En una noche oscura y fría, luego del despertar, León y los demás no podían escapar a la necesidad de respuestas. El caos y la destrucción que los rodeaban eran un misterio que demandaba ser resuelto. Rosario, consciente de la urgencia de sus preguntas, los condujo a un lugar donde pudieran hablar con libertad. Caminaban por los pasillos de lo que alguna vez fue un instituto vibrante y lleno de luz, ahora convertido en un lugar lúgubre, desolado, y casi destruido. Las aulas que antes eran santuarios de conocimiento y risas juveniles, ahora servían como campos de entrenamiento, llenos de armas y habilidades en desarrollo. Y para aquellos que no tuvieron suerte o fueron descuidados, había una sala de medicina, donde antiguos compañeros y amigos yacían heridos, muriendo lentamente, o en un estado aún peor. Sasha y Julian no podían ocultar su dolor ni su ira; sus puños se cerraban con fuerza, y sus rostros se distorsionaban por la culpa de no haber estado allí cuando más los necesitaban.Subieron al segundo piso, donde la situación empeoró. La primera habitación era una sala de urgencias, pero no para humanos comunes. Allí se encontraban seres de razas mutadas: licántropos, demonios, elfos, enanos, ghouls, y otros. Este lugar servía como un centro de experimentación voluntaria, donde humanos eran sometidos a mutágenos que alteraban su ADN. Sin detenerse más, continuaron hacia la sala de reuniones, donde se sentaron en un silencio incómodo, roto solo por Benjamín.Benjamín: —¿Y las familias de todos? —preguntó Benjamín, con voz llena de incertidumbre—. Que yo recuerde, no vi a la familia de nadie aquí. Pero ese día... estaban. ¿Qué sucedió?Rosario guardó silencio por un largo momento, algo que irritó profundamente a Leon. Se levantó, sus ojos llameaban de ira mientras gritaba violentamente:León: —¡Deja de estar callada y responde! ¿Qué sucedió? ¿Dónde están mis padres y mis hermanos?El silencio de Rosario solo intensificó la furia de Leon. La tomó por el cuello de su blusa, repitiendo su demanda, pero Rosario lo miró con frialdad y dolor, acariciándole la cabeza con una mezcla de pena y culpa.Rosario: —Cuando estalló el apocalipsis, tus padres fueron los primeros en recibir la bendición de un dios —dijo Rosario suavemente—. Tu padre, del dios Apolo; tu madre, de la diosa Lilith. Proteger a todos fue su prioridad. Pelearon valientemente contra monstruos y bestias hasta que el gigante de un solo ojo apareció. Ese agujero en la gran sala lo hizo tu padre, con su ataque más poderoso, la Lanza Celestial. Pero el monstruo resistió, atrapando a tu padre. En un último intento desesperado, tu madre atacó con todo su poder, y lo mismo hicieron todos los adultos y familiares, usando el máximo poder prestado por sus dioses. Peleaban heroicamente mientras nosotros huíamos, vagando por la ciudad hasta regresar en busca de refugio. Eliminamos a algunos monstruos, pero... no encontramos sus cuerpos. Pero la cantidad de sangre en el lugar... era demasiada. Lo siento... no pude hacer nada...León la soltó lentamente, sus manos cayendo inertes a sus costados. No decía nada, no se movía; su mirada estaba perdida en el vacío. Quería llorar, gritar, maldecir, culpar a alguien, pero solo podía culparse a sí mismo. Sasha, Benjamin, Jamal y Pato desviaron la mirada, ya lo habían sospechado y aceptado, pero Leon jamás contempló esa posibilidad. Había buscado a su familia mientras caminaban, pero ahora que escuchaba la verdad, no pudo soportarlo más. Su poder interno estalló, y con un grito desgarrador, cayó de rodillas, llorando y gritando de dolor y pena.León: —¡HAAAAAAA... ES UNA PESADILLA...! —El grito de Leon resonó en todo el barrio, y una estela púrpura inundó el ambiente, liberando un instinto asesino infernal, tan intenso que algunos casi vomitaban. Los mutantes humanos solo podían sentir lástima, sabían lo que era. Pero los demás no; lo que emanaba de Leon era un poder masivo que su dios intentaba contener, para evitar que su portador muriera de esta manera. Poco a poco, el aura se desvaneció, y todos se acercaron a él, alentándolo a seguir adelante.Benjamín: —Oye, mírame, ¿ok? —dijo Benjamín, con firmeza—. Estamos aquí, no tengas miedo. Ni siquiera estamos seguros de que murieron.Jamal: —De todos modos, ¿crees que les gustaría verte de esta manera tan patética, habiendo tantos heridos y gente que necesita ayuda? —añadió Jamal, con severidad.Sasha: —Levántate y sé fuerte, no por ellos, hazlo por ti. Asegúrate de no morir para que nadie tenga que llorarte como lo haces tú —dijo Sasha, con dureza pero también con compasión.En el fondo, León seguía sumido en su dolor, pero una voz lo llamó. Era similar a