En medio del caos del apocalipsis, Rosario avanzaba con cautela a través de una ciudad en ruinas. Las sombras de edificios desmoronados se alzaban como gigantes dormidos, y cada paso que daba resonaba en el silencio inquietante que la rodeaba. Su corazón latía con fuerza, recordándole la pesadilla que había vivido al regresar de un mundo que parecía desmoronarse a su alrededor.Mientras Rosario reflexionaba sobre su propio viaje, en el noreste del barrio, cerca del oscuro bosque de los elfos, Julián enfrentaba un destino aterrador. De repente, un grupo de perros negros, grotescos y putrefactos, lo rodeó. Los ojos de estos monstruos brillaban con un hambre insaciable, y su hedor era tan abrumador que Julián sintió que el estómago se le revolvía. Con un movimiento rápido, activó su magia de teletransportación, desapareciendo justo cuando uno de los perros se lanzó hacia él con un aullido desgarrador.Reapareció cinco metros más allá, su cuerpo se desvanecía y materializaba con la fluidez de una sombra. Julián se movió en zigzag, esquivando los ataques, y con un cuchillo imbuido de magia oscura paralizante en su mano, lanzó un ataque preciso. Sus movimientos eran una danza mortal; se inclinaba y giraba, el filo del cuchillo cortando el aire con un silbido casi musical. Cortó las gargantas de los perros, que caían al suelo como hojas marchitas, sus aullidos apagándose en un gorgoteo desesperado.Pero el peligro no había terminado. Al alzar la vista, vio murciélagos de fuego del tamaño de motocicletas surcando el cielo, sus alas generando llamaradas que iluminaban la noche oscura como relámpagos en una tormenta. Julián sintió la presión de su habilidad y, con un grito de desafío, se lanzó al aire, intentando superar los cinco metros que le permitía su magia. Pero los murciélagos eran implacables, sus aullidos llenos de furia resonaban mientras lanzaban llamaradas que iluminaban el horizonte con una luz siniestra.Fue entonces cuando Ibarra apareció como un relámpago. Era un joven robusto, de 1.69 metros, con cabello corto que caía justo por encima de su cuello. Su chaqueta negra, hecha de escamas de lagarto de lava, brillaba con un resplandor ardiente. Con un grito decidido, Ibarra se lanzó al combate, su cuerpo cortando el aire con la precisión de un rayo.Ibarra: —¿Estás bien?Antes de que Julián pudiera responder, Chino, su compañero apodado por su peculiar apariencia, se unió a la refriega. Con su ajustada camiseta sin mangas que dejaba al descubierto sus brazos musculosos, Chino saltó en un giro aéreo, pateando a los murciélagos de fuego con una fuerza que desafiaba la gravedad. Cada patada resonaba como un trueno, derribando a cinco de los monstruos, que caían como marionetas sin cuerdas. Con una sonrisa confiada, Chino aterrizó, deslumbrando a Julián e Ibarra.Julián: —¡Eso fue increíble!Sin embargo, la calma duró poco. Más de 30 murciélagos de fuego y 10 murciélagos humanoides emergieron del abismo, sus cuerpos negros como la noche. Lanzaron llamas y rayos oscuros en un ataque coordinado, creando un espectáculo aterrador que podría haber asustado a cualquier guerrero. Fue en ese momento que un joven de 1.70 metros emergió de las sombras, su mano extendida hacia adelante.Russo: —¿Pensaban armar tanto escándalo a esta hora de la madrugada?Chino e Ibarra soltaron risas nerviosas, mientras Julián miraba sin entender.Ibarra: —¡Russo!Aliviado al ver a su compañero, con un movimiento decisivo, Russo cerró su puño, y una barrera oscura se formó frente a ellos, absorbiendo los ataques de los murciélagos. La energía oscura pulsaba, creando un espectáculo visual impresionante. Con un gesto, comprimiendo la barrera, Russo hizo que explotara violentamente, llenando el aire de humo negro que olía a sangre cocinada, envolviendo el campo de batalla en una niebla tenebrosa mientras Russo tenia algunas secuelas que le daba su poder abrumador haciéndolo sangrar un poco de su boca mientras se agarraba la cabeza con un poco de dolor.En medio de la explosión, un rugido resonó detrás de ellos. Un jefe de mazmorras de bajo rango, un murciélago con un cuerpo humano de unos tres metros, se acercaba con una calma aterradora, su figura musculosa resaltando en la oscuridad. A pesar del pavor que podía haber invadido a cualquiera, los tres se mantuvieron firmes, aunque