Chereads / El Hombre Olvidado / Chapter 7 - Capitulo 7: El herrero de las tinieblas

Chapter 7 - Capitulo 7: El herrero de las tinieblas

Rosario estaba de pie, su figura erguida y firme como una estatua, sosteniendo una espada carmesí que irradiaba un poder imponente. Usaba su arma para mantener una barrera mágica alrededor de la base, protegiéndola de las hordas de bestias que asediaban incansablemente. A medida que el tiempo pasaba, su mente divagaba. ¿Dónde estaban los demás? ¿Por qué tardaban tanto en regresar? Pero para entender lo que sucedía, debemos remontarnos a dos semanas atrás, en el Valle de los Enanos.Este lugar, situado en la esquina inferior izquierda del barrio, había sido reclamado por los herreros enanos y los guerreros nigromantes, quienes habían establecido allí un pequeño asentamiento fortificado. En ese momento, el asentamiento estaba bajo un feroz ataque de bestias voladoras y monstruos de todo tipo, obligando a los defensores a desplegar todas sus habilidades para repeler la embestida.Rey Enano: ¡Debemos lanzar las bolas de cañón! No tenemos otra opción que mostrar nuestro arsenal.Rey Nigromante: ¡Si hacemos eso, el enemigo descubrirá nuestras defensas y atacará nuestros puntos débiles!Rey Enano: ¿Entonces qué sugieres? ¿Que nos quedemos de brazos cruzados esperando un milagro mientras nuestro pueblo cae? ¡Los muros no aguantarán para siempre!En ese momento, uno de los guerreros nigromantes llegó apresurado, su rostro una mezcla de preocupación y sorpresa.Guerrero Nigromante: ¡Algo se acerca a gran velocidad por uno de los caminos más cubiertos de monstruos! ¡Pero no es una bestia, porque... brilla y está destrozando todo a su paso!Los reyes, intrigados y algo escépticos, salieron fuera de las murallas para ver con sus propios ojos lo que describía su soldado. Armados con binoculares mágicos, miraron hacia el horizonte. Lo que vieron los dejó boquiabiertos.Un joven, montado en una moto vieja pero reconstruida con magia, avanzaba a toda velocidad. La moto brillaba con un rojo carmesí, cortando el aire como una flecha llameante. Pero lo que realmente asombró a los reyes fue la increíble proeza que realizaba el joven. De pie sobre el asiento de la moto, con una expresión que mezclaba concentración y pura adrenalina, extendía sus manos creando de la nada dos ametralladoras, cargándolas con una habilidad mágica de fuego ígneo. Las balas que disparaba no solo perforaban, sino que explotaban en una lluvia de llamas, reduciendo a los monstruos a cenizas antes de que pudieran reaccionar.Rey Enano (con los ojos tan abiertos como sus binoculares): ¿Pero qué clase de humano puede hacer eso? ¡¿Crear un arma de la nada y usarla con tanta destreza?!Rey Nigromante (sin apartar la vista): Y eso no es lo mejor. ¡Mira lo que está por hacer!El joven, conocido como Pato, no tenía tiempo que perder. Sabía que su habilidad para mantener la moto en ese estado solo duraba diez minutos, y ese tiempo estaba a punto de agotarse. Al percatarse de la presencia del jefe de mazmorra de nivel bajo, un monstruo colosal que se interponía en su camino, Pato sonrió de lado. Cargar la moto con poder mágico y convertirla en una bomba improvisada parecía la única opción lógica.Concentró su energía, acelerando la moto al máximo mientras la cargaba con magia. El motor rugía como una bestia furiosa, y Pato disparaba a las piernas de varios monstruos, usándolos como rampas para impulsarse hacia el jefe de mazmorra. Saltó en el último segundo, dejando que la moto, ahora una bomba reluciente, se estrellara directamente en la cara del jefe.Pato (después de una elegante voltereta en el aire y aterrizando justo frente a los reyes con una sonrisa juguetona): Hola, me llamo Pato. Espero no estar interrumpiendo algo importante.El joven hizo una reverencia exagerada y burlona, como si fuera un noble saludando a la corte. La explosión detrás de él resonó como una melodía de fondo, mientras