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Chapter 57 - El Segundo Día

Año 9989, Día 4 del Mes de la Cosecha.

Era la mañana del día siguiente desde que Luciel entró al Gran Bosque Oscuro, y era la primera mañana desde que llegó a este mundo que se despertaba en las afueras del Pueblo de Esperanza.

"Ah…" – Luciel no había logrado dormir bien, aun así, él no quería perder mucho tiempo, por lo que rápidamente comería algo de la comida que tenía guardada, bebería agua de una de las botellas que él llevaba, y comenzaría de nuevo su recorrido.

En la Tierra, él nunca viajo por un bosque, aunque eso se debía principalmente a que la zona en la que vivía no había bosque alguno, aun así, él tampoco salía a pasear mucho por las playas o intentar subir un cerro o una montaña, por lo que claramente este viaje se le comenzaría a hacer difícil.

Mientras caminaba atentamente, no pudo evitar sentir un poco de tristeza en no haber aprovechado un poco para conocer más acerca de lo que su mundo, la naturaleza de su mundo y sus paisajes tenían para ofrecer, pues, la Tierra ya no existía.

"Demonios." – dijo Luciel que se detuvo y se dirigió a un árbol para realizar sus necesidades.

Mientras hacía sus necesidades, él se acordó un poco sobre lo que hacía en la Tierra, ya no era tan claro algunas cosas, pero se acordaba de lo básico, él se despertaba en las mañanas, se dirigía primero al baño para después bajar al primer piso de su casa y dirigirse a la cocina donde su madre cocinaba, ella le sonreía al verle, y le daba un abrazo.

"Madre…"

Luego, su padre llegaba ya todo bañado y preparado para irse al trabajo, y él le saludaba mientras comenzaba a ayudar a poner los platillos y cubiertos en la mesa.

"Padre…"

Una vez su padre dejaba todo listo en la mesa, él abrazaba a Luciel y besaba a su esposa para después sentarse y comenzar a leer las noticias con su celular, y, en ese momento la hermana de Luciel bajaba alegremente, saludando a todos.

"Hermana…"

Ella era mayor que Luciel, y por lo tanto tenían horarios diferentes, por lo que, para él, los horarios del desayuno y la cena eran algo valiosos pues era cuando podía charlar mucho con ella.

Después de desayunar, él regresaba a su cuarto y luego volvía al baño a bañarse, después se arreglaba en su cuarto y estaba preparado para ir a la escuela, su padre y su hermana ya se habían marchado, y su madre que también se iba pronto para su trabajo, era la quien le llevaba a la escuela en su camioneta.

De lunes a viernes él estudiaba por ocho horas en la escuela, y cuando salía, era su padre quien le recogía.

En las tardes él pasaba el tiempo haciendo las tareas, jugando videojuegos y viendo alguna de sus series favoritas, y en los fines de semana él salía a jugar en el parque con sus mejores amigos.

Pero, él nunca había salido a disfrutar los paisajes memorables de su mundo, ni de los que tenía cerca, por lo que, en este momento, él comenzó a arrepentirse de eso, y de no haber disfrutado un poco de lo que la naturaleza en su mundo otorgaba, maravillosas vistas e inmemorables recuerdos.

También comenzó a reflexionar un poco sobre la destrucción que el ser humano causaba a la Tierra.

"Tal vez por eso la Tierra fue destruida, tal vez por eso la gran mayoría de humanos murieron…" – dijo Luciel con algo de tristeza. – "Será acaso la destrucción de la Tierra, el castigo por todos nuestros pecados, todos nuestros errores, nuestra estupidez, arrogancia y egoísmo…"

Luciel seguía caminando.

"Ahora que lo pienso, este será mi primer viaje en el Gran Mundo de Gea, la primera vez que conoceré otros lugares, aunque solo sea arboles y montañas que no son el Pueblo de Esperanza… Don Armando… acaso usted vio lo que yo ahora mismo estoy viendo… acaso… usted sintió lo que yo ahora siento…"

Luciel entonces por un momento pensó en el rostro de Don Armando, y rápidamente pensó en la última vez que le vio.

"Maldición." �� aun, en el fondo de su corazón, él tenía odio hacia sí mismo, odio por no haberse quedado a ayudarle, odio por ser tan débil e inútil, odio por no haberle hecho caso y odio por haber sentido felicidad por seguir vivo. – "Yo…"

Luciel quien volvió a parar, miraba los alrededores.

"No he venido a morir… ¿Verdad?" – él ahora quien se encontraba aquí no conocía la respuesta, sabía que tenía una meta la cual era encontrar al Viejo Ermitaño, pero, acaso esto sería una forma inconsciente de su parte de castigarse, él pensaba en eso ahora mismo, y comenzó a dudar un poco en como llego a esta decisión.

"Tch." – y en ese momento él pensó por un momento en su familia, pensó en volverse a encontrar con ellos, que ellos habían logrado sobrevivir y estaban sanos y salvos en este mundo, pero que, al reencontrarse, otra tragedia sucedería, y él huiría mientras ellos morían, él escaparía con su vida, mientras ellos perecían.

"No… ¡No!" – gritó Luciel, sin darse cuenta de que gritar era peligroso, aun así, en su mente un conflicto comenzó.

'Yo… yo no sería capaz… yo no abandonaría a mi familia… ¡jamás!'

'Pero… Don Armando era prácticamente familia, y lo abandone…'

'Yo…'

"Ah…" – Luciel suspiro. – "De nada me sirve pensar en ello, solo debo continuar, sin parar, hasta lograr hallar al Viejo Ermitaño."

Y, de esa manera, Luciel siguió.

'Mama, Papa, Hermana… yo no sería capaz de abandonarlos, por eso, sí se encuentran en este mundo, vivan, y esperen por mi regreso.' – pensó Luciel.

Y, de esa forma, el segundo día Luciel volvió a caminar por otros cientos de metros más adentro del bosque, y tal como la noche anterior, él volvió a buscar un árbol pequeño al cual escalar y amarrarse en él, cenando algo y entonces, volviendo a dormir.