En ese momento, él volvió a tomarme de la mano, haciéndome seguirlo sin saber a dónde me llevaría. Bajamos por las escaleras hasta el primer piso, donde me condujo por unos pasillos hasta que se detuvo frente a una puerta. Me indico que lo esperaba aquí no tardó en regresar con un tarro de alcohol y unos algodones.me tomó de la mano y me llevó hasta un cuarto, que estaba oscuro Cuando encendió la luz, vi que era un pequeño cuarto de aseo con un escritorio. Me indicó que me sentara en el escritorio mientras él se agachaba y empezó a prepararse para atenderme.Tragué saliva nerviosa, preguntándome cómo llegué a este punto. De repente, sentí que él intentaba subir el pantalón por mi pierna para poder llegar a mi rodilla, debido a que mi pantalón era muy ajustado.—Quítate el pantalón, Ana —dijo Luis.—¿Qué? ¿Por qué quieres que me quite el pantalón? Apenas nos conocemos, y ¿quieres que me desvista? Mejor déjame salir de aquí. No sé por qué entré contigo en este lugar —le respondí, sintiendo cómo la ansiedad comenzaba a apoderarse de mí.—Tranquila, Ana. No te voy a hacer nada malo. Solo quiero curar tu herida, ya que te golpeaste la rodilla por mi culpa. Prometo que no haré nada. Confía en mí —dijo, intentando calmarme.—Está bien, pero si intentas algo, juro que te mato —le advertí, aún temiendo lo que pudiera pasar a continuación.Me pongo de pie y empiezo a desabotonar mi pantalón frente a él. Tenía una vergüenza que se notaba en mi rostro. Cuando empecé a bajarme el pantalón hasta dejarlo en el suelo, sentí un escalofrío, porque pude ver durante unos segundos un brillo en sus ojos; ya que tenía una mujer madura semidesnuda al frente. Ese día llevaba una tanga negra de mallas. Luego, me indicó que me sentara en el escritorio mientras él comenzaba a curar mi rodilla. Sentí su respiración en mi pierna, lo que me hizo temblar un poco cuando terminó de curar mi herida me habló haciendo que volviera en sí.—Listo, ya terminé de limpiar tu herida en la rodilla —dijo Luis.Yo respondí con una voz muy suave:—Gracias, no tenías que haber hecho esto —dije, sintiéndome avergonzada.—Era mi obligación, ya que fue por mí que te pasó eso en la rodilla —replicó Luis.Al terminar de hablar, me dediqué a ponerme el pantalón mientras él se retiraba del cuarto. Era el segundo hombre que me veía en calzones cuando salí de ese cuarto él ya no estaba en los pasillos. Mi rostro estaba enrojecido por la vergüenza; mi mente parecía un caos. La sensación que hicieron sus dedos en mi piel me excitó un poco, cuando me dirigía a mi coche, Luis estaba en la cafetería donde él estaba junto a unos amigos. Él gritó desde donde estaba:—¡Adiós, Ana!No volteé hacia él, sino que seguí hacia mi coche, tratando de escapar de la universidad lo más rápido posible para que no viera mi rostro rojo. No entendía qué era lo que me estaba pasando con esos jóvenes que hacía poner mi mundo en caos. Si Alex era un ángel, Luis era un demonio.Antes de ir a casa para meditar sobre lo sucedido en la universidad con Luis, sabía que tenía que hablar con Alex primero. No podría dejar las cosas así entre los dos. Por lo tanto, me dirigí al parque que quedaba cerca del barrio donde él vive. Una vez en ese lugar, saqué el celular y empecé a marcar su número, pero no me salían mis llamadas; era obvio, él me había bloqueado de sus contactos. Caminé por todo el parque buscando dónde vendían minutos. Cuando encontré una señora que vendía minutos, compré un minuto para poder llamarlo. Sentí una emoción cuando él me respondió, casi me cuelga cuando se dio cuenta de que era yo.—Soy Ana, Alex. Necesitamos hablar de lo que pasó el viernes; no podemos dejar las cosas así —dije.Él se demoró para contestar, por un momento creí que me había dejado de hablar.—Ok, hablemos —respondió Alex.—Pero no por llamada, si no que en persona ahora mismo, estoy en el parque cerca de tu barrio, junto a la fuente —insistí.—¿Por qué no por teléfono, ya que estamos hablando? —preguntó Alex.—Esto no se soluciona por llamada; esto se arregla hablando en persona. Ven, te estaré esperando, o ¿vas a dejar a una dama sola en el parque? —le dije.Alex aceptó venir al parque para que pudiéramos hablar. Pagué el minuto a la señora y me senté en la banca, mirando a todos lados para ver si veía a Alex. Pasaban los minutos y no llegaba, lo que más odio en la vida es que me dejen esperando por mucho tiempo. Ya estaba estresada cuando pasó una hora y nada que él llegaba. Decidí dar una tercera vuelta al parque para ver si lo veía. Al terminar de dar la vuelta, volví a sentarme en la banca. Cuando ya iba a ser la segunda hora, sentí que alguien me observaba desde unos árboles. Vi que era Alex y le hice señas con la mano para que se acercara. Pero él se quedó como estatua en ese lugar, haciendo que yo fuera a acercarme a él. Lo tomé de la mano y lo llevé hasta una banca que estaba a mi lado para que pudiéramos hablar.—¿Por qué no habías llegado? Llevo dos horas aquí esperándote —le dije.—Lo siento, señora Ana. Lo que pasa es que llegué hace dos horas, solo que no tenía el valor de acercarme a usted —contestó Alex.—Lo importante es que estás aquí para que podamos hablar de lo ocurrido el viernes —dije.—Me arrepiento por mi actitud el viernes; no sabía lo que estaba haciendo. Me dejé llevar por impulsos —admitió Alex.Cuando hizo un intento de irse, lo agarré de la mano, deteniéndolo.