el jefe de mazmorra se desintegraba en el aire. Los monstruos restantes, al ver a su líder aniquilado, no tardaron en retirarse a toda prisa, dejando a Pato de pie entre los reyes asombrados y un campo de batalla en ruinas.De alguna manera, esa reverencia y sonrisa arrogante no hacían más que aumentar la confusión de los reyes. No todos los días un humano aparecía de la nada, salvaba el día con una moto-bomba mágica y luego actuaba como si solo hubiera ido a la tienda a comprar leche.Rey Enano (con una ceja levantada): Este... ¿chico... realmente es un humano?Rey Nigromante (mirando a Pato, quien seguía sonriendo despreocupadamente): Si lo es, estamos ante un tipo de humano que nunca antes había visto...Pero la sorpresa no terminó allí. Una ventana del sistema apareció frente a todos, visible para cada habitante del asentamiento. Decía que Pato había obtenido un logro único: Amigo de los Enanos y Nigromantes. Este logro era tan raro que incluso los reyes quedaron boquiabiertos.Pato (leyendo la ventana con una sonrisa): ¡Oh, qué bien! Un metal de rango platino llamado mithril. No es que me queje, pero... ¿algo más brillante, tal vez?Después de una celebración que consistió en una fiesta con los enanos, donde Pato bebió y se divirtió como nunca, fue convocado a la sala de reuniones. Los reyes lo esperaban allí, aún sin saber exactamente cómo tratar con alguien tan... peculiar.Rey Enano (intentando mantener la compostura): Supongo que te debemos nuestro agradecimiento, Pato...Pato (interrumpiéndolo con una sonrisa): No hay de qué, solo hago lo que mejor sé hacer. Además, ¿quién puede resistirse a una buena explosión? ¿No es así?Rey Nigromante (sin poder evitar sonreír): A decir verdad, lo que hiciste fue impresionante. Aunque, ¿hay algo más que podamos ofrecerte además de mithril?Pato (pensando un momento): Bueno, podrían dejarme elegir la música en la próxima fiesta... y tal vez una caja para guardar el mithril. ¿No es mucho pedir, verdad?Y así, Pato, con su carisma despreocupado y sus proezas increíbles, no solo salvó al asentamiento, sino que también se ganó el respeto, la amistad y, por supuesto, una buena cantidad de mithril. Los reyes, por su parte, no podían evitar preguntarse qué más sorpresas podría traer este joven temerario, que parecía combinar la habilidad de un guerrero legendario con el humor, la irreverencia de un bufón de la corte y la elegancia de un noble rey.Después de la pequeña charla humorística, los dos reyes se volvieron más serios, conscientes de la gravedad de la situación. Con un tono firme, comenzaron a explicar que su pequeño pueblo solo había resistido hasta ahora gracias a las imponentes murallas que los protegían. Sin embargo, sabían que estas no aguantarían para siempre, y además, carecían del armamento necesario para combatir adecuadamente contra las feroces bestias que los acechaban. El uso de armamento pesado era un riesgo, ya que podría atraer ataques aún más poderosos y devastadores.Pato, notando la tensión en el aire, decidió intervenir con su característico humor. Con una sonrisa relajada, les dijo:Pato: Si siguen así, van a terminar destruidos por algo más grande o más feo que el jefe que acabé de pulverizar. ¿Por qué no simplemente dejamos de vivir con miedo y usamos todo lo que tenemos? Después de todo, ¡más vale que ellos teman al armamento pesado, y no al revés!Los reyes intercambiaron miradas, reflexionando sobre las palabras de Pato. A pesar de su actitud despreocupada, sabían que tenía razón. Decidieron aceptar su propuesta: dejar atrás el temor, equipar a cada guerrero con las mejores armas posibles, y transformar las murallas en fortalezas con compartimientos ocultos para cañones, trampas y armamento pesado. Los enanos, con su habilidad incomparable para trabajar metales, tendrían que triplicar sus esfuerzos, y Pato utilizaría el mithril que había obtenido para crear armaduras y armas mucho más