Julián nunca había visto un jefe de mazmorras antes, su mente estaba llena de confusión.Justo en ese momento, una mujer delgada de 1.70 metros irrumpió en la escena, rompiendo la pared de una casa de dos pisos. Caminaba con una tranquilidad inquietante, tarareando una melodía suave que contrastaba con el horror que la rodeaba. Su presencia era casi surrealista, lo que provocó que los tres jóvenes sintieran un escalofrío recorrer sus espinas dorsales.Con la luz del sol iluminando su piel blanca y suave, y su cabello azul oscuro ondeando al viento, la mujer se plantó frente al monstruo, retándolo. Sus labios carmesí destellaban, mientras su mirada fija y decidida lo penetraba.Valentina: —¿Quieres que te mate lento o rápido? Eso depende de cuán doloroso quieras que sea.Sin previo aviso, el monstruo le lanzó un golpe devastador. Su mano se estrelló contra ella con una fuerza bruta, y el crujido de huesos resonó mientras la mujer fue lanzada a través del aire, rompiendo el cuello, los brazos y una pierna al chocar contra un edificio. El horror se apoderó de Julián.Julián: —¡No!Se levantó del suelo con una furia incontrolable, pero Ibarra y Chino lo sujetaron, rogándole que no se acercara, aunque sin explicarle por qué.Mientras el monstruo avanzaba lentamente, una sombra se deslizó detrás de él. De repente, sintió un toque suave en su hombro. Al darse la vuelta, se encontró con la mujer que, a pesar de la brutalidad del ataque, se acomodaba el cuello con una gracia inquietante. Su mirada era dulce y seductora, pero había algo en ella que hacía que el monstruo retrocediera, sintiendo el peligro.Valentina: —No deberías tratar así a una dama. Debería enseñarte algunos modales, por tu bien.Mientras Julián observaba atónito, sus compañeros comenzaron a explicar que ella poseía habilidades extraordinarias, otorgadas por el dios que la eligió: Lucifer, el rey de los demonios. Su habilidad, "El Demonio de Sangre", le permitía regenerarse instantáneamente de cualquier herida.Sin más, la mujer se abalanzó sobre el monstruo. Con una rapidez sobrehumana, lo asotó contra el suelo como si fuera un muñeco, y arrancó sus brazos con la fuerza de un depredador. Con una ferocidad indescriptible, penetró su pecho y le extrajo el corazón, haciendo que el monstruo se arrodillara en señal de rendición. En un último acto de desafío, ella le arrancó la cabeza con sus propias manos, dejando caer un poco de sangre sobre su blusa blanca rasgada.Con el sol brillando a su espalda, caminó hacia Julián, quien estaba en estado de shock, sintiendo cómo la esperanza comenzaba a renacer en su pecho. Rosario sabía que la zona roja, como ella la llamaba, era un territorio inexplorado, lleno de monstruos sin clasificar. Pero también sabía que allí había una oportunidad de sobrevivir, y con la fuerza de sus compañeros, estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se les presentara.En una sala que llamaban el "campo de entrenamiento", un espacio donde el sudor y la determinación se entrelazaban, el grupo se sentó en círculos. Las paredes estaban adornadas con marcas de golpes y rasguños, testigos silenciosos de las numerosas batallas que habían librado allí. Este lugar era su refugio, un santuario donde practicaban y aumentaban su fuerza y habilidades. Pero también era un hogar, donde comían, dormían y planeaban sus estrategias para limpiar la zona roja.Mientras el ambiente se llenaba de un aire tenso, Julián comenzó a relatar lo que había sucedido durante su encuentro con el monstruo. Para él, solo habían pasado unas pocas horas, pero sus compañeros sabían que, en su ausencia, habían transcurrido cinco años en un infierno de soledad y desesperación. Sus voces, aunque cansadas, reflejaban la experiencia y el sufrimiento que habían acumulado.Julián: —Lo siento mucho, no estuve para ustedes, cuando mas me necesitaron les he fallado como amigo, pensé que todo habían pasado solo unas horas. No puedo creer lo que ha pasado... lo siento tanto por todo.Ibarra, que estaba sentado en una esquina, tomando un sorbo de café, lo miró con una mezcla de burla y complicidad. Su sonrisa era desenfadada, como si estuviera disfrutando del espectáculo de la auto-compasión de Julián.Ibarra: —Oh, vamos.. Deja de exagerar. No tienes la culpa de nada, amigo. La vida es una locura, y nosotros hemos