El sol se colaba tímidamente por las cortinas, anunciando el comienzo de un nuevo día. Daniel se removió en su cama, estirando sus brazos y soltando un largo bostezo. La noche anterior había sido una más de esas jornadas interminables de videojuegos con sus amigos. Con los ojos aún medio cerrados, se levantó lentamente, sintiendo el peso de la noche en sus hombros. Sin embargo, una sensación peculiar lo invadió: un hambre voraz que lo hizo gritar con fuerza:—¡TENGO HAMBRE! —su voz resonó por la casa, un ritual matutino que ya era parte de su rutina.Desde la cocina, las risas de su familia se escuchaban, llenando el hogar de una calidez familiar. Con pasos arrastrados, Daniel se dirigió al baño. El agua fría sobre su rostro lo despertó por completo, y con un leve suspiro, se secó. Luego, encaminó sus pasos hacia la cocina, donde su madre estaba ocupada preparando el desayuno. Con una sonrisa traviesa, le dio una palmada fuerte en la espalda.—¡Ay! ¡Canijo! —exclamó su madre, girándose para mirarlo con una mezcla de sorpresa y resignación.Pero antes de que pudiera decir algo más, notó el silencio repentino de sus otros hijos. Brian y Héctor estaban sentados, con la boca abierta, incapaces de articular palabra. La confusión se pintó en el rostro de su madre mientras intentaba descifrar qué estaba ocurriendo. Antes de que su mamá pudiera preguntar qué sucedía, su hermano Brian se levantó..—¡Dani! —gritó Brian, levantándose de la silla y golpeando la mesa con fuerza—. ¡Desapareció de la nada!El corazón de su mamá se aceleró, el pánico inundando sus venas.—¿Qué? ¿Cómo? —preguntó, buscando a Daniel con la mirada, pero sólo encontró un vacío donde antes estaba él.Héctor, el otro hermano de Daniel, balbuceó, aún sin poder creer lo que veía.—Sí, mamá... estaba justo aquí y... de repente, desapareció...El caos se apoderó de la cocina, mientras los dispositivos electrónicos de la casa se encendían misteriosamente, proyectando imágenes desconocidas en sus pantallas.En un Lugar DesconocidoDaniel despertó, sus ojos parpadeando lentamente mientras trataba de enfocarse. Sobre él, un techo blanco infinito se extendía en todas direcciones, sin emitir luz pero irradiando una extraña claridad. El suelo bajo él era indescriptible, ni duro ni blando, ni frío ni caliente. Se sentó lentamente, sus sentidos aún embotados por la confusión.—¿Dónde... dónde estoy? —murmuró, la voz temblorosa del miedo.Miró a su alrededor, tratando de encontrar algún indicio de su ubicación. Personas de todo el mundo yacían en el suelo como él, todas vestidas de blanco, descalzas. El lugar parecía un vacío interminable, sin paredes ni horizonte. El blanco lo cubría todo, dándole una apariencia surrealista.De pie, tambaleándose ligeramente, Daniel observó el panorama. Su mente estaba llena de preguntas. ¿Acaso había muerto? ¿Era este el cielo? La idea lo sacudió profundamente.—¡Espera! ¿Morí? —gritó, su voz resonando en el vasto vacío. Algunas personas se volvieron hacia él, curiosas, pero nadie tenía respuestas.Entre la multitud, una figura conocida captó su atención. Caminó hacia ella, empujando suavemente a los demás. A medida que se acercaba, su corazón latía con fuerza. Era su mejor amigo, Víctor, quien yacía inconsciente en el suelo. Daniel se arrodilló, agitándolo suavemente.—¡Víctor! ¡Despierta! —susurró, intentando no atraer la atención de los demás.Víctor abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces antes de enfocar su mirada en Daniel.—¿Dani? ¿Qué...? ¿Qué pasó? ¿Dónde estamos? —preguntó con voz temblorosa.Daniel negó con la cabeza, sin tener respuestas, pero aliviado de no estar solo.—No lo sé —respondió Daniel, ayudándolo a levantarse—. Pero algo extraño está ocurriendo.En ese instante, apareció una interfaz flotante frente a ellos. Para Daniel, decía: "Amigos aliados 1/3". Víctor parpadeó, leyendo "Encontraste a tu aliado".Ambos se miraron, incrédulos.—¿Qué es esto? —preguntó Víctor, la voz llena de temor—. ¿Qué significa todo esto?Daniel trató de mantener la calma, pero su mente estaba a mil por hora. Tomando a Víctor del brazo, comenzó a caminar entre la multitud.—Creo que esto tiene algo que ver con los demás... —murmuró—. Si somos aliados, quizá haya otros.—¿Otros? —repitió Víctor, intentando seguirle el paso—. Daniel, ¿qué estás pensando?Antes de que pudiera responder, una voz familiar resonó entre la multitud, llamándolo por su nombre:—¿Daniel?Daniel se detuvo en seco. Aquella voz era inconfundible. Giró rápidamente sobre sus talones, su mirada buscando frenéticamente entre la multitud.—¡¿Fernando?! —exclamó, sus ojos llenos de asombro y alivio—. ¡Lo sabía! Sabía que ustedes también estarían aquí.Fernando, todavía desorientado, lo miró con el ceño fruncido, intentando procesar lo que estaba ocurriendo.