidamente tomo una silla, aventándosela a uno de los atacantes, mientras se acercó rápidamente a otro dándole una patada en el pecho mientras se defendía de una daga del líder que le lanzó directamente hacia su cabeza con su espada carmesí apenas logrando desviar el ataque.

"¡Que esperas Luciel! ¡Huye! ¡Ahora!"

Luciel al ver lo que sucedía, y al volver oír a Don Armando, logró recobrar fuerzas, y se paró con dificultad, volviendo a dirigirse hacia la salida.

"¡Muere!" – gritó el líder de los atacantes que lanzó cinco dagas hacia Luciel.

"¡No!" – Don Armando volvió a interponerse, logrando repeler tres dagas, pero una se incrusto nuevamente sobre su muslo derecho y otra sobre su estómago. – "¡Ah!" – Don Armando se aguantó el dolor, y siguió deteniendo el paso de los tres subordinados que querían ir tras de Luciel.

"¡Ya me harte!" – dijo el líder que dejó de usar sus dagas y finalmente desenvaino su espada con la que logró cortarle una pierna al Capitán Kane. – "Os mataré."

"¡Puaj!" – Don Armando logró finalmente matar a uno de los subordinados, pero se sorprendió al ver al líder acercarse rápidamente hacía él, intentando clavar su espada contra su pecho, pero Don Armando bloqueo la espada enemiga.

Luciel mientras tanto seguía huyendo, mientras escuchaba los ruidos de la batalla entre Don Armando y los atacantes.

Uno de los bandidos logra con su espada herir el muslo izquierdo de Don Armando, pero terminar por recibir un fuerte embiste de Don Armando que lo lanza contra una de las paredes, cayendo al suelo adolorido.

Luciel, finalmente logra con éxito llegar a la salida, abriendo la puerta y cuando se disponía a irse del restaurante, dudo por un momento, volteando hacia donde la batalla sucedía, y mirando a Don Armando combatir valientemente contra el líder de los atacantes y uno de sus subordinados.

Luciel no quiere irse, pero, el inmenso dolor en su cuerpo finalmente logra hacer que el miedo a morir le venza, lo que hace que Luciel con indignación y coraje comience a irse, viendo por ultima vez a Don Armando.

Y, mientras él corría, huyendo de allí, con cada paso que daba, sentía aun más en que "abandonaba" a Don Armando, en que lo dejaba para que muriese, y entre lágrimas, él soltó un gritó de impotencia y dolor: "¡¡AH!!"

Él sigue corriendo sin parar, rumbo al sur del pueblo…

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En el Carmesí, notando que Luciel finalmente logró escapar, Don Armando sonríe aliviado, mientras en ese momento recibe un corte sobre su espada de parte de uno de los subordinados, logrando que no pueda bloquear el siguiente ataque del líder que lograr cortar su mano izquierda que sostenía su espada.

"¡Ah!" – Don Armando lo sabía.

"¡Muere!"

'Luciel… lo siento.' – dijo Don Armando en su mente, mientras la espada del líder se dirigía hacia su pecho rápidamente. – 'Julieta, amor mío… perdóname.'

La espada del líder finalmente ha logrado su objetivo, y Don Armando cae al suelo, moribundo.

"Jajaja, quien lo diría maldito, eres más fuerte que el estúpido Kane, eso lo tengo que admitir." – dijo el líder que finalmente logró calmar un poco su ira. – "Y no solo eso, el mocoso realmente ha podido escapar."

"…" – Don Armando no dice nada, apenas logrando mantener los ojos abiertos.

"Jajaja, tengo que admitir que lograste tú objetivo de permitir al mocoso escapar, pero eso no importa, ¿Sabes por qué?" – el líder tomó la espada carmesí del suelo, mirándola de cerca mientras caminaba hacia un lado de Don Armando. – "Esto no cambiara nada, porque algún día volveré, y esta vez, me asegurare de matar al chico." – y, con la misma espada carmesí de Don Armando, el líder clavó la espada hacía el rostro de Don Armando, matando finalmente al viejo hombre.

"Recojan los cuerpos." – dijo el líder que se llevaba consigo su espada y la espada carmesí. – "Es hora de irnos."