sobrevivido. Eso es lo que importa no crees?..Las palabras de Ibarra resonaron en el aire, y aunque Julián continuaba con la mirada perdida en sus pensamientos, sus compañeros no podían evitar sonreír ante la actitud despreocupada de Ibarra. Este último, con su cabello oscuro y su chaqueta de escamas, irradiaba una confianza inquebrantable. Era el tipo de persona que podía hacer que hasta el momento más sombrío se sintiera un poco más ligero.Chino, quien había estado observando con atención, asintió en señal de acuerdo, dejando de lado su propio entrenamiento.Chino: —Exactamente. Si estuvieras en nuestro lugar, tal vez te sentirías diferente. Pero logramos sobrevivir juntos. Ahora solo tenemos que seguir adelante y luchar para limpiar esta zona.Esto Chino lo decía, mientras estaba agotado por el entrenamiento, dejando relucir su aura llena de chispas eléctricas de color rojo pálido, mientras sudaba levemente, y sangraba de su nariz, así también levantando su cabello, algo despeinado.En ese instante, una presencia que nadie había notado hasta ese momento se hizo evidente en el campo de entrenamiento. Una mujer pequeña y delgada, con cabello corto que le llegaba hasta el cuello y un mechón que cubría su frente, apareció de la nada. No medía más de 1.65 metros y tenía una apariencia casi infantil, pero no había tiempo para subestimar su figura. Sin previo aviso, lanzó un ataque violento hacia Julián, intentando matarlo.Julián, en un instante de pura adrenalina, activó su habilidad de teletransportación momentánea, esquivando el ataque por un pelo. Sin embargo, cuando reapareció, encontró a la chica ya esperándolo en el lugar donde había aparecido, desatando un intenso combate de velocidad. Las dagas afiladas de ambos chocaban violentamente entre sí, produciendo chispas que iluminaban el ambiente. Era tal la velocidad de sus movimientos que era difícil seguirlos, a menos que se detuvieran en el choque de sus dagas.Finalmente, la chica logró frenar un ataque de Julián, posicionándose firmemente en el suelo. Aprovechando su estabilidad, giró ágilmente, lanzando una patada que lo hizo perder el equilibrio. Julián desapareció en el aire, intentando escapar, pero para su mala suerte, ella lo esperaba con una doble patada en el estómago que lo estrelló contra el suelo. Antes de que pudiera reaccionar, colocó su daga en su cuello y le sonrió tiernamente.Victoria: —Perdiste.Con una mirada amistosa, levantó a Julián, presentándose como Victoria, una de sus compañeras y mejor amiga de otra integrante del grupo cuyo paradero era un misterio. Después de esa demostración de ferocidad y velocidad, su presencia cambió drásticamente, transformándose de una máquina de matar a una adorable niña. Julián, aún nervioso y sin saber cómo reaccionar, miró a los demás, que estaban algo incómodos y tristes, incapaces de hacer algo.Julián: —Uh, estoy un poco ocupado ahora. Si necesitas algo, háblame después. (risita nerviosa)Victoria, con su sonrisa amable, asintió con la cabeza y desapareció en un instante. Julián, molesto, se dirigió a Ibarra, casi gritándole, exigiendo respuestas sobre por qué no lo ayudaron y por qué no le enseñaban a mantenerse calmado en un apocalipsis, en lugar de estar en un parque infantil.Julián: —¡Ibarra! ¡Estaba a punto de morir y tú solo te quedaste mirando! ¿Qué te pasa? ¡¿Es que estás disfrutando del espectáculo?!Sin embargo, Russo se enfadó de manera violenta. Sus ojos se tiñeron de un rojo carmesí mientras se colocaba frente a Julián, hablando con un tono amenazante.Russo: —No me importa si eres mi amigo. Si tengo que romperte un par de dientes para que te comportes, lo haré. Y no hables si no sabes nada.Julián, manteniendo la compostura, respondió con frialdad.Julián: —Si quieres pelear, estaré encantado de desfigurar tu rostro con mi cuchillo.Ambos emanaban una aura imponente, cada uno desafiando al otro, hasta que Ibarra, con un golpe en el suelo, agrietó el suelo entre ellos, creando una separación clara.Ibarra: —¡Cálmense! (dirigiéndose primero a Julián) ¡Tú! Deja de actuar como si estuvieras en una maldita comedia. Esto no es un juego, y no tenemos tiempo para tus dramatismos.Luego, girando hacia Russo, continuó con firmeza.Ibarra: —Y tú, baja la guardia. No estamos aquí para peleas internas. Tenemos enemigos mucho más peligrosos