¿Qué fue eso? pensó uno de ellos, un atisbo de miedo apoderándose de su ser. ¿Lo vi? ¿Lo viví? Las preguntas giraban sin respuesta, dejando a todos sumidos en una inquietante calma.El silencio se alzó como una cortina, pero pronto comenzó a romperse. Un murmullo creciente llenó el espacio, como el zumbido lejano de un enjambre. Luego, los gritos comenzaron a estallar con violencia, unos tras otros, desbordando el aire.¿Qué es esto? ¡Es una maldita broma?!¿Esperan que sea parte de esto? ¡¿ESTÁ LOCO?!¡Déjenme regresar, por favor! ¡Quiero regresar a mi hogar, se lo ruego!Los gritos se multiplicaban, cada uno más desesperado que el anterior, como si la realidad misma se estuviera desmoronando a su alrededor. La ansiedad se impregnaba en cada palabra, creando un caos que ya no podía ser contenido. Nadie entendía lo que ocurría; todos se sentían atrapados en una pesadilla compartida.La tensión alcanzó su punto máximo hasta que...Una voz profunda y resonante, como el retumbar de un trueno, cortó el aire con una claridad aterradora.¡SUFICIENTE!La presión de la voz fue inmediata, aplastante, como un peso invisible que se desparramaba sobre todos. La habitación, antes llena de confusión y pánico, se quedó en un silencio sepulcral. Nadie se atrevió a moverse. Nadie podía hablar. Todos quedaron inmóviles, como si un poder absoluto les hubiera robado la capacidad de reaccionar."Haber, sucias ratas... ya es muy tarde para exigir. Desde el momento en que todos llegaron aquí, ya estaba decidido que serían parte de mi diversión. Jiji... pero ya que osaron interrumpirme, les cortaré las cuerdas vocales temporalmente para que me dejen hablar y explicarles lo que sucederá a continuación."El aire se volvió denso, y una sensación de impotencia se apoderó de todos. Sin embargo, Daniel, hizo un esfuerzo por mantener la calma. Se levantó, mirando a sus amigos con firmeza, levantando las manos en señal de que prestaran atención. Parecía que había entendido que la única forma de salvarse de esa locura era entender lo que estaba por venir."Intentaré ser breve. Ustedes, ahora que están informados sobre el nuevo mundo al que van a ser transportados, ya se hacen una idea de lo que se avecina, ¿verdad? Jiji... heemhp... Bien, ahora que están con sus respectivos grupos, serán transportados a otro lugar. Un lugar igual a este, pero donde estarán solo con su grupo. Allí, se les revelará su información de estadísticas, sus fortalezas, aptitudes y debilidades.""Les daré la opción de elegir su 'clase' y la oportunidad de crear una habilidad mágica, la cual desarrollarán desde cero con su respectivo elemento mágico, que ya está predeterminado. Al finalizar esto, regresarán a esta sala a esperar a los demás grupos y recibirán más información... Y bla, bla, bla... mucha información... Jajaja, ¡COMENCEMOS!"Una ola de luz cegadora envolvió a todos los presentes. En cuestión de segundos, la sala desapareció de su vista, y la sensación de estar siendo arrancados de su lugar se intensificó. Fueron transportados repentinamente.El nuevo entorno era idéntico al anterior: un fondo blanco infinito. Sin embargo, esta vez, solo estaban ellos cuatro, rodeados por una serie de espejos que se alzaban a sus costados, reflejando sus rostros desde todos los ángulos. Frente a cada uno apareció una interfaz holográfica flotante, proyectando información que coincidía con lo que el ente había mencionado momentos antes.El ambiente estaba cargado de tensión. Ninguno hablaba. Cada uno parecía atrapado en sus pensamientos, intentando procesar lo que acababan de experimentar.Fue Fernando quien rompió el silencio primero.
—¡¿Qué mierda acabamos de ver?! ¡¿Se supone que vamos a formar parte de ese mundo ahora?! —gritó, su voz alterada resonando en el vacío. Su reacción fue instintiva, un reflejo del pánico que lo invadía.
Daniel se giró hacia él rápidamente, levantando las manos en un gesto de calma.—Chicos, escúchenme... Sé que están asustados y tienen miedo. Yo también lo estoy —admitió, mientras su mirada se perdía en su propio reflejo en los espejos—, pero no podemos dejarnos consumir por el miedo.