la de Shadow, pero no era él, ni tampoco su dios. Era algo más, algo que le hablaba y lo llamaba. Cuando abrió los ojos, se encontró en un lugar lleno de flores, pero con un cielo oscuro y una luna roja. Se levantó y caminó hasta la cima de una pequeña colina, sin entender nada, hasta que algo o alguien tocó su hombro. León no podía moverse ni mirar atrás, solo escuchar lo que esa voz decía.??? —Búscalos, protege a la gente. No seas un héroe, no seas un villano. Sé un líder, uno de tantos que llevarán a este mundo al equilibrio. Este era tu hogar, pero fue invadido por monstruos. Has vuelto, ahora te toca tomar lo que les pertenece a ti y a tus amigos.Con esas palabras, León volvió en sí. Se levantó lentamente, mirando a todos con firmeza. Secó sus lágrimas y ajustó su camisa, dirigiendo su mirada nuevamente a Rosario.León: —Dame la información que has recopilado desde que nos fuimos hasta ahora. Dime qué sistemas existen, cuáles son los monstruos y clasifícalos por peligro. Muéstrame un mapa de todo el barrio. Mañana por la mañana, comenzaremos con la recuperación de nuestro mundo.Rosario sonrió, complacida al ver la determinación en los ojos de Leon. Con renovado ánimo, comenzaron a organizar la información acumulada durante los últimos años. En pocas horas, todos los papeles estaban meticulosamente dispuestos sobre la mesa. Rosario inició el relato, explicando que, al comienzo de todo, los sistemas surgieron cuando los dioses encontraron una grieta en la ley universal de la vida. Esta anomalía les permitió intervenir en la existencia humana, aunque de manera limitada. No podían permitir que seres de una dimensión desconocida invadieran y destruyeran el mundo humano, por lo que crearon un sistema que ayudaría a los humanos a sobrevivir, aprender a defenderse y resistir contra estas fuerzas extranjeras.Benjamín: —Eso lo entendemos —interrumpió Benjamín, su expresión pensativa—, pero si el sistema existe y los dioses están ayudando a los humanos, ¿por qué no pueden simplemente detener a esos seres ellos mismos?Rosario negó con la cabeza, preparándose para responder.Rosario: —Como saben, pueden comunicarse con su respectivo dios. Mi diosa, por ejemplo, es una kitsune, la única de su especie que ascendió a la divinidad.La revelación dejó a algunos sorprendidos, aunque otros apenas se inmutaron, acostumbrados ya a lo insólito de la situación en la que se encontraba el mundo. Rosario continuó:Rosario: —Ella me explicó que crear el sistema consume poder divino, y que los dioses no pueden reparar el daño causado por la dimensión desconocida porque no es culpa de un dios, sino de un ser de aquella dimensión. Esto lo convierte en un asunto mortal, y va en contra de las reglas divinas impuestas.Estas palabras generaron una ola de frustración en la sala. Pronto estalló una discusión en la que se acusaba a los dioses de ser egoístas, o incluso de disfrutar viendo sufrir a los humanos. Sin embargo, León, con su habitual temple, levantó la voz pidiendo silencio, y logró imponer orden.León: —Ellos nos crearon, nos dieron poder y vinieron a salvarnos. Si quisieran vernos muertos, nos habrían dejado a nuestra suerte. Deberíamos estar agradecidos por su ayuda. Ustedes, que no tienen un dios, no deberían hablar de lo que no saben.Las palabras de León cayeron como un martillo, llenando de culpa y tristeza a todos en la sala. Sabían que tenía razón. Tras un rato de silencio incómodo, la conversación retomó su cauce, enfocándose en los sistemas utilizados para contrarrestar a los demonios y monstruos. Rosario explicó que los sistemas se dividían en varias ramas: apoyo, ataque, defensa, auxilio y sanación. Mientras más fuerte fuera la conexión con tu respectivo dios, más poderosas serían tus habilidades y más habilidades podrías adquirir. También era posible tener un contrato con varios dioses, con un máximo registrado de tres por humano, lo que permitía múltiples combinaciones según lo que cada dios pudiera ofrecer. Esto resultaba especialmente útil, por ejemplo, para un sanador que necesitara habilidades defensivas y de combate.Tras discutir los sistemas, la charla se adentró en un tema más complejo y siniestro: la clasificación de los monstruos. Rosario explicó que estos se dividían en tres tipos: pasivos, destructivos y divinos. Los pasivos eran criaturas generalmente pacíficas, de razas similares a la humana, que no atacaban a menos que fueran provocadas. Los destructivos, en cambio, eran bestias monstruosas, carentes de inteligencia pero con una cierta percepción de su entorno. No atacaban a menos que consideraran la situación óptima, y solían hacerlo en grupos. Algunos de estos monstruos, los