poderosas.Los reyes, satisfechos con el plan, decidieron mostrarle a Pato una mina que habían descartado hacía tiempo, creyéndola obsoleta. Al entrar en la oscura caverna, Pato activó una de sus habilidades innatas, obtenida a través de su experiencia en la creación y modificación de objetos. Con esta habilidad, podía ver el valor y el nombre de cada material que estuviera en su campo de visión. Lo que descubrió lo dejó sorprendido.Pato: ¡Espera un momento! Esto no es solo una mina vieja y polvorienta... ¡Están sentados sobre una montaña de mithril y oro blanco!El oro blanco, como descubrió Pato, era aún más fuerte que el mithril. Esta revelación cambió todo. Los reyes, emocionados y llenos de nuevas esperanzas, decidieron usar ambos materiales para reforzar a sus tropas, mejorar las armas y fortalecer aún más las murallas. Pato, por su parte, pidió un taller donde pudiera dormir y trabajar, ya que planeaba crear su propia armadura y armas utilizando esos materiales y otros que había recolectado de los monstruos que había derrotado.Pato (con una sonrisa entusiasta): ¡Hora de jugar al herrero! Espero que tengan buen café, porque esto va a tomarme un buen rato.Pasó la primera semana entrenando a las tropas con el nuevo armamento. Ahora, cada guerrero estaba equipado con metralletas, pistolas de alta precisión, escudos de alta densidad, espadas de oro blanco tan duras como las escamas de un dragón bebé, y armaduras de mithril que eran tan resistentes como duraderas.Pato (guiñándole un ojo a un soldado mientras ajustaba su armadura): ¡Con esta armadura, no solo serás más resistente, sino que te verás como un verdadero héroe de leyenda! Aunque, claro, la barba épica es opcional.Los soldados, inspirados por el humor y la habilidad de Pato, entrenaban con renovado vigor, sabiendo que ahora estaban mejor preparados para lo que fuera que el enemigo lanzara contra ellos.Durante la segunda semana, el enfoque se centró en el mantenimiento de las murallas y la construcción de armamento pesado. Caños mágicos, ametralladoras pesadas, y un cañón de riel estaban en proceso de ser instalados. El cañón de riel, aunque aún no funcionaba, prometía ser una de las armas más devastadoras en su arsenal una vez terminado.Rey Enano (observando a Pato trabajar en el taller): Nunca pensé que vería a alguien disfrutar tanto creando armamento como tú. ¿No te cansas?Pato (sin dejar de martillar un trozo de mithril): ¿Cansado? Nah. ¡Esto es mejor que un videojuego! Además, ¿quién necesita dormir cuando tienes toda esta maravilla de materiales para trabajar? Y hey, si necesitamos un cañón de riel que funcione, ¡déjenmelo a mí!Con cada día que pasaba, el asentamiento se transformaba. Lo que antes era un pueblo en constante peligro, ahora se estaba convirtiendo en una fortaleza impenetrable, lista para enfrentar cualquier amenaza. Los reyes, antes preocupados, ahora veían un futuro más brillante, sabiendo que gracias a Pato y su influencia, estaban mejor preparados que nunca.Pero en el fondo, mientras Pato bromeaba y trabajaba, también sabía que se avecinaban días difíciles. Y aunque usaba el humor como escudo, no podía evitar sentir una pequeña carga de responsabilidad. Porque aunque no lo admitiera abiertamente, proteger a este lugar y su gente era algo que empezaba a tomar muy en serio.

Fue en ese preciso instante cuando una energía intensa y divina comenzó a llenar el aire, extendiéndose desde un punto cercano al barrio y resonando en cada rincón como un eco de poder inconmensurable. Pato, absorto en su trabajo en el taller, sintió de inmediato esta perturbación y salió rápidamente, sus ojos fijos en el cielo, siguiendo el rastro de aquella energía. El origen de esta emanación era inconfundible: la escuela. El corazón de Pato se aceleró al comprender lo que estaba ocurriendo. "Están atacando la escuela... y yo aquí, perdiendo tiempo," se reprochó mentalmente, mientras la urgencia lo envolvía.