—¿Qué está pasando? —preguntó, su voz temblorosa—. ¿Dónde estamos? ¿Y cómo que "ustedes"? ¿Hay más gente que conocemos aquí?Daniel dio un paso adelante, colocando una mano tranquilizadora sobre el hombro de Fernando.—Tranquilo, hermano —dijo en un tono calmado pero firme—. Ahorita que nos reunamos todos, recopilaremos lo poco que sabemos. Créeme, no tenemos ni idea de qué está sucediendo. Por ahora, no hagas preguntas y sígueme. Por cierto, ¿recuerdas a Víctor? Creo que lo conociste en la secundaria.Con un gesto, Daniel señaló a Víctor, quien se encontraba justo detrás de él. Fernando asintió lentamente, comenzando a reconocerlo.En ese preciso instante, una interfaz translúcida apareció frente a ellos. Para Daniel, el mensaje decía: "Amigos Aliados 2/3", mientras que para Fernando, el texto mostraba: "Has encontrado a tu aliado".La comprensión comenzó a asentarse en la mente de Daniel. Sabía quién faltaba, y sólo era cuestión de encontrarlo. Sin perder tiempo, los tres se adentraron en la multitud, caminando con determinación. Poco después, comenzaron a llamar su nombre, sus voces resonando en el vasto espacio.De repente, una voz familiar rompió el ruido ambiente.—¡HEEEEY! ¡AQUÍ! —gritó alguien a lo lejos.Los tres amigos se miraron, una chispa de reconocimiento en sus ojos. Sin dudarlo, corrieron hacia la fuente del grito, seguros de que habían encontrado al último miembro de su grupo.—¡Sigue gritando! ¡Vamos hacia ti! —la voz de Daniel se alzaba por encima del murmullo de la multitud.Tras abrirse paso entre la marea de gente, finalmente lo vieron. Antonio estaba allí, con una expresión de alivio al encontrarse con ellos.—¡Bien! Ahora que estamos todos —dijo Daniel, tomando aire—, es momento de intentar resolver qué está pasando aquí.Los demás asintieron, expectantes.—Primero que nada, olvidémonos de la lógica. Nada de esto tiene sentido. Solo miren a su alrededor: el lugar, la gente, la ropa... ¡Todo es extraño!—Sí, jaja... —rió Víctor nerviosamente, tratando de disimular su inquietud.Antonio, aún desconcertado, preguntó: —¿Llevan mucho aquí? ¿Recuerdan algo antes de que los trajeran?Todos negaron con la cabeza, compartiendo la misma confusión.—No, igual que tú, despertamos de la nada —respondió Fernando—, y empezamos a seguir a Daniel para encontrarte.Daniel añadió, con un tono más pensativo: —Sí, y me imagino que ya se dieron cuenta... Por alguna razón, aunque todas las personas a nuestro alrededor parecen de distintos países, podemos entender lo que dicen. Es bastante extraño, la verdad.—Sí, era lo que quería decirles —interrumpió Víctor—. Es raro, como si supiéramos el idioma, pero no supiéramos hablarlo... Me marea.Antonio frunció el ceño, aún más confundido: —¿Y qué son esas interfaces que aparecieron? Parecían como hologramas.—No sé qué eran exactamente. Lo que entendí es que marcaban la cantidad de aliados que había aquí. Al menos eso es lo que parece... No sé si hay más personas que conozcamos, pero la interfaz me mostró un "3/3", como si indicara que ese es el límite.—Oigan, antes que nada, ¿Qué les pasó a nuestros físicos? —preguntó uno de ellos, asombrado por el cuerpo esculpido que todos ahora poseían.—¡Wow! No me había dado cuenta —respondió otro, mirando su cuerpo con asombro.—Definitivamente esto es muy raro y no tiene sentido alguno —dijo Daniel de forma seria y preocupada—. Ya decía yo que sentía mi cuerpo más ligero y que mi cerebro estaba funcionando más rápido de lo normal.—Sí, y ni en mis mejores sueños, ni con años de rutina, habría tenido un físico como este —comentó Fernando, impresionado por el cambio.—Oigan, antes que nada, ¿qué les pasó a nuestros físicos? —preguntó uno de ellos, asombrado por el cuerpo esculpido que todos ahora poseían.—¡Wow! No me había dado cuenta —respondió otro, mirando su cuerpo con asombro.—Definitivamente esto es muy raro y no tiene sentido alguno —dijo Daniel de forma seria y preocupada—. Ya decía yo que sentía mi cuerpo más ligero y que mi cerebro estaba funcionando más rápido de lo normal.Pasó un rato en el que solo hablaban entre ellos, bajando un poco la tensión sin que sucediera nada fuera de lo normal.—Espero que este lugar no sea alguna especie de juego de la muerte, como en Squid Games —dijo uno, con un tono miedoso pero sarcástico.—¡Ay, no! ¡Calla, no digas eso! —exclamó otro, claramente incómodo.Entonces, todos rieron un poco, liberando así un poco la tensión. Sin embargo, ese buen momento duró poco, pues una voz con eco los interrumpió a todos, hablándoles desde su interior. De repente, todas las personas, incluyéndolos, entraron en una especie de trance.