Aunque intentaba mostrarse sereno, la rigidez de sus movimientos y el leve temblor en su voz delataban que estaba tan aterrorizado como ellos. Sin embargo, su determinación era clara.—No vale la pena enfrentarnos al ente. Es obvio que no servirá de nada. Ya vimos de lo que es capaz: puede hacer lo que quiera, cuando quiera. Lo mejor que podemos hacer... es seguirle el juego. E intentar ganarlo.Victor, que hasta ese momento había permanecido en silencio, no pudo contenerse.—¿¡Qué!? —su tono era una mezcla de incredulidad y enojo—. Daniel, entiendo lo que dices, pero... ¿cómo se supone que le ganemos a ese ente? ¡No estamos en un anime o en una serie de acción! ¡Esto es la vida real! —su voz se alzó en un grito al final, mientras sus manos se apretaban en puños a los costados.
Daniel mantuvo la calma, aunque el peso de las palabras de Victor parecía hundirlo un poco más.—Lo sé. Sé que suena absurdo. Pero no me refiero a vencer al ente. Me refiero a sobrevivir —respondió con firmeza.
Sus palabras cayeron pesadas en el aire. Por un momento, nadie dijo nada. Cada uno intentaba encontrar sentido a lo que Daniel acababa de decir.—¿Y qué planeas hacer? —preguntó Antonio finalmente. Había estado callado todo el tiempo, su expresión reflejaba confusión y agotamiento, como si intentara poner en orden el caos en su mente.Daniel bajó la mirada por un momento, organizando sus pensamientos antes de responder.—No lo sé con exactitud... pero es evidente que tenemos que aprender a vivir en ese mundo. Y no solo eso, tenemos que hacernos fuertes, aprender y adaptarnos. Para eso estamos aquí —dijo, señalando con un leve movimiento de cabeza las interfaces holográficas frente a ellos.
Fernando, aunque todavía parecía nervioso, asintió despacio.—¿Entonces empezamos con estas cosas? —preguntó, señalando la interfaz frente a él.
Daniel se giró hacia él con determinación.—Sí. Pero hagámoslo con cuidado, en orden. Y lo más importante: sin que nadie se quede atrás. Es crucial que cada uno de nosotros sepa las fortalezas y debilidades de los demás. Si vamos a sobrevivir, tenemos que hacerlo juntos.
Las palabras de Daniel resonaron en el grupo. Aunque el miedo seguía presente, poco a poco el caos en sus mentes empezó a dar paso a algo más: un propósito compartido.Frente a ellos, las interfaces comenzaron a desplegarse con mayor claridad, dividiéndose en cuatro secciones bien definidas. La primera mostraba sus estadísticas personales: un menú numérico que detallaba sus fortalezas y debilidades. Cada apartado variaba dependiendo de sus rasgos físicos y capacidades innatas. Entre los datos destacados, se encontraba su capacidad de maná para el uso de magia, aunque no se les explicaba exactamente por qué diferían tanto entre sí. En la pantalla, los puntos fuertes y débiles estaban resaltados con colores: el blanco indicaba un estado balanceado, el naranja puntos bajos, el rojo puntos críticos, y el verde, en diferentes intensidades, representaba fortalezas.Antonio, frotándose la nuca con una expresión confusa, fue el primero en romper el silencio.—Esto se ve complicado.
Daniel lo miró de reojo con una leve sonrisa.—Por eso dije que debíamos ir todos a la par, para no perdernos.
Victor, con una expresión más atenta, empezó a analizar su interfaz. Adoptó una pose pensativa, con una mano en el mentón y la otra apoyada en el codo.—Ya empiezo a comprender. Si los números son blancos, quiere decir que estamos balanceados. Si son naranjas, son bajos, y si son rojos... muy bajos. En cambio, los tonos verdes indican que somos mejores en esa área.
El entusiasmo en su voz no pasó desapercibido, pero rápidamente se transformó en disgusto cuando observó más a fondo.—Eso quiere decir que mi nivel de maná es muy bajo. ¿Eso significa que no podré usar magia?
Su frustración era evidente. Fernando, mientras tanto, revisaba sus propios datos con una mezcla de curiosidad y desagrado.—Pues parece que mi fuerza y resistencia son mis puntos fuertes, pero soy lento. Pff, qué basura...
Antonio, todavía sin comprender del todo, alzó la vista de su pantalla.—Yo estoy balanceado en prácticamente todo: fuerza, resistencia, velocidad, maná... No sé si eso sea bueno o malo.
Daniel dejó escapar una leve risa, pero pronto su semblante cambió al revisar sus propias estadísticas. No podía evitar sentirse un poco decepcionado al ver lo desbalanceado que estaba. Ni fuerte ni resistente, pero con una velocidad considerable. Entre las subdivisiones, algo llamó su atención: su tiempo de reacción era excelente. Siempre había pensado que tenía buenos reflejos, y ver aquello confirmado le hizo sonreír.—Parece que mis fortalezas son mi velocidad, mi tiempo de reacción y mi maná, que es bastante elevado. Pero no soy muy fuerte ni resistente... —admitió, rascándose la nuca con cierta vergüenza.