—Yo también debería pedirte disculpas por mi actitud ese día; te traté muy mal y también es culpa mía por dejarme llevar por ese momento que vivemos. Quiero que me perdones —dije.—Pero en el fondo merecía ese trato por haberte hecho eso sin tu conocimiento —respondió Alex.Llevé mis manos a su rostro para que me mirara a los ojos y le hice una pregunta.—Alex, te voy a hacer una pregunta y quiero que seas muy sincero conmigo: ¿te aprovechaste de mí para chantajearme al saber que un castillo? —pregunté.Él se demoró un poco en responder.—Jamás me aprovecharía de la persona que tanto me gusta y jamás te haría daño, te lo juro con mi vida —dijo Alex.Me sorprendió tanto lo que dijo que llevé mis manos a mi boca. Su confesión hizo que mi corazón latiera rápidamente, y me preguntaba si él estaba diciendo la verdad o solo era mi imaginación. Sabía que nunca podría corresponder a sus sentimientos porque soy una mujer casada, así que decidí quedarme callada. Puse mi mano sobre las suyas y nuestros dedos se entrelazaron. Me acerqué a él y nuestros labios se encontraron en un beso que duró varios segundos, como si fuera nuestro sello de reconciliación. Sabía que si seguía con esta locura, los dos perderíamos mucho, pero en el fondo quería ver hasta dónde llegaría todo esto que estaba pasando entre nosotros. Al terminar de besarnos, nos separamos para no llamar la atención de los demás.Él me preguntó sobre la mancha de sangre en mi pantalón y le conté lo que pasó en la universidad, sin mencionar lo demás. Me llevó hasta mi auto. Ambos caminamos cogidos de la mano como si fuéramos una pareja. Antes de irnos, nos besamos de nuevo.Ya en casa, acostada en mi cama, no podía dejar de pensar en cómo serían los besos de Luis. ¿Serían iguales a los de Alex, o más emocionantes? Tenía que buscar la forma de que él me besara. No me reconocía al actuar de esta forma, ya que estaba poniendo muchas cosas en riesgo. Pero Llevaba 20 años encerrada en esas paredes de esta casa, era hora de salir de mi zona de confort y conocer nuevas aventuras, ya que la vida es demasiado corta. Sabía que tarde o temprano todo esto saldría a la luz. Por el momento, quería disfrutar.Al día siguiente en la universidad, ya en la entrada, Alex me estaba esperando como siempre. Ese día sería uno de mis peores días en la universidad. Al entrar al salón, estaba parado Luis con sus amigos. Cuando pasé a su lado, él se acercó y me habló.—¿Cómo sigues de la rodilla, quería Ana? —preguntó Luis.Yo respondí casi murmurando.—Mejor, ya no me duele —dije.Entré al salón y vi que Alex estaba mirando a Luis con una expresión de pocos amigos. y Parecía estar molesto; luego me miró a mí sin decirme nada, pero su mirada decía lo contrario; era como si me reclamara por qué él sabía de mi golpe en la rodilla y por qué él me decía "querida Ana". ¿Qué es lo que me ocultas, Ana? Esa era la expresión en su cara. Se llevó otra sorpresa al ver que no me senté a su lado sino que me reuní con el grupo de Luis con los que estaba ayer para seguir con el trabajo. Desde mi puesto, miré hacia donde estaba Alex, que tenía una mirada de decepción por no estar yo a su lado. Cuando el maestro entró, le ordenó a Alex que se uniera a uno de los grupos. Una de las amigas de Luis, que se llamaba Diana, se acercó a Alex, posando su mano en su hombro. Sentí una rabia interna que casi me hizo romper el lápiz en dos con mi mano de la fuerza que hice Esto era lo que sentía Alex hace rato anterior.Cuando se unió a mi grupo, pedí que se sentara a mi lado, por lo que todo parecía ir bien.Toda la tranquilidad del día se convirtió en un caos en la hora de receso. Mientras caminaba de la cafetería hacia el salón por los pasillos, podía oír lo que murmuraban los demás: "es ella". En varias ocasiones vi cómo todos me observaban. Y la mirada no me la quitaba. Fue cuando entré al salón de nuevo cuando Diana se paró frente a mí y me preguntó:—¿Ya sabes de lo que se habla de ti en toda la universidad, Ana? —preguntó Diana.—¿Qué es lo que se está diciendo de mí? Cuéntame lo que sabes, Diana —respondí.—Lo que pasa es que se habla de que tú estás saliendo con alguien menor que tú, que hasta podría ser tu hijo —dijo Diana.—¿Quién te contó eso? Dime, Diana —exigí.—Eso me lo dijo una amiga de otro grupo, de que tú y ese chico tuvieron intimidad —explicó Diana.En ese momento, Luis interrumpió la conversación, gritando a Diana.—Basta, Diana, no sigas atormentando a Ana.—Yo no estoy molestando a Ana; solo le estoy diciendo lo que se dice en los pasillos de la universidad. Además, yo no creo en eso, ya que Ana me cae muy bien —respondió Diana.No podía creer que esos rumores estuvieran circulando por toda la universidad. Con razón, todos me miraban de esa forma. Pero, ¿Quién estaba esparciendo estos rumores? En ese momento no tenía sospechas de nadie, pero ahora con estos rumores, no podría confiar en nadie: ni en Luis, ni en Diana, ni en Alex. Se que la persona que está esparciendo ese rumor es de este salón. Hasta no encontrar a quien lo está haciendo, no puedo bajar la guardia, ya que si este rumor sale de la universidad, sería un escándalo para toda mi familia. Cuando las cosas van bien siempre pasa algo que arruina todo.