Chereads / La verdad que se oculta detrás de la piel / Chapter 8 - El Ángel se apodera de mi cuerpo parte 3

Chapter 8 - El Ángel se apodera de mi cuerpo parte 3

—He notado que quieres decirme algo todo este tiempo —le dije.Respondió con una voz un poco grave:—¿Por qué no me dijiste que pertenecías a una de las familias más poderosas de la ciudad, Ana eres una del Castillo?Me quedé callada por un momento, sin saber cómo se había dado cuenta. ¿Lo habrá notado por los apellidos que estaban en la placa de mi casa?—¿Cómo te diste cuenta de que era del Castillo? ¿Por los nombres que están en mi casa? —pregunté.En ese momento, él me mostró una imagen de su celular donde salía una de las revistas de las personas más influyentes; aparecía mi padre conmigo.—¿Por qué no me dijiste que eras del Castillo? Pensé que confiabas en mí, pero veo que no. Con razón vives en esa casa. —dijo Alex.—No quería llamar la atención con mi apellido, tu no sabes como es difícil ser una Castillo. Y, obvio que confío en ti, pero hay cosas que no puedo decir a voz alta —respondo.—Dime algo, señora Ana del Castillo, ¿por qué entraste a la universidad? Alguien que tiene toda la plata del mundo que puede hacer lo que desea con solo mover un dedo —me cuestionó.Me demoré un tiempo en responder y noté que la discusión entre los dos estaba llamando la atención de las demás personas que estaban en el parque , por lo cual decidí que subiéramos a los asientos de atrás de mi coche para hablar más en privado. Alex asintió y entró en mi carro. Lo miré y respondí a su pregunta:—Te diré la razón por la cual entré a la universidad: que nadie de mi familia sabe la rason, para que veas cuánto confío en ti, Alex.—¿Cuál fue ese motivo, señora Ana? —preguntó.—En mi vida tuve tres pérdidas que marcaron mi vida. Una de ellas fue hace 20 años, cuando me enteré de que estaba embarazada. Me tocó salir de la universidad y, a los días de haberme casado, perdí al bebé. Pasaron los años y me dediqué a mi familia, y hace cuatro años tuve dos pérdidas, perdí a mi madre y a mi hermana en un accidente. Mi madre murió en el mismo lugar del accidente y mi hermana tres días después murió en el hospital —le conté.—No sigas, Ana, por favor —me interrumpió Alex.—No quería que te lo dijera, eso es lo que querías o no, pero te lo voy a decir. Después de perder a mi bebé, me dediqué a apoyar a mi hermana menor, quien quería ser una gran empresaria como lo era mi padre. La quería como si fuera mi hija. Ella me ayudó mucho cuando quedé embarazada en esas dos ocasiones. Mi hermana era una mujer que siempre lograba todo lo que ella se proponía. Yo la apoyaba en todo. Ella estaba lista para tomar el puesto de mi padre en la empresa hasta que llegó el día de ese fatal accidente que me marcó el resto de mi vida y me dejó sin madre y sin hermana.Entré a la universidad porque quiero cumplir el sueño que ella tenía de ser una gran empresaria todo esto lo hago por ella. —le dije.Con sus manos, limpió mis lágrimas que caían de mi rostro y murmuró en voz baja pidiendo disculpas. Vi el brillo en sus ojos cuando acercó su rostro al mío, colocando sus manos en mi cara y besándome con ternura. demoré en responder el beso; en ese momento, no sabía hasta dónde iba a llegar.Sentí una de sus manos en mis piernas. Un instante después, ya estaba encima de mí, besando mi cuello. En eso escuché el sonido del cierre de su pantalón. Hizo unos movimientos con sus manos, y de repente ya estaba con las piernas levantadas en el asiento del coche. Todo pasó tan rápido que no me di cuenta. Al estar en esa posición y llevar una falda puesta, se le hizo fácil quitarme la tanga. Al quitármela, sentí su miembro entrando en mí, haciendo que escapara un gemido de mis labios . Pasó de un beso tierno a tener sexo en mi coche en un parque con la puerta casi abierta. Todo fue tan rápido que ni me di cuenta de que había tenido un orgasmo.Al terminar, lo miré a su rostro y, de repente, le di una cachetada en la cara y le dije que saliera de mi coche. Sentía que él se aprovechó de esta situación al verme tan vulnerable. Los jóvenes de hoy no piensan primero en hacer las cosas. Me acomodé la falda y llegué a casa sin saludar a nadie. Fui rápidamente al baño y me metí en la ducha. Miles de pensamientos recorrían mi mente: ¿será que él siempre supo quién era yo desde el principio? ¿Era todo esto un plan para chantajearme? Muchas cosas se me pasaron por la cabeza. Hasta pensé en mover mis contactos para que lo expulsaran de la universidad. Esa noche no pude dormir, atormentada por el sentimiento de que fui utilizada por un chico.A la mañana siguiente, mientras me duchaba , vi en mi celular que había un mensaje de Alex donde decía que se arrepentía de lo que había hecho ayer. No sabía si creerle.Justo entonces, llegaron mis dos hijos a mi cuarto, diciéndome que tenía que llevarlos a sus partidos de fútbol, ya que Nico estaba de descanso. Dejé el celular en la cama, me organicé para salir y los llevé a donde jugarían. Decidí ir hasta el centro de la ciudad para distraerme un rato y olvidar todo esto que me hacía daño. En eso, vi un cartel de un centro comercial que decía: "disfruta cada momento porque la vida es un regalo y cada día es una nueva oportunidad de vivir y amar y sonreír ." Esa