Zona Común – Primer Día Libre de Logan
Narrador: Logan C. Krauther
El aire en la base de la Coalición de Hierro siempre tiene este extraño aroma metálico, como si el acero mismo estuviera vivo y respirando a nuestro alrededor. Las paredes son grises, frías, opresivas, un recordatorio constante de que este lugar no es un hogar. Al menos no para mí.
Mi "habitación", si es que puedes llamarla así, no es más que una celda que Krauther cree conveniente para mantenerme bajo control. Dice que los soldados duermen en camas y los recursos como yo, en celdas. No es que me importe. He aprendido a dormir con la rigidez del metal y las luces constantes. Lo que no he aprendido es a ignorar el eco de mis propios pensamientos cuando la noche se vuelve demasiado silenciosa.
Hoy, sin embargo, no tengo excusas. Crips y Kim me citaron en la zona común. La idea de pasar tiempo con ellos no suena tan mal, considerando que son las únicas personas en esta base que no me miran como si fuera una bomba a punto de explotar. Pero también hay algo incómodo en la invitación: la sensación de que me están vigilando. Tal vez sea el resabio de mi tiempo en la ZP, pero la idea de "amistad" todavía me resulta un concepto extraño aquí.
Llego a la zona común, un espacio mucho más cálido de lo que esperaba encontrar en un lugar como este. Hay sillones viejos pero funcionales, una mesa redonda, y una pantalla gigante que proyecta algo que parece una película de acción barata. Crips está sentado en uno de los sillones, con los pies sobre la mesa, riendo a carcajadas por algo que Kim acaba de decir. Ella está recostada en el sillón opuesto, con su tableta en mano, probablemente revisando algo que no tiene que ver con la película.
—¡Rhaben! —grita Crips al verme entrar, levantando una mano para saludarme. Su sonrisa es tan amplia que casi me hace olvidar dónde estoy—. Pensé que te habías rajado.
—No me rajé. Solo me perdí en esta prisión gigante —respondo mientras me acerco, dejando que mi sarcasmo habitual haga acto de presencia.
—Claro que sí, Rhaben —dice Kim sin levantar la vista de su tableta—. El gran Logan C. Krauther, perdido en la base. Qué creíble.
Estoy a punto de responder cuando mi mirada se detiene en alguien que no esperaba ver aquí. Sentada junto a Crips, con una taza de café en las manos y una expresión serena en el rostro, está Mhir. Ella levanta la vista al notar mi presencia y me dedica una sonrisa ligera, casi distraída.
—¿Tú qué haces aquí? —pregunto antes de poder detenerme.
Mhir baja la taza y me mira con esa calma inquebrantable.
—¿Qué pasa, Logan? ¿No puedo socializar?
—Es que no te veía como el tipo de persona que se junta con estos dos —digo, señalando a Crips y Kim con la cabeza—. Pensé que tenías mejores cosas que hacer.
—Crips y Kim son bastante agradables, en realidad —responde, como si estuviera evaluando la calidad de mi comentario—. Y además, estoy aquí porque el General Krauther me asignó monitorearlos durante este mes. A todos ustedes. Especialmente a ti.
—Por supuesto que lo hizo —murmuro, hundiéndome en el sillón junto a Kim—. Qué considerado de su parte.
—¿No estás feliz de verme, Rhaben? —pregunta Crips, riendo—. Pensé que estarías emocionado de pasar tiempo con nosotros.
—Emocionado no es la palabra que usaría —respondo, tomando un cojín del sillón y lanzándoselo sin mucha fuerza—. ¿Y tú, Kim? ¿Estás emocionada?
Kim finalmente levanta la vista de su tableta y me dedica una sonrisa sarcástica.
—Oh, claro. No puedo esperar para pasar un mes completo con el niño problema de la base.
—Siempre tan dulce —digo, recostándome en el sillón—. Pero eso no explica por qué Mhir parece estar disfrutando tanto de esto. ¿Es que Krauther te paga extra por aguantarnos?
Mhir se ríe suavemente, tomando un sorbo de café antes de responder:
—No. Pero me resulta fascinante ver cómo te esfuerzas tanto en ser insoportable.
—Es un talento innato —respondo con una sonrisa torcida—. Aunque pensé que estabas acostumbrada a mí a estas alturas. ¿No es así, doctora?
—Acostumbrada no es la palabra que usaría —contesta, devolviéndome mi propio comentario con una sonrisa ingeniosa—. Pero he aprendido a tolerarte, lo cual es un logro considerando tus habilidades para probar la paciencia de las personas.
—Eso suena a un desafío —digo, inclinándome hacia ella—. Tal vez debería esforzarme más para romper esa calma tuya.
—Buena suerte con eso, Logan —responde, sus ojos violetas brillando con un destello divertido—. Soy más resistente de lo que crees.
Crips suelta una carcajada.
—Esto es mejor que cualquier película. Logan y Mhir peleando por ver quién es más terco. ¿Qué sigue? ¿Kim uniéndose a la conversación?
—Paso —dice Kim, levantándose del sillón—. Prefiero verlos destruirse mutuamente desde la distancia. Pero antes de irme, Rhaben, no te olvides de que mañana empieza el entrenamiento. Así que no te emociones demasiado con tus bromas.
—Gracias por el recordatorio, Kim —digo, levantando una mano en un gesto de despedida—. No sé qué haría sin ti.
—Probablemente morirte y provocar la muerte de los demás —responde ella antes de salir de la sala.
Mhir me mira con curiosidad mientras Crips intenta no atragantarse con la risa.
—¿Es siempre así? —pregunta, señalando hacia la puerta por donde salió Kim.
—Solo los días que terminan en "s" —respondo, encogiéndome de hombros.
Ella sacude la cabeza, riendo por lo bajo, y vuelve a tomar su café. Por un momento, el silencio se asienta entre nosotros, pero no es incómodo. Es... agradable.
—¿Sabes? —digo finalmente, mirando a Mhir con una expresión que no estoy seguro de reconocer—. Tienes razón. Tal vez este mes no sea tan malo después de todo.
—Eso espero —responde ella, mirándome con algo que casi parece un desafío en sus ojos—. Porque si no cooperas, Logan, tendrás que lidiar conmigo. Y créeme, puedo ser mucho más difícil de manejar que Krauther.
—Eso sí quiero verlo —digo, sonriendo mientras me acomodo en el sillón.
Tal vez, por primera vez en mucho tiempo, este lugar no se siente tan frío.