Sin perder un segundo, montó en su nueva moto, una obra maestra que había creado con su habilidad, similar a la anterior pero mejorada. Abrió las grandes puertas del taller con desesperación, listo para lanzarse en ayuda de sus compañeros, pero al mirar hacia adelante, su sangre se heló.Frente a él, más allá de la muralla del pueblo, se encontraba un vasto ejército de enemigos, bestias de todo tipo que se extendían como un mar oscuro e interminable. Al fondo, se erguía una figura imponente, una criatura gigantesca, su silueta delgada pero imponente, con los brazos cruzados, como si estuviera esperando el momento adecuado para actuar. Era una visión escalofriante, y por un instante, Pato sintió la presión de la situación, como si el destino del pueblo descansara en sus hombros.Con una rapidez casi sobrenatural, regresó al interior del pueblo y se dirigió a los reyes, transmitiéndoles la gravedad de la situación. No había tiempo que perder. Las alarmas resonaron en todo el asentamiento, y en cuestión de minutos, los 300 soldados mejor entrenados del pueblo se prepararon para la batalla. Sabían que enfrentaban a un ejército de más de 6,000 monstruos, pero confiaban en sus habilidades y en la preparación que habían realizado durante las últimas semanas.Los monstruos comenzaron a avanzar, y Pato, junto a los reyes, subió al techo de la muralla. Desde allí, con una expresión de determinación en su rostro, tomó el control de una de las metralletas pesadas.Pato (con una media sonrisa, ajustando la mira): "Bueno, chicos, ¡hora de hacer llover plomo!"Dio la orden de abrir fuego, y una lluvia de balas comenzó a barrer el campo de batalla. Los monstruos caían en oleadas, sus cuerpos siendo destrozados y aplastados por los escudos de los caballeros que luchaban con una mezcla de habilidad, fuerza y magia. La masacre era brutal, los enemigos caían en montones, y parecía que la resistencia de los soldados sería suficiente. Sin embargo, pronto, el verdadero desafío se hizo evidente.Desde el cielo, refuerzos voladores de los monstruos comenzaron a descender, atacando con ferocidad. Los soldados, abrumados, se vieron obligados a desviar su atención, disparando hacia los cielos, lo que permitió que las hordas terrestres avanzaran más cerca de las murallas. Poco a poco, el cansancio comenzó a hacer mella en los defensores, y la situación se volvió desesperada.Pato fue el primero en quedarse sin munición. Con los labios apretados en frustración, se dio cuenta de que sus hombres estaban al límite. Las horas de combate habían drenado sus fuerzas, y la cantidad interminable de monstruos amenazaba con superar cualquier estrategia. Tomó una decisión difícil, pero necesaria.Pato (con voz firme, aunque cargada de frustración): "¡Retirada! ¡Todos dentro de las murallas, ahora!"Los reyes, incrédulos ante la orden, miraron a Pato como si hubiera perdido la cordura. Pero antes de que pudieran protestar, lo vieron despojarse de su larga gabardina, la que siempre usaba, y saltar desde la muralla, una caída de más de 20 metros. Aterrizó ágilmente en el suelo, levantándose sin vacilar, y corrió hacia su taller.Rey Enano (gritando desde la muralla): "¡Pato, maldición! ¿Qué planeas?"Pero Pato no respondió. Solo pidió a los reyes que resistieran dentro de las murallas y no dejaran que los monstruos atravesaran las compuertas. Desapareció dentro del taller, dejando a todos los soldados y a los reyes preocupados, pero sin otra opción que obedecer.Mientras los monstruos seguían presionando, más y más soldados eran superados. Los gritos de batalla se convirtieron en gritos de desesperación, y finalmente, los defensores se vieron obligados a retroceder al castillo. Con lágrimas en los ojos, los pocos que quedaban levantaron sus escudos, intentando mantener a raya a los monstruos, mientras sus compañeros cerraban las murallas detrás de ellos. Sin embargo, los monstruos de rango medio, mucho más poderosos, masacraron sin piedad a los soldados que quedaron del otro lado de la barrera.El sonido de los gritos de agonía resonaba en los oídos de los 150 soldados que lograron retirarse, quienes, llenos de dolor e ira, sostenían la puerta del castillo con todas sus fuerzas, luchando por mantener la esperanza, aunque cada vez era más difícil. La duda se instaló en sus corazones: ¿los había abandonado su salvador? ¿Pato había escapado, dejándolos a su suerte?Rey Nigromante (con voz quebrada): "¿Podría ser que... se haya