llamados "jefes de grupo", eran excepcionalmente grandes y poderosos, capaces de aniquilar equipos de hasta treinta personas dependiendo de su tipo.Finalmente, Rosario habló de los monstruos de nivel divino, los más peligrosos de todos. No se encontraban en áreas urbanas como la suya, sino en grandes ciudades, donde operaban como dioses extranjeros de menor rango. Eran tan poderosos como un humano con un contrato divino, o incluso más. Estos seres podían acabar con miles de humanos contratados, debido a su control sobre otras criaturas y a su dominio de cientos de habilidades mutadas. Eran enemigos que, en ese momento, los jóvenes no podían enfrentar.Después de la intensa discusión, Rosario desplegó un mapa en el centro de la mesa. En él, varias zonas estaban definidas por su nivel de peligro, con la entrada del barrio marcando la ubicación de la sala final, donde esperaba el jefe de la zona: el Rey de un Ojo, conocido como el Cíclope Mutado. Esta criatura colosal, una versión distorsionada de un cíclope, había evolucionado al nivel máximo tras su enfrentamiento durante el primer día de la invasión, convirtiéndose en una amenaza demasiado poderosa para enfrentar en ese momento.Ante este desafío, decidieron dividirse y abordar las diferentes zonas estratégicamente. Benjamín, con su don para la diplomacia, fue designado para la zona de los elfos oscuros, seres que, aunque poco hostiles, podrían ser convencidos por él para unirse a la resistencia contra la invasión de monstruos. Sasha y Jamal fueron asignados a la Zona Amarilla, conocida por estar infestada de monstruos mutados de bajo rango, los Ghouls Sangrientos. Estas criaturas humanoides eran musculosas, astutas en el combate, y capaces de usar armas y magia, además de ser extremadamente salvajes y sedientas de sangre. Pato, por su parte, tenía la tarea de dirigirse a la zona de los enanos, donde se rumoreaba que estaban construyendo un vehículo blindado para enfrentar a los monstruos. Con sus tareas asignadas, todos comenzaron a prepararse, dejando a León a solas con Rosario.Rosario: —¿Y tú, qué planeas hacer? —preguntó Rosario, rompiendo el silencio—. ¿Esperar a que regresen?León, con su mirada fija en el mapa, respondió sin titubear:León: —¿Dónde está el jefe de zona más débil?Rosario lo miró con una mezcla de confusión y preocupación, antes de señalar la salida trasera del barrio, una zona dominada por el Señor de las Moscas, el Rey Mosca. Sus ojos se encontraron con los de León, reflejando su inquietud, antes de preguntarle directamente:Rosario: —León, no es tu culpa no haber estado aquí. Eso no significa que debas castigarte. Podemos ir juntos y te ayuda...León la interrumpió, su sonrisa tranquila, pero determinada.León: —Confío en mis habilidades, al igual que en las de mis compañeros. Benjamin es un gran orador; podrá hablar con los elfos oscuros y aprender magia de ellos. Sasha y Jamal son excelentes luchadores: Sasha destaca en el combate cuerpo a cuerpo, y Jamal es un estratega nato en la lucha a distancia. Pato tiene una imaginación increíble para construir cualquier tipo de herramienta o vehículo. Y yo... yo solo sé pelear. Si quiero llegar a su nivel, necesito mejorar. Y esta será mi primera prueba.Rosario lo observó con un brillo de orgullo en sus ojos, aunque su preocupación no desapareció del todo. Sabía que León estaba decidido a enfrentar sus propios demonios, tanto internos como externos. Y aunque temía por él, también sabía que debía confiar en su decisión.León se giró, caminando hacia la salida trasera, preparado para enfrentar al Rey Mosca. La prueba que se había impuesto no era solo una batalla física; era una batalla para demostrar que no solo era un líder por su poder, sino por su capacidad de superar cualquier obstáculo, sin importar cuán aterrador pudiera ser.El viento soplaba a su alrededor, llevándose consigo cualquier rastro de duda que pudiera quedar en su corazón. Esta era su misión, su desafío, y no tenía intención de fallar.Y a pesar de toda su determinación, había una parte de su mente que no le pertenecía por completo. Sin que León se diera cuenta, la presencia de Shadow se hacía sentir en su interior. Sus ojos, ahora intensamente rojos, reflejaban la influencia de esa entidad. Mientras avanzaba hacia su destino, sus pensamientos se dirigieron a esa presencia que compartía su ser.León: —Shadow, quizás ahora seamos uno... —murmuró para sí mismo, notando el ligero escalofrío que recorría su espalda—, pero sé que en algún momento necesitaré de ti. Espero que estés listo para salir cuando llegue ese momento.En lo profundo de su mente, la sombra de Shadow se agitaba, esperando pacientemente.