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Chapter 54 - La Decisión

"Realmente lo siento."

Al oír las palabras del joven, al ver su rostro lleno de lágrimas, con aun muestras de lo que sufrió aquel día, y con unos ojos tan llenos de culpa y dolor hacían que Susan no supiera que decir, veía al chico desgarrado por dentro, y no sabía cómo responder.

Luciel sentía en ese momento tanta vergüenza, tanto odio, tanto asco y furia hacia sí mismo, él realmente deseaba poder haber muerto aquel día, pero, al mismo día, en el fondo se alegraba de vivir, lo que le ocasionaba más asco y repudio por sí mismo.

"Lo siento, ese día y debía de haber muerto, yo merecía morir ese día, no él, pero… mi cobardía, mi debilidad y mi miedo a morir, hicieron que escapase, que huyera y le dejara allí solo… él…. Don… Don Armando no merecía morir así… no merecía morir ese día… yo… yo debía…"

En ese momento alguien abrazó al joven chico.

"No digas esas tonterías."

"¡!" – Luciel se sorprendió al descubrir por la voz de que se trataba de Doña Julieta.

"¿Madre?" – Susan también se sorprendió ante la presencia de su madre.

Doña Julieta seguía abrazando al joven chico.

"Lo he oído todo." – dijo ella. – "Luciel… yo… yo no te odio… eres un chico tan honesto… un joven con gran corazón, yo lo sé, Susan lo sabe, y él lo sabía."

"…"

"Mira tú rostro." – dijo ella que se apartó un poco y con su mano derecha limpio el rostro lleno de lágrimas y mucosidad del joven. – "Mírate como sufres tanto… sí él pudiera verte ahora mismo, sí él pudiera ver tú sufrimiento, él haría todo lo que fuera para detenerlo, de ayudarte."

"Pero… yo… fue mi culpa…"

"Claro que no, no lo es." – dijo ella que le abrazó está vez con más fuerza mientras acariciaba la cabeza, el pelo del joven. – "No fue tú culpa Luciel, fue culpa de esos malditos…"

"¡Pero…!"

"Y fue decisión de mi marido en dar su vida por ti."

"…"

"Como bien dijiste, él podía haber escapado, aunque fuera más débil que esos malditos o estuviera rodeado, él lo más seguro es que hubiera podido haber escapado sin problemas… pero él decidió dar su vida por la tuya, él decidió salvarte."

"¡¿Por qué?! No debió ser así, ¡Debí ser yo!"

"Porque él no dejaría que murieras Luciel, aún recuerdo cuando él salió corriendo a por ti una vez nosotros nos encontrábamos a salvo, él decidió ir a por ti sin importar el peligro, sin importar sí podía morir, pudo quedarse con nosotros hasta que todo terminase, pero él no es el tipo de persona que deja morir a sus seres queridos, y todavía le quedaba un familiar más por rescatar."

"¿Fami… familiar?"

"Sí Luciel, después de todo, mi esposo te amaba como sí tú fueras su hijo, él te quería tanto, que estaba dispuesto a dar su vida por la tuya, estaba dispuesto a sacrificarse sí así se requería para que tú sobrevivieras."

"…" – esas palabras llegaron a lo profundo del corazón herido del joven. – "Yo…" – las palabras que ella dijo fluían dentro de él, y él era incapaz de hablar, en los brazos de Doña Julieta, Luciel temblaba, lloraba y sentía tanto dolor, aun cuando sintió felicidad al saber que Don Armando lo amaba como sí de un hijo se tratase, él ahora ya no se encontraba aquí, y eso le dolía bastante.

"Sabes Luciel, yo en un principio estuve en contra de que él se preocupara tanto por ti, tú no eras su responsabilidad, pero él de alguna forma sentía que sí era su responsabilidad cuidarte, y a través del paso de estos dos años, él llego a verte como a un hijo, el llego a amarte tanto." – dijo ella. – "Yo… yo no quería que él fuera a rescatarte, que fuera a por ti, quería que se quedase con nosotros, inclusive llegue a sentir algo de odio hacía ti." – dijo ella honestamente.

"…" – Susan se sorprendió al oír las palabras de su madre.

"Claro que sí, fue mi…"

"Pero," – dijo Doña Julieta callando a Luciel. – "lo entendí en ese momento cuando vi sus ojos, cuando oí sus palabras, y cuando sentí los sentimientos de su corazón."

Ella entonces volvió a apartarse un poco de Luciel, y con sus dos manos sostuvo el rostro de Luciel.

"Y, ahora al verte, me refuerza más lo que entendí en ese momento, entendí por fin al oír tus palabras lo mucho que querías también a mi esposo, y el dolor que te ha causado su muerte, finalmente entendí que tú, Luciel, ya eras parte de nuestra familia, ya eras parte del corazón de mi marido, una parte esencial de nuestras vidas estaba tan cegada por mucho tiempo, por mi terquedad, por mi estupidez."

"¡¿Mama?!"

"Está bien Susan, yo misma entiendo mis errores…" – entonces Doña Julieta miró directamente a los ojos del joven terrícola. – "Mi esposo murió haciendo lo que él más ama, cuidar de su familia, por eso, Luciel, tienes que vivir, vive por la vida que mi esposo dio para salvarte, vive respetar la decisión y sacrificio que él tomó, vive para que su muerte no haya sido en vano… Vive… y deja de culparte."