ido?"Justo en el momento en que todo parecía perdido, las puertas comenzaron a crujir, a punto de romperse bajo la presión de los monstruos. Pero antes de que pudieran ceder por completo, algo extraordinario sucedió.De repente, una ráfaga de viento y energía atravesó el campo de batalla, y en un solo parpadeo, más de 1000 monstruos fueron cortados en pedazos, sus cuerpos cayendo al suelo como hojas en otoño. Los soldados, atónitos, vieron cómo Pato regresaba, pero no como antes. Estaba completamente transformado, vistiendo una armadura brillante, forjada del mithril y el oro blanco, ajustada a la perfección, y en sus manos, dos enormes espadas resplandecientes estaban listas para el combate.Pato (con una sonrisa despreocupada, levantando las espadas): "Perdón por la espera, chicos. ¿Me extrañaron?"El alivio y la incredulidad se mezclaron en los rostros de los soldados y reyes. Había vuelto, y no solo eso, había regresado más poderoso que nunca, justo en el momento en que más lo necesitaban. Las puertas, que estaban a punto de ceder, ahora parecían irrelevantes, porque Pato estaba allí, dispuesto a enfrentar cualquier cosa que se atreviera a cruzarlas.En medio del caos y el horror, Pato se erguía como una figura imponente, un faro de esperanza y de peligro mortal para sus enemigos. Su armadura, hecha de oro blanco refinado con magia, brillaba con una intensidad cegadora, casi irreal, como si la misma luz del sol se hubiera fundido en ella. A pesar de estar rodeado por miles de monstruos, su expresión se mantenía tranquila, serena, y sus ojos destellaban con una mezcla de determinación y un toque de su característico humor sarcástico.Los monstruos, estúpidos pero peligrosos en su gran número, lo atacaban desde todas direcciones. Sus mandíbulas llenas de colmillos y sus garras afiladas se lanzaban hacia él con una ferocidad animal. Pero Pato no era presa fácil.Con un movimiento fluido y casi imperceptible, desató su habilidad Slasher Move. En un parpadeo, sus espadas se movieron a velocidades imposibles, cortando a los monstruos en milisegundos. Era como si el aire mismo se partiera ante él, y en cuestión de instantes, una docena de monstruos cayeron en pedazos, sus cuerpos desmembrados se desplomaron al suelo como sacos vacíos.Pato (con una sonrisa burlona, mientras deslizaba la espada para quitar la sangre de la hoja): "¿Eso es todo lo que tienen? Vamos, chicos, ni siquiera estoy sudando todavía."Pero los monstruos no se detuvieron. Más y más de ellos cargaban hacia él, confiando en su número para abrumarlo. Sin embargo, Pato no mostró signos de preocupación. Activó su siguiente habilidad, Atomic Footsteps, y de repente, su velocidad se multiplicó. Con cada paso que daba, el suelo bajo él se quebraba y se hundía, como si un meteoro hubiera impactado en la tierra. Sus piernas, ahora imbuidas con poder explosivo, se movían con una agilidad inhumana, lanzando patadas devastadoras que destrozaban a los monstruos como si fueran simples muñecos de trapo.Cada patada era un golpe de martillo, enviando cuerpos de monstruos volando en todas direcciones. Pato se movía como una tormenta desatada, dejando un rastro de destrucción a su paso. Los monstruos se desintegraban en una explosión de carne y hueso, y pronto, el campo de batalla estaba cubierto de cadáveres apilados en una grotesca montaña que solo crecía con cada ataque de Pato.Su cabello, originalmente blanco, ahora estaba empapado en sangre, teñido de un rojo intenso que contrastaba con el brillo puro de su armadura. La sangre de los monstruos salpicaba su rostro y cuerpo, pero Pato simplemente se limpiaba con un movimiento de la mano, sin perder el ritmo.Finalmente, después de lo que pareció una eternidad de violencia frenética, solo un monstruo quedaba en pie. Este no era como los demás. Se trataba de un jefe de piso de nivel bajo/medio, pero mucho más fuerte que los otros a los que Pato había enfrentado antes. Su apariencia era más humana, pero grotesca: un rostro desfigurado, lleno de cicatrices y con ojos que destellaban con una inteligencia oscura. Sus brazos eran enormes, llenos de músculos que se flexionaban y se retorcían con cada movimiento, mientras que sus piernas, largas y parecidas a las de un saltamontes, sugerían una velocidad y agilidad inusitadas.El monstruo se quedó mirando a Pato desde la distancia, evaluándolo, buscando una debilidad. Pato, en cambio, se tomó un momento para observar a su nuevo adversario, y