allá afuera.La tensión en el aire se disipó un poco mientras ambos se quedaban en silencio, la mirada de Ibarra imponente y centrada en cada uno. Julián, aún con el corazón acelerado, tomó una respiración profunda y se sentó, preparado para escuchar la explicación sobre el extraño giro de los acontecimientos.Cinco años atrás, cuando Rosario logró escapar de la escuela con todos durante el inicio del apocalipsis, el mundo exterior se tornó en un vasto desierto de sombras y desesperación. La ciudad que alcanzaron, situada en el centro del país, se reveló como un lugar aún más aterrador que su hogar. Las calles estaban infestadas de monstruos, seres que desafiaban la lógica y la razón. Eran conocidos como monstruos nacionales, y entre ellos se movían las constelaciones exteriores, criaturas que parecían salidas de los peores sueños.Los supervivientes no tenían opción; la única alternativa era regresar al barrio que habían dejado atrás. Pero al llegar a la entrada, un rayo de terror se materializó frente a ellos: el jefe de zona de nivel más alto. Su presencia era una sombra que aplastaba el aire a su alrededor. Ninguno podía recordar con claridad su forma; cada uno llevaba en su memoria una imagen distorsionada, un reflejo de miedo que los paralizaba. Sin embargo, un instinto de protección empujó a los cuatro a enfrentarse a esa entidad oscura, permitiendo que Rosario huyera con los más débiles.Lucharon con valentía, hirieron al monstruo, pero esa victoria se sintió efímera. Durante dos años, lo observaron desde la distancia, un cazador implacable que torturaba a los humanos que caían en su trampa, alimentándose de su desesperación. Los relatos de otros supervivientes narraban su hambre insaciable.Ibarra, recordando aquellos momentos, habló con la voz temblorosa, impregnada de dolor.Ibarra: —Cada noche, escuchábamos los gritos de aquellos a quienes atrapaba. ¿Recuerdas? Nunca pudimos hacer nada más que quedarnos allí, parados, como sombras observadoras de nuestro propio fracaso.Una noche fatídica, la inquietante calma se vio interrumpida por una estampida de monstruos. Miles de ellos, rugiendo con un hambre voraz, se lanzaron a través de la oscuridad. Ibarra y su grupo apenas podían creer lo que veían, el caos desatado ante sus ojos. En su huida, vieron a Victoria, erguida frente a la horda, su figura frágil en medio de la barbarie.Ibarra: —La vi ahí, como un faro en medio de la tormenta. Gritó, y nosotros no pudimos hacer más que mirar. Ella estaba allí, enfrentando lo inevitable, y nosotros éramos demasiado débiles para ayudarla.El horror se desató. Monstruos desgarraron a Victoria, mientras ellos, parados en un rincón de la desesperación, sólo podían observar, paralizados por su impotencia. Esa noche, la culpa se instaló en sus corazones, convirtiéndose en una sombra que nunca se iría.Ibarra: —Nadie durmió esa noche. La culpa se convirtió en nuestra compañera. Cada uno de nosotros se preguntaba si podríamos haber hecho algo, si hubiéramos sido más rápidos, más fuertes...Al día siguiente, decidieron buscar su cuerpo. Con pasos pesados y corazones destrozados, llegaron a lo que parecía una escena sacada de una pesadilla. Una montaña de monstruos se alzaba ante ellos, y en la cima, Victoria estaba sentada, llorando. La imagen era desgarradora, su rostro empapado en lágrimas, mientras ella se preguntaba por qué seguía viva.Ibarra: —Nos acercamos a ella. La vi en su agonía, su fragilidad expuesta. ¿Cómo podía estar viva en medio de tal horror? Fue entonces cuando me preguntó si sabía cómo matarla. Era como si su sufrimiento la hubiera consumido.Reconocieron la profunda tristeza en su mirada; había estado sola, vagando por el abismo de la desesperación. Decidieron llevarla con ellos, cuidarla, pero durante dos años, su voz permaneció en silencio, como si el dolor le hubiera robado la capacidad de hablar.Ibarra: —Era como si llevara una carga que la mantenía en silencio. Cada vez que había una estampida, nos veíamos obligados a detenerla. Pero su fuerza era abrumadora. Cada vez que regresaba, se veía más fuerte, y nosotros no podíamos hacer nada más que mirarla, impotentes.Finalmente, después de cinco años, rompió su silencio, revelando una verdad aún más cruel. No podía morir. Anubis, el dios de la muerte, la había elegido, y su habilidad, "el