Josephin.
Mi mirada se cruza con sus ojos verdes, brillantes, anhelantes, ansiosos.
Yo tenia en mis manos la decisión, pero era difícil. Volver a confiar en alguien que solo me esta usando para un bien común.
Además, esta el hecho de que el ama a otra persona. ¿Acaso eso tiene sentido? No debería ni de provocarme ni mucho menos darme estas proposiciones. No es sano, ni para mi ni mi corazón. Soy demasiado frágil en esa área, me volví demasiado frágil después de Derek.
Trago en seco mientras mis labios vuelven a entre abrirse, observándolo, vacilante ante la idea de que me lo estoy pensando seriamente.
Diablos, no deberia ni pensarlo.
La respuesta es clara, no debería.
Pero quería...
Esto es tan odioso. Él es odioso.
Abro la boca para responder, pero su teléfono resuena en el silencio de la habitación, interrumpiendo.
Eric resopla frustrado y observa su teléfono para después rechazar la llamada, vuelve a centrar su atención en mi, esperando, cuando voy a responderle, el teléfono vuelve a sonar, maldice y rechaza nuevamente la llamada, asi, un par de veces mas.
—Deberias de responder, puede que sea importante—digo rendida, y aliviada ante la interrupción.
Eric frunce el ceño y contesta.
—¿Que?—su respuesta es seca y contundente, al igual que su expresión, la cual cambia segundos despues por una de asombro, cuelga, frunce el ceño hacia el aparato.
Ansiosa y nerviosa ante tal cambio, no puedo evitar preguntar.
—¿Esta todo bien?— Eric levanta la vista y me mira atónito.
—Mi padre acaba de tener un infarto— traga y vuelve a hablar, como si le costara comprender—Murió, Josephine— un jadeo sale de mis labios, mientras busco mis cosas y tomo su saco.
Mierda.
—Eric—lo zarandeo un poco mientras el sale de su transe mirándome—Vamos, tenemos que ir al hospital— el asiente de manera robótica.
Sé que Eric no era cercano con su padre, ni mucho menos con su madre. Pero dios, hace tan solo un par de horas los habíamos visto en la gala. No podía haber pasado esto tan rápido.
De manera automática, Eric nos lleva al hospital, sin cruzar palabra ni nada. El silencio reinando entre nosotros.
No se que significará esto entre nosotros. Nuestro matrimonio estaba arreglado para que Eric tomara todo el poder de su padre, pero ahora que estaba muerto, todo recaía en el.
Y la realidad me golpeo.
Mi cuerpo se erizo, trague con la intención de que el sentimiento abrazador desapareciera de mi garganta.
No se fue.
Lo sabia. Eric ya no me necesitaba.
Tenia via libre ahora que su padre había muerto.
Un frío me recorrió desde la cabeza hasta la punta de los dedos de los pies.
Joder, no debería ni pensar en eso. Estoy segura que Eric ni siquiera piensa en eso en estos momentos. Acaba de morir su padre.
Miro su perfil, concentrado en el camino, su ceño fruncido y sus labios apretados en una fina linea.
Respiro despacio, temiendo que eso perturbe sus pensamientos.
Estiro mi mano para entrelazar mis dedos con los suyos que descansan sobre su muslo. Eric desvía la mirada hacia mi, mientras nos detenemos en un semáforo. Una pequeña sonrisa aparece mientras se lleva mi mano a los labios, besando mi dorso.
Mi corazón salta alegremente ante el acto, haciendo que disfrute el calor de sus labios sobre mi dorso, es tan efímero, casi fantasmal. Es suficiente para mi.
—Estará bien—realmente no se si me lo dice a mi, o si se trata de convencer a el mismo.
Pero eso es una pequeña braza de esperanza.
¿Esperanza para que? Él y yo no tenemos nada. Hay esperanza para él y Bianca ahora que su padre murió.
Ante tal pensamiento, me siento amarga la boca, una pastilla difícil de tragar. No quiero ni intentarlo.
Maldita sea, esto esta mal.
Miro nuestras manos enlazadas aún, aprieto y él me regresa el apretón.
Reconfortandome en mi crisis.
Cuando llegamos al hospital, encontramos a mis padres y a su madre.
Eric se acerca a esta última, la cual se encuentra serena, extrañamente calmada.
Y eso me da terror.
¿Acaba de perder a su esposo? Es una duda que tal vez todo mundo sienta.
Miro a mis padres, sin querer acercarme. No quiero realmente, asi que me siento en una silla, esperando a que Eric se haga cargo de todos los pendientes para el funeral y enviar el cuerpo a la funeraria.