Victor le dirigió una mirada melancólica antes de responder con un suspiro.—Están bien. Al menos puedes usar magia. Yo apenas tengo maná...
Daniel rio ligeramente y le dio una palmada en el hombro.—No te preocupes, seguro podemos hacernos más fuertes.
Su expresión cambió a un aire más optimista mientras observaba el siguiente apartado de la interfaz.—Bueno, ya sabemos nuestras estadísticas. ¿Qué tal si pasamos a la siguiente sección? Quiero ver lo de las clases.
Había cierto entusiasmo en su tono, como si por un momento lograra dejar de lado la incertidumbre y disfrutar lo que estaba sucediendo. Los demás intercambiaron miradas y, sin decir nada más, comenzaron a explorar la siguiente sección de la interfaz.La siguiente interfaz se desplegó frente a ellos con un brillo opaco, revelando un menú detallado y vasto. En la parte superior, un carrusel presentaba siluetas animadas que representaban las diferentes clases: un guerrero, un mago, un arquero, entre otras. Cada figura destellaba brevemente antes de mostrar información más específica: nombre, equipamiento inicial, puntos fuertes y débiles, y una evaluación de compatibilidad basada en las estadísticas del usuario.El aire se sentía denso, cada uno inmerso en sus pensamientos mientras examinaban la nueva pantalla.—Al parecer, la clase que elijamos dependerá de nuestras estadísticas —comentó Víctor en voz alta, tratando de romper el silencio tenso y obligarse a entender lo que veía frente a él.—Tiene sentido —respondió Daniel, inclinándose hacia su propia interfaz, sus ojos moviéndose rápidamente de una línea de texto a otra—. Creo que deberíamos ceñirnos a las clases que mejor se adapten a nuestras estadísticas. Todavía no sabemos si podremos mejorar los puntos bajos en el futuro.—Hmmm —Antonio murmuró mientras examinaba las opciones en el carrusel. Se rascó la barbilla con frustración, sus ojos pasaban de un verde intenso al molesto naranja en sus estadísticas—. Aunque... para ser "equilibrado", casi ninguna opción me marca en verde. ¿Eso significa que no soy compatible con nada?Daniel se inclinó hacia adelante, aparentemente listo para responder con calma, pero antes de que pudiera abrir la boca, un estruendo y una risa chillona llenaron el aire.—¡Por cierto! —la voz del ente irrumpió con fuerza, haciéndolos dar un respingo—. Se me olvidó mencionarlo... Solo tienen dos horas para analizar, elegir su clase y habilidad. Aunque, eh... creo que ya han perdido cuarenta minutos... ¡Jijijijiji!Sobre sus cabezas apareció un contador digital, brillando con un rojo amenazante. 01:20:35, parpadeaba intermitentemente, como burlándose de su lentitud.—¡Hijo de...! —Víctor golpeó el aire con el puño, claramente molesto, antes de masajearse la frente con ambos dedos—. Aparte de que nos asusta, ¿tenía que esperar hasta que el tiempo se estuviera acabando?Antonio soltó un largo suspiro, frustrado, y dejó caer sus brazos pesadamente a los costados. Daniel inclinó la cabeza hacia atrás, como si buscara paciencia en el techo blanco infinito.—Maldito imbécil —murmuró Fernando sin mirar a nadie. Apenas pestañeó ante la noticia, su atención permanecía fija en la interfaz frente a él. Tenía el ceño fruncido, concentrado mientras sus ojos recorrían rápidamente las estadísticas y descripciones. Finalmente, murmuró:—En lugar de quejarnos, deberíamos enfocarnos. Empiecen a descartar las opciones que no les sirvan y elijan algo que encaje con sus estadísticas.
Su tono brusco y frío cortó cualquier comentario adicional. El resto asintió, cada uno volviendo a sus pantallas con renovada urgencia.El ambiente se sumió en un silencio cargado, apenas interrumpido por los sonidos mecánicos de las interfaces. Daniel era el más inquieto, sus dedos tamborileaban contra el holograma mientras comparaba clases en un patrón rápido y casi obsesivo. Víctor torció el gesto, claramente irritado mientras luchaba por encontrar algo que fuera medianamente funcional para sus pobres valores de maná.Finalmente, Antonio rompió el silencio con una risa nerviosa.—Esto es como un mal videojuego... con consecuencias de vida o muerte.Nadie se rió.Victor levantó la vista solo por un instante.—Si no tomamos esto en serio, será mucho peor que eso.
La tensión en sus palabras dejó clara una cosa: no todos sobrevivirían si fallaban aquí.