misma frase siempre la decía mi hermana..Ya habían pasado tres días desde lo ocurrió con Alex en mi auto. Después de meditar todo el fin de semana, llegué a la conclusión de que no debía echarle toda la culpa al pobre chico. Porque yo le permití que todo esto pasara; nunca le puse resistencia, al contrario, me dejé llevar por el momento. Me estaba odiando por dentro por haberlo tratado tan mal, sobre todo por haber intentado que lo expulsaran de la universidad, alguien que me había ayudado en mi peor momento.Decidí que tenía que hablar con Alex para arreglar las cosas entre nosotros, ya que me bloqueó de las redes y ya no respondió mis mensajes ni mis llamadas. Así que decidí madrugar el lunes muy temprano, ya que él siempre llega temprano a la universidad. Cuando llegué, me quedé en la entrada esperándolo, pero pasaron los minutos y no llegaba. Era imposible que él ya hubiera entrado, porque yo fui la primera en llegar y vi a todos entrar.Ya faltaba poco para que empezaran las clases, así que decidí que lo esperaría en el aula. En ese instante, cuando ya estaba entrando a la universidad, alguien chocó contra mí, haciéndome caer al suelo y golpeándome la rodilla contra el asfalto de la entrada. Por un momento, estaba a punto de maldecir al que me hizo caer, porque no estaba fijándose en lo que tenía frente a él. Cuando volteé para ver quién era, me llevé una sorpresa: con razón caí al suelo como una muñeca de trapo, porque me chocó un chico que parecía un muro no era ni tan alto ni tan bajo, pero era muy guapo. Tenía hombros anchos y brazos fuertes y definidos, con venas marcadas en ellos; su pecho era amplio y firme. Su pelo era rubio y su sonrisa era cautivadora, y aunque sus ojos eran cafés, su mirada tenía un aire de confianza y seguridad irresistible.Recogí las cosas que me habían caído mientras él intentaba ayudarme a ponerme de pie. Me dirigí lo más rápido posible hacia el aula de clases. Mientras subía las escaleras, ya que el ascensor estaba en los pisos de arriba, sentía que alguien me seguía al mirar atrás, él que me seguía era el joven que me había chocado. En ese momento, me sentí nerviosa; no sabía por qué me estaba siguiendo. Fue en ese instante que al llegar al segundo piso, me paré firme, lo miré y le dije unas cuantas cosas sin importarme las personas a mi alrededor.—¿Oye, qué te pasa? ¿Por qué me estás persiguiendo? ¿Te debo algo? —pregunté.Cuando estaba a punto de decir algo, uno de mis compañeros de clase lo llamó por el nombre de Luis. En ese momento caí en cuenta de que este joven era de mi salón. Él pasó a mi lado sin quitarme la mirada y, en ese punto, me estaba muriendo de vergüenza. Era tanto que me quedé paralizada, pensando: ¿por qué me estaban pasando estas cosas a mi ? Cada vez estoy metiéndome en más problemas.Al entrar al aula, noté que en el salón tampoco estaba Alex. Pensé que nada más pasaría este día . En eso, el maestro da la orden de que nos organicemos en grupos de siete personas, me llevé una sorpresa al ver que el chico que se había estrellado contra mí me hizo señas que me hiciera en su grupo. Era la única opción que él tenía, ya que éramos cinco en su grupo con migo ya eran seis.Finalizadas las clases, después de haber pasado cuatro horas con ellos, fui conociéndolos mejor y entendí que los juzgados mal sin conocerlos mejor ya que ellos hacía del grupo que veía a los demás como plebeyos . Luis era el líder de este grupo. Cuando me disponía a salir del salón, sentí cómo alguien me tomó de la mano y me hizo girar hacia él. Al darme la vuelta, vi que era Luis, quien me sostenía de mi mano y me atraía hacia él, haciendo que mi cuerpo se pegara al suyo. Intenté separarme, pero era imposible; tenía mucha fuerza. Puse mi mano en su pecho para poder zafarme, pero era inútil. Fue en ese momento que me habló al oído, haciéndome estremecer.—No había tenido la oportunidad de pedirte disculpas por lo que pasó en la entrada esta mañana —dijo Luis—¡Pero suéltame! Esto no son formas de pedir disculpas. Si no me sueltas, voy a gritar —le advertí.—Está bien, ya te suelto —respondió Luis, retrocediendo un paso.—¿Estás loco? ¿Qué hubieras hecho si alguien nos ve? Créeme, se te arruinaría la imagen que todas tienen de ti por estar tan pegado a alguien tan mayor que podría ser tu madre —dije, intentando recuperar mi compostura.—Vi que ibas a irte y fue la única manera que vi viable para poder hablar contigo. Te pido disculpas por esto también —explicó Luis.—Bueno, acepto tus disculpas, pero no vuelvas a hacer esto. Te hace ver como un acosador. Hay muchas formas de hablar con una mujer. ¿Por qué los hombres quieren hacer todo a la fuerza? No entiendo sus actitudes tan repentinas —respondí.—Créeme que no lo hice con esa intención —dijo Luis.Noté cómo su mirada recorría mi cuerpo, haciéndome sentir incómoda.—¿Qué es lo que me ves? ¿Te gusto o qué? —pregunté, sin poder evitar un tono desafiante en mi voz.—Nada, solo estaba viendo que en tus pantalones tienes una mancha de sangre —respondió, señalando con su dedo hacia donde estaba la mancha.Toqué el área de la mancha con la mano y sentí un leve dolor.—¿Estás bien, Ana? —preguntó Luis, con un tono de preocupación.—Sí, estoy bien. Solo es que en la caída me raspé la rodilla contra el suelo —le respondí.