Josephin.
Mis pies descalzos me daban escalofríos mientras me desplazaba por las frías baldosas de marmol.
La sed fue lo que me despertó a media madrugada, al salir de mi habitación el silencio inunda el pasillo, al igual que la oscuridad de la noche. Al pasar por la habitación de Eric la luz se filtra por debajo de la puerta.
Está despierto, aun.
Hace dos días que estuvimos en el cementerio.
Y desde que su padre murió, hemos dormido en habitaciones separadas.
Ya sea porque Bianca andaba rondando aquí pegada a el a cada segundo, y tambien el hecho de que sigo molesta y algo decepcionada conmigo misma..
El espacio de mi ahora habitación, es tranquilo, y obtengo la paz que necesito. Pero tambien la soledad se cuela por la puerta.Haciendo que las noches sean tan dolorosas como los días.
Me estoy retorciendo en mi propia mierda, la misma mierda que yo provoque.
Si, es mi culpa. Todo por desarrollar sentimientos por este hombre imbécil.
Imbécil yo.
Abro el refrigerador y saco una jarra de jugo de naranja, busco un vaso y me sirvo. Me siento en el taburete del mesón. En esto se resumen mis noches de insomnio, yo sola con un vaso de jugo, siempre.
Me muerdo el labio mirando el bar en la otra esquina de la cocina.
A la mierda.
Me bajo y me acerco al bar, tomo una botella de vodka y me la llevo de vuelta al mesón. Sirvo en mi jugo de naranja un buen de vodka y bebo, hasta el fondo.
El ardor en mi garganta, y el calor en mi estomago cuando se asienta el vodka, es sastifactorio.
Puedo contar con una mano las veces que me he emborrachado, y las mismas fueron las veces que Jordan asumió la culpa.
Mi pobre hermano mayor.
Suspiro, bebiendo durante no se cuanto tiempo. Pero ya estoy ebria al tercer vaso de vodka con jugo de naranja.
Los acontecimientos de los últimos 23 años, se acumulan en mi cabeza, pasando como si fuera una maldita película de terror.
Todos los sentimientos que senti a lo largo de los años, siempre han estado cociendose a fuego lento, esperando el momento en que ya no pueda mantenerlos encerrados. Fluyen, fluyen en forma de lagrimas gordas y amargas.
Los sollozos salen a borbotones junto a ellas, mi pecho se sacude mientras mi cara esta escondida en mis manos, mis codos apoyados sobre el mesón.
Mi garganta se cierra ante la agonía que mi cuerpo siente.
La liberación de mi corazón es como la de una presa.
Años de soportar todo, a todos. Sonreir y fingir que estoy bien, cuando lo único que quiero es un abrazo. Derrumbarme y que nadie me castigue por hacerlo.
Me destrozo ahí en la cocina del hombre del que me enamore.
Años siendo preparada para ser la mujer perfecta se van al diablo al saber que no funcionaran con el. Con su corazón.
Años de no tomar mis propias decisiones porque todas tenían que ver con él.
¿Habría sido diferente si yo fuera otra? ¿Si yo no fuera simplemente Josephin McCarty?
¿Si tan solo fuera una simple mujer que no tuviera nada que ver con la alta sociedad?
¿Sería diferente si fuera como Bianca?
Estoy tan malditamente mal. Nada hubiera sido diferente.
Mi destino ya estaba pactado con el mismísimo diablo con apellido Brooks.
Un gemido escapa de mi cuando todo el dolor vuelve a embargarme, sin darme cuenta, aprete demasiado el vaso en mi mano, que lo destroce y la sangre comienza a brotar de mi palma izquierda.
—Mierda—murmuro levantando me rápido y corriendo a trompiconez.
Mi coordinación es estúpidamente vergonzosa asi que en el proceso, me golpeo la cadera con la esquina del mesón, haciendo que grite, tropiezo y me voy de bruces contra las baldosas, pintando la blancura de las mismas con mi sangre y mis lagrimas de impotencia.
Soy realmente estúpida.
Me quedo ahí de rodillas mirando como mi mano gotea sangre, mis lagrimas se mezclan con la misma.