luego dejó escapar una risa suave y burlona.Pato (con una sonrisa sarcástica, levantando una ceja): "Vaya, ¿te ha dicho alguien que tienes cara para la radio? Aunque claro, supongo que no hablas mucho, ¿verdad?"El monstruo, incapaz de comprender la burla, pero lo suficientemente inteligente para sentir la provocación, lanzó un gruñido ensordecedor y, en un instante, ambos se lanzaron al ataque. Pero no fue un simple choque de fuerza; fue un enfrentamiento de velocidad pura.En un parpadeo, ambos desaparecieron, moviéndose a tal velocidad que para los ojos de un observador, parecía que se hubieran teletransportado. Las espadas de Pato y las garras afiladas del monstruo chocaban una y otra vez, creando destellos de luz y chispas en el aire. El sonido del metal contra metal resonaba en el campo de batalla como un trueno constante, mientras cada golpe intentaba superar al otro.El monstruo, con su fuerza descomunal, logró asestar algunos golpes, y aunque la armadura de Pato era casi impenetrable, cada impacto creaba grietas en su superficie, señales de la brutalidad de la batalla. A pesar del dolor que comenzaba a sentir, Pato no dejaba de sonreír, incluso mientras era empujado hacia atrás por la fuerza del monstruo.Pato (con una risa entre dientes, mientras bloqueaba un golpe particularmente fuerte): "Vamos, amigo, ¿esto es lo mejor que tienes? Aún tengo planes para esta noche."El monstruo no entendía las palabras, pero su ira crecía con cada broma de Pato. Con una furia renovada, atacó con más fuerza, obligando a Pato a retroceder aún más. Pero a pesar de la ventaja que parecía tener el monstruo, Pato no perdió su compostura.El campo de batalla había quedado en silencio, roto solo por el sonido de la respiración pesada y dolorida de Pato. Su armadura, que hasta hace unos momentos brillaba con una intensidad casi divina, yacía ahora en pedazos a su alrededor. El impacto de las garras del monstruo había sido brutal, rompiendo su armadura y lanzándolo violentamente contra la muralla del pueblo. El sonido del choque resonó como un trueno, mientras Pato, sangrando por los ojos, la boca, y con su cuerpo cubierto de heridas, se incorporaba lentamente, forzando una sonrisa a pesar de la situación.Pato (sonriendo débilmente, su voz entrecortada por el dolor): "Vaya... eso sí que fue un buen golpe. Creo que lo sentí hasta en las muelas."Con una fuerza y voluntad inquebrantables, Pato salió del cráter que había generado al impactar contra la muralla. Sus pasos eran pesados, tambaleantes, pero su determinación seguía intacta. Usó Atomic Footsteps para lanzarse hacia el monstruo, buscando cortar su cabeza de un solo golpe. Sin embargo, el jefe de piso, con una grotesca sonrisa que solo incrementaba su apariencia aterradora, detuvo la espada de Pato con facilidad, como si se tratara de un juguete. La fuerza del monstruo era abrumadora, y Pato lo sintió en lo más profundo de su ser cuando esa sonrisa monstruosa lo llenó de un terror que pocas veces había experimentado.Pato (pensando, mientras su sonrisa se desvanecía): "Esto... no puede estar pasando..."Antes de que pudiera reaccionar, el monstruo contraatacó, usando sus poderosas piernas para lanzar un golpe devastador. La espada de Pato se hizo añicos al recibir el impacto, y él fue arrojado violentamente contra su propio taller. El dolor que recorrió su cuerpo era casi insoportable, su visión se tornó borrosa mientras sentía cómo la vida se le escapaba poco a poco. En su mente, solo una idea permanecía: debía levantarse, debía seguir luchando. Pero su cuerpo no respondía.Mientras los reyes observaban con horror lo que ocurría, no se quedaron de brazos cruzados. Activaron todas las armas de largo alcance que tenían, lanzando una lluvia de proyectiles hacia el monstruo para mantenerlo a raya, impidiéndole acercarse más al pueblo.En medio de su agonía, Pato solo quería levantarse, pero su cuerpo no le respondía. Miró a su alrededor, buscando alguna forma de continuar la lucha, cuando sus ojos se posaron en el cañón de riel, aún sin terminar. La gran arma, destinada a disparar un rayo de energía condensada, estaba inutilizable. No había manera de cargarla con energía suficiente... o eso pensaba, hasta que una notificación del sistema apareció frente a él.El mensaje decía que los dioses lo estaban observando, y lo invitaban a unirse a ellos. Hefesto, el dios de la herrería; Brunilda, la reina de las valquirias; y Ratsum, el señor de los