Un par de horas y llamadas después, Eric se deja caer a mi lado en la silla.
Suspira mientras se pasa las manos por el cabello.
—¿Estás bien?—el levanta la cabeza para mirarme. Sus ojos estan vacios, cansados y brillantes.
Hay lágrimas retenidas, pero no de tristeza, si no de odio.
Estiro mi mano para acariciarle la nuca, Eric suspira disfrutando de mi toque.
No se, no se que es lo que estoy haciendo con él, pero mi corazón se siente vivo en cuanto hago contacto con él. El solo hecho de estar en una misma habitación es suficiente.
Y es un maldito martirio saber el poder que esta comenzando a tener en mi. Eric Brooks sera mi perdición.
Mis movimientos se ven interrumpidos cuando Eric toma mi mano y vuelve a besarla, manteniéndola entre sus manos.
Le sonrió dulce, sus ojos verdes me observan, tratando de ver más allá de mi, pero me niego a revelarme mas.
Tal vez aun persiste un poco de alcohol en nuestros sistemas, al menos en el mío siento que sigue fluyendo, mi sangre se sigue sintiendo caliente.
—Gracias por estar aquí, conmigo— besa mi mano, mis labios tiemblan ante el torrente de expectativas que mi cabeza comienza a maquinar, no quiero.
No quiero, me niego. No quiero que este hombre me haga sentir todo esto.
Es un terrible error.
Ante el hecho de no saber que decir sin que me suelte a decirle que sí quiero intentarlo, asiento, mirando como mis padres se acercan a Eric.
El mencionado, se pone de pie y recibe a mis padres de manera monótona.
No escucho que hablan, solo miro las baldosas blancas bajo mis pies.
Un par de minutos después, la mano de Eric se posa sobre mi hombro, tiene en su mano un café y me lo ofrece.
No supe el momento en que se fue.
Acepto el café y bebo un sorbo, sintiendo su calor emanar de su cuerpo, mientras vuelve a tomar asiento a mi lado.
Deja su mano sobre mi muslo desnudo por el vestido de la gala que aun no me he cambiado.
—Deberias ir a casa, descansar, esto llevara un par de horas más—me dice, niego mientras bebo mi café.
Eric suspira, no teniendo ganas de pelear, o realmente no tiene ganas de quedarse solo.
Finjo que es la segunda y quiere mi compañia.
Me abraza por los hombros, haciendo que recueste mi cabeza sobre su hombro.
¿Porque me duele esto? Debería de complacerme, hacerme sentir feliz.
La respuesta es que no es mío. Él no es mío.
Mi corazón se apachurra ante tal hecho que se niega a aceptar.
Mis dedos se aprietan en torno al vaso con café.
Quiero que sea mío.
Mierda.
Cierro los ojos esperando, atrapando y aprovechando el momento. El ahora.
Respiro hondo armandome de valor para verlo a la cara.
—¿Eric?—mi voz suena como un susurro, sus ojos verdes chocan con mis azules, robándome el aliento, haciendo que se me olvide por completo lo que quería decirle.
¿Que quería?
Lo queria a él, y solo a él.
Acercándome a él sin perder de vista sus ojos, puedo observar como se desvían hacia mis labios entre abiertos, su aliento me golpea en los labios, mi pulso se dispara a mil, mis manos cosquillean ante la expectativa, la necesidad de entrelazar mis dedos en las hebras de su nuca.
Quiero beberlo, devorarlo y no salir jamas de esa burbuja.
Eric también, puedo verlo en como sus ojos se dilatan opacando el verde con el negro de su pupila agrandada.
Estamos a milímetros, si tan solo uno de los dos se mueve, nos besaremos, un solo soplo de aire y serán sus labios sobre los mios.
Los sonidos del hospital desaparecen a nuestro alrededor, solo estamos el y yo. Nosotros y este deseo tan intenso, acabara con nosotros. Yo lo se, él también. Pero como dos idiotas nos negamos a verlo.
Esto nos destruirá.
Cuando decido lanzar todo a la mierda, y se que Eric tambien. Nos volvemos a ver interrumpidos.
Haciendo que la atmósfera de cuentos de hadas desaparezca, dejándonos en una incómoda.
Bianca se acerca angustiada, y Eric se tensa al verla, enderezandose y alejando su brazo de mi, se levanta y la deja abrazarlo, reconfortandose con ella.
Y eso me destroza.
No me estoy enamorando de Eric.
Ya lo hice.