Levanto la cabeza mirando el techo buscando al hombre que se dice que siempre estará para ti.
Dios en estos momentos debe de estarse riendo de mi horrible suerte.
Estoy harta, agotada, y mi cuerpo lo sabe.
Agachó la cabeza negando, dejándome llevar.
Mis ojos parpadean con cansancio, o puede que sea la perdida de sangre.
Ahora que veo bien, aun tengo un trozo grande de vidrio en mi palma, y demasiada sangre en el suelo.
Tengo que llamar a Eric.
—Eric...— llamo, mi garganta arde y duele, el nudo que aun tengo en ella me dificulta gritarle.
Me arrastro hasta pegar mi espalda al mesón, apoyando mi cabeza contra este.
Miro hacia el pasillo cuando múltiples luces comienzan a encenderse.
Mi pecho se aprieta en cuanto veo a Eric bajar las escaleras mirando hacia todos lados.
—Eric...— vuelvo a llamarlo, su cabeza gira inmediatamente hacia mi voz.
Sus pasos se aceleran al verme en el suelo, enciende la luz y se paraliza al ver el piso.
—Jo...—gime asustado, busca un trapo y se acerca a mi, toma mi mano y la mira con el ceño fruncido.
Eric.
El pánico me invade y tomo varias respiraciones mientras observo el cristal incrustado en su palma.
¿Que demonios estaba haciendo.
—Lo siento— y en cuanto lo dice, el aliento a vodka me golpea el rostro.
Esta borracha.
Sacudo la cabeza sin decir nada.
No se que decir.
—Necesito que se te baje el pedo para llevarte al hospital— murmuro.
La herida es profunda, necesitara puntos, además de que tienen que revisarla de que no afectó ningún nervio.
Ella niega, y es ahí cuando la miro directamente al rostro.
Carajo.
Sus mejillas estan bañadas en lagrimas, sus ojos estan rojos e hinchados.
Estos días han sido tan tensos entre nosotros, y el hecho de que Bianca estuviera aquí era peor.
He sido un idiota con ella todo este tiempo. Pero mierda, estaba estresado, se que eso no justifica nada, pero solo quería estar lejos de ella. No sabia que demonios debía hacer con ella ahora que mi padre murió.
—No me siento bien— susurra, mi cabeza regresa al presente.
—Es porque estas perdiendo sangre, Jo, necesito llevarte al hospital— la levanto en brazos.
Mi camiseta blanca se empapa con su sangre. Mi corazón se agita cuando deja caer su cabeza hacia atrás.
—No Jo. No te duermas, háblame linda— murmuro mientras a como puedo tomo las llaves de mi auto
—No le digas... A Jordan—dice entrecortado, sus ojos revolotean, esta entre la conciencia y la inconciencia.
Mi pecho se aprieta mientras la meto al auto, abrocho su cinturón, rápido doy la vuelta y emprendo camino hacia el hospital.
Es imposible que no llame a Jordan.
Aprieto el manos libres mientras espero a que conteste.
—Josephin, no te duermas, háblame—le aprieto la pierna, su cabeza se gira hacia mi.
—Me enamore de ti...—
Gimo.
—No nena, no me digas eso ahora, mantente despierta, ¿Me oyes?—
El tirón en mi pecho es mas fuerte.
No sabe lo que dice, solo esta mal por la perdida de sangre.
No entiendo de donde sale tanta sangre, dios, debió de perforar alguna vena.
¿Que demonios estaba haciendo realmente?
¿Porque bebió?
¿Es mi culpa? Mierda, si lo es no se que demonios voy a hacer si algo le pasa.
—Jo... No te duermas— la muevo, pero ella no me contesta.
—Mierda— acelero, saltandome varios semáforos.
Jordan no me contesta.
Llego derrapando al área de urgencias y en cuanto me ven la camiseta ensangrentada, se acercan al auto.
—Vamos, linda, ya llegamos háblame— le quito el cinturón y la saco para ponerla en la camilla.
—¿Que paso?— me miro las manos ensangrentadas.
El maldito deja vu vuelve a mi.
No otra vez.