Josephin.
Amarro mi cabello en una trenza, me miro al espejo y el conjunto deportivo que llevo no sube en nada mis ánimos.
Pero concentrarme en hacer ejercicio o nadar, es mejor que todos los pensamientos destructivos que tengo desde que intenté acabar con mi sufrimiento.
Tonta de mi.
—¿Iras al gimnasio?— lo veo a través del espejo, asiento sin dirigirle la palabra.
Así a sido desde que estuve en el hospital.
Solo monosílabos y asentimientos de cabeza.
Suspira y se dirige a prepararse para su día en la empresa.
Bajo a la cocina, preparo mi desayuno, algo simple, solo pan tostado con mermelada y café.
Mi teléfono suena.
Jordan ha estado vigilando a discreción, con miles de llamadas diariamente.
Nada discreto si me lo preguntas.
—Hola hermano mayor— su risa burlona al otro lado, me alegra un poco más mi corazón
—Tengo algo que decirte— me enderezo en mi lugar, nerviosa por que sea una mala noticia.—Uy, creo que eso no sonó bien— se reprende así mismo.
—¿Qué pasa?— lo escucho suspirar.
—Mamá está insistiendo en ir a visitarte, tiene la sensación de que estas haciendo las cosas mal, y que así como van, jamás le darás un nieto—
Me tenso.
—¿Un nieto? ¿De qué diablos estás hablando, Jordan?— sin darme cuenta, Eric escucha esto.
Su ceño se frunce y posa su atención en mi conversación, no hay remedio, esto también lo incluye, así que pongo el altavoz —Eric esta escuchándote— aviso, mi hermano resopla.
—En unas cláusulas del acuerdo, pusieron y cito "Cuando ambas partes estén definidamente casadas, y hayan convivido más de un mes en sagrado matrimonio, tendrán que empezar con el proceso de engendrar un heredero, en los próximos dos meses" ¿A que suena genial?— el sarcasmo en sus palabras, solo hace que mi enojo se intensifique.
—¿Sabías sobre eso?— Eric con el ceño fruncido, niega, perdido en sus pensamientos.
—Hablaré con mis padres— sale de la cocina llevandose el teléfono al oído.
Suspiro, pasándome las manos por la cara.
Miro mis muñecas, las cicatrices aun son rosadas, pero están por completo cerradas.
—Y preguntan porque me intente matar—
—¡Josephin!— ruedo los ojos ante el regaño de Jordan.
—¿Demasiado pronto?— gruñe en respuesta, —Escucha, esto es una estupidez, pero me hubiera extrañado que no hubiera una cláusula que lo exigiera, ya sabes, sociedad alta— murmuró con hastío.
—Lo se, les dije que era demasiado pronto, y que además no sabían si tu quisieras un bebé, después de lo que pasó la ultima vez... Yo, no sé solo...— suspiro.
—Esta bien, Jordan. Ya conocemos a nuestros padres, el dinero y el poder son primero, luego ellos, y al último, ellos— me muerdo el labio escuchándolo suspirar.
—Pero para nosotros, solo somos nosotros, Jojo— sonrió, si.
—Claro que si— suspira sonoramente.
—Bien, lamento haber arruinado tu día con esta agradable noticia, avísame si empiezas el proceso— se ríe
—¿Quieres que te diga cuando vaya a follar con Eric? Eso es demasiado enfermizo, hermano— murmuró burlándose, escucho que hace un ruido de asco y resopla.
—Adiós, Jo— cuelga sin esperar respuesta, y se que lo he cabreado, suelto una risa volviendo a mi desayuno.
Eric vuelve a la cocina, con un rostro nada amable.
—Hablé con mi padre, y está ansioso por el futuro heredero que engendraremos.
Ruedo los ojos, muerdo mi tostada y lo miro mientras mastico.
—¿Y tú?— Eric me mira confundido y se acerca al otro lado de la barra, observándome.
—¿Yo qué?— tomo un sorbo de mi café y trago.
—¿Estás ansioso por follarme?— mi descaro lo desconcerta, y me mira tenso mientras se endereza.
—¿Qué?— es todo lo que logra articular, asiento, comiendo y pareciendo desinteresada.
—Vamos, somos esposos, es normal entre los recién casados. Además, no tuvimos una luna de miel— el cinismo en mi voz, es tan notorio, que la molestia en Eric, es palpable.
No le parece nada gracioso lo que estoy diciendo.
—No sabes lo que estás pidiendo, Josephin — gruñe, cruzandoce de brazos, me encojo de hombros.
—Tal vez. Sinceramente, creo que es necesario, por qué ya sabes, ambos estamos solos, sin compromisos, y en algún momento necesitaremos deshacer de nuestras penas, el sexo sería una buena manera—
No sabía porqué me estaba siendo tan fácil decir todo eso, parecía tener una maldita verborrea.
Soy tímida en algunas cosas, como el sexo, bueno, con alguien extraño, como Eric.
Pero ahora mismo, parecía una maldita ninfomana.
Eric tenso la mandíbula, me mira, y luego se centro en mis ojos.
—¿Quieres que te folle, Jo?— pregunto despacio, mientras me examinaba con su cabeza un poco inclinada.
Me quedo a medio camino con mi taza, no quiero verlo, porque ahora mismo, la valentía que tenía hace dos segundos, se esfumó, y solo queda la mojigata de Josephin.
Bajo la taza lentamente, mirando mi plato y mi tostada a medio comer.
—¿Se terminó el veneno, Jo?— pregunto burlón, resople y levante la mirada.
Sus ojos lucían más oscuros, mientras me sonreía de lado, esa maldita sonrisa burlona.
—Vete al diablo, Eric— él soltó una suave risita, y se apoyó sobre sus brazos en la barra, estirando sus manos y tomando la mia.
—Tienes razón, además, si vamos a estar en esto, lo vamos a hacer juntos, podemos tener al bebé, y puede que aprendamos a ser buenos padres, no es necesario que tengamos una relación— me miró alzando una ceja, mientras sonreía.
Me quede mirándolo sopesando su idea.
No era mala, pero había demasiado en juego para mi.
Mi corazón, por ejemplo.
Soy demasiado tonta, y se que me terminaría enamorando de Eric, y para él, solo soy un contrato.
No puedo arriesgarme, y si cedo a esto, a tener un bebé con él, terminaré destrozada.
Otra vez.
Aparto mi mano despacio, sin que note que cambié de humor.
Fuerzo una sonrisa y sacudo la cabeza.
—Buen intento, pero no me voy a acostar contigo — tomo la taza y bebo, para quitar un poco de peso en sus palabras, el rie entre dientes.
—Ya lo creo, me tengo que ir, te veré en la cena— tomó su saco y salió de la cocina, haciendo qué yo pudiera respirar nuevamente.
Maldita sea, es realmente un idiota.
Tenía muy claro una cosa.
No me iba a acostar con Eric Brooks.