"Yo… lo siento… lo siento tanto…" – Luciel volvió a llorar con tanta intensidad, mientras Doña Julieta le abrazaba otra vez.

"Ssh, todo estará bien, todo estará bien, mi pequeño Luciel." – dijo Doña Julieta con lágrimas en los ojos.

"…" – Susan solo se quedó mirando la escena.

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Esa noche, Luciel no tuvo ninguna pesadilla.

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Año 9989, Día 1 del Mes de la Cosecha.

En el día siguiente, Luciel se encontraba en el sótano del carmesí, en su cama desde hace más de dos años, reflexionando acerca de todo lo sucedido. Él finalmente había despertado de su sueño, entendido la realidad de este mundo, y lo entendió al sufrir un precio muy alto, pues Don Armando había muerto protegiéndolo.

Él era débil, un cobarde que no se atrevió ni siquiera a ayudarle, pero, todo eso comenzaba por su debilidad.

"Jamás." – dijo el joven, mientras recordaba la burla, el sufrimiento, su orgullo destrozado, su voluntad quebrada, su cuerpo herido, sí, él recordaba toda la humillación todo el dolor y todos los eventos que vivió en el día en que Cindy y Don Armando murieron.

Luciel veía la daga de aquel tipo mientras se tocaba el brazo derecho, para luego tocarse el hombro mientras recordaba el suceso de hace más de dos años, cuando conoció por primera vez el dolor y el peligro de este mundo, cosas que por el pasar del tiempo había olvidado, pero que siempre estuvieron cerca de él.

"He sido un tonto, viviendo en un sueño falso, con una seguridad falsa, he de apartarme de mi zona de confort sí es que deseo vivir… sí, he sido un tonto, pero, nunca más volveré a ser humillado, nunca volveré a lamer un maldito zapato."

Él seguía recordando perfectamente los eventos de ese día.

"Nunca volveré a perder a alguien que quiero por culpa de mi debilidad, me volver�� fuerte, tan fuerte que haré que nunca vuelva a pasar por lo mismo que me sucedió en la Tierra, tan fuerte que nunca vuelva a sufrir lo que he sufrido hasta ahora en Gea, tan fuerte que yo mismo sea dueño de mi propio destino, y que la muerte no este cerca de mí, ¡Nunca jamás volveré a huir mientras alguien sufre ante mis ojos! ¡¡LO JURO!!"

Y mientras Luciel juraba, sin saberlo, su destino había cambiado de curso otra vez más, un curso que podría llevarle a tener mucho dolor y sufrimiento, pero que sería un curso, una senda, un camino, un destino, que él mismo escogió.

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Luciel recordaba cierta historia que Don Armando una vez le contó.

"Todo gran cambio comienza con una pequeña decisión." – dijo Luciel, quien sabía que la decisión que estaba tomando, una vez la llevará a cabo, no podría dar marcha atrás, y que a pesar de lo estúpido que era su decisión, él debía… no, él sabía que era tiempo de tomar esta clase de decisión, que debía arriesgarse, pues sin riesgo no había recompensa, sí, él sabía que pondría en riesgo la vida que le permitió seguir teniendo Don Armando al morir, pero sí no lo hacía, él siempre estaría a la merced de toda clase de peligros.

"Lo siento Don Armando." – dijo Luciel. – "Le prometí que no volvería a cometer una locura, una estupidez tan grande como la que voy a realiza, pero… esto es algo que debo de hacer."

Luciel pensó en tantas cosas, una de ellas fue en tratar de entrar al Gremio de Aventureros, pero al final pensó que lo mejor es que no fuera así, ya que aunque podría obtener un medio de financiamiento al mismo tiempo en obtener experiencia en combate al realizar misiones, y ser entrenado por alguien en el gremio, tardaría mucho tiempo, pues Alec y los otros tardaron años de entrenamiento antes de poder ser Village Novice, y no solo eso, sino que aún le quedaban a él algunos meses para poder tener quince años y poder ser considerado un adulto.

Sí, en cuestión de más de dos años fue el tiempo que les tomo a Alec y los otros en lograr ser Village Novice, y él en ese mismo tiempo entrenaba con Don Armando y no había mejora para nada, por lo que probablemente sería lo mismo con el maestro del gremio, y él no avanzaría para nada, y aunque lo hiciese, solo lograría ser un Village Novice en un par de años, mucho tiempo para solo lograr el rango más bajo.

De menor rango al mayor:

Village Novice > Town Expert > City Elite > County Master > March Grand Master > Duchy Lord > Kingdom King > Empire Emperor > Continental Ancestor > World Saint.

Sí, eso venía escrito en el Libro Negro.

El rango más imponente en un pequeño pueblo como el Pueblo de Esperanza era el rango de City Elite, pero eso no era nada al nivel continental o al nivel nacional, inclusive en el condado eso era el rango de alguien apenas aceptable, pues los más fuertes del Condado de Vermont eran individuos de rango County Master y March Grand Master.

Sí, Luciel necesitaba otro medio posible, para lograr cultivar y conseguir un poder más alto que Village Novice y sin perder tanto tiempo en lograrlo, y solo sabía de una posible persona que podía ayudarle en eso, y por eso, la decisión que tomo Luciel fue…