retorno eterno", era una condena disfrazada de don.Ibarra: —Me dijo que no podía morir, que su dios no quería. Esa revelación fue como una puñalada en el corazón. ¿Cómo se vive con la carga de la eternidad en un mundo que se desmorona?Victoria, en un instante de vulnerabilidad, se acercó a Julián, sus ojos tristes reflejando una melancolía profunda.Victoria: —No sientas pena por mí. Aunque quiero morir, eso no significa que quiera ver a los demás morir. (Sus palabras, suaves y desgarradoras, resonaban en el aire como una canción triste).Ibarra miró a su alrededor, el dolor palpable en el ambiente. Comprendía que la lucha por sobrevivir no solo era contra los monstruos del exterior, sino también contra los demonios que cada uno llevaba en su interior. Cada rostro que lo rodeaba llevaba la marca de la desesperación y la tristeza, una carga que los unía en su dolor compartido.Julián solo quería decir algo, miró a Victoria e intentó articular alguna palabra, quizás para darle aliento:Julián: h-he... y-yo...Sin embargo, en ese mismo instante, una explosión resonó fuera de la base. El temblor fue tan fuerte que todos perdieron el equilibrio. La explosión hizo vibrar cada rincón del refugio. Cuando el temblor se calmó, todos corrieron al tejado para observar lo que estaba sucediendo. Desde allí, vieron una luz brillante elevarse desde la dirección de la escuela, una señal inconfundible del poder divino de Rosario, quien continuaba defendiendo el lugar con una ferocidad implacable. Al mismo tiempo, un aura carmesí se destacaba entre las sombras, reconociendo en ella la presencia de Pato.Sabían que Pato había ido a la ciudad de los enanos en la zona oeste, pero ahora comprendían que algo aún más peligroso se desarrollaba. Notaron que la gran explosión provenía del bosque oscuro, custodiado por los elfos oscuros, que ahora se enfrentaban a una horda de monstruos. Decididos a ayudar, comenzaron a moverse, pero de repente un ataque rápido fue lanzado hacia Ibarra, quien fue salvado por Victoria, que recibió el impacto directo en su pecho. La herida la hizo sangrar abundantemente, pero su cuerpo comenzó a regenerarse rápidamente, no sin un gran dolor.El ataque provenía de un jefe de nivel bajo/medio, conocido como el Perro de las Tinieblas, líder de los perros negros que habían enfrentado al inicio. Su forma era aterradora: un cuerpo cuadrúpedo y a la vez humanoide, con largas y afiladas garras. Su cabeza, similar a la de un perro, tenía una boca gigantesca y colmillos largos, acompañada de más de nueve ojos grandes que salían de su frente y cubrían casi toda su cabeza.Ibarra: ¡Maldita sea! ¡Tenemos que enfrentarlo!Russo: ¡No hay tiempo para dudar, nos vamos ahora!Julián miró al jefe y pensó en todo lo que sus amigos habían pasado. No podía permitir que siguieran arriesgándose a pelear mientras él miraba. Así que, con decisión, cerró la puerta del tejado y puso un sello temporal para que no pudieran abrirla. Luego, saltó hacia el exterior, colocando otro sello en la puerta para asegurarla. Además, añadió un sello aún más fuerte en el edificio para proteger a sus amigos del monstruo.Desesperados, sus amigos se acercaron a la ventana y comenzaron a gritarle, intentando detenerlo.Valentina: ¡Julián, no lo hagas! ¡No tienes que hacer esto solo!Chino: ¡No te culpes, peleamos juntos! ¡No eres débil ni inútil!Julián miró al piso un momento, luego levantó la mirada y les sonrió amablemente, dándoles la espalda.Julián: No lo hago solo por eso. También debo volverme fuerte... para no tener que depender siempre de que ustedes vengan a salvarme. Esperen... regresaré vivo.Julián: "Corvo, constelación del Cuervo Negro, te llamo."En respuesta, Corvo se materializó frente a él, una sombra imponente y majestuosa. Con voz profunda y resonante, le preguntó a Julián qué deseaba.Corvo: "¿Qué deseas, joven guerrero?"Julián: "Quiero la unión temporal del alma. Dame una parte de tu poder para poder luchar contra esta criatura."Corvo lo miró con seriedad, entendiendo la gravedad de lo que Julián pedía.Corvo: "No soy un dios cualquiera. Soy una constelación, un ser superior a los dioses de alto rango. Si aceptas esto, no podrás usar mi poder por más de 10 minutos. Después, tu cuerpo podría no resistir."Julián asintió, decidido.Julián: "10 minutos es más que suficiente. Esa