sanadores, le ofrecían su protección y poder. A pesar de la gravedad de la situación, Pato no pudo evitar esbozar una sonrisa.Pato (con un leve toque de humor, a pesar del dolor): "¿Qué tengo que perder? No todos los días te invitan a unirte a un club de dioses."Con su humor característico, aceptó las tres invitaciones. De inmediato, su cuerpo fue bañado en una energía divina que lo rodeó como un torbellino incandescente. El taller quedó iluminado con un resplandor cegador mientras la esencia de los dioses se fundía con la de Pato, otorgándole un poder que nunca había imaginado.El monstruo, los soldados y los reyes observaron con asombro cómo Pato emergía del taller, portando una nueva armadura, completamente negra y hecha de adamantita, un material más fuerte que cualquier otro. La armadura tenía un tono oscuro, que parecía absorber la luz a su alrededor, y dos enormes alas surgían de su espalda, dándole la apariencia de un ángel caído. La imagen de Pato era imponente, una manifestación de poder puro, pero a pesar de su nueva apariencia, todavía sangraba por los ojos y la boca, señales de que su cuerpo, aunque curado levemente, seguía sufriendo los efectos de la batalla.Sin decir una palabra, Pato tomó el cañón de riel, ahora cargado con la magia de Brunilda. El peso del arma parecía insignificante en comparación con el poder que sentía corriendo por sus venas. Con un grito desgarrador, Pato se lanzó hacia el monstruo, el cañón apuntando directamente a su corazón.Pato (gritando, mientras cargaba el cañón): "¡Vamos, maldito, es hora de ver quién tiene más potencia!"El monstruo, sorprendido por la velocidad y la ferocidad del ataque de Pato, apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el rayo de energía condensada lo impactara de lleno. Un destello de luz cegadora envolvió todo el campo de batalla, y el rayo, más grande y fuerte que cualquier otro, consumió al monstruo por completo, pulverizando su cuerpo y convirtiéndolo en polvo.El rayo continuó su camino, destruyendo todo a su paso, dejando una enorme cicatriz en el suelo detrás del monstruo. Cuando finalmente se desvaneció, Pato cayó de rodillas, exhausto, con su nueva armadura comenzando a desintegrarse. El cañón de riel, habiendo agotado todo su poder, se desmoronó en polvo que fue arrastrado por el viento.Con una última sonrisa, Pato miró al cielo, su cuerpo aún sangrando, pero con la satisfacción de haber protegido a quienes dependían de él.Pato (mirando al cielo, con una débil sonrisa): "Espero que eso haya sido suficiente... Ahora... pueden descansar tranquilos."Y así, al final de ese día, el campo de batalla quedó en silencio, mientras el sol se ponía en el horizonte, cubriendo el lugar con una luz dorada que contrastaba con la oscuridad que Pato había dejado atrás. Había ganado la batalla, pero sabía que la guerra aún no había terminado. Sin embargo, en ese momento, lo único que importaba era que todos estaban a salvo, al menos por ahora.La escena estaba llena de risas y abrazos mientras todos recibían a Pato, quien, aunque agotado, lograba esbozar una sonrisa. Sin embargo, desde lo lejos, una silueta oscura observaba el reencuentro desde lo alto del tejado de un edificio. Su figura erguida se recortaba contra el cielo, y una sonrisa siniestra se dibujaba en sus labios mientras susurraba para sí misma.(una silueta en voz baja, con un tono de burla): "Veo que no me necesitaban. Espero que se hagan más fuertes, porque cosas peores se avecinan..."A medida que sus palabras flotaban en el aire, la silueta se desvaneció como humo, dejando atrás una sensación de inquietud. Pato, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda, miró a su alrededor, pero no vio nada. Solo la alegría de sus amigos y la calidez de sus abrazos lo envolvieron.Pato (pensando, confundido): "¿Solo fue mi imaginación?"Sin embargo, la inquietante presencia persistía en su mente, como una sombra oscura que no podía ignorar. Mientras la celebración continuaba, la risa de sus compañeros resonaba a su alrededor, pero Pato sabía que algo más se cernía sobre ellos.El eco de la voz de la silueta se repetía en su mente, instándole a estar preparado para lo que vendría. La risa de sus amigos se mezclaba con un profundo sentido de responsabilidad. En ese momento, Pato comprendió que debía fortalecer no solo su propio espíritu, sino también el de todos a su alrededor, porque la oscuridad aún acechaba, y el verdadero desafío estaba por venir.