cosa que está delante de mí no es digna de este poder."Corvo sonrió con aprobación y colocó una mano sobre la cabeza de Julián.Corvo: "Eres obstinado, chico. Estoy feliz de haberte elegido. No mueras, te lo ordeno."Con esas palabras, una luz negra envolvió a Julián. La energía celestial fluía a través de su cuerpo, y dos alas negras como el ébano emergieron de su espalda, rodeándolo con un calor protector. Un aura negra, densa y llena de divinidad, lo cubría. Julián miró al monstruo con una firmeza inquebrantable y una sonrisa desafiante.Julián: "Espero que estés preparado, porque ahora mismo vas a morir en mis manos."Dio un paso firme hacia el monstruo, desprendiendo una aura negra como el vacío del espacio, mientras el monstruo, inteligente pero arrogante, lo miraba con una sonrisa burlona.Julián observaba el campo de batalla con una intensidad fría, el aire a su alrededor crepitando con energía oscura. La fusión con Corvo había elevado su poder a niveles inimaginables, pero también sabía que el tiempo era limitado. Enfrente, el Lobo de las Tinieblas se levantaba con una presencia imponente, su cuerpo cuadrúpedo y humanoide cubierto de una armadura de pelaje negro como la noche. Ojos de un rojo profundo lo observaban con una inteligencia calculadora, mientras sus colmillos brillaban bajo la luz de la luna, afilados y mortales.Lobo de las Tinieblas: "No soy un simple 'perro', humano. Soy un Lobo de las Tinieblas, un guerrero nacido en la sombra, entrenado en las artes de la caza y el combate. Respeto a los fuertes... y tú has demostrado ser digno de mi respeto. Pelearemos con honor."La voz del Lobo era grave y resonante, llena de una calma inusual para una criatura tan formidable. Julián asintió en silencio, reconociendo la dignidad de su oponente. Ambos sabían que este no sería un enfrentamiento simple, sino una batalla entre guerreros que entendían el verdadero peso de la lucha.En la base, sus compañeros observaban con nerviosismo. Ibarra mantenía su compostura, aunque sus ojos no se apartaban de Julián. Valentina y Victoria, en cambio, luchaban contra un impulso interno, un sentimiento de desesperación que les empujaba a querer romper el sello que las mantenía encerradas. Ambas comenzaron a golpear las paredes con furia, intentando abrir una brecha por pura fuerza bruta, pero sin éxito. La barrera de Julián era demasiado poderosa.Mientras tanto, Julián decidió atacar primero. Se lanzó hacia adelante, sus alas negras batiendo con fuerza, dejándole volar hacia su enemigo con la velocidad de un rayo. Con un movimiento rápido, formó una espada larga de energía oscura en su mano, una hoja hecha de pura oscuridad que cortaba el aire con un silbido agudo. El Lobo de las Tinieblas respondió con una destreza impresionante, esquivando el ataque por un pelo y contrarrestando con un zarpazo que partió el suelo bajo sus patas en dos, creando una profunda grieta.Lobo de las Tinieblas: "Eres rápido, humano, pero no suficiente."El Lobo saltó en el aire, girando en un movimiento fluido, y lanzó una serie de esferas oscuras desde su boca. Estas esferas, rodeadas de una energía caótica, volaron hacia Julián con la fuerza de meteoritos. Julián levantó su mano libre, creando un muro de sombras que absorbió el impacto. Sin embargo, las explosiones resultantes sacudieron el terreno, enviando ondas de choque que rompieron árboles cercanos y levantaron nubes de polvo.Julián no perdió tiempo. Disparó una lluvia de dagas de sombra hacia el Lobo, cada una de ellas cargada con energía concentrada que explotó al contacto. El Lobo de las Tinieblas giró en el aire, desviando algunas de las dagas con sus garras mientras esquivaba el resto con movimientos ágiles. Al aterrizar, clavó sus garras en la tierra y lanzó un rugido que hizo temblar la tierra, liberando una onda expansiva de energía oscura que arrasó todo a su paso.Julián se teletransportó justo a tiempo, reapareciendo detrás del Lobo. Con un grito de batalla, activó la "Danza de las Sombras", una técnica que lo rodeaba de duplicados oscuros, todos atacando al unísono desde diferentes direcciones. El Lobo fue golpeado repetidamente, sus sentidos confundidos por la rapidez y la precisión de los ataques. Pero no era una criatura que se rindiera fácilmente. Con un estallido de energía, dispersó a los duplicados y se lanzó directamente contra Julián, sus colmillos brillando con una luz antinatural.Julián bloqueó con su espada, pero la fuerza del impacto fue tal que lo hizo retroceder varios metros, dejando un rastro de sangre en el aire. Aun así, no se rindió. Canalizó más poder en su espada y contraatacó con una serie de cortes rápidos, cada uno dirigido a los puntos vitales del Lobo. La pelea se convirtió en un baile mortal, con ambos combatientes moviéndose a velocidades sobrehumanas, sus ataques desatando una devastación cada vez mayor en el entorno.Desde la base, Ibarra, Russo, Valentina, Victoria y Chino observaban en silencio, cada uno sintiendo la tensión en sus cuerpos. Cada golpe resonaba en sus corazones, sabiendo que cualquier error podría ser el último para Julián.Julián: "No puedo permitirme fallar... No puedo perder a más personas..."En ese momento, Julián desató una de sus habilidades más poderosas: "El Corte del Cuervo", una técnica que condensaba toda la energía oscura en una sola hoja de sombra, capaz de cortar cualquier cosa en su camino. El Lobo de las Tinieblas lo vio venir y supo que este era un ataque que no podía tomar a la ligera. Con un rugido, invocó un escudo de energía oscura alrededor de su cuerpo, fortalecido por sus propias habilidades. Cuando el corte de Julián impactó, el choque fue titánico, enviando una onda de destrucción a lo largo del campo de batalla.El suelo se partió, los árboles fueron arrancados de raíz, y una nube de escombros cubrió todo el área. Pero cuando el polvo se asentó, el Lobo de las Tinieblas seguía en pie, aunque gravemente herido. Su escudo había aguantado, pero apenas. Sus garras sangraban, y sus ojos brillaban con una furia controlada.Lobo de las Tinieblas: "Impresionante... pero no suficiente, humano. Tienes poder, pero te falta experiencia. Yo he vivido siglos en la oscuridad, perfeccionando mi arte de la guerra."Julián respiraba con dificultad, sintiendo el agotamiento comenzar a apoderarse de él. Pero también sabía que no podía retroceder. No ahora. Decidió arriesgarlo todo y desató su habilidad final: "La Unión del Alma", fusionando completamente su ser con Corvo, lo que le dio un aumento masivo de poder a costa de un agotamiento extremo.Las alas de Julián se extendieron al máximo, ahora rodeadas de llamas negras que devoraban la oscuridad a su alrededor. Su cuerpo estaba envuelto en una armadura de sombra pura, y sus ojos brillaban con una luz que era tanto divina como maldita. Con un último esfuerzo, se lanzó hacia el Lobo de las Tinieblas, sus movimientos ahora mucho más rápidos y precisos.Lobo de las Tinieblas: "¡Venga, humano! ¡Luchemos hasta el final!"El Lobo no retrocedió. A pesar de sus heridas, se lanzó hacia adelante con una velocidad aterradora, sus garras cortando el aire mientras liberaba una serie de técnicas oscuras que habían perfeccionado durante siglos. Julián y el Lobo chocaron en el centro del campo, sus ataques desatando explosiones que sacudieron la tierra y rasgaron el cielo.La batalla final fue un torbellino de destrucción. Cada golpe de Julián partía la tierra, cada zarpazo del Lobo cortaba el aire como una guadaña de sombras. La energía oscura se derramaba por el campo de batalla como un río, alimentada por la furia y la determinación de ambos combatientes. A pesar de la brutalidad de la lucha, había un respeto mutuo, una comprensión de que estaban peleando con todo lo que tenían.En un momento, el Lobo logró atrapar a Julián con sus garras, clavándolas profundamente en su carne. La sangre brotó en un chorro, manchando el pelaje negro del Lobo. Julián gritó de dolor, pero no retrocedió. Con un esfuerzo titánico, rompió el agarre del Lobo y lanzó una ráfaga de energía oscura a quemarropa, haciendo que el Lobo soltara un aullido de agonía.Julián: "¡Esto es por todos los que han caído! ¡No moriré aquí!"Finalmente, con un grito que resonó en todo el campo de batalla, Julián concentró todo su poder en un solo golpe. Con una velocidad asombrosa, se lanzó hacia el Lobo de las Tinieblas, cortando el aire con su espada de sombras. El Lobo intentó bloquear, pero el poder de Julián era demasiado. El golpe cortó a través del escudo del Lobo, atravesando su armadura oscura y clavándose profundamente en su carne.El Lobo de las Tinieblas soltó un último suspiro, su cuerpo comenzando a desvanecerse en la oscuridad. Antes de desaparecer por completo, sus ojos se encontraron con los de Julián, y en ellos había un brillo de respeto final.Lobo de las Tinieblas: "Buen combate, humano... Espero que sobrevivas en este mundo oscuro."Y con esas palabras, el Lobo se desvaneció en la nada, su cuerpo transformándose en sombras que se disolvieron en elEl grupo corrió hacia él en cuanto la barrera que había creado se desvaneció. Julián los vio venir, pero no tenía fuerzas para moverse. Se dejó caer de rodillas, sus alas desvaneciéndose en el aire, y miró al cielo, donde el resplandor de la luna iluminaba el campo de batalla.Julián: "Lo logré... Esta vez... no los decepcioné."Con esas palabras, finalmente dejó que el agotamiento lo venciera, cayendo al suelo mientras sus amigos lo alcanzaban. El silencio reinó por un momento, roto solo por la respiración agitada de todos ellos. Habían sobrevivido, pero el precio había sido alto.El viento soplaba suavemente, llevando consigo las cenizas del monstruo y las palabras no dichas de aquellos que habían caído. El mundo seguía siendo un lugar oscuro y peligroso, pero en ese momento, habían logrado un pequeño triunfo. Uno que Julián, con todo su poder, había conseguido a un costo casi devastador.El grupo se reunió en torno a su amigo, que yacía inconsciente pero vivo. Las cicatrices del combate marcaban su cuerpo, pero en su rostro había una expresión de paz. Había protegido a los suyos, y eso era lo único que importaba.En ese mismo momento, una sombra negra permanecía sentada sobre el borde de un edificio en ruinas, observando desde lo alto el campo de batalla. La figura, envuelta en una oscura capa que parecía fundirse con la noche, sostenía un teléfono en su mano, hablando en voz baja con alguien al otro lado de la línea.???: "Sí, tal parece que lo logró. Se han hecho más fuertes... pero aún faltan tres más. El bosque de los elfos sigue bajo ataque, y la zona amarilla no deja de arder."La voz que contestó desde el teléfono sonaba seria, con un matiz de satisfacción.Hombre misterioso: "Eso está bien. Llámame cuando tengas información de los demás. Pronto, 'eso' llegará, y tenemos que estar listos... Adiós."La sombra negra asintió en silencio, guardando el teléfono en un bolsillo oculto bajo su capa. Desde su posición, observó a Julián, quien apenas se mantenía en pie después de la feroz batalla. Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de la figura antes de desaparecer en la oscuridad, susurrando con voz apenas audible:???: "Pronto nos veremos de nuevo, chicos..."Mientras tanto, en un lugar desconocido para los demás, un grupo de figuras misteriosas estaba reunido en una habitación iluminada apenas por una luz tenue. Al frente, un hombre cuya presencia imponía respeto, acababa de colgar el teléfono. A su lado, una silueta femenina, notablemente baja y esbelta, dio un paso al frente y preguntó con una voz suave pero cargada de inquietud:Silueta 1: "¿Cómo van los preparativos?"El hombre misterioso, con una expresión tranquila pero calculadora, respondió sin apartar la mirada de la llama espacial llena de estrellas que giraba en su mano.Hombre misterioso: "Todo va bien hasta ahora. Solo nos queda una semana antes de que la dificultad del sistema aumente."Otra figura en la sala, una mujer alta con una postura firme, habló a su vez, su voz reflejando una mezcla de impaciencia y preocupación. A su lado, un hombre alto con una larga capa se mantuvo en silencio, escuchando atentamente.Silueta 2: "¿No deberíamos volver ya, entonces? ¿Qué estamos esperando?"El hombre misterioso, Levantó la vista hacia sus compañeros y respondió con una calma que contrastaba con la urgencia en sus palabras.Hombre misterioso: "No, aún no. Si lo hiciéramos ahora, la dificultad aumentaría automáticamente como capricho de los dioses malignos. Sean pacientes... Pronto podremos ir a salvarlos. Pronto... el evento nacional comenzará."Con esas palabras, la llama iluminó levemente su rostro, revelando un ojo azul oscuro que brillaba con intensidad. observó la llama en su mano, y con un movimiento suave, cerró su puño, haciendo desaparecer la luz.Mientras que la tensión en la sala era palpable mientras las sombras del crepúsculo se alargaban, dando paso a otra noche en ese mundo sumido en la oscuridad.